jueves, 27 de junio de 2013

Reseña: El Cuaderno de Noah, Nicholas Sparks.

El cuaderno de Noah
Reseña: El Cuaderno de Noah.
Nicholas Sparks.
Libro único.
Un hombre con un gastado y desvanecido cuaderno abierto en su regazo. Una mujer experimentando un ritual matutino que ella no entiende. Hasta que él le empieza a leer.
 El Cuaderno de Noah es una historia dolorosamente tierna acerca del poder del amor una historia de milagros que se quedará contigo por siempre. Ubicada en la belleza austera de Carolina de Norte en 1946, El cuaderno de Noah comienza con la historia de Noah Calhoun un sureño rural que ha vuelto a casa de la segunda guerra mundial. Noah, de treinta y tres, que está restaurando una casa a su manera antigua, y él está embrujado por memorias de una bella chica que conoció catorce años atrás, una chica a la que él amó como a ninguna.
  Sin poder encontrarla, aún indispuesto a olvidar el verano que pasaron juntos, no está contento con vivir sólo con memorias. Hasta inesperadamente ella regresa a la cuidad para verlo una vez más. Allie Nelson, de veintinueve, está ahora comprometida con otro hombre, pero ella se da cuenta de que la pasión que siente por Noah no se ha atenuado con el paso del tiempo. Aún así, los obstáculos que terminó su antigua relación permanecen, y el abismo entre ellos es demasiado grande como para ignorarlo. Con su matrimonio inminente a sólo semanas de distancia, Allie se ve forzada a confrontar sus sueños y esperanzas para el futuro, un futuro al cuál ella sólo le puede dar forma.

*Yo traduje la sinopsis. Quién quiera tomarla es libre de hacerlo.

   Es el tercer libro de Nicholas Sparks que me leo, y tengo que admitir que estaba bastante segura de que me iba a gustar, pero... Más o menos. La verdad es que tuve muchos sentimientos encontrados con este libro.
The Notebook
Otras portadas.
La cosa es que es un libro romántico, pero es diferente a sus otros libros. Este romance es más dulce, más empalagoso. Yo me sentía muy cómoda con romance tipo La Última Canción, pero la cosa va diferente con éste. Desde la primera página siquiera Sparks nos presenta este amor infinito y ciego, abrazador. Este amor que te carcome y te hace tan feliz. Yo no soy muy romántica. Me gusta pero en medidas. El Diario de Noah era como comerme una cuchara de azúcar pura.
  Pero, seamos honestos; Era interesante. Así que seguí leyéndolo.  La primera mitad fue justo como les he explicado, pero después las cosas cambian.
   En la segunda mitad del libro te siguen contando la historia pero desde otra época, desde otra perspectiva. Y los personajes seguían sintiendo este tipo de amor el uno por el otro, pero... era diferente. Era diferente para mí. Lo sentí más real. Lo sentí dulce de la manera en que tenía que ser, finalmente.
  Sentí que Nicholas Sparks se había bajado de su nube de color de rosa dónde el amor es el centro del universo y de alguna manera había plantado los pies en la tierra, y escribió desde este otro punto dónde el amor es más real, y ese tipo de dolor es real, y esas cosas pasan en la vida real.
  Ése es el amor real.

The Notebook


No estoy diciendo que sea un libro malo, porque quiero aclarar desde ya que no lo es. Es sólo que no ha sido especialmente para mí porque yo no soy de ésa manera, yo no creo en ello, no creo en el amor eterno y blah, blah. Y no estaba muy dispuesta a creer en el tipo de amor de la segunda mitad, pero me pareció dulce y creíble, y eso me ha gustado.
   Te lo recomiendo si eres de ése tipo de personas (y que quede en claro que no estoy juzgando ni nada. Respeto todas opiniones. Sólo estoy marcando un punto), pero si no lo eres, creo que deberías pensarlo dos veces.

martes, 25 de junio de 2013

Fade. Capítulo 3.

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Fade. Capítulo 3.

La libreta. Página 3.
Hay veces que quieres conocer a alguien. Lo ves, y sabes que quieres ver lo no muestra. Quieres ver la capa más profunda. Lo que hay detrás.
  Pero hay veces que no quieres, porque puedes ver las llamas del infierno propagándose detrás de sus ojos. Puedes casi ver como su sonrisa promete el fin.
Porque sabes que no vas a salir intacta.
No de ésta.



Así que estoy buscando mi nombre en Google. Primero, no encuentro nada. Después de unos minutos, encuentro mis cuentas de redes sociales, y en imágenes, una foto de perfil mía en diminuto. Lo demás, pura basura.
No hay rastro de Isabel… ¿O si?
Hay una foto, de la cuenta de Facebook de una chica desconocida. Y en la foto hay muchas personas, ya que se trata de una fiesta, pero es una chica rubia que le sonríe a un chico muy guapo lo que toma mi atención. Es Isabel. Rubia.
¿Rubia?
Sigo dándole a las fotos para ver si encuentro más fotos, pero no hay otra huella de Isabel.
¿Isabel, rubia, sonriéndole a un chico?
Las palabras que salen entre mis labios podrían hacer estremecer a mi madre y hacer que me envíe La Mirada.
 Me recargo a la silla de mi escritorio y pienso; ¿Si Isabel se había teñido el pelo… porqué mi madre no mencionó nada sobre ello? Aunque la respuesta llega a mí antes de terminar la pregunta: Porque no hablamos sobre nada doloroso en absoluto.
  Me levanto y camino fuera de mi habitación. Recargo mis manos en las escaleras y escucho la conversación de mis padres.
Y es la cosa más loca.
Porque no es el silencio lo que llena los espacios vacíos en la habitación. Es una conversación fluida y unas cuantas risas.
Esto me hace bajar las escaleras.
 Mi madre está haciendo waffles, como todos los sábados en la mañana. El televisor está prendido, y mi padre está ahí sentado, aunque en verdad no lo ve, sino que lee el periódico.
--Buenos díasDigo, pasado de largo hacia la cocina, hacia mi madre.
Mi madre me da un beso en la frente cuando me ve, y mi padre levanta la vista del periódico y me ve con un pequeño pero reluciente atisbo de alivio.
  Cómo si esperara que algún asesino serial subiera en mi cuarto a medianoche para matarme.
Al principio, cuando Isabel acababa de morir, mis padres a veces se levantaban a las tres de la mañana para comprobar que yo seguía dormida en mi habitación. Que no me había desvanecido con el viento como su primera hija lo hizo. Y yo fingía que estaba dormida.
--¿Tienes hambre, cielo?Pregunta mamá, poniéndome enfrente de la mesa unos waffles con fresas encima.
Mi padre deja lo que está haciendo y se sienta en la mesa con nosotras. Porque ahora pasar el mayor tiempo los tres juntos es la cosa más importante del mundo en la vida de mis padres, tan obligatorio es para ellos como ir al trabajo o a la iglesia.
--Un poco.
--¿Te divertiste anoche, princesa? ¿En la fiesta de tu amiga….? ¿Cómo se llama?Me pregunta papá.
  Un nudo se forma en mi estómago.
--Claire. Estuvo bien.
Cuando vaya a la iglesia mañana, me arrepentiré de todos mis pecados.
Papá asiente.
Cuando mamá nos sirve, rezamos antes de comer, agradeciéndole a Dios por todo lo que nos ha dado, como es usual. Luego, la conversación es trivial los siguientes veinte minutos. Veinte minutos en lo que recojo cada parte de mi valentía y formulo la pregunta que sé que tengo qué hacer porque no encontraré la respuesta en otra parte:
--¿Isabel se había teñido el pelo? ¿Cuando la encontraron?
Y es como en cámara lenta: Mi madre, dejando caer el tenedor; Mi padre, mirándome sin aire. Ambos, sin palabras en sus bocas. Sin un escudo para proteger sus dañados corazones de la verdad.
  Pasan unos eternos segundo antes de que mi madre conteste.
--¿Por qué lo preguntas?
Me encojo de hombros.
--Vi una foto. En una de las cajas.
Bueno, la mitad era real.
Mi mamá levanta bruscamente su plato aún si terminar y lo lleva hacia el fregadero.
--Sube a tu cuarto y cámbiate. Iremos a visitar a la tía IvyResponde con tono cortante.
Ahí es cuando se termina la conversación.
Mi padre me mira, sin saber qué hacer exactamente. Si hablar conmigo o mandarme castigada, aún cuando no tiene razón para hacerlo. No en verdad.
   Sólo espero a que el tiempo pueda algún día, de alguna manera, curar las heridas de mis padres.



                                                                    
       


Tengo que volver a Ashford.
Una vez más, no sé qué planeo encontrar, pero tengo qué volver. Así que cuando Cece menciona que está saliendo con alguien de ahí, alguien mayor,  yo me pego como una lapa a ella.
--¿Sabes si va a haber otra fiesta?
Ellas me miran como si hubiera dicho algo rarísimo.
Me encojo de hombros.
--Me divertíPongo como excusa.
Miranda me sonríe.
--Dime que conociste a un chico, por el amor de Dios.
Frunzo el ceño, pero cambio mi cara inmediatamente.
--Bueno, vi a alguien.
Por favor, sólo dime si va a haber otra fiesta.
Miranda chilla.
--¿Cómo se llama?
Me entra un escena de pánico. ¡Ellas deben de conocer a todo el mundo!
Y entonces el error más grande del mundo sale por mi boca:
--Alex.
Las tres deforman su cara. Juro que parece que Lisa no puede respirar.
--¿Bromeas, verdad?
Por la Santísima Trinidad. ¿En dónde me metí?
Me encojo de hombros.
--¿Porqué?
--¡Es el más bueno!Grita Cece.
--Y el más patánApunta Miranda, mirándome con el ceño fruncidoNo lo sé, Cassidy. No me gusta.
--Oh, vamos, tú eres quién me dice que tengo qué tener citas.
--Con personas decentes.
--Tú no lo conoces.
--¡Tú tampoco!
Y no podría tener más razón. Enserio.
Lisa me frunce el ceño con recelo.
--¿Porqué se fijaría él en ti?
Miranda le reprende y le dice que se calle. Yo la ignoro.
--¿Entonces? ¿Va a haber fiesta o no?
Pasa unos momentos de silencio hasta que Cece habla.
--Bueno, no. Pero… uh, me reuniré con mi novio ahí el viernes… Yo te puedo llevar para que busques al chico.
Sonrío.
Es todo lo que necesito.
Por ahora.


                                                                    




A mis padres no les gustó cuando yo dije ése día que saldría de compras con Cece porque ella compraría el vestido para una boda y me pidió opinión. Se miraron a los ojos con el claro signo de interrogación en sus ojos, atrapados por el momento. “¿Dejarla salir al mundo exterior otra vez?”, podía leer en sus ojos. No estaban dispuestos a dejarme ir. Estaban bastante asustados. Y mi madre hizo propuestas sin fondo para que yo me quede, pero las rechacé, al igual que el de mi padre. Ellos podrían decirme que no y mandarme a mi habitación. Pero no pueden hacerlo, porque no pueden expresar en voz alta que tienen miedo de que me pase algo malo, como a Isabel.
   En ese momento, el hecho de que no se hablara de Isabel estuvo bien para mí. Porque así ellos se quedaron sin argumento y me dejaron ir.
No se siente bien mentir a mis padres. Nunca se ha sentido bien.  Esta es la segunda vez y me he puesto a rezar enseguida. Sin embargo quiero encontrar algo.
Necesito encontrar algo.
Su nombre es Marina.
Por ahora, es mi objetivo.
   Así que cuando Cece viene por mí, mis padres la interrogan mientras bajo las escaleras. Porque ellos no la conocen, a pesar de que le he hablado de ella anteriormente. A pesar que saben que es algo así como mi amiga.
  Intentan protegerme.
¿Porque no fue así como Isabel murió? ¿En un accidente de auto con sus amigos? ¿Amigos que mis padres no conocían, en los cuales no confiaban?
--Tus padres son tan rarosDice Cece cuando finalmente me subo al auto y nos vamos.
No le contesto.
Ahora sé un poco más de cómo ella y Miranda son amigas; Ambas van por el mismo hilo.
No estoy muy segura de cómo me siento sobre esto.
  Cuando llegamos ella me abandona no más pisar la entrada. Yo me pierdo un poco, ya que no recuerdo mucho de la noche de la fiesta. Recuerdo el lugar vagamente, pero la imagen es gastada. Ni siquiera estoy segura de que sea del mismo lugar en el que estoy parada.
Sigo caminando, intentando localizar el dormitorio de las chicas. De cualquier manera… ¿Qué número era? Algo con B. Estoy segura de la B.
 Suspiro y me siento en la fuente que hay en medio del campus. Una fuente que no contiene agua. Qué cosa tan más triste; Ni siquiera la fuente tiene suerte hoy.
 Pongo mi mirada en todas las chicas del campus caminando con sus uniformes, otros ya con ropa normal, ya que su periodo de clases ha terminado. Sin embargo, ninguna de ellas parece a aquella chica Marina.
Cierro mis ojos un momento.
  --¿Eres nueva? Porque seguramente ya me hubiera fijado en tus piernas antes. Son geniales. ¿Te lo habían dicho antes?
   Abro los ojos y frunzo el ceño. ¿Pero qué demonios?
Enfrente de mí hay un chico. Abro la boca para contestarle, para decirle que se aleje, pero… su rostro.
Es ese chico. El chico que vi en la foto con Isabel. A quién le estaba sonriendo.
Tiene el pelo castaño en rizos, moreno, alto, musculoso, con unos destellantes ojos oscuros.
Está guapísimo, tengo que admitir. Sin embargo, no puedo pensar en esto.
Porque él conocía a Isabel.
 Cambio mi ceño fruncido y las palabras que estaban a punto de salir de mi boca. Y sonrío cordialmente.
--¿Te conozco?
Él sonríe, cínicamente.
Esa sonrisa no me gusta.
No es porque no sea bonito, o incluso sexy, porque lo es. Es sólo que no me gusta; Cuando veo su sonrisa, sus labios levantándose hacia arriba, no puedo evitar sentir que tengo que alejarme. Como… como una advertencia. Una que me dice que una tormenta está acercándose. No me gusta. Quizá es porque me mira como si fuera algo que pudiera cazar. Ésa mirada perfora a través de mí. Esa mirada me dice que quiere saber lo que hay bajo la superficie. Sin embargo esto no es nada romántico.
   Es como admirar algo que está enfrente de ti para recordarlo una vez que lo hayas destruido.
No me gusta nada.
Y creo que él lo nota, porque su sonrisa muestra desconcierto por unos segundos, pero luego se recupera y sigue mostrando orgullosamente su sonrisa.
Me dan ganas de aventarle algo.
--No aún. Pero ya tendremos tiempo para eso, preciosa.
Inclino la cabeza hacia un lado, asombrándome en silencio por su seguridad y arrogancia. Mi Dios. ¿Y éste de dónde salió?
Se lo pregunto:
--¿Y tú de dónde saliste?
Sonríe de lado y me quedo viendo sus labios. Son bonitos. En un nivel mortífero, claro.
Dios, quiero correr.
Pero él conoce a Isabel. Estaba con ella en la foto. Sonriéndole.
--De tus más grandes sueños.
Levanto una ceja.
Realmente nunca he soñado con alguien como él. Ni siquiera he soñado nunca con un chico. Todo este tiempo mi vida ha girado en torno a Isabel y cómo me siento sobre ella.
  Ése pensamiento de repente me hace sentir solitaria.
Supongo que lo he sido. Todos éstos años.
--Humm….
Muestra desconcierto de nuevo. ¿Qué esperaba? ¿Qué me derritiera en sus brazos?
Bueno, eso sería incómodo.
--No soy nuevaDigo, para que reaccione fuera de sus pensamientos, para que quite la mirada de míVine a visitar a una amiga.
  Lo cual es como la mitad de cierto.
Bueno, pronto será mi amiga. ¿Cuál es la diferencia?
Él finalmente se sienta a mi lado y me mira. Sonríe de nuevo.
--Ya venía diciendo yo. No podrías pasarme desapercibida, con toda esa pinta de niña buena y todo.
Incómodo.
--Eh, ¿Gracias?
Frunce las cejas de nuevo.
Es enserio: ¿Está esperando que me sonroje o algo?
Oh, amigo. Lo siento.
--¿Cuál es tu nombre?Pregunta.
Vacilo.
--¿Cuál es el tuyo?
Y entonces esa sonrisa arrogante vuelve.
--Alex.
Me golpea: Alex, el chico guapo, arrogante y patán. Del cuál Marina le advirtió a Isabel.
  Me enderezo y lo miro con mala cara.
Esto es. Marina ha caído un escalón abajo ahora. Mi campo de visión es ahora Alex. Porque según lo que me dijo Marina, Alex es el responsable de que Isabel fuera “distinta”. Adiós a la señorita tímida, hola a nueva desconocida.
  Alex es el punto.
Y él también pone mala cara al ver que no le gusto.
--¿Qué?
Sonrío inmediatamente.
--Nada.
No sé qué es más sorprendente: Que en verdad me haya encontrado con Alex en una escuela con cientos de alumnos o que él sea mi pase a Isabel.
--¿Cuál es el tuyo?Insiste, sacándome de mis pensamientos.
Algo me dice que lo estoy desesperando.
A ver… ¿Qué hace que los chicos cómo estos vayan detrás de ti…?
Me levanto y sonrío, mientras quito el polvo de mi falda color pastel.
--En verdad no importa. Tengo que irme. Fue un gusto conocerte, Alex.
  En el interior esperaba no volver a ver su sonrisa mortífera, pero ahora… Ahora voy a jugar un juego.
Aunque no el suyo.
Me doy la vuelta y a tres pasos lo oigo exclamar:
--¡Ey, espera!
Y entonces está enfrente de mí.
--¿Eso es todo?Pregunta, desconcertado--¿No quieres mi número?
Él es un completo cliché: Esos niños bonitos que quieren la atención siempre. He leído un mundo de libros sobre ellos.
Lo miro, un tanto confundida. Finjo.
--¿Perdón?
--Que si no quieres mi número. O algo… Ni siquiera has coqueteado conmigo.
Levanto las cejas.
--¿Esperabas que lo hiciera?
--Sí.
--Uh, lo siento, amigo.
--¿Tienes novio?
--No.
Juro que está estupefacto.
--¿Entonces eres lesbiana?
Frunzo el ceño.
--No.
Fastidiada, lo rodeo y camino.
Qué chico tan más pesado.
Sonrío al escuchar los pasos detrás de mí. Vaya. ¿Quién diría que leer tanto me funcionaría en verdad?
--¡Dime tu nombre!InsisteSi no quieres mi número, al menos dame tu nombre.
La balanza se inclina a mi favor.
 En verdad no quiero entrar en este juego. Sé que es peligroso, y no conozco las reglas. Pero no creo encontrar algo mejor.
--Qué pesado eres.
Se sorprende. Bueno, ya venía siendo hora de que alguien lo pusiera en su lugar.
¿Cómo Isabel pudo enredarse con un tipo así?
Sin embargo, no me giro y me voy a encontrar a Marina. Sino que lo miro directamente a los ojos con curiosidad y hablo lentamente, llevando a cabo éste experimento que se me acaba de ocurrir:
--Isabel. Mi nombre es Isabel.
Si él sabía que el verdadero nombre de la Cassidy que él conoció era Isabel, no da síntomas de unir los puntos. No une el nombre de mi hermana con el parecido que tenemos ahora que las dos somos rubias. O bueno, Isabel era rubia en su momento aquí.
Me decepciono.
No, él no me reconoce como algo relacionado a Isabel. Para él soy sólo una desconocida.
Bueno. Punto a mi favor.
Me pregunto qué hubiera pasado si le hubiera dicho que mi nombre es Cassidy. Si así encontraría un camino a esa chica que una vez conoció. Si se daría cuenta de que su Cassidy y ésta Cassidy se parecen mucho. De que ésa Cassidy le robó a ésta Cassidy.
    Pero Alex sonríe, ajeno a todo esto. A todo el desastre que mi hermana fue entretejiendo con tanto esmero por un año, cuando se metió a esta escuela.
--Hermoso nombre para una hermosa chica.
Me pregunto si le hubiera dicho eso a Isabel si ella le hubiera dado su verdadero nombre.
Esto me hace fruncir el ceño.
Y él pone mala cara al verme.
  Oh, Alex. Tan guapo y tan ignorante.
--¿Estás bien?
--Sí.
Sonrío y me inclino hacia adelante:
--¿Cuántos años tienes?
El desconcierto de nuevo en su cara.
--No entiendo. ¿Me preguntas mi edad, pero no mi número?
Espero paciente.
--Acabo de cumplir diecisiete el mes pasado.
Oh, bueno. Yo voy a cumplir dieciséis la semana siguiente. E Isabel era un año mayor que yo. Entonces todo encaja; Ellos debieron ir al mismo curso.
Pero aún no me lo creo:
¿Se enredó con éste chico? ¿Isabel? ¿La que nunca hablaba a nadie? ¿La reservada y dañada Isabel? ¿Esa chica? Ah, maldita sea, Isabel. ¿Qué desastre hiciste?
--Uh, lo siento. En verdad no salgo con personas mayores. Tengo quinceLe digo lo más simpáticamente que puedoPero me encantaría ser tu amiga, Alex. Estaré viniendo mucho por aquí.
  Ahora parece de verdad shokeado.
--¿Amigos?Murmura para sí.
Al principio, me mira algo enojado por mi rechazo que creo que se va a ir. Y eso… uh, no. No lo puedo permitir.
   Pero él se queda.
Y sonríe.
Cómo si lo tuviera todo bajo control de nuevo.
--De acuerdo. Isabel.
   Entonces me pregunto silenciosamente cómo me las arreglaré para salir de casa cada semana sin que mis padres me encierren en el sótano para mantenerme a salvo.
--¿Alex? Te dije que venía a ver a alguien. Pero no encuentro su habitación, me he perdido. ¿Sabes dónde es la residencia de las chicas? Te lo agradecería mucho.
Y sonríe de nuevo.
--¿A quién buscas? Conozco a todas las chicas de aquí.
Me lo imagino.
--Su nombre es Marina…--Y es ahí cuando recuerdo que no sé su apellidoUh, he olvidado su apellido. Mala para los nombres. Pero es alta, más que yo, pelo negro…
Hace una mueca y dice después.
--Marina Campbell.
Dios. ¿Les hace caras a todas las chicas? ¿Y qué planea? ¿Qué cuando me atrape me va a agregar a la lista? Pues mira que Miranda y las chicas lo han descrito perfectamente.                                                                  
 


  ﮪ                                                        



--¡Voy!
La puerta se abre. Es la morena, An. Ella me mira a mí y luego mira a Alex, y pone una mala cara. Creo que no puede decidirse a quién de los dos odia más ver aquí.
  Enserio, me conoció ayer, y no dije ni una palabra. ¿Cómo es remotamente posible que le desagrade?
--¿Qué pasa?Dice ella, casi gruñendo.
Alex le sonríe y se recarga contra el marco de la puerta, mostrando su perfecta dentadura blanca.
Oh, vamos.
--Hola, Angela, querida.
Ella vuelve a gruñir.
--No andes con juegos. ¿Qué quieres?
El chico se mostró desconcertado cuando no le coqueteé, pero ni se inmuta cuando ésta chica lo mira con llamas en los ojos. Él sólo la ve divertido.
--A ti.
--Mira, tú, hijo de…
Supongo que tienen su historia.
--Soy IsabelLe interrumpo.
Ella deja su no tan amable diálogo y me mira. Entrecierra los ojos.
Marina conocía a Isabel, Alex lo hacía… Y éstos se conocían entre ellos. ¿Cuáles son las probabilidades de que An conozca también a Isabel?
  Su cara me dice que no conecta los puntos.
Gracias, queridos genes.
--Ajá. ¿Por qué estás aquí?
Qué pesada.
--Uh, yo… vine a ver a Marina.
Entonces sus ojos adquieren una sombra protectora. Recuerdo a Marina esa noche diciéndome que aquella chica An estaría tan enojada si descubriera que me había hablado de Isabel. ¿Le dijo Marina? ¿Le dijo que me contó?
--¿A mí?
Una voz se eleva detrás de mí.
Marina camina hacia nosotros, sonriendo. Pero cuando mira a Alex, frunce el ceño y se cruza de brazos.
--Oh, miren quién está aquí. Imagino que no es para disculparte. ¿Qué quieres?
Él le sonríe cínicamente.
--Oh, vamos, Mar. Fue sólo una cita. Y ya me conoces, ¿De qué te quejas?
Oh, maldito.
Tengo esta extraña sensación de darle una patada en la espinilla por mujeriego, pero parecería muy infantil. Además, tengo qué hacer que le guste.
¿Cómo hago eso? No digo que soy fea, pero no soy como mi hermana. No hay nada remotamente especial en mí. Soy sólo Cassidy. Y él es Alex. Inalcanzable.
  Pero de alguna manera, yo tengo que elevarme desde la tierra para alcanzarlo y arrastrarlo hacia abajo conmigo. Tengo que ganarme su confianza.
¿Cómo te ganas la confianza de estos tipos?
Marina le frunce el ceño y luego me mira a mí.
--¿Me buscabas?
Piensa rápido, Cassidy.
--Yo… Soy Isabel. Tal vez me recuerdes.
Ella me mira, sin pista.
--Te ayudé aquella noche, a llegar a tu habitación.
Ella mira a An, quién sigue con los brazos cruzados. Luego ella los descruza y se mete a la habitación, cerrando la puerta. Es como “No es mi problema”.
Oh, bueno, gracias. Qué amable.
--Claro. An me contó que alguien me había ayudado. Pero en verdad no puedo recordar gran parte de ésa noche. Me emborracho muy fácilmente.
 Sonrío y bajo mi vista hacia mi pequeño bolso, y saco un anillo que mi madre me regaló el año pasado por mi cumpleaños.
--Creo que esto es tuyo. Lo encontré tirado en la banca de regreso.
Lo pongo en mi palma y se lo acerco.
Ella lo toma y lo analiza, pero luego me lo devuelve.
--Es muy bonito, pero no es mío.
Finjo confusión y miro el anillo.
--Oh, bueno. Qué más daLo guardo en la bolsaPensaba que era tuyo.
Sonrío cordialmente.
--¿Eres de aquí?Me pregunta Marina.
--No. Venía a ver a una amigaSe entromete Alex, recargado en la pared con los brazos cruzados.
Me mira como si me hubiera atrapado… Y tal vez lo ha hecho: Le di a entender que Marina era una amiga mía, pero ni siquiera me conoce.
Chico entrometido.
--A ti nadie te preguntóResponde Marina a la defensiva--¿Qué haces aquí, de cualquier manera?
Él me señala con la cabeza.
--Le estaba haciendo un Tour.
Marina detecta la manera en la que él me mira. Al principio, creo que se va a enojar, pero es algo parecido al temor lo que refleja su rostro por unos segundos. Luego ella da un paso hacia mí y entrelaza su brazo con el mío.
--Bueno, gracias por tu amabilidadDice ella con veneno en la bocaPero creo que yo puedo hacerlo sola.
 El se incorpora, pero la mira divertido.
--La escuela es muy grande.
--Pues entonces voy a buscar a Kate. ¡Desaparece, perdedor!
Él ríe y alza las manos. Luego me da una considerable mirada antes de marcharse.
Pero antes de desaparecer definitivamente, se gira y dice:
--Ten por seguro que nos veremos luego.
Luego se marcha.
Marina a mi lado suelta un gemido y me suelta el brazo.
--No te preocupesIntento tranquilizarlaÉl y yo, nada. Es todo tuyo.
Ella se gira hacia mí y enarca una ceja.
--Yo no lo quiero. ¿Cuál dices que es tu nombre?
--Isabel.
--Isabel. ¿Puedo darte un consejo?
--Seguro.
--Aléjate de este chico. Él no es bueno.
   Ya lo sé.
Lo sé.
O al menos, creo saberlo.  Es lo que me dijo la otra noche con respecto a Isabel. No sé qué hizo, y no sé en qué sentido no es bueno. Pero lo he percibido.
--¿Porqué?
Ella duda antes de responder.
--El juega, Isabel. Él… Él… Muchas personas han salido heridas gracias a él. Él es siempre malas noticias.
Me pregunto si está pensando en Isabel.
--¿Te refieres a que rompe corazones?
Ríe, pero eso es más un sonido amargo.
--Aparte. Él… Escucha, sólo fíjate bien por dónde andas, ¿De acuerdo?
No puedo contestarle, porque en ese entonces alguien llama a Marina. Es una chica un poco más alta que nosotras, con cabello largo hasta la cintura en unos adorables rizos marrones. Delgada, ojos oscuros.
 Se para enfrente de nosotras y me sonríe amablemente.
--HolaDice con voz muy dulce y un poco chillona, ofreciéndome la manoEy, soy Kate.
--IsabelSonrío.
--¿Eres nueva?
--Lo esMurmura Marina de mal humor, mirando por donde acaba de desaparecer Alex.
--¿Va todo bien?Pregunta Kate, poniéndole una mano en el brazo.
--Sí. Es sólo Alex.
Kate pone mala cara.
Oye, en verdad que él salió con todas…Aunque tal vez hizo más que eso. ¿Pero qué?
Esa chica Kate frunce el ceño.
--Ah.
Marina la mira y suspira.
--¿An también te envió el mensaje?
Kate asiente cautelosamente, y luego me mira con un poco de preocupación.
Es cuando me doy cuenta de que están hablando de cosas de las que no quieren que me entere.
 --Tengo que irme. Tal vez nos vemos despuésMiro a Kate y sonríoGusto en conocerte.
Me dirigen una sonrisa educada y amable.
Me doy la vuelta y camino por el pasillo, hasta doblar la esquina, donde casi tropiezo con la alfombra y mi zapato sale volando a un metro de mí. Suspiro y me acerco para metérmelo de nuevo.
  Y sus voces me llegan.
--An ha estado un poco alterada últimamente. ¿Crees que sabe del reportero?
--Esa es una pregunta estúpida, Katie; Ella es An, claro que sabe del reportero. De cualquier manera, ¿Por qué nos mandaría a llamar sino? Ella suspira--Ahora que Cassidy está muerta, todo se está complicando más. An saldrá de su mente si gracias a su muerte siguen investigando sobre Serena.
 Kate no dice nada.
--¿Crees que saldremos de ésta?Murmura Marina bajito, casi que apenas puedo escucharla.
--An se hará cargoIntenta confortarla ellaComo siempre. Se ocupó de Serena tiempo atrás, y con lo de Cassidy recientemente. Puede hacerlo ahora si ése periodista une los puntos, si las relaciona. Ella nos cuidará, ¿De acuerdo? Todo va a salir bien.
 Marina suspira y Kate le sugiere entrar. Segundos después de cierra una puerta y no oigo ninguna otra voz.
  El silencio se extiende.
  Ahora tengo mis objetivos. Sólo necesito mis flechas para apuntar. Y luego, disparar.
Me pregunto a cuántos pájaros lograré matar.
Y cuántos tiros me tomará.


-Sthep Stronger.

Fade. Capítulo 2.

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Fade. Capítulo 2.

La libreta: Página 2.
El problema con lo desconocido es eso: Que es desconocido. No hay ninguna manera de prepararte mentalmente para lo que pasará después. No hay nada a lo que puedas aferrarte. Es sólo caminar a ciegas entre la tiniebla, rezando para que el suelo no se caiga debajo de tus pies, contando tus pasos. No sabes lo que puedas encontrar. Y tampoco estás segura si quieres saberlo.
   Por otro lado, tu mente puede desarrollar muy bien las imágenes, cómo sería y qué dirías. Pero al igual que el primero, el resultado final es igual de desastroso, porque nada nunca es exactamente como lo imaginábamos.
  El problema con lo desconocido, es que nunca nos agrada del todo lo que hay del otro lado.




Intento mantener mi respiración mientras me veo en el espejo de cuerpo completo de mi habitación.
  Nunca les he mentido a mis padres.
Comenzar ahora, no se siente bien.
“El cumpleaños de Claire”. ¡Sí, claro! Ni siquiera conozco a una tal Claire. Sin embargo, ellos no saben eso.
--Lleva tu celular, CassieMe recuerda mi mamá, entrando en la habitación.
Mi madre se ha puesto histérica cuando le he dicho que voy a salir a una fiesta. Sin embargo, papá y ella se sentaron a hablar y me dijeron que tenía que llevar el celular siempre conmigo, que me iba a marcar cada media hora y si no contestaba, nunca jamás podría salir a ningún sitio. Y tengo sólo dos horas para encontrar lo que sea que estoy buscando en esa fiesta.
  Oh, cielos. Esto no va a ir bien.
--Ya está es mi bolsa, mamá.
--Entonces no olvides tu bolsaResponde bruscamente, doblando furiosamente la ropa que descarté para ponerme sobre mi cama.
Dejo de alisar las arrugar inexistentes de mi vestido color crema y la miro por el espejo. Ella suspira y se sienta. Me devuelve la mirada.
--Lo siento, cielo. Mamá está un poco alterada.
Y ni yo ni nadie pude culparla.
--¿Prefieres que me quede? Puedo quedarme.
Ella sacude su cabeza, porque ambas sabemos que esto no es justo.
--No, cielo, diviértete.
 Está conteniéndose para no decir algo que me haga quedarme.
Cepillo mi cabello rubio con los dedos  y seguido escucho la bocina del auto de Miranda.
Cuando bajo las escaleras, mi padre está ahí interrogando a mi amiga, y esperando a que yo baje para darme un abrazo.
 Tarda más de lo necesario para soltarme de sus brazos.


                                                              
   


--Realmente no piensas en ir allá con eso, ¿Verdad?
Miranda me dirige una mirada desde el asiento conductor.
--No es que te esté criticando, ni nada, enserio. Tu vestido es muy bonito. Pero no termina de encajar a dónde vamos.
  Mi vestido es muy yo: blanco, sencillo, con encaje. Es más o menos lo que uso diario, excepto que esta vez no tengo recogido el pelo.
--Es todo lo que tengo.
Miranda sonríe y sus ojos avellanas resplandecen.
--Lo imaginaba. Por eso te traje ese vestido tan mono de lentejuelas azules. En la parte de atrás.
Me giro lentamente y veo una cosa tendida en el asiento. Como dijo; azul, de lentejuelas. Reluce con las luces de la cuidad.
Pero entonces… ¡Por la Santísima Trinidad! Esto podría hacerse pasar por una blusa.
--¿Miranda? No.
--Oh, vamos, amargada. Sólo póntelo.
--No voy a hacer esto.
Ella resopla.
--Eres toda una monja.
Me cruzo de brazos.
Por lo general Miranda es genial, pero hay veces que hace este tipo de comentarios que hacen que de pronto ya no me sienta tan a gusto con ella. Mi familia es conservadora, ¿y qué? La última vez que alguien en esa casa se soltó la liga terminó muerta en un accidente de tráfico al salir de una fiesta cuando tenía quince años. ¿Enserio, Miranda? ¿Enserio?
  Pero no se lo menciono.
Porque al igual que en casa, Miranda y yo tenemos la misma regla que quiebra poco a poco a mi familia; No hablamos. Ninguna de las dos nunca saca a colación a Isabel. Y cuando pasa, cuando de casualidad pasa, ella se pone toda incómoda.
  Es realmente lo que odio de ser la hermana de aquella chica que murió joven: Todo el mundo lo tiene presente. Porque yo en verdad no soy Cassidy. Yo soy la hermana. Es lo que las personas murmuran por la calle.
--Como sea, no me lo voy a poner.
Miranda sacude la cabeza.
--Pero no digas que yo no te lo dije.
Miro por la ventana, intentando disimular mi molestia con mi mejor amiga.



                                                                     
 


Realmente no sé que esperaba.
Es realmente un poco decepcionante. No lo sé. Supongo que yo sólo esperaba que en cuanto pisara el suelo desconocido de repente todo el pasado de Isabel llegaría hacia mí. Todas las respuestas, todos sus porqués.
  Sin embargo, en aquella fiesta sólo pude saber un par de cosas innecesarias: El uniforme de algún chico que iba de paso, el uniforme de Ashford, de un color guinda con crema, a cuadros; Que Ashford es enorme; Que no tienen tolerancia en los chicos que beben alcohol, por eso han tenido qué engañar al entrenador para echarle vodka  al ponche. No importa, de cualquier manera, ya que él está muy ocupado fuera del edificio discutiendo por el teléfono con su ex esposa para ver lo que sus alumnos están haciendo dentro.
  Al igual que él, yo tampoco puedo hacerlo, ya que yo estoy afuera, viendo la fantástica jardinería (no es sarcasmo, es muy bonito en realidad) y bebiendo algo de ponche que logré salvar antes de que le vaciaran alcohol. Miranda se fue con un chico en cuanto tuvo la oportunidad y me dejó sola. No podría estar más disgustada con ella.
    Suspiro y me llevo el vaso a los labios mientras pienso en el desastre de esta noche. ¡Dios, no hubo nada! ¡Absolutamente nada que podría llevarme a porqué Isabel no volvió a casa en las vacaciones, porqué no volvió a mí! A porqué ella estaba bebida esa noche junto con sus amigos, (¿quien conducía? borracho también) cuando en nuestra familia beber no era bien visto, cuando ella estaba tan hundida como para hacer amistades. Tan hundida como para darse cuenta de que tenía una hermana.
   Maldita sea, Isabel. Maldita sea. ¿Por qué?
En todo caso, si al venir a Ashford ella había (de alguna manera) recuperado quién era antes de eso, … ¿Qué la hizo quedarse?
Una pregunta aún mejor: ¿Quién era mi hermana?
 La cabeza me empieza a doler.
Tal vez sólo tengo qué dejar de darle vueltas.
Tal vez éstas son preguntas sin respuestas. Ésas que tengo que dejar ahora porque si no van a terminar volviéndome loca a largo plazo.
Quizá buscar la vida de Isabel es estúpido. Tal vez no debería de hacerlo.
--Ey, tú.
Levanto la cabeza.
Ahí enfrente de mí hay una chica parada. De cabello negro hasta por debajo de los hombros, con un vestido corto azul, y el maquillaje corrido.
--¿Tú también descubriste que Alex te estaba poniendo el cuerno? Porque no me sorprende. ¡Ese imbécil ha estado con todas! ¡Y al mismo tiempo!
  Es cuando me doy cuenta de que está borracha.
--Me duelen los piesDice ella pesadamente, y seguido va y se sienta a mi lado, en la fría banca.
Ella alza los pies y se desabrocha los tacones.
--¿Estás bien?Pregunto por cortesía.
--Yo estoy bien. Sólo me molesta su nivel de idiotez. Qué imbécil.  ¿Pero tú? Ése idiota ha destruido tanto…
Le sonrío amablemente.
--Lo siento. No conozco a ningún Alex.
Ella entrecierra los ojos y deja caer los zapatos al suelo.
--¿Cómo? No hay ni un alma en este colegio que no conozca a Alex Bakerfield. Es un perro.
--Uh, es la cosa; No voy en este colegio.
Me mira. Quiero decir; me mira bien: Desde mis zapatos hasta mi cabello.
--Ah. Claro. Eres una de ésas niñatas colándose a fiestas de adultos. ¿Cuántos años tienes?
Frunzo el ceño.
--Tengo quinceFarfullo.
Ríe.
--¿Sabes cuantos años tengo yo? Diecisiete.
Empieza a reírse.
Sip, no está en sus cinco sentidos.
Luego suspira y me mira de nuevo. Y entonces pone cara rara.
--¿Qué?
Sacude la cabeza.
--NadaDice ellaSon las sombras. Y un poco el alcohol. Pero juro que te vi los mismos ojos que alguien que yo conocíaParpadea un poco y se acerca más a mi cara. SonríeNop. No tienes ningún ojo raro.  ¡Uf! Ya pensé yo que me estaba volviendo loca. ¿Otra chica con un ojo marrón y otro verde? ¡Raro! Que maleducada soy; Mi nombre es Marina… Espera, ¿No te había dicho mi nombre antes? Porque juro que no suelo venir y decir cosas sin presentarme…
   Pero realmente no la escucho.
Otra chica con un ojo marrón y otro verde.
Chica con un ojo marrón y otro verde.
Marrón y verde.
Mis recuerdos me llevan tiempo atrás, a cuando yo tenía cerca de once años. Mi hermana, un año mayor que yo, se está poniendo lentes de contacto del mismo color marrón que los míos, los de mi madre. Sólo que éstos no son transparentes. En verdad sí tienen color. Mi hermana no los usa porque necesite ver mejor. La razón es puramente estética: Ella está ocultando al mundo el ojo de diferente color al otro.
Está ocultando el color verde tan oscuro pero tan notorio.
Se llama Heterocromia. Mi abuela se los heredó a Isabel. Y cuando ella tenía la edad suficiente para saber lo que quería, se puso pupilentes para que las personas dejaran de mirar sus ojos.
  Está hablando de Isabel.
Hay un noventa por ciento de posibilidades de que esté hablando de Isabel.
Tiene que ser. El destino no puede ser así de cruel conmigo.
--¿Y cuál era su nombre?
Bueno, mañana no va a recordar nada. No importa si le hago un par de preguntas.
--¡Alex! ¡Te digo que es Alex!
Argh.
--No él. La chica.
--¿Qué chica? Ah, ya entiendo: ¡Juegas para el otro equipo!
Dios.
--No. Estoy muy segura de dónde estoy parada.
--Que bien. ¡Uff! Porque ya pensaba que te estaba gustando estoDice señalándose a sí misma.
Suelto una risa.
--No. Pero cuéntame de ésa chica. La de los ojos raros.
De repente su cara se deforma y ella sacude la cabeza. No sé qué ver ahí; si confusión, o el enojo, o la frustración. Su cara es una mezcla de todo.
--Ella se ha idoDice.
Espero en silencio a que continúe. Realmente no sé cómo contestar a esto y que las cosas sigan de acuerdo a mi plan.
--¿Cómo era ella?
Bufa.
--No lo sé... Tenía muchos lados cambiantes… Esa maldita rubia, jodida loca.
 ¿Rubia? ¿Loca?
Mis hombros se hunden en decepción.
Yo soy pequeña y rubia, como mi madre. Mi hermana es alta y morena, como mi padre. No hay posibilidad.
Suspiro.
--Y ahora se ha idoElla empieza a sollozar--¡Le dije, le dije que no se metiera con Alex!
Bueno, no estamos hablando de Isabel, pero aún así falta mucho para que la fiesta termine.
--¿Qué le hizo Alex?
--No lo sé. Nadie sabe. Pero cuando salieron juntos ella era distinta. Alex no es bueno, todo el mundo lo sabe. Se lo dije a Cassidy, yo se lo dije. ¡Y las demás también!
  ¿Cassidy?
Abro la boca y aspiro.
--Marina, ¿Cómo era Cassidy?
--¡Ya te dije que no lo sé!
--FísicamenteInsisto.
Ella me mira y jala un mechón de mi cabello.
--Era como tú… Rubia…, pero más alta. Y tenía ojos más grandes. Y, bueno, eran de diferente color… Uno marrón y otro verde. De hecho, el marrón es parecido al tuyo… Pero no puedo ver con todas estas sombras… ¿No sientes acaso que el mundo está girando? ¡Está girando y girando!
  Ella se tambalea en su asiento y yo la jalo del brazo.
--¿Y ese era su nombre real? ¿Cassidy?
--Demonios, chica. ¿Qué te importa?
--Por favor.
Frunce el ceño.
--No lo sé. Aquí todos los maestros nos llaman por apellido. Si ella tenía algún otro nombre, no lo sé. Pero se presentó como Cassidy. ¿De acuerdo? Ella hace una pausa y me miraMierda. An va a estar tan enojada conmigo si se entera que te estoy hablando de Cassidy.
  Me pregunto por un momento quién es An, pero ése no es el asunto en cuestión. No ahora.
--¿Marina?
--¿Cuál es tu nombre, eh? Chica extraña. Haces muchas preguntasEmpieza a balbucear otras cosas, algo sobre An y “esa jodida loca”.
--Marina, mi nombre no importa. Necesito que me respondas una última pregunta.
--NoDice, como si fuera una niña de cinco añosTengo qué hacer pis.
--Marina… Si me respondes la pregunta, te ayudaré a llegar al baño.
Ella agita sus pies.
--No puedo. An se enojará.
--¿Quién es An?
--Una amiga. Ella está a cargo .
--¿De qué?
--¡Tengo que hacer pis!
Marina se levanta y empieza a dar saltitos.
--Si quieres ir al baño, respóndeme esto: ¿Cuál era el apellido de Cassidy?
Ella me mira entrecerrando los ojos y da otros brinquitos. Luego pierde el equilibrio y la ayudo a sostenerse.
Gruñe cuando se da cuenta de que me necesita para llegar a cualquier lado.
--BlakeGruñeSu nombre era Cassidy Blake. ¡Tengo que hacer pis!



                                                                     
 


Llevo a Marina arrastrando a las habitaciones que me ha indicado después de ayudarla a llegar al baño. Tardo, ya que está desubicada.
--Esto está tan mal…--Murmura MarinaCreo que ya nos pasamos.
--Me dijiste 38B. Es más adelante.
Ella frunce el ceño.
Una puerta se abre y una chica morena de cabello castaño sale en pijamas de rayas. Ella mira a Marina, y luego a mí.
--¡Annie!Grita Marina.
--Joder, Mar. Cállate. ¿Y tú quién eres?Me pregunta bruscamente.
Me quedo muda ante su hosquedad.
--Uh…
Ella aspira aire y toma a Marina del brazo.
--Cómo sea.
--¡Su nombre es…! Marina me mira y luego a AnUh, no sé cuál es su nombre. ¿Cómo te llamas, chica preguntona?
An resopla y la jala hacia la habitación.
--IsabelRespondo.
El nombre no llama su atención: Marina me sonríe, pero luego An gruñe y la mete a la habitación.
Así que me quedo ahí sola.
Algo no sabía bien en decirles que Isabel es el nombre de mi hermana, no el mío. Que yo soy Cassidy Blake.
“¿Qué has hecho, Isabel?”
  Sea lo que sea que está pasando aquí, creo que no me gusta.
No me gusta nada.
Cuando me dirijo hacia la salida, una pregunta se forma en mi mente. Una que yo ya tenía desde hace mucho, pero por primera vez, las palabras se muestran muy claras para usarlas: ¿Cómo la vida de mi hermana se ha deslizado entre mis dedos?


--Sthep Stronger.

jueves, 20 de junio de 2013

Reseña: Speechless, Hannah Harrington.

Reseña: Speechless,
Hannah Harrington.
Libro único.
 
                  "Decir que lo siente no es suficiente..."

Todo el mundo sabe que Chelsea Knot no puede guardar un secreto.

Hasta ahora. Porque el último secreto que compartió la convirtió  en una marginada social* y casi mata a alguien.
Ahora Chelsea ha tomado un voto de silencio, para aprender a mantener su boca cerrada y dejar de herir a los demás. Y si ella piensa que mantener un secreto es difícil, no hablar cuando ella es ignorada, ridiculizada e incluso atacada es peor.
  Pero hay fortaleza en el silencio.
Y también en los nuevos amigos que, sorprendentemente, vienen a su camino. Personas de las cuales ella nunca se había dado cuenta antes; un chico por el que podría enamorarse, si tan solo sus nuevos amigos pudieran perdonar lo que ha hecho. Si ella tan sólo pudiera perdonarse a sí misma.




-Yo hice la traducción. Como siempre: Quién la quera, es libre de tomarla.
*Una marginada social. En el original dice A Social Outcast, que no es necesariamente lo que puse, pero se entiende.


Speechless ha sido todo un viaje.
 Este libro no es acerca de las historias subnormales de amor que estamos acostumbrados. O bueno, no es del tipo de libros que me han visto reseñar. Ni siquiera es una historia de amor. Es cierto que hay contenido de ello, pero una cantidad pequeña. Porque en verdad esta historia no lo necesita. Porque Speechless es una historia acerca de perdón.
  El libro es acerca del viaje que Chelsea recorre.

Al principio conocemos a una Chelsea que no es muy agradable, muy consciente. Pero ella no es una mala persona, sólo ha cometido un error y se ha castigado a sí misma tomando un voto de silencio. Ni una palabra saldrá de su boca. Y entonces vemos como la vida de Chelsea ha dado un cambio; ha pasado de ser popular a ser odiada por todo el mundo. De ser tratada con respeto ha ser acosada.


"--Así que finalmente decidiste mantener tu boca cerrada, uh? Todos sabemos que tu boca sólo sirve para una cosa. Y definitivamente no es hablar"


 Es una de las cosas que más he admirado de Chelsea; Ella es tratada terriblemente en la escuela, ha recibido insultos y ha sido despreciada, pero ella nunca es débil, ella se mantiene fuerte, con su barbilla en alto. Es cierto que lloró una o dos veces, pero oye, se ha quedado sola, todo el mundo la acosa y alguien casi muere por su culpa. Tiene derecho. Lo bueno es que después de ha levantado desde el suelo y ha seguido.
  Es la primera cosa que me gustó de Chelsea; Siempre tuvo fortaleza.

Me gusta lo que dice
esta otra portada:
"Ella compartió un
secreto
Alguien más pagó el
precio"

Sin embargo me daba cuenta que aunque me gustaba la fortaleza de Chelsea, ella seguía en aquél lugar. Los primeros días ella en verdad no lamentaba mucho lo que pasó. Lamentaba lo que a ella le había costado. Lamentaba lo que le estaba pasando. Pero entonces Chelsea conoce a Asha, Sam y Andy. Y vemos como poco a poco va creciendo. Como se desprende de su lado egoísta y egocéntrico.
Como su personaje evoluciona con el tiempo.

"He olvidado lo que es sentirse de esta manera; Tan feliz, brillante, más ligera que el aire. Tal vez todo finalmente está cambiando. Tal vez las cosas van a salir mejor de ahora en adelante. Quiero decir, ahora tengo personas. Sam y Asha, Lou y Dex, y Andy, también. Tal vez. Tengo el comedor. Tengo una vida. Una diferente a la anterior, pero tal vez esta es mejor, porque es completamente mía".

Vemos como ella se libera de aquella vida pasada con Kristen, su supuesta mejor amiga. Como ella pasa de exrañarla a descubrir que ella... Ella no era quién Chelsea pensaba. Y en el interior, muy en el interior, ella lo sabía.

                         "Tal vez Kristen en verdad no tiene un corazón"

Y también como se da cuenta que lo que ha hecho ha herido también a sus padres.

"Odio saber que he cargado a mis padres con este desastre, que los he decepcionado. Es difícil a veces recordar que hice lo correcto."



Y como había mencionado, este libro tiene también amor. Una relación que me ha gustado mucho, porque Chelsea no lo ve como lo hacía antes. Ella no ve a alguien a quién besar. Ella lo ve como el chico que le gusta, pero lo más importante es que también lo ve como su mejor amigo. Ella se preocupa por él.

"Pero es mi amigo. Es el tipo de amigo que nunca he tenido antes. Tal vez el mejor amigo que alguna vez tendré"

Me gustó mucho este libro. Me gustó mucho, mucho. Amé el viaje de Chelsea hacia el perdón. A perdonarse a sí misma. Amo como ella evoluciona, como ve las cosas desde otro punto de vista. Su fortaleza.  Amo los personajes, que fueron tan diferentes entre sí y ninguno estuvo de relleno, todos tenían un destino. Amo la trama del libro, amo todos los mensajes que tiene.
Me ha gustado mucho.
   Si se dan cuenta (Yo lo hice), puse un montón de notas del libro. Y realmente tengo muchas más para ponerles, pero quiero que las descubran por sí mismas cuando lean el libro, porque definitivamente vale la pena.
 De acuerdo, sólo les pondré uno para despedirme:

"Odiar... Es tan fácil. El amor. El amor toma coraje"


Saludos!
Sthep S.
Ps: Mi segundo libro en inglés :)

miércoles, 19 de junio de 2013

The Bet. Capítulo 36.


#178                                                       #BPOV. 
Maïa y Victoria habían ido a casa temprano, alegando que en dos días era la graduación y el baile y que todavía no teníamos nada.
A regañadientes me subí a la parte trasera del carro de Maïa, con el poco dinero que tenia ahorrado adentro de mi bolso.
Estacionó el carro en Michigan Avenue y rápido me negué a bajarme, ninguna de las tiendas que había aquí era económica, todo era Dior, Gucci, Channel, Louis Vuitton y más de ésas tiendas caras en las cuales no podría comprarme ni un calcetín.
-Vamos no seas ridícula. - dijo Vicky poniendo los ojos en blanco.
Suspiré y me bajé del carro.
-No tenemos dinero suficiente, entiendan. - dije por milésima vez cuando Maïa se paró a mirar el aparador de Dior.- Hay que ir a otro lado, como a Forever 21 o a Target... Quizá Walmart.
Maïa bufó.
-Te golpearía si no fueras mi mejor amiga. No puedes ir con un vestido de Walmart, nena. Además, nos graduamos de la preparatoria, éso pasa solo una vez. Imagínate tener uno de ésos vestidos, imagina lo suaves que deben ser, no sé tú, pero yo gastaré todo mi fondo universitario para un vestido de ésos.
Casi escupo mi bebida.
-No lo dices en serio, ¿verdad?
Ella sonrió radiante.
-Iré a la UCLA*, nena. Tengo beca completa, no creo que necesite todo éste dinero.
Abrí los ojos de infinita sorpresa.
-¿Cuándo pensabas decirme? ¿Cuándo te llegó la aceptación?
-Te iba a decir hoy, en la comida. Y me llegó ayer, precisamente.
Chillé de emoción y la abracé.
-¡Felicidades!
De verdad estaba muy feliz por ella, Maïa siempre había querido irse de la ciudad del viento a California, quería conseguir uno de ésos bronceados perfectos.
-¿Ya llegó tu carta de Standford?
Mi humor se desvaneció, se arrastró por el piso hasta llegar a las cañerías e irse al drenaje.
-No.- admití.
-Ya llegará, ya verás.
Sonreí, de verdad esperaba que me aceptaran, siempre había sido mi sueño.
-Hey lerdas, quiero deslumbrar al idiota de mi novio, así que entremos a ésta jodida tienda y ya.- dijo mientras empujaba la puerta de Dior y entraba.
Sin mas remedio, entré detrás de Maïa que chillaba emocionada, entrando como a un nuevo mundo lleno de elegancia y ésas cosas. Olía delicioso, un olor que jamás había olido, pero que seguramente quedaría grabado en mi memoria; era como la combinación de rosas con dulce y un poco de rocío, era simplemente un olor inexplicable.
Me senté en uno de los chaise longue blancos que estaban enfrentes de los probadores y esperé a Vicky y a Maïa a que se probaran los vestidos que habían tomado en cuanto habían entrado. Maïa a los 10 minutos chilló dentro del probador.
-Sal que quiero verte.- dije aburrida, comprobando así que lo que mas odiaba eran las compras.
Abrió la puerta del probador dejando ver un hermoso vestido negro strapple, abajo de él, mas arriba de la cintura tenía un hermoso cinto de color plata con detalles brillosos, después de ahí la falda caía pomposamente sobre sus caderas y sus largas piernas como decenas de pétalos en una rosa volteada al piso.
Ella se dio la vuelta y pude notar que la falda era negra, pero transparente, dejando ver que lo de arriba venía junto a unos pantalones cortos hacían un overol.  En sí, se miraba sexy pero discreto, conservando su elegancia. Era perfecto.
-Wow Maïa, si fuera hombre ya te hubiera querido tocar el trasero.- dije bromeando.
Me miró sobre el hombro con deseo y levantó el trasero.
-Tócamelo, baby.
Me reí con fuerza.
-No estoy en contra del lesbianismo, pero no gracias, que éso lo haga Doyle en su debido día.
Ella se paró bien y se miró el vestido.
-De verdad me gusta, ¿me veo bien? ¿se me ven los pechos caídos?
Negué con la cabeza.
-Te ves como una diosa, Maïa.
Suspiró aliviada y sonrió radiante, llena de felicidad.
-Me llevaré este, es el indicado, entonces.
Se metió de nuevo al vestidor.
-Vicky, ¿no te moriste allá adentro?-dije.
-Nop, solo no se que vestido elegir.
-Sal y te daré mi opinión.
-No lo haré, quiero que cuando me vean con el vestido yo esté maquillada y peinada..
Suspiré.
-Bien, entonces solo sigue a tu corazón y ésas cosas.
Vicky gruñó y no dijo nada más.
Media hora después, Maïa y Vicky ya tenían sus vestidos Haute Couture**,comprados nada mas y nada menos que en Dior.
-Oh vamos, tienes que conseguir vestido. Pero no dejaré que vayas a Forever 21.
Bufé.
-Tengo apenas docientos dolares, no me alcanza para nada de aquí. ¿Cuánto costó tu vestido? - miré su expresión.- Ajá, a éso me refiero.
Vicky caminó a mi lado, mientras Maïa rechistaba atrás.
Me detuve en una vidriera a ver un hermoso vestido blanco que cubría solo un hombro, abajo de los pechos tenía una hermosa cinta dorada y en lo demás caía como cascada, tenía corte romano y era precioso.
-Whoa, es hermoso.- dijo Maïa cuando nos alcanzó.
Había encontrado "El" vestido, lo anhelaba.
Mi ánimo cayó de nuevo cuando vi que tienda era. Carolina Herrera, como no.
-Olvídenlo, esto es carísimo.
-Te me callas, a la mierda. Te comprarás ése vestido y punto. - dijo Maïa enojada mientras me empujaba a la tienda.
Cuando entramos, ella pidió el vestido en mi talla y cuando se lo dieron, me lo dio para que me lo probara.
Me lo puse y parecía que todo hubiera hecho "puf", el vestido era suave mas suave que una pluma.
Después de que me admiré, me lo quité y me puse la ropa que traía.
Salí.
-Es el vestido.
Vicky y Maïa chillaron emocionadas.
Fui a la caja y cuando pasaron la etiqueta casi me muero.
Era cinco veces mas de lo que traía.
Casi me ponía a llorar enfrente de todos.
Vicky y Maïa no quisieron tomar mi dinero y pagaron, con su dinero, lograron parar el vestido.
Pusieron el vestido en una bolsa con una percha y después en una caja, con el símbolo de "CH" enfrente con letras negras.
 Ya afuera les intenté dar por lo menos el dinero que traía, pero ambas se negaron.
-Con éso compra los zapatos y accesorios. - dijo Vicky.
-Pero..
-¡Te pegaré, Brenda, enserio! Cuando decimos no, es no. - me gritó Maïa, frustrada.
Levanté las manos en señal de paz, dejando mi vestido en la banca.
-Está bien, nomas no me pegues.
Ambas sonrieron.
Y así seguimos nuestro día de compras.
Ya con todo listo, decidimos dar por finalizado el día, cenando en Taco Bell.
No podía esperar el gran día, quería volver a usar el vestido. Si tan solo pudiera dormir con él puesto.

-Lizzie

*Univerisidad de California en Los Ángeles.
**Alta costura

The Bet. Capítulo 35.


#160                                                               #APOV.
-Están a menos de un mes de irse de aquí, jóvenes...
Alguien gritó "¡Gracias al cielo" y todos se rieron.
El Director puso los ojos en blanco y siguió con su discurso.
-Así que estas semanas que estarán aquí, serán las últimas. Así como las mas difíciles... Pónganse las pilas, muchachos, en la Universidad no va a haber segundas oportunidades y menos créditos extras, es momento de crecer, madurar. - suspiró.- En fin, estoy aquí para anunciar quién serpa el que de el discurso de la graduación y otras cosas.
Se arregló la corbata al igual que arregló el micrófono.
Estábamos todos apretujados en el estadio intentando poner atención a lo que el director decía. Brenda tenía su cabeza apoyada en mi hombro, respirando tranquilamente.
-Después de un arduo trabajo para encontrar al candidato o candidata correcta, decidimos que el que dirá el discurso de graduación será...- nos miró a todos antes de proseguir.- Brenda Loughty.
Brenda se levantó rápidamente de mi hombro y me miró sorprendida.
-Felicidades.- le dije emocionado.
-Ven acá muchacha.- dijo el director exasperado.
Le sonreí a Brenda antes que bajara las escaleras. Rápidamente aplaudieron y otros silbaron. Yo fui uno de los que festejó y gritó.
Ya que estuvo junto al viejo mamarracho, él la obligó a hablarnos a todos nosotros, como agradecimiento o algo así.
Se aclaró la garganta y comenzó.
-Soy un asco con las palabras, pero de todos modos gracias. Creo que papá se alegrará mucho de ésto, mm... No se que debo decir.- suspiró.- Prepararé mi discurso y veremos que tal está... Mmm, adiós, supongo.
Se bajó del estrado y volvieron a aplaudir. Ella se miraba avergonzada y ruborizada, a pesar de mi distancia.
-Bien, éso fue... Inspirador.- bromeó el director una vez que subió al estrado.
Brenda hizo una mueca y caminó de regreso. Ya que estuvo junto a mí regresó a su posición inicial.
-Cambiando de tema, el baile será después de la graduación. Será de gala y lo digo enserio, hombres de traje y todo éso. - muchos bufaron.- Será al aire libre en el Millennium Park, así que imaginen lo que nos costó convencer al gobierno para prestarnos el lugar, tomen ésto en serio.
Wow, si que sería en grande.
-Ya ustedes sabrán si quieren invitar a su noviecita o a su amiguita o a quién sea. Se darán las recepciones en dos semanas, junto con los horarios y todo lo necesario. Así pues, doy finalizada ésta reunión escolar.
Todos comenzaron a salir como vacas asustadas, mientras Brenda y yo nos quedábamos sentados en donde mismo.
-No lo puedo creer, daré el discurso de la generación... ¿Qué diré? ¿Qué haré? Ya estoy mas estresada de lo que estaba...
La abracé con dulzura.
-Ya sabrás que hacer, eres muy inteligente... Te lo mereces en verdad.- le di un beso en la frente.
-Gracias.
Me levanté y le dí la mano para ayudarla a levantarse, como el buen caballero que era. Me reí para mis adentros.
-¿Qué clase te toca? - le pregunté.
-Gimnasia, Andrew. Hay que fugarnos.- suplicó.
Negué con la cabeza.
-Es malo hacer novillos y más en las últimas semana. Nos vemos en la tarde..- le dije.
Ella entrecerró los ojos.
-¿No me llevarás a casa?
-Lamento decirte que no, el equipo y yo planeamos una salida, la última del año, sin contar la fiesta después del baile.
-Muy bien, diviértete entonces. - se paró de puntitas y me besó.
Me reí y le regresé el beso.
-A clases, princesa. - le susurré.
Ella gruñó, terminó el beso y se fue casi corriendo al gimnasio.
Me encontré con Doyle fumando en una de las gradas del estadio, mirando el pasto con nostalgia.
Me senté a su lado.
-Extrañaré esto.... - dijo
-Pero seguiremos jugando todos juntos.
El se rió sin alegría.
-Hermano, éste verano me voy a la Universidad de Nuevo Mexico, a miles de kilómetros de aquí.. Cale se irá a Boston, Seth a Washington, ¿quieres que siga?
Suspiré.
-Para éso hay vacaciones.
-Cállate, cada uno hará su vida y nos olvidaremos. Y cuando tengamos 60 malditos años abriremos el anuario y recordaremos con nostalgia, pero mientras tanto...
Le pegué con puño cerrado en el hombro.
-Cállate tú, pareces una niñita llorando. Disfruta de éstos días y no te pongas todo emo corta venas...
Suspiró y le dio una larga calada a su cigarrillo.
-Tienes razón... Como sea, ¿ya invitaste a Brenda al baile?
Negué con la cabeza.
-Lo haré ésta noche, tal vez. Ésto de la apuesta ya me está cayendo encima, no quiero herirla, por que de verdad la amo y con el alma. En el día de la graduación se harán exactamente los 6 meses, Doyle.
El suspiró y sacó todo el humo.
-Éramos todos unos estúpidos en aquél tiempo... Pero apuestas son apuestas.
Gruñí.
-Sabes que, Doyle. Olvídalo, no me estás ayudando en nada. - me paré y me fui sin mirar atrás.

Toqué la puerta de la casa de Brenda, increíblemente nervioso.
El señor Loughty abrió la puerta y me miró feo.
-Es muy noche para visitas, Brenda posiblemente esté dormida.
-No me quedaré mucho, vengo a invitarla formalmente al baile de graduación.
Me miró de arriba a abajo.
-¿Con formalmente te refieres a jeans desgastados, un suéter y tenis?
-Sabe a lo que me refiero.
Gruñó.
-Bien, pasa. Iré por Brenda.
Me paré enseguida del sillón mirando a las escaleras. No se cuántos minutos pasaron, cuando miré a Brenda bajar por las escaleras en pijama y con un moño despeinado.
Se veía hermosamente adorable.
Ella soltó un chillido y miró hacia arriba.
-¿Por qué no me dijiste que era Andrew? Ugh, me pude haber vestido presentable...
-Vamos, baja. - le dije.
Ella bajó a regañadientes.
-Hola.- dijo simplemente.
-Hola, princesa.
-Creí que no vendrías.
-Creíste mal...
Nos quedamos callados.
Ambos sabíamos que su papá estaba arriba al final de la escalera escuchando todo.
Suspiré y le tomé la mano.
-Brenda, ¿quieres ir al baile conmigo?
-Que poco romántico eres.- masculló.- ¡Pero sí!
Brincó hacia mí y se colgó de mi hombro, abrazándome.
Cuando finalmente se bajó, me dio un dulce beso que sabía a menta.
-Basta de besos, Andrew aléjate de ella. - dijo el señor Loughty enseguida de mí.
Nos dejamos de besar y me hice hacia atrás.
-¡Papá!- chilló Brenda.
-Mucho mejor.- dijo él cuando estuvimos a un metro de distancia.
Aveces me impresionaba la autoridad que tenía el papá de Brenda sobre ella, era muy protector y éso era tierno. Mi papá no me sobre protegía  si no que me cerraba las puertas a lo que quería, en cambio mamá era muy liberal, despreocupada, pero aún así una muy buena madre, al contrario de mi padre.
Por un momento tuve unas ganas de abrazar al señor Loughty y decirle lo buen padre que era, a pesar que había dejado sola a Brenda por una temporada, pero me contuve.
-Y bien, muchacho... ¿Ya te vas?
-¡Papá, que grosero eres! - exclamó Brenda.
Yo sonreí.
-No te preocupes Brenda, me tengo que ir. Nos vemos mañana ¿está bien?
Ella asintió.
-Buenas noches.- dijo.
No supe si acercarme a darle un beso o qué, pero su papá se me adelantó.
-No besos, no toques, no caricias. Por hoy.
Solo nos sonreímos mutuamente y me despedí agitando la mano, ella hizo lo mismo.
Salí al frio nocturno y me subí a mi carro, conduje hacia mi casa y cuando entré, me llevé una gran sorpresa.
Mamá y papá estaban en el sillón con un sobre en las manos.
-¿Qué es éso? - pregunté
-Es tuyo, cariño.- dijo mamá estirando la mano para dármelo.
Lo miré, era un sobre grueso, con mi nombre y dirección impreso en el frente.
Lo rasgué y casi grito.
Era de Berkeley. Desdoblé la hoja y leí el contenido.
¡Me aceptaron! ¡Me iría a la cálida California! Comenzaría en marzo.... ¡Apenas en dos meses!
-¿Y? - dijo papá
Lo miré y luego miré a mi mamá con una gran sonrisa.
-Fui aceptado en Berkeley! - grité.
Mamá se paró de un saltó y me abrazó con fuerza.
-Muchas felicidades, Andy
Papá solo nos miró con una minúscula sonrisa en la cara.
-Ahora serás todo un californiano. - comentó.- Felicidades, hijo.
Sonreí con ganas, y por primera vez en 10 años, lo abracé.
Él era duro, sí, pero tenía sus sentimientos ahí, todavía. Me abrazó él también.
-No sabes lo orgulloso que estoy.- dijo emocionado.
Y ahí fue cuando comencé a llorar como nena, recordando la última vez que había abrazado a papá, lo extrañaba, aún viviendo con él se sentía como si él nunca hubiera estado.
Recordaba aquél día, el más feliz de mi infancia, en el cual fuimos a la playa y papá y yo jugamos a las luchas, él me tiró a la arena y después el se tiró encima de mí, sin hacerme ningún daño y me dijo que yo era el mejor hijo que pudo haber tenido... Dos meses después, comenzó a odiarme sin razón. No me mostraba afecto ni nada, solo me ignoraba... Hasta ahora.
No podía estar mas feliz.

-LizzieG. :)

Un premio (7)

Lunnaris, de Mis sueños imposibles nos ha otorgado este premio. ¡Muchas gracias! 

REGLAS:

Este es un reconocimiento que se hace entre bloggers, y está especialmente pensado para hacer más visibles los blogs y ayudarles a conseguir un poco más de popularidad. Así que cuando un blog es nominado, el autor galardonado deberá hacer lo siguiente:
1)Nombrar y agradecer el premio a la persona/blog que ha concedido la nominación.
2)Hacerte seguidor de alguna manera del blog.
3)Responder a las 11 preguntas que te hace.
3)Conceder el premio a 11 blogs que te gusten, que acaben de empezar, que tengan pocos seguidores...
4)Hacer 11 nuevas preguntas a quienes son premiados.
5)Informar del premio a cada uno de los blogs que nomines.

Preguntas: 
1) ¿Narnia o Hogwarts?
Sthep: Hogwarts.
Lizz: Hogwarts, absolutamente.
2) ¿Los Juegos del hambre o cazadores de Sombras?
Sthep: Ninguno. Al igual que Lizzie no quiero morir, pero si me encontrara con alguno de los Cazadores -Alec, Isabelle, JACE- les metería un chingaso.
Lizz: Cazadores de Sombras, no quiero morir, gracias.
3) ¿Escribes?
Sthep: Todo el tiempo.
Lizz: Orgullosamente sí.
4) Si es así... ¿Cuál es el nombre del libro?
Sthep: Por orden de aparición... Mine, Reckless, Unspoken, Fade. Poisoned.
Lizz: Tengo varios, pero con el que me siento orgullosa por el resultado es The Bet.
5) ¿No os da coraje a veces como habla Mickey Mouse?
Sthep: Jajaja, si. Ya no veo Disney Channel. Además que las nuevas series no me gustan :/
Lizz: Sí, puede resultar irritante a veces.
6) ¿Alguna vez a hablado el pato Donald y no lo habéis entendido?
Sthep: Generalmente veía las imágenes.
Lizz: De hecho, de pequeña no sabía ni de lo que hablaba, por lo que le tenía que pedir a mi mamá que me dijera que decía, por que yo me quedaba con cara de ¿what?
7)  ¿Por que Caillou,, que ya es mayorcito, esta calvo?
Sthep  Perdonden mi ignorancia, pero...¿Quién es ese?
Lizz: ¿Tiene 6 años qué no? Como sea, yo creo que le gusta sentir el rocío por las mañanas en su cabeza calva.
8)  Elige un solo libro que te haya hecho feliz en un momento de tristeza.
Sthep: Si Decido Quedarme. Tan hermoso.
Lizz: En sí, leer un libro me relaja hace que se me olviden todos mis problemas, pero un libro que me ha hecho sonreír (y no se por qué) es Bajo la misma estrella.
9) Ahora lo mismo pero con una canción.
Sthep: Skyscraper, de Demi Lovato. Me sube el ánimo.
Lizz: Madness de Muse, siempre que la escucho siento como cositas en mi estómago y me pone feliz automáticamente.
10) ¿Te gusta pintarte las uñas?
Sthep: Me gusta más que alguien me las pinte.
Lizz: Mucho y más si son de color rojo sangre.
11) ¿Alguna vez has mentido para quedar bien?
Sthep: No. Sólo para no herir los sentimientos de las personas.
Lizz: No que yo recuerde. :O


11 preguntas:

1-¿Cuál fue la última cosa con la que te obsesionaste?
2-¿Te tatuarías?
3- ¿Escribes? Si es así, ¿ De qué se trata?
4-¿Cuantos años tienes?
5- ¿Has visto las nuevas series de Disney? Es que las he estado viendo y me dan flojera y no sé si soy la única.
6-¿Qué es lo que más odias hacer?
7- ¿Cuánto tiempo tiene tu blog?
8-¿Cuál fue el libro que más te ha marcado?
9-¿De qué color te pintarías el pelo? (Yo quiero ser pelirroja :P)
10-Si te diera un boleto de avión en el cual tu podrías escoger el destino, ¿a dónde irías?
11- Ya que no hay 11 Cosas Sobre Ti en las reglas, dinos algo acerca de ti.


Blogs nominados.
Kuromi Grey, Broken Mirrors
 Sara, Creando Colores
Erika Ortega, El Circulo de DaNiNa
Xally, Evening Sun
Lunnaris, Mis sueños Imposibles
Lectora, El Mundo De Los Libros
Devorada Por Las Letras, Palabras perdidas entre tinieblas

martes, 18 de junio de 2013

Fade. Capítulo 1.

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Fade. Capítulo 1.

La libreta: Página 1.
Se siente como un sueño, ¿Sabes?
 La pérdida. Cuando ya no hay nadie a quién salvar. Cuando todo ha terminado.
Es sólo como un montón de acciones sin sentido, muchas cosas ocurriendo, y nunca te preguntas el porqué. Porque al igual que en los sueños, no importa. Nunca importa porqué, ni siquiera te lo preguntas, sólo pasa y lo aceptas. Y cuando pasa, sabes que es horrible… Pero en verdad no puedes sentir el dolor. No puedes sentir la espina de la pérdida. No hasta que despiertes.
  Lo irónico del asunto, es que, no lo haces. Nunca despiertas.
En el sueño, la pérdida es esta mala escena que en verdad no se siente real. En la realidad, es un cuchillo que te deja una herida que nunca cierra.  Y soñar cuando todo se ha acabado es en verdad una bendición. Porque despertar  es más doloroso. En el sueño puedes simplemente fingir que nunca pasó. Puedes ocultarte entre las sombras.
Puedes avanzar con tu vida.
No se siente real.



--Cassidy.
Una mano sacude mi hombro.
--Cassie, despierta. Vas a lastimarte la espalda.
Cuando abro los ojos, veo los de mi madre. Su cabello corto y rubio enmarca su preocupado rostro, haciendo notar más sus ojos grises sin chispa, como los tenía el día anterior. Y el día anterior a ese. Y así sucesivamente hasta hace dos meses.
 Me muevo. Me duele todo. Es lo que me pasa por dormir sentada en el suelo apoyada en la pared.
--Lo siento, mamá. Me quedé dormida mirando las cosas de Isabel.
Porque las cosas que mi hermana dejó atrás caben perfectamente en unas cuantas cajas. Su vida guardada en cinco cajas grandes de plástico blancas.
Aunque verlas fue una pérdida de tiempo. Una caja de aretes, cuadernos en blanco, libros viejos, una lámpara roja de estudiar…, pero éstas cosas no me ayudó de nada; Aún no tengo ni idea de quién es mi hermana mayor.
 Mi mamá me tiende la mano para levantarme y separo mi trasero del suelo. Cuando estoy de pie me agacho para meter algunas cosas de Isabel de vuelta a su caja.
--Cassie, mi niña. Sé cuánto querías a tu hermana, cielo, pero pasar horas aquí no te va a ayudar en nada. No la va a traer de vueltaJala de mi mano hacia fuera de la habitaciónVamos, es hora de la comida.
   Hay tantas cosas en esa frase que mi madre debió omitir.
 Como que, realmente lo que tenía con Isabel no era precisamente una relación de cariño. No éramos ni siquiera cercanas. Es más, no éramos ni amigas.  No es porque Isabel no me quisiera o viceversa. Es sólo que desde que aquello le pasó, ella no se preocupó en mantener relaciones con nadie. No amigos, no novios, no compañeros, no hermanas menores. Mi hermana mayor es una completa desconocida. Es una mancha borrosa.
 No la puedo culpar, nadie puede hacerlo, sin embargo yo era tan pequeña y todo lo que quería era que me dirigiera la palabra. Yo era la hermana menor desesperada por un poco de atención. Realmente no me importaba si me hablaba para discutir o para darme un consejo de hermana mayor, sólo quería que dejara de hacer como si yo no existiera. Estaba tan enojada con ella, sin embargo no fue hasta hace poco que me di cuenta de que mi hermana mayor estaba en un lugar tan oscuro que no podía sentir la luz.
   Así que, nunca realmente supe quién era mi hermana mayor.
Y luego ella se fue a un internado al otro lado de la cuidad y se olvidó de su familia, prácticamente.
Así que no, no tengo ni idea de quién era.
Y ahora ella está muerta.
  Suspiro mientras bajo por las escaleras. Ahí abajo en el comedor está sentado mi papá. Tiene una taza de café en una mano y en la otra el periódico.
  La segunda cosa que mi madre debió omitir, es que me está dando un consejo que no va a seguir; Ella ha pasado horas, días incluso, en la habitación de Isabel llorando por su hija muerta.
   Pero yo no se lo digo. Porque aquí está la cosa sobre mi familia: Estamos rotos.
--Huele fantástico, LindaDice mi padre.
Y sonríe.
--Gracias, queridoLe sigue mi madre.
Sonríe de vuelta.
    Tan rotos que no podrías darte cuenta si no formaras parte de ésta familia.
Mi familia está tan dañada, está tan rota, tan irreparable. Tanto que tenemos esta silenciosa Ley que en verdad nadie puso y de cuál no está permitido hablar al respecto, pero que todos respetamos. Ésta consiste en fingir, justo como mi madre lo está haciendo ahora sirviendo la comida en los platos, y mi padre, fingiendo interesarse en el periódico como en los viejos tiempos. No importa los ojos rojos de mi madre, ni las ojeras debajo de los de mi padre, ni tampoco importa mi cara de cansancio gracias a los sollozos que oigo cada noche desde la habitación de mis padres, o bien, la de Isabel.
    Todos fingimos que nada de esto es verdad.
Es así como manejamos el dolor.


                                                                       


Cuando termino de actuar en la cocina con mis padres, subo a mi habitación para escribir mi hipótesis sobre la pérdida. La escribo en un cuaderno vacío que encontré entre las cosas de Isabel.
Todas las cajas con las pertenencias de Isabel han estado en su habitación por dos meses, desde que ella murió y mi padre fue por sus cosas a Ashford, el internado para personas super inteligentes.  Siempre pensé que Isabel había sido muy suertuda al ser admitida en ésa escuela. Pero ahora que lo pienso creo que no es tan extraño; Isabel siempre hacía esas cosas. Isabel era así de brillante. Supongo que fue doloroso para mis padres pensar en cómo alguien tan brillante, tan excepcional, terminó como ella lo hizo.
      Suspiro y me acomodo para continuar escribiendo en el cuaderno de Isabel. Mi cuaderno.
Busqué ahí para ver si entre las cosas había un diario, uno en que explicara que había en Ashford que la hiciera feliz. La diferencia entre estar aquí y allá. A lo que me diera una idea de quién era. Algo que explicara qué pensaba sobre su familia, sobre mí. Si me quería.
 Busqué en cada cuaderno, cada libreta, pero no había nada. Sólo esta libreta que sabía que tenía que tener. Sabía que tenía que escribir en él para no volverme loca.
Así que no tengo nada de Isabel, sólo una libreta mediana de cuero marrón, con una silueta de una pluma metida en un tintero dibujada en tinta blanca.
 Uso la primera página para escribir que es como un sueño, uno donde nada se siente real, hasta que despiertas.
   Cuando Isabel murió, yo estaba soñando. No podía sentirlo, porque no se sentía real.
Aún sigo soñando, pero a veces, sólo algunas veces, puedo sentirlo. A veces me obligo a mí misma a procesar que no le ha pasado a nadie más, que me ha pasado a mí. Y cuando eso pasa, ya no veo mi vida desde otros ojos, la veo con los míos. Es horrible. Pero luego vuelvo al mismo lugar dónde el dolor no me puede tocar.
Y no quiero sentirlo, porque ya he visto la navaja del dolor clavada en los corazones de mis padres. Porque sé que ellos están despiertos. Y porque eso ha acabado con ellos, llevándolos a un lugar tan oscuro que tengo miedo que me arrastren con ellos.



                                                                                
 


--¡Cassidy!
Una de mis amigas, Miranda, viene hacia mí abriéndose paso en los pasillos atestados de la escuela. Las demás están detrás de ella: Scarlet, Lisa y Cece.
 Le sonrío amablemente.
--¿Adivina qué?Dice alegremente, saltando, con su cabello negro revoloteando alrededorNos invitaron a una fiestaaaaarrastra la última letra.
 Lisa, con el pelo ensortijado hecho un complicado moño arriba de la cabeza de toda la vida, le da un codazo a Miranda.
--Su hermana se acaba de morirLe regaña, hablando entre susurros. Supongo que piensa que en verdad no las he oído.
  Realmente no me gustan las tres últimas chicas. Pero son amigas de Miranda, así que…
Frunzo el ceño, de cualquier manera. Odio que las personas hagan eso. Que hablen sobre mi o sobre mi hermana como si yo no estuviera ahí, que sientan lástima por mí. Desearía que pudieran olvidarlo. Que todos pudieran olvidarlo o dejarlo ser.
  Miranda le frunce el ceño también.
Ésa es mi mejor amiga.
--Déjalo, Lisa. Dios. Se gira hacia mi-- ¿Entonces? ¿Vienes o no?
  Realmente no sé cómo Miranda lo maneja: Ser tan buena persona en el interior pero actuar  y juntarse con puras personas superficiales. En mis quince años, nunca he podido actuar como ella.
  Así que le contesto a la invitación:
--No. No lo creo.
   No es exactamente que no me gusten las fiestas. Es sólo que hay algún punto en dónde se sale de control y se vuelve peligroso; Adolescentes fumados y drogados.          Además, me niego a ir a alguna fiesta en mis quince años. Porque esa edad tenía Isabel cuando eso pasó. En una fiesta.
  No es que yo soy muy supersticiosa, pero… Sí, lo soy. Esto no se va a convertir en un Déja vú. Destrozaría a mis padres. Me destrozaría a mí.
--Vamos, será divertido. Y no te preocupes: Nada de alcohol. El entrenador estará ahíMiranda suspiraPero de cualquier manera me divertiré.
--¿Entrenador? ¿Dónde es, pues?
Frunzo el ceño.
--¿Sabes de ésta escuela para ricos? ¿Ash…? Como sea. Entonces su equipo ganó un partido muy importante o algo y van a hacer esta fiesta… celebraciónElla alza las cejas hacia mí, remarcando la palabraY los chicos están más buenos que el pan. O sea que tengo que ir. Y creo que sería genial para ti salir de la iglesia un rato.
  No le digo nada por la referencia de Santa que me hace, yo tengo mi mente en otra parte.
--¿Cómo dices que se llama la escuela?
--Algo de un carro y Ash. Pero no puedo recordar…
--AshfordCompleto por ella.
Ella sonríe.
--¡Sí! Ford. Un carro. ¿Entiendes? Como sea. ¿Vienes o no?
    Tal vez no tengo el diario de Isabel para saber qué había en Ashford que no la hiciera regresar a casa en las vacaciones, que no la hiciera regresar a mí, pero tengo a Miranda para guiarme por el camino hacia mi hermana.
 Es todo lo que necesito.
Ahora, sólo tengo qué saber qué les voy a decir a mis padres que explicar mi ausencia esta noche.


-Sthep Stronger.