martes, 25 de marzo de 2014

Taken. Capítulo 11.

On the way to old part of ljubljana
Taken. Capítulo 11. "Ardillas enojadas y hambrientas".

Nunca realmente recuerdo despertarme por las mañanas, pero sé que ésta vez no ha sido algo usual; Simplemente abro mis ojos y miro por la ventana, terminando mi sueño abruptamente. Casi como si nunca hubiese estado dormida.
 Tomo un respiro y giro en mi cama, molesta porque siento que no he dormido en absoluto.
No he soñado con sus rostros desde hace algún tiempo.
Eran muchos, y trataba con algunos mismos regularmente, o mejor dicho, ellos trataban conmigo. No había mucho que pudiera hacer.
Empecé a soñar con ellos cuando me mudé con Lauren. Me levantaba a las tres de la mañana asustada y no podía conciliar el sueño porque estaba esperando que giraran la chapa y me dijeran que ya era tiempo. Dejé de hacerlo después de un año. Dejé de soñar con sus rostros. No significaba olvidar, pero era un progreso que yo estaba feliz de tomar.
  Pero esta noche, he soñado con uno de ellos. Un señor mayor, con barba y pelo con canas. Alto con un permanente ceño fruncido en su rostro.
 Solía asustarme como el demonio cuando tenía esos sueños, pero ahora no. Sé qué es real y qué no. Su rostro es un recuerdo. Las mantas enredadas en mis piernas, el único calcetín que tengo puesto y el otro en alguna parte de las cobijas lo son. Real son las voces que me llegan de la planta baja y el sonido de alguien botando la pelota afuera.
  Y algo que también se siente real es el dolor en mis huesos. Es mis manos y… bueno, prácticamente todo mi cuerpo. Es muy curioso cómo no tengo marcas en mis manos. Las volteo, palmas arriba, pero no hay nada más que unas pequeñas líneas blancas que se ven difícilmente.
Y es que afuera está húmedo y nublado.
Odio cuando esto pasa.
Me levanto y tomo un saco del armario de madera y me pongo mis pantunflas. Es lunes, pero no hay clases. Estoy segura de que explicaron la razón, pero estaba tan feliz que no quise saber.
Miro por la ventana porque el sonido de la pelota botando que no cesa. Y por supuesto que es Dan, porque él siempre está aquí. Como, todo el tiempo.
Bajo las escaleras sosteniendo mis manos contra mi pecho, porque duelen y se sienten frágiles. Como si me fueran a doler más con cualquier otro movimiento.
--Buenos días, queridaDice mi madre biológica, tan hermosa como siempre, con su pelo sostenido en un moño en la cima de su cabeza.
Sonrío.
--Buenos días.
Ella se detiene ahí frente a mí y nos quedamos viendo. Luego ella se inclina y me da un beso en la frente.  Sigue picando un poco y aún siento la adrenalina por mis venas, pero está bien.
--¡Oye! ¡Están dando un maratón de Reing!Dice Ally desde el sillón, aún en sus pijamas--¡Ven rápido!
Ally es la única que no está toda sentimental ahora que permito que las personas me toquen. Tengo mis dudas acerca de desconocidos, pero puedo aguantarlo cuando se trata de los Carrington.
 Marcus deja su periódico y su café en la mesa y se inclina a darme un beso en la cima de la cabeza.
--Estoy feliz de que estés aquí.
Suele decir cosas así todo el tiempo.
Nina me sonríe desde el sillón junto con Ally y yo camino hacia ahí para sentarme a su lado, pero antes de llegar a la mitad del camino, la puerta trasera se abre y Dan aparece todo sudoroso en la entrada, con un balón de básquet en su mano.
Sonríe.
--Hey, dormilona. Escuché por ahí que ahora das abrazos. ¿No hay ninguno para mí?
Se acerca con sus brazos abiertos, dejando la pelota de a lado.
Retrocedo.
--Estás todo sudoroso, así que no. No hay nada para ti.
Hace un puchero y me río de él, pero mi risa termina por el dolor en todo mi cuerpo. En especial mis manos.
--Niños, está nublado afuera. ¿Qué tal si hacemos un picnic en el parque? No creo que se vuelva a nublar de nuevo en un tiempo.
--Va a lloverLe digo, sentándome enseguida de Ally.
--¿Y tú cómo sabes?Pregunta Dan--¿Y por qué tienes las manos cruzadas sobre tu pecho como si fueras la momia?
Hago una mueca, porque sé que lo que voy a decir no les va a gustar.
--Me duelen las manos. Bueno, me duelen todos mis huesos.
--Oh, cielo. ¿Necesitas ir al hospital? ¿Qué ha pasado?Dice Maggie, mirándome.
De hecho todos me miran.
--No, está bien. Pero gracias. El dolor se irá con la humedad.
--¿Por qué?Pregunta Ally--¿Por qué te duele?
No quiero contarles. No quiero arruinar este pequeño espacio de felicidad con la horrible verdad que ellos ya saben de cualquier manera.
  Pero decir las desgracias en un día tan feliz hace que todo se arruine.
Me encojo de hombros.
--Duele a veces, cuando llueve. Es todo.
--No entiendoDice MarcusEso no es normal.
Es cuando Nina, la niña buena e inteligente, abre la boca, mirándome fijamente.
--Cuando hay un cambio de clima, templado o cuando llueve o va a llover, las personas mayores que tienen problemas con articulaciones sientes dolores en los huesos. Las personas que no son mayores, es porque han sufrido bastantes daños en su estructura ósea. Y su cuerpo siente el cambio de clima representándolo como dolor. Son como las personas del clima.
  Siento como la atmósfera agradable del asunto lentamente se desinfla para traer la pena y el sufrimiento.
Me niego a mirarlos, a ninguno de ellos. Miro hacia la televisión, admirando esos vestidos hermosos que en más de una ocasión he querido arrancárselos y quedármelos para mí.
--Una vez me fracturé un huesoDice Dan, dejándose caer a mi lado como si tal cosa.
 Como si mis manos y el resto de mi cuerpo no dolieran porque fui machacada muchas veces.
--¿Una vez?-Resopla AllyTú te has pasado más tiempo en el hospital que Nina y yo juntas.Ella me miraEste perdedor se metía en peleas todo el tiempo, y cuando aún no tomaba sus pastillas, estaba en basquet y terminó derribando a varios chicos. Se metió en una pelea y tuvieron que llevarlo al hospital.
--¡Al menos yo no me rompí un hueso cayéndome de la banqueta, perdedora!
--¡Para tu información, estaba resbaladiza!
--¿Qué tan difícil es mantener el equilibrio en una superficie plana?
Me encuentro riéndome.
  Me doy cuenta de que no importa con ellos. Para Nina sigo siendo su hermanita; Para Ally su nueva compañera de casa; Para Dan hermanita fea y molesta que tiene que proteger.
  Soy malditamente de tener a todas estas personas.
Estoy tan distraída en mis pensamientos que no noto que Dan me ha hecho una pregunta.
--¿Qué?
--Qué si quieres ir al cine. Estamos pensando en ver esa nueva película que salió la semana pasada.
--No puedo. Es el cumpleaños de la hermana pequeña de Aisslin y me invitó a comer pastel.
--Hablando de dulceDice NinaTengo una barra de chocolate en el refrigerador. Y no les voy a dar.
Se levanta del sillón. Ally la mira marcharse y luego se levanta corriendo.
--¡Yo quiero!
Dan rueda los ojos a ellas y luego me mira, siguiendo nuestra conversación.
--¿Conoces a su familia?
--Fui una vez a su casa. Aunque no conocí a su padre adoptivo porque estaba fuera de la cuidad por trabajo y gracias a Dios tu ex novia psicópata no estaba. Es una perra neurótica.
Se ríe.
--¿Me vas a traer pastel?Pregunta Dan, haciendo un puchero.
Se le hace un hoyuelo en la barbilla que nunca había visto antes y tengo el impulso de estirar mi mano y acariciarlo. Incluso me imagino a mí misma haciéndolo, pero sacudo la cabeza y sonrío.
--No. Perdedor.
Frunce el ceño.
--Desagradecida. Yo te hubiera traído pastel.
Levanto la ceja.
--Lo haría. Me lo hubiera comido en el camino, pero la intención es lo que cuenta, ¿No crees?
Ruedo los ojos y él me besa la cabeza antes de levantarse y salir al patio, botando la pelota.



                                                             




Cuando termino de arreglarme y bajo las escaleras, escucho a Dan aún jugando afuera.
--¿Sigues aquí?
Levanta la mirada para encontrarse con la mía y sonríe.
--Te ves bien.
Sonrío.
--Gracias.
Vuelve a botar la pelota y la tira. El balón entra a la canasta y rebota unas veces en el suelo antes de volver a tomarla.
--¿Recuerdas las medicinas que he estado tomando?
Asiento.
--Me están bajando las dosis. Pronto espero estar sin ellas. Pero eso significa mucho deporte, así que supongo que la mayoría del tiempo me verás sudado.
--Genial, ahora te vas a poner bueno y vas a andar de presumido por ahí.
Abre la boca, ligeramente ofendido.
--¿A qué te refieres con “Te vas a poner bueno”? ¡Yo ya estoy bueno!
--No tanto.
Él deja caer la pelota y dobla su brazo en un ángulo en donde puedo ver sus músculos.
--¿Puedes ver esto y decir que no estoy bueno?
--Eres un arrogante.
--Y tú eres… Tú eres…
--¿Qué?Digo, recogiendo la pelota.
--Bajita.
Levanto las cejas, sorprendida, y miro a mis pies.
--¿Incluso ahora? Estoy usando botas de tacón.
--Incluso con esas me llegas a la nariz.
Le saco la lengua y le lanzo el balón. Conversamos un rato (Porque aún tengo tiempo) , siguiendo una rutina en la que él tira la pelota a la canasta y si cae a mi lado yo la tomo para dársela. Y luego empieza de nuevo.
--Hay algo que quiero preguntarteMe dice abruptamente, en medio de una conversación sobre la escuela.
Me sorprende un poco.
--Okey.
--Tus hermanas me dijeron que no te dijese nada porque probablemente no estuvieras lista para hablar de ellos, pero… Yo…
 Está nervioso. Siempre empieza a balbucear cuando está nervioso.
--Ya suéltalo, caray.
Exhala.
--Quería preguntarte sobre antes. No tienes que contestar si no quieresAñade rápidamente.
--¿Sobre antes? ¿A qué te refieres?
Tomo la pelota en el suelo y se la paso. La toma y encesta rápidamente.
--Después del día en la feria.
 Levanto las cejas en sorpresa, porque nunca realmente nadie me ha preguntado sobre ello. Lauren no insistió y Jay pensó que no quería contar así que no se molestó en preguntar. Dan ha sido el único.
 Y es que no quiero recordar para así decirle.
Hay una puerta.
En mi cabeza, hay una puerta. Es de color roja; Más o menos el doble de mi altura, madera color rojo y una chapa dorada y rasguñada.
Me gusta la idea de abrir ventanas. A pesar de que tengo demasiado miedo como para abrir una, me gusta ésa idea de que las ventanas son oportunidades y necesitan ser abiertas. Estoy casi segura de que existe algo similar con respecto a las puertas.
Pero la puerta roja en mi mente nunca puede ser abierta.
Sé que hay muchos peros en mi vida. Y todos ellos pueden ser derrumbados. ¿La cosa del contacto? Hecho. ¿La cosa de los espacios pequeños con otra persona? Hecho.  Sin embargo esa puerta es algo que quiero que se mantenga cerrada. Hace años decidí dejar de arrastrarme y meter todo el dolor y los rostros de aquellas personas que me hicieron daño, y todas aquellas armas de tortura en el suelo, esperando. Siempre esperando. Lo metí todo ahí dentro y metí la llave en la cerradura. Entonces la giré. Metí la llave en mi bolsillo y me di la vuelta.
Así que sí. En mi vida, hay una puerta.
Una vez que la abra, no puede volver a cerrarse.
  Pero ahora, mirando en los ojos de Dan, me siento a salvo. Así que le hago frente.
A mi puerta roja. A la llave en mi bolsillo. A las cosas que un día supe y que decidí olvidar. Pero esto es mentira: Nunca las olvidé. Simplemente las escondí en algún lugar en mi mente, detrás de una imaginaria puerta roja.
Puedo no decirle nada. Puedo mantener la puerta cerrada.
Pero no quiero. No me hace feliz la idea de abrirla, pero quiero que él sepa. Si alguien alguna vez va a saber sobre ello, tiene que ser él. Porque sé que va a guardarlo. Confío en él.
Quiero que entienda.
Espero que entienda.
Sé que voy a sufrir, pero está bien. Por primera vez, está bien.
Entonces, pasa. Finalmente. Abro la puerta:
 Me agacho para tomar la pelota y en vez de pasarla, encesto. Él atrapa la pelota y me mira.
--No sé quién era la mujer que me tomó. Cuando finalmente salí de ese lugar, Lauren se encargó de encerrar a todos y nunca quise saber los detalles. Pero sé que empezó con una mujer. Ella me encontró en la feria y me dijo que me ayudaría a llegar a casa. Pero me llevó a la suyaHado una pausaTenía una enfermedad mental. Era psicópata sin medicamentos y había perdido a una hija. Supongo que al verme le recordé a ella y decidió tomarme. Su esposo, él trabajaba fuera e iba a casa unas cuantas veces al mes. Creo que había una enfermera cuidando de la esposa, pero supongo que se deshizo de ella. Tal vez la mató, quién sabe.
  Le hago señas ha dan para que me de la pelota, y él lo hace. Me pongo de puntillas y encesto de nuevo.
--Pretendió que yo fuera su hija por unos meses, y en ese tiempo la pasé no tan mal, ¿Sabes? Podía ver la televisión y tenía una cama donde dormir por las noches e incluso me compró una muñeca. Estaba asustada como el infierno y no quería nada de eso, pero ahora que miro atrás recuerdo que esos fueron los buenos tiempos. Cuando el esposo se dio cuenta de lo que ella había hecho se volvió loco. Me miró y empezó a gritar más. Quería llamar a la policía, pero no quería que encerraran a su esposa. Todavía la amabaDan me pasa de nuevo la pelota y una vez más la tiro, sólo que no encestoAsí que le llamó a este amigo que trabajaba en la CIA. Ofreció deshacerse de mí y nadie sabría lo que había pasado. Pensé que me ayudaría a regresar con mis padres. Recuerdo eso.  Recuerdo la esperanza. Y como ves, no fue lo que pasó.
 La pelota viene y va entre nosotros, y puedo sentir el calor de su mirada en mi cara, pero no lo miro.
--
Su trabajo era torturar a personas que atentaban contra seguridad nacional, como terroristas. Vi a varias personas mientras estuve ahí. Y pensó que era perfecto, ¿Sabes? ¿Una niña desaparecida? Nadie iba a sospechar si me tomaban. Yo era sólo otra en el montón de desaparecidos.
--¿Pero para qué te querían?
--Al principio no hicieron nada. Pero entonces los prisioneros que tenían presentaron resistencia a su tortura. No hablaban. Sólo soportaban. Y eso no era lo que ellos querían. Ellos querían un dolor tan insoportable que los hicieran gritar la información. Fue entonces cuando yo entré: Necesitaban nuevas técnicas y yo ya estaba ahí, así que, ¿Por qué no? ¿Por qué no a la niña a quién nadie iba a extrañar?—Tomo aire temblorosamente—Hubo algo que, no sé si surtió efecto en los demás, pero sí que surtió efecto en mí. Descubrieron que el dolor físico no lo es todo: Con el tiempo sanaba, cicatrizaba. Pero la tortura mental era otra cosa. Cuando lo mezclas, bueno… No fue bueno. Ellos cortaron mis muñecas. No grandes cortes que alcanzaran una arteria, sino pequeños y dolororos. Uno después de otro. Y eso era lo peor.
  Finalmente me atrevo a mirarlo.
Cierra los ojos y después los abre, con disturbio en sus ojos.
--No entiendo.
--Lo hicieron por días, Dan. Y al final, suplicas. Es lo peor: Suplicas para que lo corten por completo.
--¿Por qué?—Su tono falla y se rompe.
--No lo sé. Supongo que si cortan tus muñecas por completo ya no pueden cortarlas más y entonces el dolor acabará. Pero cuando empiezas a suplicar, sabes que lo has perdido.
--Es horrible.
--Lo sé.
Nos quedamos en silencio unos minutos.
--¿Cómo olvidaste?
Me encojo de hombros.
--Se llama aislamiento: Te ponen en una habitación oscura y vacía por semanas, tal vez meses, y entonces… Empiezas a perderlo. Empiezas a olvidar, e imaginas cosas y no puedes distinguir lo real de lo falso cuando sales. Tuve un momento difícil para recordar cuál era mi nombre.
--¿Cuánto tiempo estuviste ahí?
--No lo sé. El tiempo dejó de tener un significado ahí dentro, en la oscuridad. Pudo ser una hora o un año. ¿Quién sabe? Estuve ahí en un tiempo. Y cuando Lauren me encontró, tardé casi un año para ponerme cuerda.
--¿Cómo lo hiciste? Estar tan cuerda como estás ahora. ¿Por qué no estás gritando o perdiendo tu cabeza?
--No siempre fui de la manera en que soy ahora, Dan. Sé que piensas que soy asustadiza, y es cierto. Lo soy. Pero el primer año y medio con Lauren fueron los más difíciles. No sabía en quién podía confiar, no sabía si volverían a hacerme daño y me daba un paro cardiaco cuando la perilla de la puerta giraba. Solía esconderme en closets y dormir ahí porque no me sentía segura. Gritaba y lloraba, y ciertamente le di un mal momento a Lauren. Es un milagro que haya decidido quedarse conmigo después de toda mi locura. Yo era inestable. Tuve que tomar pastillas que me adormecían para así estar tranquila, y con ayuda profesional fui saliendo poco a poco. Y luego encontré una manera de estar tan sana como podía: Escondí todo detrás de una puerta.
--¿Una puerta?
--Una puerta metafóricaAsientoEscondí todas las cosas que recordaba sobre lo que pasó cuando estuve lejos, las cosas antes de Lauren. Las encerré detrás de una puerta y juré nunca abrirla de nuevo.
--Pero ahora…--DiceConmigo…
--Decidí abrirla. Para así poder contarte. Para que pudieses entender.
--No tenías qué decírmelo si no querías.
Medio sonrío.
--Oh, Dan. Yo nunca haría algo que no quisiese hacer. Pero confío en ti.
Cuando lo miro de nuevo, veo dolor en sus ojos. Dolor abrazador que quema como una llama, todo detrás de sus pestañas.
 Él da unas zancadas de repente y envuelve sus brazos alrededor de mí. Presiona sus labios sobre mi frente y siento que me tiemblan las piernas, pero no por lo usual, sino porque encuentro alucinante estar entre sus brazos.
 De repente no estoy segura si quiero que me suelte. Mi estómago empieza a hacer estas cosas raras a lo que le llaman mariposas, pero se sienten más como ardillas enojadas y hambrientas. Mi corazón empieza a latir un poco más fuerte y mi cabeza se siente llena de algodón.
Y eso me asusta como el infierno. Pero no dejo que él lo sepa.
--Es una mierdaMurmura, apretando fuerte sus brazos contra míLa vida es una mierda.
--Puede serAdmitoPero también es bonita. Está llena de esperanza. Esperanza en que podemos ser mejores. En que no todo tiene que ser malo.
 Se para sus boca de mi frente y me mira. Tengo que estirar el cuello y echar la cabeza hacia atrás para mirarlo, porque Dan es una jirafa. Lo que encuentro en sus ojos me hace dudar de mi decisión.
 Porque es aún más alarmante.
 Veo amor. Incluso más brillante que el amor en los ojos de Lauren y Jay cuando me miran. Es diferente. Es… Es…
Oh, mierda.



--Sthep Stronger.
Ya. Sé que ando desaparecida, pero tengan encuenta de que ambas nos vamos a graduar. Exámenes de admisión, el Ceneval (Ni siquiera estoy segura si así se escribe) y los examenes empiezan desde esta semana, la siguiente, y tal vez la que sigue después de esa. Así que en mis tiempos libres me gusta tirarme a ver Mentes Criminales.
 Hago lo que puedo.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Red Thread. Chapter X

X

Una figura masculina estaba sentada en mi sillón.
Pero que diablos.
Ian, al verme, se levantó y me miró intensamente con esos ojos cafés que tenía.
-¿Qué haces aquí?.-pregunté extrañada, enojada y avergonzada por el hecho de tener su camisa ahí todavía.
El apuntó mi cabello y abrió los ojos desmesuradamente.
-Tu..¿qué diablos!? ¿porqué lo hiciste?
Entrecerré los ojos.
-Porque se me dio la gana, ¿algún problema?
El sonrió.
-Me gustabas de castaña, no digo que te veas mal así (porque te vez estupenda), pero me gustan las morenas.
Puse los ojos en blanco.
-Deja de hacer eso.
-¿Qué cosa?
-Decirme cosas bonitas, o por lo menos intentarlo, cuando en este momento estoy enojada contigo.
El frunció el ceño y suspiró.
-A eso vengo, me siento extraño estar mal contigo, ¿sabes? es extraño ya que apenas te conozco y todo eso, pero es como si siempre te hubiera conocido, no se sí entiendes.
Me quedé callada esperando a que siguiera.
El se rascó una ceja con el meñique, mirándose incómodo.
-Está bien, lo reconozco yo fui un estúpido al negar algo que era muy obvio, así que lo siento, de corazón te lo digo. No puedo disculparme por lo de "inmadura" y eso, sin embargo así me caes muy bien y quisiera que lo intentáramos de nuevo.- terminó, miró al suelo y luego me miró a mí con cara de cachorro abandonado.
Demonios, estaba jugando sucio.
-Entonces, ¿le pides perdón a ésta inmadura malhablada solo porque te cae bien?- pregunté con la ceja alzada.
Quería hacerlo sufrir un poquito.
Asintió con la cabeza, todavía con ésa cara.
Ugh.
-Está bien, perdonado...-suspiré, pues yo también tenía que pedir disculpas.- También lo siento, ya sabes, por gritarte y éso.
Él sonrió con una de ésas jodidas sonrisas que derriten a cualquiera.
-Entonces...¿amigos?-preguntó
Sonreí.
-Amigos.
Y así, ambos estrechamos las manos amigablemente,probablemente iniciando una nueva amistad.
-¿Qué hace mi camisa ahí?-dijo Ian acercándose a dónde estaba arrumbada su camisa.
Me sonrojé.
El la tomó y caminó hacia mí.
-Hey, está en mi habitación así que ahora es mía.- rezongué mientras trataba de quitársela de la mano.
-Así que quieres algo de mí, uh.
Rodé los ojos.
-Idiota.- el me dio la camisa con una de ésas sonrisas calienta bragas y yo la tomé molesta.- ¿Me podrías decir como demonios entraste a mi cuarto?
Todavía con ésa estúpida sonrisa en su cara, me guiñó.
-Tengo contactos.
Medio sonreí.
-Fué Luca, ¿cierto?
El asintió, riéndose.
-Me descubriste.
-¿Te quedas a cenar? Mi mamá hará pasta.
El se encogió de hombros.
-Vale, ¿por qué no?
Le sonreí, y bajamos al primer piso, en donde ya estaba toda mi familia ahí reunida.
Papá me miró con los ojos abiertos como platos.
-Tú.- me señaló.
Toqué mi cabello y se lo mostré.
-¿Les gusta?
Papá suspiró.
-¡Desvirgaste tu cabello!- dijo Luca dramáticamente.
Escuché la risita de Ian y yo sonreí.
-En realidad no, es Henna, 100% natural.
Mamá se acercó a mí y tocó mi cabello.
-Te miras preciosa, que bueno que te lo teñiste con Henna, así cuidas al ambiente.- sonrió ampliamente y luego miró a Ian que estaba a mi lado, mirándolo todo en segundo plano.- ¿En qué momento éste muchachito tan guapo entró a la casa?
Me sonrojé.
-Debe de haber entrado por la ventana.- dijo Luca chasqueando la lengua.- Quién sabe que tipo de cosas estuvieron haciendo allá arriba, par de cochinos.
Papá se rió con nerviosismo.
-Oh, ¡pero que cosas dices, Luca!- dijo mientras le daba la mano a Ian, saludándolo.- Me alegro de verte otra vez, ¿Irvin?
Luca soltó una monstruosa risa y yo solté una risita. Miré a Ian, que tenía la cara y el cuello rojo, mientras sonreía con incomodidad.
-Soy Ian.- murmuró.
Papá lo miró avergonzado.
-¡Oh, lo siento!
Mamá me sonrió.
-¿Es el chico que te gusta, verdad?- me dijo al oído.
Abrí los ojos como platos.
-¡Mamá!- susurré.
Ella me guiñó y le sonrió a Ian.
-¿Te quedas a cenar?
-Sí no es mucha molestia..- dijo Ian, agarrando mas confianza.
La cena fue tranquila, hubo un par de bromas de parte de Luca, haciendo que yo me ruborizara y que Ian se riera, mamá hizo su lasaña e Ian la alabó por éso, diciendo que era la lasaña mas rica que había comido.
-Gracias por quedarte a cenar.- le dijo mamá a Ian después de terminar.
El sonrió.
-No, gracias a usted por invitarme a cenar.
-Yo creo que es totalmente injusto que acepten a éste chico, que probablemente desvirgó a Sienna hace unas horas allá arriba, como si nada.
Fulminé a Luca con la mirada.
-No seas idiota, mejor vete a besuquear en una esquina con Suize y deja de meterte en mis asuntos.
-Creo que ya es hora que me vaya.- dijo Ian.
-Oh, está bien.- dijo mamá.- ¿No quieres llevarte un poco de Tiramisú?
-No, estoy bien así, pero gracias señora Dellapiane.
-Que tengas buenas noches, hijo, descansa.- le dijo papá a Ian.
-Igualmente, hasta luego.-se despidió de toda la familia y yo lo acompañé a la puerta.
-Siento todo lo que dijo el idiota de mi hermano, a veces puede ser un tanto.. en fin.
-No te preocupes, fue agradable pasar la tarde contigo.
Me ruboricé.
-Lo mismo digo.
Ya afuera, el me miró y me regaló una de sus sonrisas torcidas. Mi corazón delator, comenzó a latir con fuerza.
-Buenas noches, Sienna.
-Buenas noches, Ian.- murmuré.
Él se acercó a mí y mi corazón comenzó a latir mas con fuerza. Cerré los ojos.
Estaba esperando un mágico beso en la boca de despedida, pero lo único que sentí fueron unos suaves labios en mi mejilla. ¡En la maldita mejilla!
Abrí los ojos y sonreí.
-Hasta luego.- se despidió.
Lo miré hasta que se alejó.
Toqué mi mejilla y me mordí el labio. ¿Por qué sentía tantas mariposas en mi estómago?
No me iba a lavar la mejilla nunca.
Jamás.

Red Thread. Chapter IX.

IX

Miré la camisa azul de Ian que yacía en una esquina alejada de mi habitación hecha bola.
No la había querido lavar porque ¡diablos! olía a él. Y a mi sangre. Y a tierra.
Gracias al cielo no me había roto el tobillo ni nada como éso, solo se me había torcido, nada grave.
Estaba acostada en la cama viendo una película sin sentido en la tv, cuando mi puerta se abrió.
Suzie entró con su habitual alegría que hacía que todo fuera estupendo.
-Hey.-la saludé mientras me hacía a un lado para darle espacio.
Ella se acostó a mi lado
-Hey, espero que no te moleste que haya venido.
Le resté importancia con la mano y sonreí, para después darle "play" a la película
Milagrosamente, estuvimos calladas las dos horas que duró la película, sin comentar nada, sin movernos ni nada.
Cuando los créditos aparecieron en la pantalla, Suzie se sentó en la cama cruzando las piernas.
-¿Qué te trae por aquí?- dije sonriendo.
Ella se ruborizó y bajó la mirada.
Con ése simple gesto yo me senté inmediatamente, ésto prometía ser bueno.
-Te considero mi mejor amiga, te lo dije cuando nos conocimos por primera vez, me trasmites confianza y tranquilidad, algo que nadie había hecho... Así que.. bueno...
Me mordí el labio, esperando que continuara.
Ella respiró hondo y me miró a los ojos.
-Salí con un chico ayer.
Chillé de emoción.
-¡Cuéntame todo!- dije, sacando mi lado cotilla.
Ella se rió.
-Bueno, él me invitó días antes y yo le dije que lo pensaría. Obviamente yo desde que lo conocí me sentí atraída por él, pero quería hacerme la difícil e interesante.-asentí con la cabeza.- Así que ayer me llamó diciéndome que si quería acompañarlo a la ciudad y yo le dije que sí, allá me llevó al cine, fuimos a comer y caminamos un rato agarrados de la mano en la playa...
-Aww, que cosa tan más romántica
-Cuando me dejó en mi casa, se acercó a mí y me besó de la forma más dulce. Nunca nadie me había besado así. Pero hay un problema...- dijo mirando sus manos, sonriendo tristemente.
-¿Qué problema?- murmuré, mirándola comprensiva.
-Tiene novia.- dijo mordiéndose el labio.-Y siento que estoy enamorada de él.
-¿Cómo se llama ése estúpido? Porque nomas lo encuentre me va a conocer a mí y a mi puño de oro, lo haré saber que no debe jugar con mi mejor amiga.
Suzie derramó una lágrima.
-Es Luca.
Oh, mierda.
Abracé inmediatamente a Suzie, y por un momento odié a mi hermano.
No era justo que jugara con Suzie así teniendo a Camila en Las Vegas, no es que Camila me cayera súper bien, pero de todos modos era una total falta de respeto para ella.
A decir verdad, yo sabía que ellos tarde o temprano terminarían, pues las relaciones a distancia no funcionaban, pero no era justo la situación.
-Lo siento tanto, Suzie.- dije cuando Suzie rompió el abrazo.
Ella negó con la cabeza.
-No tiene importancia, yo fui la tonta, ¿sabes? no es la primera vez que me pasa algo así. Siempre termino enamorándome de los imposibles. Luca no tiene la culpa, el no sabe que yo estoy enamorada de él y el beso fue tal vez un impulso para él... Yo misma hago que me lastimen.
-No digas éso Suzie. No eres una tonta, mi hermano si lo es. No es justo que esté jugando contigo así. El beso no fue un impulso, éso es una excusa patética y...-mi teléfono sonó.
Le lanzé una mirada de disculpas a Suzie y fui a contestar.
-¿Diga?
Un sollozo se escuchó en la otra línea.
-Sienna, se que no te caigo muy bien, pero no se a quién recurrir.- dijo una voz femenina.
Hablando de rey de Roma..
Fui a mi armario, discretamente, para que Suzie no escuchara ésta conversación.
-¿Qué pasa Camila?- dije frunciendo el ceño.
-Luca ter...ter.. terminó conmigo.- sollozó.
Luca se estaba ganando una buena patada en el trasero.
-¿Cuándo?
-Hoy en la mañana, me habló por teléfono y me dijo que ya no quería nada conmigo, que ésto no iba a funcionar y que ya había conocido a otra persona.
Hijo de perra.
-Tranquila, mira, no sé de que manera ayudarte, pues mi hermano tomó una decisión. Sin embargo, tu puedes hacer tu vida, no es el fin del mundo.
-Quiero que me ayudes a recuperarlo.
Puse los ojos en blanco y bufé.
-Oh no, a mí no me metas en ésto.
-Es porque no te caigo bien, ¿cierto?
Suspiré y negué con la cabeza estúpidamente.
-No, no te voy ayudar a recuperarlo, porque ese no es asunto mío. Yo no puedo obligar a mi hermano a hacer algo que él no quiere. Son sus decisiones y yo no me voy a meter en sus cosas.
-Eres una zorra.- sollozó Camila.
-Y tu una perra.- y así finalicé la llamada.
Ya recordaba porque me caía mal...
Salí del armario y me encontré con Luca y Suzie hablando seriamente.
Decidí que era bueno que me bañara y me cambiara, pues llevaba todo el día con la piyama.
Después de un largo rato en la ducha, me puse mi ropa, que era una blusa negra sin mangas, y unos pantalones cortos de mezclilla. Como el clima estaba fresco, me puse un jersey de lana con botones al frente, que tenía estampados indie de los colores rojo, naranja, ivory y azul marino. No era la gran cosa, pero no pensaba salir de casa, quizá iría mas tarde por café y donas para pasar el resto de la tarde.
Me miré en el espejo y suspiré derrotada, mi cabello no tenía arreglo.
Lo desenredé como pude e hice un moño en lo alto de mi cabeza.
Cuando ya no había nada mas que hacer, decidí salir del baño e ir a enfrentar al enemigo, porque ¡que diablos! es mi cuarto.
Pero en el instante en el que crucé la puerta, deseé no haberlo hecho.
Rodé los ojos y aclaré mi garganta para hacerme notar.
Luca y Suzie dejaron de besarse y me miraron avergonzados.
Me encogí de hombros. No me metería en esto.
-Ustedes sabrán.- dije mientras sacaba 50 dólares de mi cartera.- iré a caminar un rato. Nos vemos.
No quería ser la tercera rueda, así que lo mejor era escapar. Ya era hora de comprar donas y café.
Guardé el dinero en mi bolsillo trasero mientras bajaba por las escaleras.
Mamá estaba en la sala mirando su cuadro, con una taza de algo humeante. Mientras que papá estaba buscando algo en la estantería.
Al escucharme bajar, papá me sonrió.
-¿A dónde va la principessa?
-Iré a comprar café y donas, quizá entre a una que otra tienda a mirar.
Él asintió y siguió buscando.
-Mmm, ¿papá?
-¿Sí?
-¿Qué le pasa a mamá?
El se encogió de hombros e hizo un ademán con las manos, diciendo que estaba loca.
Yo me reí y salí de la casa no antes de despedirme.
Una fuerte rafága de viento me caló hasta los huesos y maldije a mi mamá por haber querido mudarse a éste pueblo costero. Aquí hasta en verano hacía un frío de los mil demonios, ¿cómo sería en invierno? No quería ni saber.
Debía admitir que me gustaba vivir aquí, la tranquilidad que daba al caminar por las calles, sin el temor de que alguien te fuera a amenazar con un cuchillo y que te quitaría todo tu dinero. La vida aquí era relajada. Aquí, al igual que en Las Vegas, era turístico. Pero todo mas tranquilo.
Al llegar a una de las calles principales, me topé con dos cafeterías: una mundialmente conocida y la otra local. Sin dudarlo, entré a cafetería local. Starbucks se había vuelto para mí, una cafetería popular solo por su logo y por la etiqueta que te daban al estar ahí, no por el sabor del café y debo decir que para mí, el sabor del café lo era todo.Yo y el café éramos uno.
El sabroso olor a café me golpeó en cuanto entré en aquella pequeña cafetería.
Una señora de unos 60 años que estaba detrás del mostrador, me sonrió amablemente.
-Buenas tardes cariño, ¿qué te gustaría que te sirviera hoy?
Miré los tipos de café que servían, que estaban escritos en gis en una pizarra gigante que abarcaba casi toda la pared.
Sonreí al ver que tenían ahí mi favorito.
-Un café mocha blanco, con mucha leche vaporizada arriba.
-Perfecto, ¿quieres algún panecillo?, acaban de salir del horno.-miró a los lados y sonrió.- Y aquí entre nos, estos son los mejores.- dijo señalando unas magdalenas con arándanos y ralladura de naranja encima.
Ésa señora me caía muy bien.
-Pues, me da uno de ésos.
-Muy bien, siéntate en dónde quieras. En un momentito te llevo tu orden.
Asentí y me senté en un sillón de color chocolate que daba a la ventana, ahi, había varios libros apilados y algunas revistas esparcidas en una pequeña mesa de color crema.
Tomé el primero y lo hojeé despreocupadamente.
La amable mujer me trajo mi pedido y yo le agradecí enormemente.
Disfruté de mi café, que por cierto era una maravilla, tranquilamente, mirando a las personas pasar por la calle. La magdalena era la cosa mas deliciosa que jamás había probado, ¿por qué las personas no venían aquí?  Los precios eran justos y la calidad era suprema.
Al terminar le pagué los 6.45 dólares de mi pedido a la mujer y salí no antes de prometer que vendría en otra ocasión.
Caminando por la calle mas transitada por los turistas, me encontré con un anuncio en un salón de belleza que me llamó la atención:
"¡Píntate el cabello naturalmente con Henna!, rápido, seguro y barato."
Fruncí el ceño y decidí entrar en aquél salón de belleza, no con la idea de teñir mi cabello, sino que me había dado curiosidad y quería saber que tan natural era todo el asunto.
Al entrar, inmediatamente reconocí a alguien que jamás me hubiera imaginado encontrar en un lugar como éste. Un chico pelirrojo y ojos cafés que inmediatamente me miraron con curiosidad y un poco de timidez.
-¿Alan?
-Hey, Sienna. ¿Cómo te va?- dijo educadamente.
-Muy bien, gracias. Umm, ¿qué haces aquí?- pregunté sin saber bien que decir.
El se rió entre dientes.
-Yo trabajo aquí, ¿tú que haces aquí?
Me quedé en estado de shock.
-B-bueno, miré el anuncio de aquí afuera y no sé, me dio curiosidad.
Y como si hubiera apretado un botón, el me explicó todo lo que tenía que saber de la Henna, sus propiedades, los pros y los contras de teñirse el cabello; y sobre todo, el precio. Gracias a su parloteo y mi necesidad de callarle un rato la boca, me senté en una de ésas sillas enfrente del espejo y le recé a Dios porque me viera bien de pelirroja.
-¿Por qué trabajas aquí?-le pregunté en la primera oportunidad que ví.
El dudó un poco, suspiró y después me miró a los ojos a través del espejo, mientras cubría mi cabello con una especie de bolsa.
-Esto es lo que me gusta hacer...
Sonreí.
-Oh, eso es genial. Ya tengo un amigo a quién pedirle que me arregle el cabello de vez en cuando.- medio bromeé.
-Bueno, todas las mujeres sueñan con tener un amigo gay...- dijo simplemente.
Me quedé estupefacta.
-¿Eres gay?- dije mientras volteaba la silla para verlo de frente.
El asintió como que no quiere la cosa.
-¿Por qué yo no lo sabía?-pregunté un poco enfadada, se suponía que era mi amigo.
-Según yo ya lo sabías. Además es obvio, siempre estoy bien peinado, combinado de pies a la cabeza perfectamente siguiendo los colores de temporada, mis ademanes, mi forma de caminar, ser y hablar.
Me reí.
-No lo supe ver, pero es bueno saberlo. Sería una pena que me hubiera enamorado de tí y que luego me enterara que no te gustan las mujeres, rayos, ¿por qué los guapos siempre son gays?
Ahora el rió despreocupadamente.
-Por que somos fabulosos, obvio.- dijo siguiendo mi juego.
Me puse seria, de repente
-Alan, si yo no hubiera venido, ¿me hubieras dicho alguna vez?
-Por supuesto, eres mi amiga, no te dejaría afuera de todo esto.
Le regalé una de mis mejores sonrisas de agradecimiento.
Una hora después, Alan lavó mi cabello, lo secó y lo peinó.
-Te ves magnífica, el rojo te sienta muy bien.
Sonreí mientras me miraba en el espejo.
Ahora mi cabello era rojo y se miraba muy natural, Alan lo había dejado suelto y gracias al secado, las puntas comenzaron a ondularse naturalmente.
Me veía bien, debía de admitir.
-Gracias, en realidad no tenía planeado teñírmelo, pero tu me has convencido con todo éso de "no daña tu cabello" y "el color se cae con cada lavada".- dije imitando lo mejor que pude su voz.
-No hay de qué. En un mes más, te tiñes de rubio.- dijo mientras me guiñaba un ojo.
Oh, dios. ¿Por qué tenía que ser gay? Con tanta carisma y coqueteo era imposible no fijarse en él.
Después de una pequeña lucha, Alan terminó regalándome el cambio de look (que no tenía planeado) y salí de ahí, ya que se había hecho de noche.
Al caminar por las calles del pueblo, me puse a pensar en la preferencia sexual de Alan, no en contra ni en favor, solo intentaba que mi cerebro pudiera procesar ésa información lo mas pronto posible, ya que todavía me encontraba en un estado de shock.
Pero me sentía feliz por él, él se sentía bien con ello, así que yo también. Además, ¡tenía un amigo gay! Menuda sorpresa.
Metí mis manos a los bolsillos de mi jersey tratando de calentarlas un poco, la temperatura había bajado considerablemente.
Al llegar a casa, decidí no entrar por la puerta principal, me dirigí hacia el patio y entré por la puerta de la cocina y como miré que no había nadie en la cocina me escabullí a mi habitación. No quería que nadie viera mi, ahora rojizo, cabello.
Cuando iba caminando por el pasillo, sentí un leve aleteo en mi estómago y éso significaba que algo iba mal. Ya que estuve enfrente de la puerta de mi recámara mi corazón no dejaba de latir desbocado, inmediatamente me llevé la mano a mi pecho, como si éso pudiera evitar que mi corazón se me saliera.
Malditas sean las corazonadas. Ésto comenzaba a darme miedo.
Respiré hondo y abrí la puerta tratando de ser valiente.
Oh dios.

Reseña: The Naturals, Jennifer Lynn Barnes.

The Naturals (The Naturals, #1)
Reseña: The Naturals.
Jennifer Lynn Barnes
(No, no es la Armentrout)
Primer libro dentro de una saga/serie/
trilogía que sólo lleva dos.

  Los casos fríos están a punto de volverse calientes en este thriller hilarante de crimenes.*

Cassie, de diesiciete años, es una natural al leer a las personas. Poniendo juntos los más pequeños detalles, ella puede decirte quién eres y qué quieres. Pero no es una habilidad que se tome seriamente. Eso es hasta que el FBI viene a tocar a su puerta: Han iniciado un programa clasificado que usa a adolescentes excepcionale para resolver casos fríos, y ellos necesitan a Cassie.
  De lo que Cassie no se da cuenta es que hay más en riesgo que unos cuantos homicidios, especialmente cuando es enviada a vivir con un grupo de adolescentes con donde tan únicos como el suyo.
El sarcástico y privilegiado Michael sabe leer emociones, lo que usa para meterse en la cabeza de Cassie, y debajo de su piel. Dean tiene su mismo don para hacer perfiles, pero se mantiene a distancia.
 Pronto se vuelve claro que nadie en el programa Naturales es lo que parece. Y cuando el asesino ataca, el peligro aparece más cerca de lo que Cassie pudo haberse imaginado.  Atrapada en un juego letal del gato y el ratón con el asesino, los Naturales van a tener que usar todos sus dones para sobrevivir.

-Yo traduje la sinopsis, la puedes tomar y eso-
*Cold Cases (Casos fríos)  Los casos que nunca fueron resueltos.



    Les hablé de este libro no hace mucho, en navidad, cuando lo recibí como regalo. La razón por la que me tardé tanto en leerlo es porque hubo como cinco segundos en los que fui rica y compré más libros, libros que leí antes que este. Pero ahora estoy aquí para hacer la reseña así que todo está bien.
  Entonces. 

Debí haber leído este libro mucho tiempo atrás. Porque es un libro que me ha encantado, si pudiera le diera 4.5 estrellas, pero como no pude le puse 4 en Goodreads. Si se preguntan por qué no le puse cinco es porque resevo los cinco para libros como Si Decido QuedarmeLo Que Fue De EllaBajo La Misma Estrella, etc. Libros que fueron sentimentales, hermosos y que de alguna manera me marcaron. O si no, libros en los que amé cada página de ello y ponerle cuatro estrellas se sentía traición.
Este libro sería un 4.5, porque, citando lo que dije en mi reseña de Goodreads (Pincha para mi Goodreads), " Emocionante, brillante y bloody. Es como mentes criminales de adolescentes, con diálogos graciosos y un asesino tan imposible de identificar como si fuera -A".
   
Y si he mencionado a -A en un libro de crímenes... Dude (En inglés)
Además, Ally Carter (Déjame repetirtelo: ALLY CARTER) dio unas líneas positivas sobre el libro. DOBLE DUDE.
The Naturals


Entonces Cassie vive con su abuela y su familia Italiana porque su padre es algo del ejército o así, no sé como es en español, pero ponía el Air Force. El punto es que él no está aquí, y su madre está muerta. Pero esta última fue quién hizo que Cassie desarrollara el don que tiene ahora, jugando juegos cuando era pequeña sobre lo que las personas harían según sus personalidades. Es entonces ahora, con diecisiete años el FBI la busca y la convencen de unirse a este nuevo proyecto del gobierno donde hay otros cuatro adolescentes como ella. Lía, que es la detectora de mentiras, Michael, que es capas de leer las emociones por posturas y expresiones y esas, Sloane (Mi favorita), quien es una enciclopedia andante y tiene un don para ver posibilidades y patrones en todo lo que se le atraviese (La encontraron en las Vegas)  y finalmente... Dean, quien es un Profiler igual que Casi, pero no voy a seguir hablando sobre él.
  Me gustaron mucho los personajes. Todos tenían su momento cómico y fueron tan diferentes entre sí, no como esos personajes de algunos libros que sólo están ahí para hacer el relleno. Como he mencionado un poco más arriba, mi personaje favorito fue, inesperadamente, Sloane.Ella es la típica nerd que se la lleva diciendo estadísticas y datos curiosos en vez de tener conversaciones reales. Es tan subnormal. Incluso cuando quiere ser normal.


"Sloane puso un brazo alrededor de mi cintura.
--Hay catorce variantes de abrazos. Esta es una de ellas"

Era algo así, porque no le puse notita en el libro y porque tuve que traducirlo en mi cabeza.

Les voy a dejar otro:

"--Cassie. Una palabra.
--Ambidextrous.
--Esto debería ser bueno--Murmuró Lia.
--La Agente Briggs pidió una palabra. Ambidextrous es una buena."



Cuando dice Una Palabra, significa que espere porque le quiere decir algo, pero Sloane se lo toma literal. ¿Quién necesita Team Michael o Team Dean cuando tienes un amor caminante como Sloane?
Porque sí, hay un triángulo amoroso.
Antes de que alces el dedo meñique y digas alguna cosa como Ya Se Arruinó, déjame decirte que no es cierto. Con o sin triángulo amoroso, The Naturals es un libro divertido y excepcional que me ha gustado mucho y estoy segura que a tí también te gustará si le das la oportunidad.


The Gifted - Vergiss mein nicht
Que ni a caso, porque
Cassie es pelirroja

El final ha sido sorprendente, y me deja con ganas del segundo libro para averiguar más del mundo de los dones de estos chicos y de la manera en que los utiliza. Y no puedo esperar a conocer a su próximo asesino, porque después de éste último, estoy muy emocionada.
  The Naturals es un libro que tienes que leer, porque... Porque sí. No hay palabras. Es gracioso, con chispas de drama y romance y... Y sí. Tienes que leerlo. Este libro no es muy conocido en Youtube o incluso entre nosotros, en la Blogosfera, y eso es totalmente injusto, porque ya te he expuesto todas mis razones.
  El libro no está traducido por nadie aún (Ni siquiera en PDF), pero les voy a dejar el primer capítulo traducido por mí para que vayan a rogarle a alguien que lo traduzca en PDF si no hablas inglés, y si sí.... ¿Qué esperas?


                                                                     Pincha aquí para mi traducción



-Sthep.

domingo, 16 de marzo de 2014

Red Thread. Chapter VIII



-Oh diablos.-masculló Ian.
¿Por qué diablos Ian siempre tenía que estar en mis peores momentos "salvándome"?
Ahora se cumplían las dos veces en las que Ian me encontraba en el piso como una maldita serpiente.
Estando con él, posiblemente me volvía torpe, o era algo de lo que nunca me había dado cuenta.
-Me voy a morir.-gemí de dolor.
Ian me levantó con mucho cuidado y me apoyó en un tronco de árbol.
Se quitó su chaleco negro, y después su camisa azul a cuadros, quedándose solo en su camiseta blanca con cuello en "v". La camisa azul la hizo bola y con ella me limpió la cara suavemente y las rodillas, mientras yo hacia muecas de dolor y gemía bajito.
-¿Crees que puedas caminar?- me preguntó suavemente cuando terminó de limpiarme.
Anudó su camisa en mi cintura.
Asentí y traté de caminar, pero grité de dolor. Para mi sorpresa mi tobillo dolía asquerosamente, ésto era una agonía.
Ian rápidamente vino hacia mí y me cargó como cuándo el novio carga a la novia en la noche de bodas. Pasé un brazo por su cuello y con la otra mano me limpié las lágrimas traicioneras.
-¿Por qué me tienes que salvar siempre?- pregunté escondiendo mi cabeza en su cuello.
Ian siguió caminando, sin responder.
Suspiré, sin ánimos de pelear.
Al llegar a su Jeep, el me paró con mucho cuidado enseguida de su carro, después abrió la puerta del pasajero y volvió por mi para cargarme de nuevo como bebé.
Me sentó con mucho cuidado, como si yo fuera un trozo de vidrio muy fino o un delicado pétalo de rosa que en cualquier momento se pudiera romper.
-Sube tu pierna arriba, si la dejas abajo quizá se inflame y puede ser peor.- ordenó.
No se subió al carro hasta que vio que subí la pierna.
Maldito mandón.

Cuando ya íbamos entrando al pueblo yo comencé a odiar éste silencio incómodo que nos había acompañado en todo el camino.
-Dí algo.-murmuré.
-Algo.- dijo.
-No seas idiota, enserio, ésto es frustrante y comienzo a odiarte.
Ian se rió fríamente.
-Sienna, ¿qué quieres que te diga?
-No tengo ni la más mínima idea, pero dí algo.
Un piquete de dolor en mi tobillo hizo que chillara de dolor.
-Bueno, pues quiero que sepas que me siento como la mierda al verte así, lastimada y con tu cara de sufrimiento, y es mi culpa.
Ahora fui yo la que reí.
-A ver, conmigo no te hagas el jodido mártir que no funciona.
-¿Pero qué diablos, Sienna? Estoy diciendo lo que pienso y luego tu me atacas siempre te encuentras a la defenisva, entonces, ¿qué diablos debo hacer para que no me estés atacando con tus estúpidas palabras hirientes?  Porque, aunque tu lo digas como algo natural, lo que dices lastima, tienes que madurar, joder.
Mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas, no de tristeza, sino de rabia. Tenía ésa estúpida manía de llorar de coraje.
Y aquí comenzaron los gritos
-No tienes ni una jodida idea de quien diablos soy, no puedes saber si soy madura o no. Así que mejor vete a la...- grité histérica, pero Ian me interrumpió.
-¡Expresándote con puras blasfemias no llegas a nada! ¿Sabes que pensamos los hombres de las mujeres mal habladas?-me miró, pero antes de que pudiera contestarle con una palabrota pero el siguió.- Que es una mujer insegura y necesita llamar la atención de cualquier manera, aparte de ser mal educada e inmadura.
Miré por la ventana y fue ahí en dónde me di cuenta que estábamos afuera de mi casa y el carro se había detenido.
Abrí la puerta y como pude me bajé, procurando no hacer ni una mueca o sonido de dolor. Quería tener ésa salida dramática después de una pelea que todas soñamos.
-Eres un imbécil de mierda.- susurré.
Cerré la puerta con toda mi fuerza y cojeé hasta la banqueta.
Ian ya estaba ahí, tratando de ayudarme, pero yo no lo dejaba. Siempre que acercaba una mano hacia mi yo le pegaba y lo miraba con odio.
-No seas inmadura, Sienna, te vas a caer.-gruñó.
Traté de controlarme, juro que traté, pero no pude, en vez de éso me volví y le propiné una sonora bofetada.
-Si me caigo o no, no es tu jo-di-do problema, si soy inmadura, no es tu jo-di-do problema, así que vete a la m-i-e-r-d-a.- dije mientras deletreaba lentamente las groserías. A lo último, ya para terminar, hice un ademán con las manos y di media vuelta.
Cojeando y con todo el dolor del mundo, llegué a la puerta y entré a la casa triunfalmente, entre comillas, ya que mi rostro estaba surcado en lágrimas.
Nunca, jamás había peleado así con alguien, ni con Brian que en su momento amenacé de muerte.
-¿Pero qué diablos?-gritó Luca al verme.-¡Pareces un jodido zombie!
Mamá y papá posiblemente se alarmaron por el grito de Luca, por lo que inmediatamente estuvieron con nosotros.
Mamá se llevó una mano a la boca y papá se acercó a mi para intentar cargarme y llevarme a la sala, pero no me pudo, por lo que Luca tuvo que hacer todo el trabajo.
Ya acostada en el sillón y con bolsas de hielo en el tobillo, mejilla y quijada, pude sentirme mejor.
-¿Te hizo algo ése idiota?-preguntó Luca, alarma.
Negué con la cabeza.
-Yo fui la idiota, corrí por un sendero en la oscuridad y algo se me atravesó y yo resbalé.
-¿Y dónde está el muchacho?-preguntó papá con el ceño fruncido.
-Me pelee con él, antes y después de mi caída.- bajé mi cabeza para mirar mis manos, llenas de raspones.-Lo llamé imbécil de mierda, sapo y le di una bofetada.
-¿Y porqué te peleaste con él?-preguntó mamá maternalmente.
-Cosas de muchachas.-murmuré.
Mamá miró a papá y a Luca y ellos entendieron. Se levantaron del sillón y huyeron.
¿Por qué los hombres huyen cuando se trata de alguna cosa de mujeres?
-Ahora sí, ¿qué pasó?
Suspiré y me dispuse a contarle la parte de la "velada", omitiendo la caída.
-Mira hija, los hombres son tan impredecibles e inseguros, que tienes que dejarlo tomar la iniciativa a él. Tal vez si era una cita, cielo, pero al preguntarle si era una cita, lo dejaste desarmado y el simplemente dijo que no. Relájate, ustedes dos saben bien que si fue una cita, así que no te pongas mal.-me dio una sonrisa maternal.- ¿Ahora me podrías contar el resto de la historia sin omitir detalles, por favor? No me has contado como te caíste.
-Ya te dije, en el momento que le dije "sapo", casi corrí para alejarme de él, como estaba todo muy oscuro algo se atravesó en mi camino y me caí dramáticamente. Luego Ian llegó hacia mí y me "salvó", puedo decir que se portó muy dulce y caballeroso en todo momento.
Mamá me dio una mirada muy rara y luego sonrió un poco mas pícara.
-Es un buen chico.
Negué con la cabeza y crucé los brazos.
-No deja de ser un idiota.-me miró esperando el porqué, como sabía que no me podía librar de ella, suspiré, dándome por vencida.-Comenzó a decirme que era una inmadura sin motivo aparente.
-Debe de haber un motivo, Sienna la gente no dice las cosas sin no tener un motivo aparente. Ahora dime.- dijo mientras enlazaba sus dedos y me miraba expectante, como si esperara que ocurriera algo emocionante.- ¿ése chico te gusta?
Miré las escaleras, después miré a mamá y luego a mi tobillo.  No había escapatoria.
-Tal vez me gustaba antes, ahora lo detesto.
Mamá se rió suavemente.
-Del odio al amor solo hay un paso, princesa.- dijo mientras se paraba del sillón con una destreza impresionante y caminaba hacia su estudio.
-Claro que no.-refunfuñé.
Miré la espalda de mamá, mientras ella caminaba.
-Solo uno, recuérdalo.- dijo antes de encerrarse en su mágico mundo de la pintura.

-LizzieG 

jueves, 13 de marzo de 2014

Reseña: Fuego, Kerstin Cashore.



Fuego (Los Siete Reinos, #2)
Reseña: Fuego, Kerstin Cashore.
Libro dos de la trilogía los siete reinos.
Treinta años antes de que Graceling salvara a su reino...

Al otro lado de las montañas al este de los Siete Reinos, en una tierra rocosa, asediada por la guerra que llama Dells, Fuego tiene 17 años y s la última  monstruo del reino con forma humana. Es preciosa en cuero y mente, tiene una cabellera de color rojo brillante que ondea al viento como na llama y compate el poder de leer la mente y ejercer su influencia silenciosa sobre los humanos con sus congéneres, pero hay algo que la diferencia de ellos: Sabe distinguir entre el bien y el mal. Cuando la conspiración estalla ara derrocar al rey, Fuego deberá elegir entre la fidelidad a los suyos y el amor por un príncipe cuyos pensamientos no puede vislumbrar.










                                               

Esa esa más o menos mi reacción al libro.
Comencemos desde el principio.
Die Flammende (Die sieben Königreiche, #2)
Alemana. Esta portada
me gusta mucho.

Me gustó mucho su primera parte, Graceling, de la cual nunca hice una reseña pero les voy a decir que me gustó bastante. Así que estaba emocionada de leer este libro, a pesar de las malas críticas de muchos blogeros. Pero yo no hice caso, porque, admitámoslo: Hay muchos haters en este mundo.
 Pero tal vez debí haber hecho caso.
No digo que Fuego sea un libro malo. Probablemente hay personas a las que le haya gustado, porque está bien narrado-. Un poco lento, es cierto, pero está bien narrado. Palabras inteligentes y así.
  La primera mitad del libro estuvo bien. Solamente bien. Pero tenía las expectativas un poco altas con este libro y en esa primera mitad no logró cumplirlas, no logró atraparme ni con su narración ni con sus personajes. No me hizo seguir leyendo, sino que lo tomaba cuando recordaba que lo estaba leyendo.
La segunda mitad... Bueno. No fue tan bien. Se podría decir que la segunda mitad es donde está toda la acción, donde realmente pasa algo, pero te voy a decir algo sobre mí: No soy de fantasía. Ellos empiezan a hablar de guerras y reinos pero yo sólo puedo escuchar Blah, blah, blah, blah... blahblahblahblahblahblah. No importa, no importa, no importa. Alguien acaba de morir pero no me importa porque ni me acuerdo quién es.
 
Me sentía tan indiferente.
La primera mitad del libro estuve ligeramente indiferente. La segunda mitad fue todo sobre eso. Fue aburrido y... y aburrido. Los personajes no eran la gran cosa. La única que realmente me gustó fue la niña, Hannah, que era un desastre y un amor al mismo tiempo. ¿Pero Brigan y Fuego? Se enamoraron de la nada. En un parpadeo ellos se agradaban (Porque Brigan al principio la odiaba a muerte) y luego se amaban.

                                                         
No sé. No fue lo que yo esperaba. Fue lento y aburrido. Y eso de guerras y reinos no me interesa. Por eso no he leído Juego de Tronos.


Saludos.
-Sthep.

lunes, 10 de marzo de 2014

Saved. Capítulo 13.

Emily browning
Saved. Capítulo 13. "Estrellas extinguidas".

Ted me abrió la puerta y me sonrío, tal vez pensando que fui a su casa por algo más. Claro, como si eso fuera a pasar. Sin embargo, cuando miró mi cara y ropa sucia, su sonrisa arrogante se borró y me dejó pasar.
--Eh, chica, ¿Te metiste en una pelea de gatas? No luces muy apetecible.
--Necesito quedarme aquí un par de días.
Sonrió.
--Ya sabía que me deseabas.
No le devolví la sonrisa ni lo insulté como solía hacerlo.
--Y también necesito hablar con tu padre.
Creo que fue ahí cuando se dio cuenta de que era serio. Me miró una vez más y dijo:
--Siéntate, voy a buscar algo de ropa que dejó aquí mi hermana la otra vez, espero que te quede.
Me senté en la isla de la cocina en su apartamento (Uno lujoso, sólo como un traficante de drogas super secreto y exclusivo podría permitírselo, claro) y tomé el control de la pequeña televisión de pantalla plana enseguida del microondas. Lo prendí e inmediatamente me fui a canal de noticias. Habían pasado ya horas, así que esperaba que saliera algo sobre ello.
Y así fue.
Una cámara lo enfocaba, pero se movía tanto que no se veía muy bien, y era porque estaba corriendo. Un policía entró en el lente y detuvo al camarógrafo, diciéndole que no podía pasar. El de la cámara finalmente se detuvo y enfocó bien a los bomberos sacando a las chicas del auto. Vi a Kate, tirada en el suelo, viendo a los médicos arrodillados ante ella como si fueran un rayo de luz en la más absoluta oscuridad.
  Sonreí, e incluso me reí un poco. Era una perra, pero era una que sabía cómo jugar sus cartas. Mis respetos.
 Me quedé viendo el desastre un rato más, y me relajé cuando me di cuenta de que Marina y An estaban vivas. Aún me preocupaba por ellas.
Estaba escuchando cómo informaban que al parecer había un cuerpo desaparecido según una de las víctimas (Que apuesto mis calcetines a que fue Kate) cuando Ted apareció atrás de mí y me miró.
--El baño está ahí, puedes darte una ducha. Una muy largaPuso la tela azul floreada sobre mis manos (Que me recordaban a los vestidos que a Cassidy le encantaba usar) y me preguntó:--Ahora, ¿Por qué estás aquí?
Sonreí.
--Porque estoy muerta.


                                                                         
 




Strausser me consiguió un departamento igual de lujoso como el de su hijo, una nueva identificación (Mi nombre ahora era Susan Pallas) y un trato: Se encargaría de que nadie supiera de mí, justo como yo quería, y a cambio yo me dedicaba a desarrollar mis pastillas. Empecé a llamarlas VIC, un recordatorio de aquella primera noche, compuesto por todos nuestros nombres. Vivian, Isabel, Cam.
  No era difícil para mí vivir la vida que de pronto vivía. Era libre. Tenía otro nombre con otras personas que no sabían sobre mí. Era como tener otra vida. Una llena de chicos, fiestas y, claro, drogas. Pero nunca consumí. Sólo estaba cerca.
Yo estaba bien con eso.
Sin embargo, no pude alejarme mucho tampoco. Yo aún los amaba, a mis padres, a mi hermana. Y empecé a vigilarlos.
Asistí a  mi propio funeral. Y observé a mis padres visitar la tumba que no tenía mi cuerpo muchas veces.
Mi hermana, Cassidy, fue una vez sola. Tenía puesto un vestido azul con flores estampadas y dos rosas en su mano (Porque ella no conocía el color negro) y verla ahí parada lamentándose por mí me hizo estremecerme un poco.
 Joder, ella estuvo a punto de arruinarme, pero aun así quería estirar mi mano y acariciar su cabello. Sabía que era un golpe duro para mi familia, pero entonces las cosas se volvieron peor después de un tiempo. Yo ya había logrado lo que quería con las pastillas, había ganado suficiente dinero como para no depender de Strausser o el laboratorio en general, me había ido a vivir a otro departamento (Igual de bonito) y ya no hacía pastillas más. Se vendió como loco, pero aún así no me sirvió. No la pude usar en mi beneficio. Había pasado mucho tiempo, y yo ya no podía olvidar.
 Todo iba a quedar grabado en mi cabeza.
Iba a morir sabiendo que era mi culpa. Por estar lo suficientemente borracha y no poder ayudar a mi mejor amiga.
Para ese entonces, en donde todo pareció ir bien, mi madre se volvió loca y mi padre se marchó, dejando a Cassidy con David.
Eso fue lo que golpeó a mi familia.
Las cosas no estaban bien. Estaban peor que bien. Y yo no podía aparecer porque simplemente no quería. Me preocupaba por ella, pero…
 Vigilé a mi padre un tiempo después de que se fuera. Lo observé vivir en hoteles baratos y salir en la madrugada de bares. Me hacía sentir rara que esto fuera por mí, pero no era yo quién lo había obligado a hacer eso. Él hizo todo lo que hizo en su voluntad. Después de un tiempo, el hombre reunió todas sus cosas juntas y se mudó a Canadá.
Me quedé unas semanas en la cuidad para vigilar a mi madre loca, a mi hermana confundida y entonces me iba a Canadá a checar a mi padre. Dejé de checarlo cuando lo vi bien: Estaba en una bonita casa con una chimenea, y con una mujer probablemente de su edad sentada sobre sus piernas. Y estaban sonriendo.
Yo estaba viendo por la ventana, claro.
En algún punto pensé que fue egoísta de mi padre irse y encontrarse a otra cuando mi madre estaba loca y mi hermana lo necesitaba, pero entonces me dije “Carajos, ¿Y quién soy yo para decirlo?”.
 Porque abandoné a mi padre, a mi hermana y a mi madre.
Y mi madre, oh, ella era la peor de todas. La primera vez que me colé en la clínica (Le di algo de droga a una enfermera y a cambio ella me dejó pasar) y fui a su habitación ella me sonrió y me dijo que se alegraba de verme de nuevo. Fue así como supe que alucinaba.
--¿Cómo estás, cielo?Me preguntó.
Sonreí.
--Muy bien. Feliz de verte, mami.
Generalmente dejo a Cassidy con las frases cursis, pero la mujer se veía tan feliz que sentí que se lo merecía.
Entonces su cara se agrietó:
--¡Isabel! ¡Ha pasado algo terrible! ¡Ella…!Se echó a llorar entonces. La sostuve entre mis brazos mientras ella me decía que estaba muerta.
Eso… Diría que fue mi culpa, pero ciertamente no lo fue. Es sólo que como yo ya no hacía pastillas, ya no estaban en el mercado, y resulta que después las personas querían más, pero no había. Creo que sólo había vendido una pastilla por cliente y nadie volvió a saber nada. Sin embargo, al parecer Vivian aún conservaba una. Alguien se enteró. Alguien la mató por ello.
¿Es mi culpa que ella no lo hubiera escondido bien?
Consolé a mi madre mientras acariciaba su pelo.
--Lo sé,  mamá. Es horrible que haya muerto. Y no puedo creer aun que fue asesinada.
Mi madre no sabía eso, cosa que yo no sabía. Y se puso a llorar más fuerte. No fue bonito.
--¡Oh, Dios, hay alguien asesinando niñas  y tu hermana…!
Hace una pausa para sorber la nariz.
--¿Qué pasa con ella?
--Ella quiere ir a esa horrible escuela en la que te metiste. Le dije que no, porque cosas malas ocurren ahí.
Fruncí el ceño.
--¿Ella quiere ir a Ashford?
--¡Lo sé! ¡No puedo creerlo!
Empecé a pensar en lo que podría pasar si ella lo hiciera. Yo no era estúpida. Sabía que alguno de los chicos se iba a encontrar con ella, y si ella iba por allí diciendo que se llamaba Cassidy Blake (Cosa que era real, pero yo tomé su nombre prestado) entonces las cosas se podrían complicadas.
--MamáIntenté atraer su atenciónEscucha, escúchame bien, ¿Si? Ella no puede hacer eso. Dile que no lo haga.
--Claro, cariño. Pero no creo que me escuche. Es tan terca.
Besé su frente, sabiendo que tenía que irme porque me atraparían, a pesar de que no quería irme aún.
--Me tengo que ir, mamá.
Mamá tomó la tela de mi blusa en sus puños.
--¡Déjale saber a tu padre que no estás muerta, Isabel! ¿Dónde has estado todo este tiempo? Pensábamos que estabas muerta.
Obviamente ella aún no estaba lista para que me marchara.
--Oh, mami, no estoy muerta. Sólo he estado viajando.
--¿Viajando? ¿A dónde?
Recordé a mi padre.
--A Canadá, por ejemplo.
Frunció el ceño.
--Isabel Blake, ¿Qué estás haciendo en Canadá?
--Estoy… Estoy estudiando medicina.
Drogas. Medicina. No era muy diferente.
Hay duda en su rostro, pero luego se desvanece.
--¡Oh, mi Isabel tan inteligente! ¡Estoy tan orgullosa de ti! ¡Si tus maestros pudieran verte!
Ella tomó mis mejillas con sus dedos y apretó. Resistí contra el impulso de sacudirme, pero sonreí, porque eso haces cuando alguien cercano está medio ido.
--Mamá, tengo que irme.
Lo cual no era mentira. La enfermera me dio como quince minutos y ya casi me los acababa. No era solamente que ya no quería estar con ella.
Ella se quejó y me jaló contra ella, pero al final me desprendí y salí de la habitación.
Volví a verla poco después, pero tuve que repetirle todo lo que ya había dicho porque no parecía recordar.
Hice más cosas en ese tiempo, de hecho. Estuve de los nervios por mi hermana. Ella ya estaba dentro y lo último que supe acerca de ella fue que hubo un accidente de drogas con su compañera de cuarto (¡Ja!) una tal Sophie. Lo supe por medio de Ted; Hice que se colara y recolectara chismes. Estuvo ahí como dos horas antes de que alguien se preguntara quién era. Aún así, no sabía nada acerca de las cosas que en verdad me interesaban: Mis antiguos amigos. ¿Los había conocido? ¿Ellos sabían quién ella era?
 Mientras más alejada estuviera, mejor. Pero no sabía nada, así que ideé un plan.
No se me ocurrió hasta después, cuando en una discoteca me encontré a casi una celebridad. Era una adolescente, casi de mi edad, una que había sido una estrella en Hollywood en su niñez y como muchas otras estrellas, se extinguió. Drogas, alcohol, fiestas. Una adolescente que acababa de salir de rehabilitación y que había sido tomada de nuevo en los brazos del país entero, una adolescente que, sin embargo, estaba perdida.
  Esa noche, tomé una foto.
--¡Ey!Ella se levantó y expulsó el humo de sus labios--¿Qué demonios? ¡Quiero eso devuelta!
--Tus padres estarían muy descontentos si vieran esta foto, ¿Verdad? Imagínate el país entero. El mundo, tal vez.
--¿Pero quién carajos eres tú?
--Tengo un trato para ti.
Ella apretó la mandíbula y sacudió su rubio cabello.
--¿Quieres dinero?
--No.
--¿Qué quieres?
--Un favor a cambio.
--¿Qué carajos quieres?Preguntó, enojada.
--Hay una escuela, al otro lado de la cuidad. Casi a las afueras. Un internado llamado Ashford.
--Ajá, ¿y?
--Te metes ahí y me mantienes informada.
--Dios, esto es tan raro. ¿Para qué?
--Mi hermana. Su nombre es Cassidy Blake, y necesito que la conozcas y me digas acerca de ella. Sus amigos, sus clases, todo. Es bastante simple. Vas a fingir ser su amiga. Vas a mentir.
Antes de que ella pudiera rechazarlo, le dije:
--Estaría haciéndote un favor, todo el continente Americano, y el resto del mundo, probablemente, pensarán que te han puesto derecha, finalmente. Sería el control de daños que tanto necesitas, ¿No? No mostraré la foto. Y te puedo conseguir algo de drogas. Sólo tienes que ser amable y conocer a esa persona.
 Ella suelta el humo del cigarro y me mira, después de otros diez minutos de enredarla con mis palabras.
--¿Trato?-Pregunté.
Sonríe mientras me da la mano.
--¿Cuál es tu nombre?
--Isabel.
Vuelve a sonreír, quitando un pedazo de pelo rubio de su cara.
--Mi nombre es Tash.


--Sthep Stronger.

Taken. Capítulo 10.

murder city
Taken. Capítulo 10. "Hecha de fuego, hecha de luz". (El punto es que es brillante)


En la mañana, cuando me despierto y bajo las escaleras, los Carrington están desayunando en el comedor como cualquier otro domingo, en pijamas. Dan está dormido en el sillón porque Maggie no lo dejó conducir porque era muy noche. Ronca. Río mientras entro en la habitación y me uno.
--Hola, Bella DurmienteDice Marcus.
Aún me pongo roja cuando él dice estas cosas.
--Incluso yo me levanté antes que túDice Ally, mordiendo su pan tostado.
--No te hagas. No has dormido nada, pude escucharte mensajeando desde mi cuartoLe dice Nina, apuntándole con el dedo.
--Dormí como dos horas, ¿Okey? Eso es algo.
Maggie le riñe por su falta de sueño y Marcus le besa el cabello e intenta calmar las aguas. Los veo ahí y pienso en las palabras de Aisslin anoche. Acerca del amor y de la familia siendo cosas completamente diferentes.
 No los amo. Apenas los conozco. No estoy segura de quererlos siquiera. Pero los estimo y les agradezco por intentar hacerme sentir en casa. Y si yo pudiera elegir amar a alguien, los elegiría a ellos.
Y en ese momento, mientras la luz de la mañana se filtra por la ventana, me doy finalmente cuenta de que esto no es temporal. Siento finalmente que es verdad que me voy a quedar aquí un largo tiempo. Y tengo tiempo. Sin ningún tipo de presión. Tengo tiempo para siquiera considerar si los amo. Tiempo para conocer las partes de ellos que me gustarán o no, para sentir amor.
Está bien no amarlos hoy.
Está bien sólo ser su amiga.
Cruzo los brazos bajo mi barbilla, recargándome en la mesa mientras los observo interactuar.
Y me aferro al pensamiento que no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza. Una cosa que Aisslin me dijo.
“No es algo que puedas tomar, tiene que ser dado”.
La vida no tiene que ser tan mala nunca más. No tiene que ser oscura, no tengo que esconder memorias detrás de una puerta.
Tengo dos cosas que no sabía o no podía ver que tenía antes: Tengo tiempo y tengo esperanza.
Miro hacia Dan, acostado sobre el sillón en pijamas de Marcus que le quedan algo grandes.
Ambos compartimos algo. Algo muy especial. Algo que cambió todo en nuestras vidas, algo que nos hizo vivir de un punto diferente, sin miedo ni amargura y dolor. Algo cálido y brillante que nace dentro de nosotros que nos permite seguir adelante.
  Tenemos esperanza en que las personas pueden ser buenas.
Creemos en ellos.




                                                                     
 



Media hora después, estoy sentada en mi cama con las piernas cruzadas y hablando por celular con Jay, quién me dice que la palabra de la semana es “Simultaneo”. Él no está muy seguro en donde usar esa palabra así que hace pausas mientras habla, pensando en donde meter la palabra.
--Ni siquiera sé por qué tienes palabras por semana.
--A los chicos les gusta el cerebro, no sólo el cuerpo, ¿Sabías?
Ruedo los ojos.
--Eres bastante inteligente sin decir cosas como vástago o simultaneo. ¿Por qué estamos hablando de esto? Dejemos de hablar de esto. Tengo algo que contarteLe digo de un tirón.
--Dispara, nena.
--He dejado que me toquen.
Se queda en silencio del otro lado de la línea por un momento.
--¿Quiénes?
--Bueno, Nina y Ally, y Dan… y el amigo de mi amiga Aisslin. Su nombre es Nate.
--¡Me alegro por ti! ¿Pero por qué el cambio?
Me encojo de hombros, mirando hacia la ventana.
--Simplemente me he dado cuenta de cuan solitaria he sido, todos estos años. Es triste.
--Es lo que te he estado diciendo, Liv.
Me encojo de hombros.
--Supongo que simplemente no podía verlo. Yo…
Alguien toca a mi puerta. Es Dan, vestido con la pijama y entrecerrando los ojos por la luz del sol. Está todo despeinado y aún se ve guapo. Es tan injusto.
--Sé que no me conoceDice élPero si es Lauren dile que dije hola.
Sonrío hacia él.
--No es Lauren. Es Jay.
Levanta las cejas y se deja caer en mi cama.
--¿Quién es Jay?
Señalo hacia la foto en mi mesita de noche. Somos Jay y yo juntos en navidad, usando sweaters  a juego, color rojo con venaditos. En la foto yo tengo las orejas de reno y él la nariz roja. Estoy sonriendo a la cámara mientras él se inclina a darme un beso en la mejilla.
Dan frunce el ceño.
--¿Es tu novio?
Río.
--No.
Jay habla en la otra línea.
--¿Quién es ese?
--DanLe contesto.
--¿Dan, el chico no lo dices enserio, Dan? ¿Ese Dan?
--Sí. Deja de llamarlo así.
Dan levanta la ceja frente a mí.
--Dile que digo holaJay me diceY ni creas que no estoy enojado contigo por no enviarme ninguna foto de su trasero. ¿Qué clase de amiga eres?
Ruedo los ojos y me dirijo a Dan.
--Él dice hola.
Dan extiende la mano y me quita el celular. Luego se acuesta sobre la cama con el celular en la oreja y empieza a hablar fluidamente con Jay. Como si se conocieran de toda la vida.
Entonces empiezan a hablar de mí.
--¿Cuál es su color favorito?
--¿Y a ti qué te importa saber eso?Le digo, intentando quitarme el teléfono, pero rueda lejos de mí.
--Tú eres más cerrada que una lata de LecheraMe dice. Luego se despide de Jay y me pasa el teléfonoSomos tu familia y no sabemos ni qué sabor de helado te gusta.
--Bueno, literalmente tú no eres un Carrington.
--Tú sabes a lo que me refiero.
Me quedo mirándolo un momento.
--Me gusta la fresa.
Sonríe.
--Eso está mejor.
--Sabes, esto no tiene sentido. No tienen que saber todo de mí para ser mis amigos.
--Tal vez no todo, pero si algunas cosas. De eso es lo que se trata la amistad, Livie: De dar pequeñas partes de ti a diferentes personas. ¿Es que Jay no sabe nada de ti? ----Es diferente. Confío en Jay más que nada, como confío en Lauren. Ellos saben todo. Son mi familia. Pero mis amigos…
--Nosotros también tenemos que saber algo de ti. Quién eres. Con todas tus faltas y tus virtudes. Así es como aprendemos a querer a las personas.
 Lo miro un instante y seguido tomo una almohada. Le pego en el estómago y él ríe.
--¿Por qué tienes que tener razón? ¡Lo odio!
Ríe y me quita la almohada.
Entonces mira mi rostro una vez más y su sonrisa desaparece poco a poco.
--¿Qué? ¿Qué va mal?
--En verdad hay algo que siempre he querido preguntarte. Algo que todos se han preguntado, de hecho. Sólo tengo miedo de que te asustes y te alejes si te pregunto.
Me quedo sentada en a lado.
--Puedes preguntarme. Prometo que no me alejaré. Aunque a lo mejor no puedo darte la respuesta que quieres, tampoco.
Mira mi rostro y frunce los labios. Debatiéndose entre preguntármelo o no.
Se sienta en la cama y quedamos frente a frente.
--¿Te tocaron?
Ladeo la cabeza.
--Claro que sí. Es lo que tortura significa.
Sacude la cabeza.
--No. No me refería a eso. Quiero decir… sexualmente.
--Oh.
Espera mi respuesta. Descruzo las piernas porque están empezando a entumirse.
--No. No lo hicieronDigoSupongo que no era lo suficientemente bonita.
Mi intento de broma no hace efecto.
Dan deja caer sus hombros y exhala, como si hubiera estado sosteniendo su respiración.
--DiosDiceEsto nos ha estado matando durante el mes que llevas aquí. Tienes que decirle a tus padres, Liv. Se están volviendo locos, pero no quieren asustarte. Tienes que contarles.
No había pensado en esta posibilidad antes.
Asiento.
--Yo… les diré.
Dan pasa las manos por su cara y luego me mira.
--¿Quieres ir al cine o algo?
--Lo siento. Pero quedé de ir con Aisslin hace un rato. Van a tener una comida familiar y me invitó.
Levanta una ceja.
--Tess no estará.
--Eso ahora tiene más sentido.
Se levanta y camina hacia la puerta.
--¿Vienes?
Levanto el celular.
--Voy a llamar a Lauren. Bajo en unos minutos.
Asiente y se va. Marco a Lauren, escuchando los timbrazos cuando él se vuelve y dice, recargándose en  el marco de la puerta:
--Y me alegro por ti. Porque ya no estás sola. Por cierto, nos queda una fiesta más.
--Oh, vas a odiar la abstinencia.



                                                             




Bajo las escaleras y Dan ya se ha ido. Marcus tuvo una emergencia en el trabajo y tuvo que irse por unas horas, y no sé dónde están las chicas.
Mis hermanas.
Sabe tan extraño en mi boca aún.
 Maggie está ahí, con un delantal de cuadros rojos sobre su lindo vestido veraniego verde, haciendo pastelitos.
Siempre hornea algo. Hoy, son bollitos con chispas de chocolate y arándanos.
--¿Quieres ayuda?
Con el tiempo he dejado de ser tan formal, pero aun así es raro.
Muy bien, el ochenta por ciento de las cosas aún sigue siendo de lo más raro.
Ella alza la cabeza y sonríe, dejando de batir lo que sea que esté batiendo. Supongo que es la masa. La ayuda ha sido en parte por educación, pero por otra parte también ha sido porque estoy realmente intentando.
--Oh, claro, cariño. ¿Has cocinado antes?Me sonríe.
Voy a lavarme las manos en el fregadero y niego.
No sé la primera cosa de hornear.
--No, la verdad. No postres, pero soy bastante buena con comidas en general.
--¿Te enseñó Lauren?
Me río.
--No creo que Lauren pueda hervir agua correctamente. Es un desastre, pero tengo que decir que intentó muy duro.
--¿Qué tan difícil puede ser cocinar?
--No me refiero exactamente cocinar. Me refiero a que intentó ser el adulto cuando yo llegué. Intentó muy duro ser lo suficientemente buena y responsable para mí.
Sus cejas se arrugan con preocupación.
--¿No lo era?
--Oh, no. Lauren fue el perfecto adulto para mí. Me mandaba a dormir temprano y no me dejaba usar mucho maquillaje, o nada, de hecho. Se aseguraba de que hiciera mis tareas e iba a todas las reuniones escolares. Besaba mi cabeza cada noche antes de irme a dormir y se aseguraba de que no me quedase dormida hasta tarde. Pero era un desastre para cocinar y siempre olvidaba sacar la ropa de la lavadoraSuspiraDios, me pregunto cómo lo estará haciendo sin mí.
 Cuando lo miro, noto un destello de nostalgia y tristeza. Tal vez porque acabo de mencionar todas las cosas que no pudo hacer.
Estúpida. Estúpida.
Pero aquí está la cosa: Puedo repararlo.
No puedo reparar mi pasado. No puedo quitar el hecho de que he sido amenazada, asustada y dañada. No puedo recuperar las cosas que me perdí cuando estuve perdida en algún lugar allá afuera. No puedo repararlo para mí. Pero sí puedo hacerlo para ella. Y quiero hacerlo, porque puedo. Porque desearía que si alguien tuviera la oportunidad de cambiarlo para mí, que lo hiciera. Porque puede.
  Puedo hacer que sea menos doloroso.
Así que le ofrezco una sonrisa. Las comisuras de sus labios se levantan lentamente y hay un fuego en sus ojos que había notado antes, pero ahora es intenso y alumbra fuerte.
Amor.
Como el que veo en los ojos de Lauren cuando me mira.
Es tan brillante y tan ardiente que me golpea y me pone toda cálida en mi interior, pero de igual forma me congela en mi lugar, retándome a moverme.
 Nunca he tenido a tantas personas amándome, y eso es abrumador. No sé qué hacer con ello. Me hace querer llorar y reír histéricamente al mismo tiempo.
Ella sigue mirándome, y antes de que yo pueda realmente pensar en ello, doy tres pasos rápidos y me dejo caer contra su cuerpo, recargando mi cabeza sobre su pecho. Da un salto primero. Luego se queda congelada. Finalmente, envuelve sus brazos sobre mí y realmente empieza a reír y a llorar al mismo tiempo.
Río y lloro con ella.
Aprieta fuerte y no me deja ir.
Entonces escuchamos un ruido. Volteamos a la puerta y Marcus está mirando con la boca entreabierta. Ha dejado caer el maletín.
Maggie estira el brazo y en unos pasos está ahí, abrazándonos. Al cabo de unos momentos siento que mi piel empieza a picar y mi corazón se acelera, pero al demonio. Este es mi momento.
Después.
Sí, después.
--Ay. ¿Y qué hay de nosotras?
Volteamos para ver a Nina con lágrimas en los ojos y a Ally balanceándose de un lado a otro con una sonrisa perezosa.
Terminamos en un abrazo familiar y mi piel quema y pica más que nunca.
Hoy mis miedos e inseguridades pueden irse al infierno y mandarme una postal por lo que a mi respecta, esos pequeños bastardos que han arruinado mi vida.
Pienso en cómo me escondía. Antes de los Carrington. Pensaba que era una vida tranquila y a salvo, pero ahora me doy cuenta de que simplemente me estaba ocultando del mundo exterior. Ocultándome en una perfecta cajita de cristal.
  No estoy segura de querer volver, aunque estoy tan asustada.
 Siento que la ira va llenando mis venas lentamente, porque, ¿ sabes qué?
A la mierda.
He pasado por secuestro y tortura, y he sobrevivido; Tengo una vida relativamente normal con una cabeza relativamente tranquila. Pasé por el infierno descalza de ida y vuelta, y me quemé y sufrí, y aún sigo aquí.
Soy una luchadora.
Soy fuerte y al demonio. Estoy hecha de luz y no voy a dejar que me apague con su oscuridad. Soy fuego; Ardiendo y quemando, completamente furiosa y salvaje. Llena de esperanza. Soy malditamente Katniss Everdeen.
 ¿Mis miedos e inseguridades? Les estoy mentalmente parando el dedo. Ya he tenido suficiente dejando que tomen parte de mi vida. Esto es todo.
  Se acabó.
Se pueden ir al carajo y que nunca vuelvan.



-Sthep Stronger.