martes, 21 de agosto de 2012

Mine, capítulo 38.

Foto: La vida es muy corta como para andar peinandose.
D.G
Mine, capítulo 38. "Primeros amores".

--¿Entonces no tienes nada que decirnos?--Me interroga Sara, sentada en la silla del comedor mientras comparte unas galletas con mamá.
Extiendo mi libro de historia sobre la mesita de la sala y anoto la respuesta que tanto me ha dado la lata en el cuaderno.
--¿De qué?--Pregunto, distraída.
--Tu bien sabes de qué, niña--Suspira mamá.
Volteo hacia ellas para mirarlas, y las encuentro con una sonrisa en sus rostros.
--¿De qué?--Repito.
--¿Cuando ibas a decirme que tenías novio?--Me recrimina mamá, un poco irritada.
--¿Y que es Lucas?--Sara se ocupa de ponerle sal a las heridas.
Golpeteo la pluma sobre el cuaderno y sonrío para mis adentros.
Lucas.
--Eh... No lo sé.
Sara chasquea la lengua.
--¿No sabes?
Me rasco la barbilla, incómoda.
--No planeaba decírselos.
--¡Lena!--Me recrimina mamá de nuevo--¿Cómo es que no planeabas decírnoslos? ¡Soy tu madre!
Me rasco la nuca.
"No te lo he dicho porque no estoy segura si lo que estoy haciendo está bien"
--Humm...--Murmuro, mientras doy vuelta de página.
--¡Nada de "Hum"! Hay que invitarlo a cenar.
Rompo accidentalmente la página de mi libro.
Genial.
--¿Para que quieres invitarlo a cenar?
--Para conocerlo.
--¡Pero si tu ya lo conoces!
--¡Sólo invítalo!
Niego con la cabeza.
--Olvídalo, mamá.
Recojo mis cosas para terminar de hacer la tarea allá arriba. Pongo los libros y cuadernos sobre mi cama y me acuesto sobre la colcha helada y recargo el libro sobre mis piernas.
 Tres respuestas después y dos cabeceadas, Sara toca la puerta de mi cuarto.
Justo a la persona que quería evitar en todo el santo mundo.
Y exactamente esa persona está en mi habitación, recargada en el marco de la puerta, con un vestido verde pistache sencillo y su pelo ondulado colgando hasta sus hombros.
Pongo el libro de historia sobre mi cabeza y me quejo.
--No quiero escuchar ni una sola palabra--Le digo.
Entra a mi habitación cerrando las puertas detrás de ella y se sienta en la silla de mi escritorio. Me quito el libro de la cabeza y la observo desde mi cama. Está sonriendo. De esa manera de "Yo sabía",  pero como le he pedido, no ha dicho ni una sola palabra.
--De acuerdo, dilo ya.
Ella empieza a girar en la silla giratoria.
--¿Decir qué, Lena?
Me siento de golpe en la cama.
--Ya sabes. El "Te lo dije". Dime que estaba equivocada. Que me dijiste que caería de cualquier manera. Búrlate de mí. Dime que ahora me harás carrilla a mí como yo a ti. Dilo.
 Ella se levanta y se sienta a mi lado. Pone una mano en mi hombro.
--De hecho estoy muy feliz por ti.
La miro, esperando a que se aclare. Lo hace después de unos segundos.
--Me sentía un poco preocupada. No dudaba en que eres capaz de estar sola, y no lo dudo.  Era sólo que me preocupaba que encontraras a esa persona especial y simplemente lo rechazaras por miedo.
 Ruedo los ojos.
--¿Miedo a qué?
--A lo que todos y cada uno de nosotros tenemos: Al rechazo.
Es verdad.
Es absolutamente verdad.
Sin embargo me avergüenza decirlo, así que aparto la vista.
 Me pregunto si nos vamos a poner sentimentales de nuevo.
Recarga su barbilla en mi hombro, apoyando las manos en la cama y me mira.
--¿Qué piensas?
Estoy a punto de mentir, pero luego agrega:
--Sé honesta.
Me tomo un poco de tiempo antes de contestar.
--Quería decirle que no--Murmuro--Pero tampoco quería dejarlo ir.
Sara ladea la cabeza.
--Creo que no te entiendo, guapa.
--Yo prefiero estar sola, ¿entiendes? Así no le doy la oportunidad a nadie de romper mi corazón, pero él sólo vino y sonrío y... Y ayer me dijo que me amaba. Y simplemente no pude resistirme--Me rasco el cuello--Pienso que tal vez debí dejarlo ir. Quiero decir, tengo 16. La cosa no durará mucho.
 Agita la cabeza.
--Lena, ¿porqué te preocupas por eso?
Me encojo de hombros. Ella se levanta y me toma de los brazos, mirando mi rostro fijamente.
--Escucha, ¿El te hace feliz? La verdad.
 Recuerdo la última noche, la manera en que me miró... y en la que me besó.
Y prácticamente me derrito ahí mismo con el sólo recuerdo.
--Tú mirada ya lo ha dicho por ti--Sonríe Sara--Esto es lo que tienes que hacer: Abrázalo, bésalo, llévalo a casa y no lo sueltes. Todo estará bien.
 Sonrío.
--Vaya, mi prima me está dando consejos de amor.
--Tu prima favorita--Corrige.
Suelto una risita.
--Gracias--Susurro.
Sara se sienta de nuevo en la silla y me sonríe.
 Y entonces recuerdo otra cosa:
--¿Y tú cómo supiste que estaba saliendo con Lucas si no se lo he dicho ni siquiera a Luce ni a Noel?
Ella sonrío.
--Tampoco es como si tu hubieras hecho algo para evitarlo. Anoche estaba aquí ayudando a tu mamá, ¿recuerdas? Y tú sólo subiste las escaleras con esa mirada y esa sonrisa.
--Eso no explica porqué sabías que se trataba de Lucas.
--Ah, eso. Lucas le contó a José sobre ti, que le dijo a Laura, que me dijo a mi y a mamá.
 Me sobresalto.
--¿Qué dijo de mí?
Ella se encoje de hombros.
--Pues me dijo José que llegó con la misma pinta que tu llegaste, que le preguntó que había pasado y le respondió que había estado contigo.
 Hojeo el libro de historia como si no tuviera importancia, pero alzo los ojos hacia Sara, que me mira fijamente.
--¿Y cómo sabes que llegó con la misma pinta que yo? --Hago una pausa--Tal vez soy sólo yo quién está de esta manera.
Eso me deprime.
Ella rueda los ojos.
--Porque José me lo contó después de Laura y lo dijo detalle por detalle: El brillo en sus ojos, la sonrisa, el bueno humor. Dijo que era la cosa más extraña que había presenciado.
 Sonrío, mientras sigo hojeando el libro.
--A lo mejor estaba sólo exagerando.
--¡Oh, vamos, Lena! Todos veníamos viendo la mirada que ponía cuando te cruzabas en su camino. Y no sé cómo no lo viste antes. Que esté bien clavadito contigo es cosa que ya todos sabíamos. De hecho, desde hace tiempo que para nosotros ustedes dos ya tienen una relación. Sólo que fue oficial hasta la noche pasada.
 Sonríe y la miro.
--¿Enserio?¿Todos lo vieron venir, pero yo no?
--Así es.
Me acuesto boca arriba y resoplo.
--No puedo creerlo. Debí haberlo visto antes.
Sara se acuesta enseguida de mí y vemos el techo juntas.
--Creo que no lo viste porque no estabas preparada para hacerlo.
--¿Y cómo es que de repente estoy preparada?
Se encoje de hombros.
--¡Uf! Son cosas que... de pronto sabes. Y ya. No es la gran cosa.
La miro de perfil.
--Claro que lo es.
--De cualquier manera no sirve. Si hubieras sabido antes de tiempo probablemente hubieras huido de la cuidad y ahora mismo estarías en los límites de Canadá.
Sonrío.
--Sí, es cierto.
Sara me mira y sonríe.
--Tengo que irme--Dice, levantandose--Te veo mañana y me cuentas como estuvo esta noche.
La miro entornando los ojos.
--¿Y tú como sabes que voy a salir con él esta noche?
--¡Dahh! Porque apenas ayer lo hicieron oficial. Estarán saliendo muy seguido el primer mes. Créeme.
 Dos minutos después ella se va y yo llamo a Luce para decirle.
--¡Con razón!--Dice después--Te veías diferente cuando entraste de nuevo. ¿Cómo es que no me lo has dicho en cuanto se besaron? ¡Yo te cuento todo! Cariño, él es tu primer amor. ¡Tienes unos gustos muy buenos! ¡Que envidia! Mi primer amor tenía frenillos dorados y era un cortón. ¿Pero qué se puede decir? Tenía sólo catorce años. ¡Uf! ¿Qué harán esta noche? Seguro y...
  Sonrío mientras escucho a Luce parlotear en la otra línea. Recuerdo la conversación con Sara y luego la corto para preguntarle:
--¿Crees que hice bien en aceptarlo?
Hace una pausa.
--Cariño, ¿Tienes dudas?
Agito la cabeza.
--Es sólo que... No sé. Siempre me dije que terminaría sola y con dos gatos. Me gustaba la idea, me sentía cómoda. Pero él sólo apareció y... prácticamente me tiré a sus brazos. Me hace sentir como si mis promesas valieran nada.
 Ella resopla al otro lado de la línea.
--Cariño, Lena, créeme, tú no te tiraste a sus brazos así como así. Te tardaste mucho tiempo en aceptarlo. Más del que yo recomendaría hacer esperar a un chico... Pero él simplemente... Te esperó. Todos los días que te miraba, tenía esa cosa en sus ojos. Y tú estabas como en Marte, porque nunca te diste cuenta. Te esperó más que cualquier chico esperaría. Significa que realmente te quiere. ¿Sabes que...?
  Y vuelve a parlotear como si estuviera leyendo un texto a una velocidad luz.
--... Está bien--Dice después--Tienes inseguridades. Es normal. Aunque tu tienes más que las que deberías. Chica, ¿Sabes que yo mataría porque un chico me mirara de esa manera? Es un fastidio. Con eso de que Noel está saliendo con Ridley... ¡Y yo sola!
--¡Pero si sales con Keller! ¿Que no?
Me volteo boca abajo y recargo mis codos en la cama, con mis pies balanceándose arriba.
--¿Ese idiota? No.
--¿Qué pasó?
Suspira.
--Nada. Es un cerdo.
--Pensé que te gustaba. No tiene pinta de ser un cerdo.
Escucho a mamá subir las escaleras, probablemente para buscar algo en su cuarto, y cómo no me molesta que pueda oír mi conversación infantil con Luce, no me levanto a cerrar la puerta.
 A veces simplemente somos muy infantiles.
--Eso es lo que todos los chicos te hacen creer. Excepto el tuyo, claro.
 --¿Lucas?--Digo.
--Claro--Me responde al otro lado de la línea--Conozco a ese tío desde que se cambiaron a nuestra escuela. Te puedo decir que tu chico es legal.
 Ignoro que Luce empieza a hablar de manera española de nuevo, pero decido ignorarlo.
--¿Entonces tienes una especie de radar de si los chicos son legales o no?
--¡Totalmente!
Ladeo la cabeza.
--¿O sea que si Lucas hubiera dado negativo, tú...?
--Te lo diría y le dijera que se aleje de ti, porque tengo dos puños.
--Si Keller resultó ser un cerdo y te dio positivo, y Lucas también... ¿Tengo que preocuparme?--Le digo, de broma.
 Nos reímos juntas.
--Bueno, a veces mi intuición falla--Contesta.
Mamá toca mi puerta.
--Por supuesto, Luce. Estás loca, ¿Sabes? Eres la amiga más extraña que he...--Digo, mientras volteo hacia mi puerta.
Pero no es mamá.
  Ahí parado en mi puerta está el chico más estupendo en todo el mundo, recargado a el marco de mi puerta. Con una sonrisa de oreja a oreja y con una ceja arqueada.
 Sonrío, pero inmediatamente me pregunto cuánto de la conversación oyó.
--Oye, Luce. ¿Te marco después, bueno? Tengo que hacer algo. Bye.
Me reclama algo pero cuelgo y no escucho muy bien que quiso decir.
--¿Tengo que preocuparme de que estén hablando de mí?--Me pregunta.
  Ahora soy yo quién levanta una ceja. Me siento en la cama, y dejo que mis pies cuelguen por el borde.
--Por supuesto que no. Considérate afortunado, no todos los chicos tienen ese privilegio.
Sonríe aún más de esa manera burlona que tanto me gusta y se acerca a mí. Se inclina hacia mi rostro y me besa dulcemente.
--Me considero afortunado--Afirma, y me da otro beso rápido en los labios.
Mi estómago está invadido de mariposas, y no puedo hacer otra cosa que morderme los labios para no sonreír como una babosa.
 De acuerdo, tal vez el término "mariposas no sea el correcto". Es más bien como si tuviera avispas asesinas.
--¿Vamos?--Susurra.
Me levanto y pongo mi celular en mi bolsillo.
--Ya está. Oye, ¿Cómo has entrado?
--Tú mamá me dejó entrar.
Sonrío.
--¿No te hizo ningún interrogatorio?
Toma mi mano y bajamos las escaleras, ambos con buen humor. Siento extraño que tomara mi mano, ya que es nuevo para mí. Pero no me gustaría cambiarlo.
--Más o menos.
--¿Qué te dijo?
--Cosas que las madres quieren saber de las citas de sus hijas.
Resoplo y en la sala nos encontramos con mi mamá, que sonríe de oreja a oreja.
--Cuídense, niños.
Después de que Lucas prometa que me cuidará, mamá nos deja ir.
--No dejes que ella te intimide. A veces puede ser muy sobre protectora--Le digo, mientras me pongo el cinturón de seguridad.
--Ella no me intimida. Para nada. Además sólo quería que supiera una de las cosas que siempre haré. Te cuidaré.
--¡Uf! Bien parece sacado de una película.
Sonríe y se inclina hacia mi, desabrochando su cinturón de seguridad.
--Ven aquí, cabezotas.
Me inclino también hacia él.
Y me besa antes de encender el motor.
Y una vez más tengo que preguntarme si es lo correcto.


-Sthep Stronger.

Pd: Y una vez más Diana, te lo debo, porque aguantaste que Lena fuera tan cabezotas. :)

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