domingo, 16 de marzo de 2014

Red Thread. Chapter VIII



-Oh diablos.-masculló Ian.
¿Por qué diablos Ian siempre tenía que estar en mis peores momentos "salvándome"?
Ahora se cumplían las dos veces en las que Ian me encontraba en el piso como una maldita serpiente.
Estando con él, posiblemente me volvía torpe, o era algo de lo que nunca me había dado cuenta.
-Me voy a morir.-gemí de dolor.
Ian me levantó con mucho cuidado y me apoyó en un tronco de árbol.
Se quitó su chaleco negro, y después su camisa azul a cuadros, quedándose solo en su camiseta blanca con cuello en "v". La camisa azul la hizo bola y con ella me limpió la cara suavemente y las rodillas, mientras yo hacia muecas de dolor y gemía bajito.
-¿Crees que puedas caminar?- me preguntó suavemente cuando terminó de limpiarme.
Anudó su camisa en mi cintura.
Asentí y traté de caminar, pero grité de dolor. Para mi sorpresa mi tobillo dolía asquerosamente, ésto era una agonía.
Ian rápidamente vino hacia mí y me cargó como cuándo el novio carga a la novia en la noche de bodas. Pasé un brazo por su cuello y con la otra mano me limpié las lágrimas traicioneras.
-¿Por qué me tienes que salvar siempre?- pregunté escondiendo mi cabeza en su cuello.
Ian siguió caminando, sin responder.
Suspiré, sin ánimos de pelear.
Al llegar a su Jeep, el me paró con mucho cuidado enseguida de su carro, después abrió la puerta del pasajero y volvió por mi para cargarme de nuevo como bebé.
Me sentó con mucho cuidado, como si yo fuera un trozo de vidrio muy fino o un delicado pétalo de rosa que en cualquier momento se pudiera romper.
-Sube tu pierna arriba, si la dejas abajo quizá se inflame y puede ser peor.- ordenó.
No se subió al carro hasta que vio que subí la pierna.
Maldito mandón.

Cuando ya íbamos entrando al pueblo yo comencé a odiar éste silencio incómodo que nos había acompañado en todo el camino.
-Dí algo.-murmuré.
-Algo.- dijo.
-No seas idiota, enserio, ésto es frustrante y comienzo a odiarte.
Ian se rió fríamente.
-Sienna, ¿qué quieres que te diga?
-No tengo ni la más mínima idea, pero dí algo.
Un piquete de dolor en mi tobillo hizo que chillara de dolor.
-Bueno, pues quiero que sepas que me siento como la mierda al verte así, lastimada y con tu cara de sufrimiento, y es mi culpa.
Ahora fui yo la que reí.
-A ver, conmigo no te hagas el jodido mártir que no funciona.
-¿Pero qué diablos, Sienna? Estoy diciendo lo que pienso y luego tu me atacas siempre te encuentras a la defenisva, entonces, ¿qué diablos debo hacer para que no me estés atacando con tus estúpidas palabras hirientes?  Porque, aunque tu lo digas como algo natural, lo que dices lastima, tienes que madurar, joder.
Mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas, no de tristeza, sino de rabia. Tenía ésa estúpida manía de llorar de coraje.
Y aquí comenzaron los gritos
-No tienes ni una jodida idea de quien diablos soy, no puedes saber si soy madura o no. Así que mejor vete a la...- grité histérica, pero Ian me interrumpió.
-¡Expresándote con puras blasfemias no llegas a nada! ¿Sabes que pensamos los hombres de las mujeres mal habladas?-me miró, pero antes de que pudiera contestarle con una palabrota pero el siguió.- Que es una mujer insegura y necesita llamar la atención de cualquier manera, aparte de ser mal educada e inmadura.
Miré por la ventana y fue ahí en dónde me di cuenta que estábamos afuera de mi casa y el carro se había detenido.
Abrí la puerta y como pude me bajé, procurando no hacer ni una mueca o sonido de dolor. Quería tener ésa salida dramática después de una pelea que todas soñamos.
-Eres un imbécil de mierda.- susurré.
Cerré la puerta con toda mi fuerza y cojeé hasta la banqueta.
Ian ya estaba ahí, tratando de ayudarme, pero yo no lo dejaba. Siempre que acercaba una mano hacia mi yo le pegaba y lo miraba con odio.
-No seas inmadura, Sienna, te vas a caer.-gruñó.
Traté de controlarme, juro que traté, pero no pude, en vez de éso me volví y le propiné una sonora bofetada.
-Si me caigo o no, no es tu jo-di-do problema, si soy inmadura, no es tu jo-di-do problema, así que vete a la m-i-e-r-d-a.- dije mientras deletreaba lentamente las groserías. A lo último, ya para terminar, hice un ademán con las manos y di media vuelta.
Cojeando y con todo el dolor del mundo, llegué a la puerta y entré a la casa triunfalmente, entre comillas, ya que mi rostro estaba surcado en lágrimas.
Nunca, jamás había peleado así con alguien, ni con Brian que en su momento amenacé de muerte.
-¿Pero qué diablos?-gritó Luca al verme.-¡Pareces un jodido zombie!
Mamá y papá posiblemente se alarmaron por el grito de Luca, por lo que inmediatamente estuvieron con nosotros.
Mamá se llevó una mano a la boca y papá se acercó a mi para intentar cargarme y llevarme a la sala, pero no me pudo, por lo que Luca tuvo que hacer todo el trabajo.
Ya acostada en el sillón y con bolsas de hielo en el tobillo, mejilla y quijada, pude sentirme mejor.
-¿Te hizo algo ése idiota?-preguntó Luca, alarma.
Negué con la cabeza.
-Yo fui la idiota, corrí por un sendero en la oscuridad y algo se me atravesó y yo resbalé.
-¿Y dónde está el muchacho?-preguntó papá con el ceño fruncido.
-Me pelee con él, antes y después de mi caída.- bajé mi cabeza para mirar mis manos, llenas de raspones.-Lo llamé imbécil de mierda, sapo y le di una bofetada.
-¿Y porqué te peleaste con él?-preguntó mamá maternalmente.
-Cosas de muchachas.-murmuré.
Mamá miró a papá y a Luca y ellos entendieron. Se levantaron del sillón y huyeron.
¿Por qué los hombres huyen cuando se trata de alguna cosa de mujeres?
-Ahora sí, ¿qué pasó?
Suspiré y me dispuse a contarle la parte de la "velada", omitiendo la caída.
-Mira hija, los hombres son tan impredecibles e inseguros, que tienes que dejarlo tomar la iniciativa a él. Tal vez si era una cita, cielo, pero al preguntarle si era una cita, lo dejaste desarmado y el simplemente dijo que no. Relájate, ustedes dos saben bien que si fue una cita, así que no te pongas mal.-me dio una sonrisa maternal.- ¿Ahora me podrías contar el resto de la historia sin omitir detalles, por favor? No me has contado como te caíste.
-Ya te dije, en el momento que le dije "sapo", casi corrí para alejarme de él, como estaba todo muy oscuro algo se atravesó en mi camino y me caí dramáticamente. Luego Ian llegó hacia mí y me "salvó", puedo decir que se portó muy dulce y caballeroso en todo momento.
Mamá me dio una mirada muy rara y luego sonrió un poco mas pícara.
-Es un buen chico.
Negué con la cabeza y crucé los brazos.
-No deja de ser un idiota.-me miró esperando el porqué, como sabía que no me podía librar de ella, suspiré, dándome por vencida.-Comenzó a decirme que era una inmadura sin motivo aparente.
-Debe de haber un motivo, Sienna la gente no dice las cosas sin no tener un motivo aparente. Ahora dime.- dijo mientras enlazaba sus dedos y me miraba expectante, como si esperara que ocurriera algo emocionante.- ¿ése chico te gusta?
Miré las escaleras, después miré a mamá y luego a mi tobillo.  No había escapatoria.
-Tal vez me gustaba antes, ahora lo detesto.
Mamá se rió suavemente.
-Del odio al amor solo hay un paso, princesa.- dijo mientras se paraba del sillón con una destreza impresionante y caminaba hacia su estudio.
-Claro que no.-refunfuñé.
Miré la espalda de mamá, mientras ella caminaba.
-Solo uno, recuérdalo.- dijo antes de encerrarse en su mágico mundo de la pintura.

-LizzieG 

1 comentario:

  1. Pero mi pobre niño es muy bueno T.T
    Sienna no seas tonta que entro en el libro y te lo robo xdd

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