jueves, 31 de mayo de 2012
Sorteo Internacional ¡Buenos Dias Princesa!
Me acabo de enterar que en Noche de Palabras hay un Sorteo de ¡Buenos Días Princesa! firmado de Blue Jeans.
Aún no me leo su trilogía Canciones para Paula, pero... Me llama.
Es internacional, así que todos pueden participar!
Solo denle click aquí:
http://www.nochedepalabras.com/2012/05/sorteo-de-buenos-dias-princesa-firmado.html
Ps: Sí, todavía no aprendo a utilizar las imagenes con enlace.
¡Suerte!
-Sthep Stronger.
miércoles, 30 de mayo de 2012
¡Sorteo Expres En Chaos Angels INTERNACIONAL!
¡Ya! ¡Como oíste! Internacional!
¡Y no adivinarás lo que sorteaaaaaaa...!
¿Fan de Ghost Girl?
¿Y qué tal de Los Juegos Del Hambre? (Quiero ese pinnnn!!!)
¿Que te parece uno de estos libros?
¡Entra en http://chaosangeles.blogspot.mx/2012/05/sorteo-express.html para participar!
Y que la suerte esté siempre, siempre de tu lado...!
--Sthep Stronger.
¡Y no adivinarás lo que sorteaaaaaaa...!
¿Fan de Ghost Girl?
¿Y qué tal de Los Juegos Del Hambre? (Quiero ese pinnnn!!!)
¿Que te parece uno de estos libros?
¡Entra en http://chaosangeles.blogspot.mx/2012/05/sorteo-express.html para participar!
Y que la suerte esté siempre, siempre de tu lado...!
--Sthep Stronger.
martes, 29 de mayo de 2012
Mine, capítulo 23.
Mine, capítulo 23. "Grietas".
Cuando estamos frente a una cafetería, Lucas está dormido en el asiento copiloto. ¿A quién quiero engañar? Fue muy difícil hacerlo caminar hasta el auto, ¿Cómo es que voy a hacer que se siente a tragarse algo y se ponga a platicar conmigo?
Aún así me levanto y pongo el seguro al carro (Por si acaso) y me voy a comprar dos cafés. Cuando regreso cierro la puerta y Lucas se despierta.
Me mira con ojos somñolientos.
Ruedo los ojos.
El sacude la abeza.
Respiro.
El ríe.
Lo miro y ladeo la cabeza.
Él sacude la cabeza.
Sé que hay algo que definitivamente no me está contando.
Pero no presiono.
El vuelve a reír.
El toma otra siesta mientras yo voy a comprar algo (Y no me dejó irme hasta que tomara el dinero para comprarlo de su billetera). Me pregunto que le gustará mientras ando por los pasillos. Me dijo que comprara comida rápida porque se muere de hambre y no quiere esperar.
Tomo dos sándwiches de pollo que hay en la sección de comida rápida del supermercado, pero deduzco que no se llenará con eso, así que voy y tomo un paquete de donas gigantes. Con eso bastará.
Que hambre.
Lo vuelvo a despertar cuando vamos pero ahora no dejo que se duerma para que me diga la dirección. El toma una dona en el camino.
Después de unos minutos de camino, cuando ya estamos frente a su casa yo lo miro y le digo:
La casa es un poco más grande, pero tiene un color hermoso, de dos pisos y el patio es enorme. La barda va metros y metros de distancia. Sí, es muy probable que tenga una piscina.
Me pregunto si es de uno de esos tipos que no ve a sus padres y se siente abandonado.
Pero en verdad no quiero comenzar a tocar fibras sensibles.
El se queda paralizado por unos segundos y me mira.
El sacude la cabeza.
Sacude la cabeza mientras saca las llaves del bolsillo trasero.
Avanzamos en silencio hasta la cocina. Por supuesto que el interior de la casa es más hermoso que el exterior.
Le doy el sándwich y nos sentámos frente a frente.
La pregunta me toma por sorpresa. Parpadeo.
Él no pierde el tiempo.
Agita la cabeza.
Sonríe.
Y entonces soltamos preguntas al mimso tiempo:
El se queda paralizado con mi pregunta.
Yo me quedo paralizada con su pregunta.
Incluso viendo su cara de sorpresa sé que está pensando lo mismo que yo: "¿Y que hago ahora?".
"¿Porqué estás tan asustada?".
La pregunta sigue flotando en el aire. Las dos preguntas sigen flotando alrededor.
"¿Què hago?"
Pero el reaccionaa antes que yo.
Asiento, aunque prefiero meterme un balazo en la cabeza antes de soltar todos mis problemas y ponerme a llorar como una de esas tipas de la telenovela que siempre odié.
Aún así, sigo asintiendo.
Ya tengo la pregunta formulada en mi cabeza, se la acabo de decir, pero tardo un rato en tener el valor de decirsela. No sé qué me va a decir.
El me mira unos segundos y luego fija la vista en el sándwich.
Por su cara, por su tono, por todo lo que expresa sé que no es el momento de hacer una broma o un comentario sarcástico.
El me mira y sonríe un poco.
Asiento.
Suspiro.
Es justamente el momento en el cual siempre suelto algo sarcástico o grosero para salir corriendo de la situación y ocultarme de todas las cosas que pueden quebrarme.
No puedo permitirme que nadie me quiebre.
Que desgarre todo lo que he hecho por mi durante todo este tiempo. ¿Es que no sabe cuanto trabajo me ha costado ser todo lo que hoy soy?
Me doy cuenta de que estoy a punto de perder el control. Que estoy a punto de pararme y huir, como siempre lo he hecho.
Sé que simplemente si me rompen de nuevo, no seré capaz de levantarme del suelo.
Y no puedo permitirme eso, así que simplemente miro mis manos, como si fueran la cosa más importante del universo entero.
Pero el intrepreta mi silencio como un "sí".
No es como si qusiera ser una psicologo como Sara, si no más bien como si fuera mi amigo.
Levanto la vista, y me encuentro con sus ojos que me examinan.
Suspira y ahora es él quién aparta la vista.
El agita la cabeza.
Algo en esas palabras hacen las grietas que destrozan mi alma. Me golpea. Me deja ciega por unos instantes. Me dejan sin respiración.
¿Pero porqué demonios me duele?
Algo en su cara se contrae.
Espero que le duela tanto como a mi me dolió.
Él mira su sándwish intácto y parte un pedazo.
Tomo mi café y le doy un sorbo.
Me mira y siento como si me estuviera taldrándo. Como si estuviera viendo dentro de mi alma, así que tengo que apartar la mirada.
Ambos sabemos que estoy mintiendo.
--Déjame intentar
Me quedo ahí sentada, mirándolo con curiosidad.
Nos quedamos en silencio cerca de un minuto.
Un minuto en el que me doy cuenta de que quiero decirle todo.
De que quiero ceder.
Pero sé que si lo hago, me soltaré llorando. Y nunca me lo voy a perdonar.
Pero cuando alzo la cabeza para decirle que me largo, veo su rostro. Sus ojos grises están fijos en mí. Pero me mira diferente. No de la manera en que me mira cualquier persona: Hay preocupación en sus ojos. Pero hay algo más.
Una chispa.
No puedo describirlo.
No puedo romper, pero puedo ceder.
Quiero ceder.
Parece sorprendido de que yo hablara.
Ciertamente yo también lo estoy.
Tarda medio minuto para formular la pregunta.
Levanto una ceja y saco una carcajada forzada.
Entrecierra los ojos.
No me he fortalecido todo este tiempo para nada.
Sus ojos me están perforando.
Debería levantarme e irme.
No, no quiero llorar en el hombro de nadie.
Pasa lo mismo de nuevo: Me preparo para largarme, pero el desliza su mano sobre la mía.
Y se empiezan a formar muchas grietas de mi caparazón. Muchas grietas en mi escudo. No es sólo eso: Me derrito. El contacto parece algo muy íntimo.
¿Cuales son las posibilidades de que no piense que soy muy débil si me pongo a llorar?
Una palabra. Una palabr
Parpadeo.
Parece confuso.
Por supuesto que no.
Entonces me da un ataque de honestidad.
Asiente.
Sigo yo.
Me mira fijamente y aparta su mano.
Ahora sí me ofendió.
Levanta un dedo.
Funce el ceño.
Bufo.
Sacude la cabeza. Después se da cuenta de que es una mala idea, por su resaca, y toma su café.
Sonríe, pero es su turno.
Sacudo la cabeza y me preparo para hablar con la verdad.
Y recuerdo a esa niña del parque. "¡Papá!"
"Yo me siento reemplazada"
"Yo perderé el control".
"Me quebraré"
"No saldré de esto".
No logro comprender porqué dice esas cosas.
Entonces me doy cuenta de que estoy temblando de pies a cabeza.
Cierro los ojos.
No puedo creer que estoy a punto de decirlo de nuevo.
¿Porqué me lo pone tan complicado?
Abro los ojos de golpe. Sus ojos grises siguen clavados en los míos.
"¿Qué ha dicho?" "¿Qué ha dicho?".
Asiento.
Sonrío automáticamente.
Sonríe.
"¿Importo?"
No puedo dejar de pensarlo.
"¿Importo?".
¿Le importo?
Ya. Lo he dicho.Ha pasado.Lo he dejado ir.
Es entonces cuando sucede: Pierdo el control.
Me muevo para todas partes, las lágrimas azotan contra mi rostro. Mi mente no puede trabajar bien. Estoy loca. He perdido el control.
Y en frente de él.
¿De ahora en adelante cómo lo miraré a la cara sabiendo que me ha visto así? ¿Que ha visto mi cólera? ¿Que ha visto cómo se forman las grietas en mi escudo?
Pensé que él suspiraría: A nadie le gusta el drama. Pero no hace eso. Él me sostiene las muñecas y luego me jala hacia él para envolverme en sus brazos.
Lloro porque la parte de la que he tratado de huir ha salido.
Lloro porque las grietas han terminado desgarrádome.
Lloro porque sé que no me lo voy a perdonar nunca.
Pero no es sólo eso.
Lloro porque no puedo imaginarme estándo fuera de estos brazos.
-Sthep Stronger.
lunes, 28 de mayo de 2012
¡Sorteo Internacinal!
Ah... Ok. Nueva entrada; ¡Sorteo Internacional... (¿Vieron que lo subrayé? eh? eh?) en Shoujo's House!
Hay varios libro a escoger, no es sólo Juramento (Que no se me antoja leer...) hay libros a escoger. También hay unas mangas... (Que no sé qué son, creo que marcapaginas, no estoy segura)
Entonces, ve las bases aquí.
http://shojohouse.blogspot.com.es/2012/05/concurso-2do-aniversario-de-shoujos.html
Ya saben, no sé poner ese maldito enlace en la imagen.
Así que supongo que es todo...
¡Y que la suerte esté siempre...! :)
--Sthep Stronger.
Hay varios libro a escoger, no es sólo Juramento (Que no se me antoja leer...) hay libros a escoger. También hay unas mangas... (Que no sé qué son, creo que marcapaginas, no estoy segura)
Entonces, ve las bases aquí.
http://shojohouse.blogspot.com.es/2012/05/concurso-2do-aniversario-de-shoujos.html
Ya saben, no sé poner ese maldito enlace en la imagen.
Así que supongo que es todo...
¡Y que la suerte esté siempre...! :)
--Sthep Stronger.
domingo, 27 de mayo de 2012
¡Sorteo El Bosque De Los Corazones Dormidos!
De acuerdo. Parece que sólo subo Sorteos en vez de lo que se supone que tengo que subir, pero es importante.
¡SORTEO INTERNCIONAL EL BOSQUE DE LOS CORAZONES DORMIDOS
EN ADICCIÓN LITERARIA!
Ahí están: Las palabras mágicas; Internacional. Hasta el 1 de julio.
Tú entra.
Y dale click aquí : http://adiccion-literaria.blogspot.mx/2012/05/concurso-el-bosque-de-los-corazones.html
PS: Algún día sabré cómo poner bien el banner.
viernes, 25 de mayo de 2012
¡Sorteo en The Itzel Library!
De acuerdo, de acuerdo, vamos de sorteos, ya lo sé. :) ...Y es fabuloso.
Ok. En The Itzel Library están haciendo un Sorteo, bueno, más especificamente, dos. Uno para México, otro es Interncional. Termina el 25 de Junio.
Así que... ¡A participar!
Y esta es la parte donde dejo en enlace directo con una bonita foto, que no lleva enlace, para que puedas darle Click y participar.
Y no lleva enlace, así que:
http://the-itzel-library.blogspot.mx/2012/05/sorteo-no-me-olvide-de-ti.html
¡Besos!
PS: ¿Alguien me dice como poner el mugre banner?
--Sthep Stronger.
¡Concurso Internacional!
Me entero que en LeerSinLimites (http://quieroleersinlimites.blogspot.com.es/2012/05/concurso-500-seguidores.html) hay un concurso con la palabra mágica. In-ter-na-cio-nal.
Que bonita es la vida...!
De acuerdo, es internacional y el premio es un libro a elección que no sobre pase los 15 Euros. Y no, no sé cuanto es eso. :/
http://4.bp.blogspot.com/-WA-HQed96-U/T6UUCY1-X6I/AAAAAAAADAI/NAtq9f9wFTY/s512/sorteo500.jpg
No estoy muy segura si, si le das Click, va a aparecerte en enlace... ¡Así que dale arriba, lo que puse entre paréntesis)
Besos!
Y que la suerte esté siempre, siempre de tu lado!
PS: Si alguien quiere enseñarme como hago eso de la imagen que da a la página, o el banner, que no sé que tiene de diferencia... ¡Bienvenido!
Ps2: Porfavoooor!
-Sthep Stronger.
martes, 22 de mayo de 2012
Mine, capítulo 22.
Mine, capítulo 22. "Resaca y mensajes".
Abro los ojos cuando mi celular cae con un sonido sordo al suelo, pero no lo levanto enseguida porque estoy aún dormida; Me pesan los ojos y siento como si me acabara de pasar un camión encima porque la ventana frente a mí muestra los primeros rayos de luz directo a mi cara.
¿Qué horas son? ¿Las cinco de la mañana? ¿Las seis? ¿Cuatro?
Bajo los pies de la silla mecedora gigante de la habitación de Ridley para descubrir que nunca más quiero dormir en una de nuevo.
Bostezo y me agacho por el celular. Mamá me llamó cerca de las doce para preguntarme dónde estaba. Dije la verdad, un poco retorcida, pero la verdad: Una amiga se había enborrachado y me me marcó para que fuera por ella ya que no podía conducir por sí misma. Sus padres estaban fuera de la cuidad así que me quedé con ella para cuidarla hasta que se mejore un poco. Le dije que se veía tan miserablemente mal que me rehusé a no ayudarla.
Lo que no está muy lejos de la realidad de Lucas.
Mamá dudó mi historia al principio, pero al final me dejó quedarme. Me dijo que me marcaría al día siguiente y me deseó suerte. Terminó con un "Te quiero".Espero que la llamada no despierte a Lucas.
Miro a Lucas.
Está hechado sobre la cama, dormido con una cobija gris que yo puse sobre él. Está tan dormido que tal vez no de despertará ni aunque le pase un tren encima. Me levanto y me estremezco cuando piso el suelo helado. Jalo de las mangas de mi saco gris y miro a traves de la ventana. Están empañadas y los rayos del sol no ayudan al frío infernal.
Lo miro de nuevoy las palabras de Ridley rondan por mi cabeza . Una pregunta ronda por mi mente: ¿Qué tenía que olvidar?
Me ruborizo cuando me doy cuenta de que no va a recordar nada de las cosas que dijo hace unas horas, y creo que eso me gusta.
Parpadeo un par de veces antes de ver la hora en mi celular. 6: 50.
¿No habrá forma de que me vuelva a dormir? Pienso en que no quiero de ninguna manera dormir en la mesedora. Miro el espacio vacío junto a Lucas. Suspiro y me acomodo en la orilla, con la espalda pegada a la pared, y me quedo dormida antes de que pueda inlcuso cerrar mis ojos. La segunda vez que me despierto el sol está dando en la habitación a lo baboso. Te lo juro, cosa que me hace buscar mi celular entre el piso porque no tengo ni una remota idea de donde la dejé y cuando la encuentro se me cae el alma a los pies cuando veo que son las 10:50. Ridley me dijo que desocupara antes del mediodía... Llego de nuevo hacia la cama con Lucas y me siento en el borde. Tiene la respiración regular.
Lo miro detenidamente. Tiene el pelo despeinado y se ve bien sin que su cara tenga ese aire de sabiondo.
Rio para mí misma. Lo vuelvo a sacudir, con más fuerza.
Sonrío.
Cierra los ojos de nuevo.
Me quedo paralizada porque no hay ni una pizca de sarcásmo en su voz.
Nada.
Sacudo la cabeza.
No se mueve por unos momentos, pero me mira fijamente.
Levanto una ceja.
El se sienta en la cama de un salto y examina la habitación, y luego a mí.
Así que pensó que estaba soñando... ¿Conmigo?... No, por supuesto que no. ¿O sí?
Ruedo los ojos, de cualquier manera.
El ladea la cabeza y se pasa las manos por su cara.
Sacude la cabeza de nuevo.
Me levanto y me siento en la mesedora para ponerme mis calcetines. El me mira ahí sentado.
Me detengo.
Traga saliva.
Sacudo la cabeza mientras me pongo el otro calcetín rosa.
El se queda ahí sentado mientras yo deslizo mi pie dentro de mi bota y el mira directamente al frente, hacia la ventana. Me sorprende que no me haya contestado con esas sonrisas radiantes y las miradas cómplices que me dirige cuando saco cosas así.
Lo miro. Incluso con su tono de voz sorprendido, me vuelvo a congelar, como si lo hubiera dicho de verdad.
Su cara se llena de verguenza y se restriega las manos por la cara.
Decido ayudarlo, ya que al final no significa nada. Y decido ayudarlo haciendo lo que mejor sé hacer:
El levanta la cabeza y lo descubro con una sonrisa radiante.
Se toma la cabeza con una mano y comienza a reír.
Así me gusta más.
No sé si lo dice en sentido malo o bueno. Pero me alegro de verdad de verlo sonreír.
Sonríe.
Asiento.
El asiente con la misma sonrisa radiante.
Entrecerré los ojos.
El sacude la cabeza.
Cruzo las piernas y me cruzo de brazos también.
El pasa la mano por su cabello.
Levanto una ceja, esperándo una respuesta
.
El gime y da unos cuantos pasos para tomar sus zapatos. Corre y abre la ventana para vomitar afuera. Avanzo y le toco la espalda.
No me responde, por supuesto: Sigue con la cabeza fuera de la ventana.
Cuando la saca y se apoya en el marco de la ventana, yo le digo:
Suspira fuerte.
Asiento.
Sarcásmo.
El sacude la cabeza mientras cierra la ventana.
Ruedo los ojos.
Me mira a los ojos.
El asiente.
El agita la cabeza mientras desaparece por la puerta.
Sonrío.
Y cierra la puerta del baño.
Me llega un mensaje a mi celular. Un mensaje que no es de la persona que me gustaría.
"Me gustaría que maduraras y me respondieras un mensaje, o aceptaras mis llamadas teléfonicas".
Casi puedo sentir la furia, no importa cuántos kilómetros estemos de distancia. Puedo imaginar su rostro. Y me hace temblar.
Así de miedo le tengo.
Así de maldito es.
Cómo lo odio.
Repaso las líneas, sin leerlas, como las cartas.
Respiro. Aspiro. Miro fijamente el celular. ¿Qué posibilidades hay de aventarlo por la ventana y que me den uno nuevo? Tal vez pueda inventar que pasó un extraterrestre y... no sé... que le gustó, así que se lo di a cambio de mantener mi cerebro intacto. O algo un poco más creíble, como que se me calló un baboso en carro lo atropelló, o algo así.
Me gusta más la del ovni.
Me quedo pensando en todas las maneras posibles de que yo pueda deshacerme de él que no me doy cuenta de que Lucas está en la puerta, mirándome.
Me encojo de hombros.
Levanta una ceja.
Ruedo los ojos y guardo mi celular.
Sacudo la cabeza.
Respiro profundo y él pasa un brazo por mis hombros, guiándome hacia la puerta.
--Sthep Stronger.
Pido disculpas por el tipo de la letra, muy chiquita. No sé qué ha pasado, y no he logrado cambiarla. :/
jueves, 17 de mayo de 2012
!Sorteo Ghostgirl Diario Mortal!
Hay una palabra que en verdad amo. Es la palabra "Mágica" en esta vida. Bueno, en verdad, son dos: La primera es "Concurso", y la segunda (Y más importante) es "Internacional".
¡Cha-rán!
¡Concurso Ghostgirl Diario Mortal Internacional en El Alma De Los Árboles
Creo que este está bien. Dale Click en la imagen y te aparecerá. Si no, (Como es muy probable) dale click aquí para acceder a la página del concurso:
http://elalmadelosarboles.blogspot.mx/
¡Besotes! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de su lado! ;)
-Sthep Stronger.
!Sorteo Los Juegos Del Hambre!
Me enteré hace poco de un sorteo que está haciendo (No, no es mío) Elvetta (Elvetta.blogspot.mx). El premio es la trílogía de Los Juegos Del Hambre, así que... ¿Qué esperas? Entra YA. Es Internacional (La palabra mágica)
Y, cómo soy un desastre en la tecnología (Aunque no tanto: No he quemado mi celular. Aún), ha click en lo siguiente para ver la página:
http://eveletta.blogspot.mx/2012/05/primer-sorteo-del-blog-hunger-games.html?showComment=1337288583533#c8662263910437166475
--Sthep Stronger.
martes, 15 de mayo de 2012
Mine, capítulo 21.
Mine, capítulo 21. "Calor".
Es viernes. Otro viernes. Viernes en el cual me siento en la sala, prendo la televición y no hago ninguna tarea. Tengo estrictos planes de no hacer nada, recetados por mí: Esta última semana ha estado agitada: Laura, Laura, Laura.
Y luego está Laura.
Pero realmente es por el bebé: Ella quiere ir a comprar cosas y ni siquiera tiene un mes.
Será un desastre de madre.
Debería sentirme culpable por pensar eso de mi prima... Debería. Pero no lo hago.
Pobre niño.
Entonces mamá entra en la sala cuando escucho el zumbido de un carro afuera de la casa.
Sacudo la cabeza.
Rueda los ojos.
Aunque en verdad yo lo había sospechado desde el principio: Debía de haber una razón lógica por la cuál el estuviera con ella.
O a lo mejor José no se pudo conseguir algo mejor.
Después de unos cuantos comentarios, mamá se marcha.
Reviso el reloj: 2 pm.
Una tarde para mí sóla. Sonrío y prendo la televición. Ni siquiera sé qué película es, ni siquiera me importa.
Un tintineo me despierta. No, no, espera, no es un tintineo ya, ahora es un tintineo acompañado con una guitarra eléctrica.
¿Pero qué demonios?
Entonces caigo en la cuenta de que es mi celular. Y de que estaba dormida. La televisión sigue prendida. En el reloj son las 8: 36.
Tomo el apartatito negro. Es Sara. Tal vez me pida una de esas babosadas de damas de honor, así que no le devuelvo la llamada.
Aviento el teléfono a mi lado del sillón y me acomodo para dormir de nuevo. Pero mientras la corriente del sueño me arrastra hacia abajo, una parte de mi mente piensa en las cartas.
Cartas, cartas, cartas.
Las cartas que no he siquiera abierto y la abierta que sigue en mi bolso. Sin leer, claro.
Abro los ojos.
¿Y si las quemo?
Los cierro de nuevo.
Probablemente ni siquiera salgan de esa caja de zapatos en un largo tiempo.
No quiero pensar en cartas. Es viernes. Es mi día de relajo. Nada de cartas.Me obligo a mi misma a dormir. Tienen que pasar cinco minutos para deducir que ahora de ninguna forma voy a dormirme.
Intento hacer otra cosa para sacarme de la mente las cartas, como ir a la cocina y hacerme un sándiwsh con mucho queso.
Mientras hago el sándwich me pienso qué siento hoy: ¿Depresión? No. No cómo la última vez. Sólo estoy algo perturbada.
De acuerdo, estoy muy perturbada.
¿Dónde está mamá?
Voy con el sándiwsh hasta la sala y reviso mi celular. Muerdo el sándwich.
Una llamada perdida: Sara...
Que rico queso.
... Y dos mensajes.
El primero:
"Estaré ayudando a Sara y Laura con algunas cosas de los locales de la boda.
¿Haces la cena? Te quiero"
Es de mamá.
El segundo mensaje:
"¿Cómo has estado? Te extraño. Necesitamos hablar. ¿Tienes tiempo?
Devuélveme del mensaje, por favor."
¿Llamar? No lo creo.
¿Nunca se rinde?
Sé que no estoy deprimida y al borde del colápso porque mi primer impulso no es llorar como cuando tenía unos doce años. Mi primer impulso es querer gritarle en el teléfono porqué demonios no es capas de dejarme en paz.
Pero en vez de hacer eso me voy por la carta en mi bolso y me siento en el sofá con mis rodillas contra mi pecho, con los pies sobre el sofá.
Veamos.
"Querida Lena:
Ha pasado un tiempo desde la última vez que hablámos...."
Y es suficiente para mì. Hasta ahí. Ya no puedo más: Estoy temblando a lo bestia. No por miedo, si no porque no puedo creer que me caiga tan mal; Quiero decir que es suficiente, no puedo leer eso porque no quiero ver más mentiras y porque probablemente escucharé su voz dentro de mi cabeza, y eso me hace enloquecer. Me hace enojar que no me deje en paz.
Es suficiente para mí por hoy.
Pero no es lo peor: Me siento perturbada y con mucha rabia. Mucha. También con miedo, pero eso ya es otro asunto; El miedo será parte de mi vida por siempre.
Cómo me cae mal.
Dejo el sándiwch de lado y camino de un lado a otro, y hago lo primero que se me ocurre para pensar en otra cosa: Voy corriendo la baño, abro la regadera, y me paro bajo de ella.
Debo de estar loca.
No, no. Debo de estar definitiva y completamente mal de la cabeza.
Después de unos minutos ahí dentro, salgo con la ropa empapada y empiezo a temblar muy a lo baboso de nuevo. Pero ya no hay rabia. Es lo que provoca el agua congelada.
El agua hace milagros.
Me pregunto qué pasará si me baño en agua bendita.
La sensación de tranquilidad es tan exquisita que me pongo a reír mientras me saco la blusa. Voy en ropa interior hacia mi habitación y saco la caja. Cuento: Veinte cartas. Quince abiertas. Tres leídas.
Un millón de frustración: ¿Cómo soy tan cobarde? No, no: No lo quiero saber.
Busco algo decente en mi armario y luego veo el reloj: 10: 15.
De acuerdo: Nuevos planes: Ver una película de comedia y luego hacer llamadas de bromas a números desconocidos. ¿Quién les manda no tener identificador de llamadas?
Pero mi celular suena. "Llamada desconocida".
Pero aún así contesto.
Pero qué estúpida soy. ¿Quién me manda a contestar a un número desconocido?
Esa voz...
Hay una pausa.
Reparo en que se oye un eco.
Ríe.
No me toma más darme cuenta que está borracho.
Niego.
Tardo diez minutos para que me de la dirección. Los primeros cuatro porque su celular cayó y se cortó la llamada, y el resto porque no paraba de balbucear y cambiar el tema.
Tomo mi abrigo mientras pienso en cómo lo voy a matar.
Al parecer Sara vino por mamà, porque el carro está estacionado afuera.
Gracias al Cielo.
Ah, sí: ¿ Y si lo ahogo?
El ruido de la música Rap podría dejarme sorda de por vida. Además es una canción horrible. Toco la puerta marrón de la casa y una chica me abre la puerta. Pelirroja, de mi edad, y unos grandes ojos castaños.
Ella abre los ojos.
De acuerdo. Ahora estoy confundida.
Ella me toma del brazo y me conduce por toda la habitación dónde hay tipos bailando, sí así se le puede llamar, y manoseando a sus parejas. Hay alcohol en cada rincón de la casa.
Pelirroja me conduce hacia la puerta trasera, cerca de la cocina.
Me pregunto lo que "Amable", puede implicar. ¿Unos cuantos besuqueos? ¿Una cita? No quiero saberlo.
Pelirroja abre la puerta y me señala al exterior.
Lucas está sentado en una silla plegable, con sus manos en su cabeza y los codos en las rodillas.
Pelirroja se cruza de brazos.
Él levanta la cabeza y me mira.
Suspiro.
Tan borracho como una cuba.
El señala detrás de él. Hay tal vez como veinte botes de cerveza vacío.
Estoy a punto de insultarlo, pero no es el momento, asì que lo tomo del brazo y lo ayudo a levantarse. Pelirroja me ayuda con el otro brazo.
¿Ridley? ¿La chica que anda detrás de Noel?
Lucas de pronto tiembla y se suelta de nosotras. Corre y vomita en el césped.
Suspiro fuerte. ¿Cómo ha tomado tanto?
Ridley me mira.
No replico. Ambas tomamos a Lucas de los brazos de nuevo y tardamos cerca de media hora para subirlo por las escaleras. El se tambalea y se aferra a sentarse en los escalones.
Él gatea penosamente unos cuantos escalones antes de levantarse de nuevo. Cuando llegamos al segundo piso, Ridley abre una puerta. Es la típica habitación de adolecente que no ha cambiado de mobiliario: Cómoda blanca, colcha de corazones, una mesedora de madera, cojines rosas y paredes color morado fuerte. Pero aún así ha intentado mejorarlo visiblemente: Las paredes tienen un tapiz arrancado, tal vez de princesas, y encima hay posters para tratar de disimularlos. Hay una tabla con fotos pinchadas y pinturas esparcidas por el tocador. Enseguida de la mesedora hay una caja con revistas.
Ridley me ayuda a tirar a la cama a Lucas. Se dirige hacia el armario de madera y saca una bolsa de lana.
Asiento, aunque no estoy entusiasmada por limpiar lo que él expulsa.
Ridley pone un mechón rojo detrás de su oreja.
Asiento y miro a Lucas con rabia. ¿Còmo fue tan estúpido como para tragarse todo eso?
Me encojo de hombros cuando pienso que no es razón suficiente como para no gritarle unas cuantas palabras.
Ridley hace una pausa cuando toma una prenda blanca.
Siento un cosquilleo en el estómago: ¿Fui yo?
Me encojo de hombros.
Ella se levanta y asiente. Pone una mano en el pomo de la puerta. Espera.
Y después se marcha.
Miro a Lucas. Esta mañana, cuando me desperté, no me hubiera imaginado ni de broma que haría de su niñera. Pero aquí estoy.
Me agacho y le quito los tenis mugrosos. El se despierta cuando yo me siento en la cama, al lado de él.
Le da hipo.
Se sienta en la cama. Hace una mueca. Me mira.
Ha habido muchas personas que me dicen que soy guapa: Mi familia, amigos de Facebook, y desconocidos de Twitter (Y también unos tipos en la calle, pero bueno). Y siempre me ha dado igual. Pero ahora una especie de calor crece en mi interior y se expande por mi brazos hasta las puntas de mis pies.
Parpadeo un par de veces. Que extraño.
Intento empujarlo para acostarlo, poniéndo mis manos en su pecho, pero él toma mi mano paralizándola ahí mismo. Me quedo paralizada.
Parpadeo.
Suspiro. El calor de nuevo.
Ruedo los ojos.
El se masajea la frente y luego me mira.
De acuerdo. Es suficiente para mí. Ya. Basta.
Me levanto y me siento en la mesedora mientras digo:
Va a ser una noche larga.
--Sthep Stronger.
martes, 8 de mayo de 2012
Mine, capítulo 20.
Mine, capítulo 20. "Algo que no cuadra".
Suspiro muy hondo.
Doblo las rodillas bajo la mesa y muevo el espagueti hacia un lado del plato.
En mi habitación, llorando, viendo cartas, sintiéndo pena por mi misma.
Cómo la odio.
Sara entra al comedor con los vasos de agua, con su pelo usual suelto y su ropa de profesional.
Y me lo reprocharía por el resto de la eternidad si puediera.
Estoy muy dispuesta a contestarle, y me levanto de la silla, pero Sara pone una mano en mi hombro y me empuja hasta volver a sentarme. Todo en cuestión de tres segundos.
Pero justo en ese momento llega Alan, seguido de José y sus hermanos. Sí, con Jessie con su adorable vestido morado por detrás. También vienen una señora de unos cuarenta años de cabello rubio, y un señor de la misma edad de cabello castaño. Sé que son sus padres porque Jessie le toma de la mano a el señor. Pienso en esa niña del parque. Esa niña de pelo oscuro y diminuta. La niña por la cuál me sentí despreciada.
Por alguna razón no puedo mirar más a Jessie.
Miro mi plato y mezclo el Puré de Papas con el espageti.
Las personas empiezan a saludar, pero yo no me paro para saludar a nadie, si no que permití que ellos vinieran hacia mí. Me pregunto porqué Kris nos invitó a comer. ¿Hay algún cumpleaños que olvidé?
A ver, estamos en en los últimos de septiembre... Sara cumple en julio, mi mamá en abril...
Recorro todos los cumpleaños en mi mente. No, nada.
¿Pero porqué estamos aquí?
Mamá cruza la puerta de entrada con las cosas que nececitaba para hacer la otra comida... ¿Dos platillos? ¿Porqué?
En verdad, ¿qué me perdí?
Lucas se aproxima a mi lado para saludarme con un beso en la mejilla. Me mira unos segundos después de alejarse de mi. Siento un cosquilleo en la mejilla en cuanto se aleja. Tengo ese impulso de tocarme en dónde me plantó el beso, pero no permitiré que me viera hacerlo, como si significara algo para mí, ¡Bah!
Unos diez segundos que me hacen sentir culpable por todas las cosas que dije.
Culpable por ser tan estúpida.
¿Cómo es que pude confiar en él? ¿Cómo es que exploté de ese modo?
Sonríe y después se sienta en la mesa, delante de mí, a un lado de mi madre. Sara se sienta a lado de mí y le tomo del brazo.
Ella me mira fijamente unos segundos y luego se traga de un jalón el vino de la copa de alguien más.
Algo va mal. Terriblemente mal.
Ella raramente bebe cerveza, nunca hay cerveza en cada desde la vez de la exploción de la cabeza de Luce. Entonces... ¿Vino? ¿En verdad?
Algo ha ido terriblemente mal.
Miro a mamá. Ella tiene una conversación con Lucas, sonríen.
Todos sonríen.
Soy la única que no tiene una conversación. Incluso Sara está hablando con Alan, medio ebria, pero está hablándo con él.
En algún momento Lucas me mira. No necesita palabras, sus ojos me lo dicen: ¿Qué sucede contigo?
Sus ojos son seguros. Cálidos. La calidez necesaria para hacerme hablar. Para sentirme a salvo.
No puedo.
Desvío la vista.
Hay un momento en el que creo que es suficiente de sentir lástima por mí misma, así que abro mi bocota.
Laura sonríe.
Hay algo que no cuadra.
Sara toma otra copa, pero Alan se la arrebata. Ella forcejea con él un rato.
Sara se recarga en su hombro.
Todos intercambian algunas risitas. Sara bufa.
Yo agito la cabeza.
Sonrío.
Mamá me mira.
Me llevo la limonada a la boca. Pero Lucas sonríe.
Y no estoy segura de cómo reaccionar a eso, porque es como un "Siempre lo haces".
Sara interviene:
Sacudo la cabeza.
El que dice eso es Lucas. ¡Vaya, alguien con cerebro!
Por supuesto que tiene algo que decir, ella siempre tiene algo qué decir.
Se para.
Pero hay algo malo...
Sara toma otra copa.
Algo que no cuadra...
Entonces antiguas conversaciones vienen a mi cabeza.
Ay, Dios mío santo. Es lo primero que pienso.
Sara vacía la copa en su garganta.
¡Yo lo sabía!
--Sthep Stronger.
martes, 1 de mayo de 2012
Mine, capítulo 19.
Mine, capítulo 19. "Fuera de control"
Tarde. Llegué tarde a ese local para recoger las estúpidas invitaciones de Laura. Probablemente invitaciones de flores con algún que otro detalle rosa. Laura es así. Probablemente no le importa que las invitaciones tengan que ser obligatoriamente blancas.
"Cerrado", dice el cartel.
Debería simplemente dar media vuelta e ir a casa. Probablemente llegaría en el mismo estado despreciable. Probablemente aventaría todas mis cosas al suelo e iría a esconderme debajo de mi cama. No, no, no quepo ahí. Probablemente en el baño, mejor. No, mamá entraría. En mi clóset. ¿Qué mejor lugar para sentir lástima por uno mismo que un lugar oscuro y asfixiante? Mi clóset. Pero qué genio soy. Soy tan tremendamente inteligente que empiezo a llorar como una de ésas damicelas de las películas que empiezan a llorar delícadamente para no estropear su maquillaje. Ese llanto silencioso. Pero me doy cuenta de que no lloro por eso. Lloro por la estúpida carta.
Y luego lloro porque no puedo creer que esté llorando por una carta.
Después lloro un poco más porque no puedo creer que esté llorando por una carta, en público.
¿Pero qué sucede conmigo?
Sí, debería ir a casa a encerrarme y asfixiárme en ese estúpido clóset. Pero no lo hago. En vez de eso meto la mano en mis bolsillos del saco y camino. Sólo camino. No sé a dónde. Nunca he recorrido estas calles. No sé lo que quiero. Sigo caminando.
Y parece que con cada paso, la carta dentro de la bolsa va aumentando de peso. Como un recordatorio constante: ¡Hey, estoy aquí: Leéme!
Sé que tengo que abrirla.
Sé que tengo que abrir las anteriores.
Sé que no tengo el valor.
Ni siquiera me doy cuenta, pero llego a una cafetería. Se ve linda. Se ve sencilla y acogedora; Madera y chimeneas y todas esas cosas que te hacen querer entrar. Funciona: Entro ahí y me siento en una mesa alejada de la ventana, dónde todo el mundo puede pasar y verme. ¿Y si papá pasa por aquí? Aprovecharía la oportunidad de hablarme, ya que yo lo he evitado por años.
No tengo el valor para enfrentarme a él.
Soy una nena. Y cómo todo una nena, me voy hacia las mesas alejadas del ventanal, escondiéndome, sintiéndome segura.
Haciéndo nada para arreglarme.
Ella asiente y se va.
Ciertamente sé que una taza de chocolate caliente no puede arreglar mis problemas, pero bueno. Tal vez si me atraganto con el chocolate y me muero... No, no. ¿Porqué morir? Un nivel más bajo. Tal vez si me meto el chocolate caliente me queme la lengua y esté ocupada pensando en el dolor y no en papá.
Debería atragantarme con cosas calientes más seguido.
Cuando la niña esa viene y me pone la taza encima de un plato con dos bombones de chocolate, a pesar de que no los pedí, yo no me atraganto con el chocolate. Más bien lo miro, cómo si la maldita taza blanca fuera culpable de mis desastres. Y después, sigo sin tomarla. Lo que hago es abrir el bolso mediano dorado que tengo y sacar la carta.
La miro fijamente. Tal vez si vacío el chocolate sobre la...
Suspiro y deslizo el dedo por la superficie para abrirlo.
Levanto la vista.
Lucas jala la silla para sentarse en frente de mí.
Demonios. Mi maquillaje.
El extiende una mano hacia mi rostro, toca mis mejillas con la punta de los dedos. Me quedo paralizada, no sé qué hacer.
Veo preocupación en sus ojos.
Me aparto.
Deja caer la mano.
Levanto una ceja, aunque estoy aliviada de que haya cambiado el tema.
Cruza los brazos sobre la mesa.
Es cuando me doy cuenta de que tiene una carpeta en la mano.
Bajo la mirada hacia la estúpida carta.
Y es verdad: No he leído absolutamente nada.
Media hora tratando de leerlo y nada. Sólo mirándo los garabatos de las palabras que no quise reconocer.
Meto la mano dentro de la bolsa y dejo la carta ahí. A salvo.
Cómo me gustaría quemárla.
El me observa unos segundos.
Una sonrisa se asoma de sus labios.
Ríe.
Pero esa es una vil mentira.
Si me sigue hablándo de lo mal que estoy, rompo a llorar y comienzo contándole todas mis tragedias, así de débil soy. Así que suelto algo así como:
Levanta los brazos.
Sonrío.
Intercambiamos un par de risas.
Tengo que admitir que el niño no se rinde.
Sonríe.
Y el idiota empieza a decir cosas para provocarme, cosas que no puedo evitar opinar. Y, ¡Diablos!, me hace reír. Empieza a contar cosas idiotas, entre bromas y anécdotas idiotas.
En verdad pasamos media hora ahí, yo con la taza de chocolate terminada y él terminándose la que había pedido. La cosa más sorprendente es que no intenté atragantarme o algo así.
Qué cosa tan más rara.
Hay un segundo entre el tiempo que miro su rostro y luego mis manos cuando mi mente deja de funcionar correctamente.
Hay una sorpresa en su rostro que intenta ocultar.
No me detengo.
Levanta las cejas.
Sacudo la cabeza.
Para, para, para.
Detente. Mucha información. Detente.
No sigas por ese camino, Lena. No. No sigas por ahí.
Pero no puedo detenerme... Tengo que sacarlo.
Veo algo extraño en su rostro.
En verdad está preocupado.
No. No sigas por ahí.
No.Sigas.Por.Ahí. No, no, no, no, no, nonononononononononononononononononononononononono....
Lo he dicho. Lo he dicho en voz alta. Por primera vez. Lo he dicho por primera vez. Siento que puedo respirar, pero después siento que me asfixio por soltarlo.
¿Cómo he podido? ¿Y porqué a él? Pero yo sé porqué a él: Estaba ahí, estaba dispuesto a ofrecerme su hombro... Y yo lo necesitaba.
Es lo que realmente necesito. Pero lo que quiero necesitar en cerrar los ojos y ser inmune al dolor. Cerrar mis ojos y olvidar. Cómo si nunca hubiese pasado.
El pone una mano sobre la mía, encima de la mesa.
Tengo que preguntármelo: ¿De qué, exactamente? ¿De su decepción? ¿De sentir el pánico que me recorre el cuerpo cuando pienso en él? ¿De sus gritos? ¿De su forma de sentir tan insignificante? ¿De ser débil ante él?
De todo eso. Sí, de todo eso.
De no saber cómo enfrentar lo que siento. De como enfrentarlo a él.
Pero no puedo decirlo.
No quiero decirlo. Aunque mi garganta está quemándo por soltarlo: "De no saber como controlar mis emociones. De estar fuera de control".
Quiero contárselo. Quiero contárselo a alguien. Necesito hacerlo. Nececito. Yo. Nececito. Necesito.... Tengo qué. Explotaré si no lo hago. Me muero por hacerlo, pero no puedo. Me siento como esa chica de un libro que leí hace tiempo; Era anoréxica, se moría de hambre todo el día. Todos los días. Cada hora, cada minuto. El hambre estaba ahí. Tenía que comer. Pero no lo hacía. Ella me deprimía el día cuando pensaba que tenía un hambre feroz, pero no comía. Esa sensación de que si no lo hace, explotará, pero no quiere hacerlo. Me siento así.
La mente de esa chica estaba colapsándo. ¿Mi mente está colapsándo?
Me siento colapsándo. Me siento fuera de mi control.
Estoy caminando por una linea muy fina.
Necesito...
En verdad estoy caminando por una linea muy frágil.
Quiero...
Me estoy tambaleando.
Necesito...
Es cuestión de tiempo para que la corriente de la locura me arrastre hacia abajo, llevándome hacia el fondo, encerrándome en la oscuridad.
Quiero...
Es cuestión de tiempo que deje de luchar contra la corriente.
Necesito...
La linea se romperá.
Quiero...
Me condenará a la oscuridad.
Necesito...
Lucas aprieta mi mano, y yo lo aparto. Cierro los ojos por un segundo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)