
Unspoken. Capítulo 5. "Tiempo".
Gracie se sienta en la isla de la cocina y deja su libro en la mesa, mirándome.
Cuando ella guarda el libro en la mochila y asiente sonriente, me río; Tiene que haber un terremoto para hacer que Gracie suelte un libro que está leyendo. Y aún así sería difícil.
Ella toma su mochila y sube corriendo por las escaleras.
Yo saco las palomitas del microondas y lleno dos vasos con el Té helado que compré. Luego lo escondo hasta el fondo del refrigerador, porque si mi madre se entera de que consumo cosas “no sanas”, me da un sermón de dos horas. Que bueno, ya tengo diecinueve años (Veinte en unas semanas), pero no maduro mucho en ésos aspectos. O no tanto como a mi madre le gustaría.
Gracie aparece ya cambiada y toma un vaso.
Le alboroto el pelo y luego nos dirigimos hacia la sala.
No pasan ni diez minutos cuando yo ya me he ido.
Tyler me besó primero.
…
Él me siguió a través del patio trasero de mi casa, dónde yo rejuntaba los peluches tirados de Gracie.
Rodeé los ojos y recogí un feo peluche de abeja que una vez, tiempo atrás, fue mío.
Se agachó a mi lado y me tendió una oveja. Se la arrebaté y le metí en la caja de plástico.
Mataría a Gracie si deja sus peluches tirados de nuevo.
No me dijo nada, pero lo vi sonreír. Tomé un peluche y le golpeé el brazo con él.
Soltó una carcajada limpia.
Era verdad, pero, oye, yo tenía mi orgullo.
Parecía muy feliz, la verdad.
Fingí no haberlo oído y avancé por el jardín.
Entonces Tyler jaló de mi mano hacia atrás y yo me estrellé contra su pecho. Perdí el equilibrio y empecé a caer hacia atrás, llevándome a Tyler conmigo.
Así que, yo estaba debajo de él, y Tyler se estaba riendo. Iba a discutir pero un destello en sus ojos azules profundos me distrajo y me quedé observando. Sus ojos eran exactamente del color azul del mar en una tormenta; Oscuros y hermosos. Tyler sonrió lentamente y liberó su peso de mi cuerpo, pero se tumbó a mi lado, muy cerca de mi cara. Y yo aún seguía observándolo.
Tyler se acercó más. Y, me besó.
Al sentir sus labios calientes moviéndose con los míos algo dentro de mí se encendió, como una alarma, como prender un botón. Exactamente, como un temblor. Uno que indicaba que era real.
Cuando se separó de mí, ambos dijimos al mismo tiempo:
Reímos al mismo tiempo y estiré la mano para retirarle mi labial rojo de la boca y un poco de su mejilla.
Él sonrió y acercó sus labios a mí. Diez minutos después, cuando nos separamos, miró mis labios y ladeó la cabeza. Con la yema de un dedo, frotó por debajo de mi labio inferior unos segundos, y luego sonrió.
Lancé una carcajada al tiempo que las comisuras de mis labios se levantaban en una sonrisa.
Miro a Gracie.
Ella suspira y se toma el último trago de su vaso.
Gracie me sonríe.
Ruedo los ojos y miro la televisión, sonriéndole suavemente para que no se ofenda.
Levanto una ceja.
Me vuelvo hacia ella.
Ella abre los ojos y se pasa la lengua por el labio superior.
Una sensación muy familiar me inunda.
…
Meg miró en mi dirección, y luego hacia donde yo tenía los ojos clavados.
Ahí estaba esa chica pelirroja, Annie. Coqueteando con mi novio.
Miré de nuevo hacia ellos. A Tyler, sentado en el escenario del Bluebird Café, preparando su guitarra, y a la nueva mesera, sentada en el suelo del escenario, hablándole con una sonrisa pintada en su rostro, bajando disimuladamente el escote de su blusa.
Gruñí.
Meg me sonrío, con sorna.
Es solamente que lo mío era mío, y ya.
De acuerdo, tal vez si estaba celosa…
Pero esta vez, es diferente. Esos celos eran ardientes, como fuego, furiosos. Éstos son sólo una mala sensación en el pecho.
Tardo unos segundos en acordarme de respirar.
Es por ello que Emma me dijo que era mejor que lo dejara ir. Y luego recuerdo a Meg, diciéndome que me cuidara.
Dejo salir el aire atrapado en mi pecho lentamente.
Se escucha afectada.
La miro y sonrío.
Gracie parece tímida cuando dice lo siguiente:
Una novia, eso es lo que me hace verlo todo claramente; Él no sólo siguió sobre mí, sino que siguió con toda su vida. Él empezó de cero. Yo soy la parte del rompecabezas que ya no encaja. No tuvo exactamente que ver conmigo, es sólo que así son las cosas: Olvidamos y avanzamos.
Y creo, creo que yo tengo que hacer lo mismo.
Ya es tiempo.
ﮪ
Giro sobre mi cama y miro el reloj en la mesita de noche. Son las siete.
Ríe al otro lado de la línea.
Generalmente le hubiera dicho que no me llamara tan temprano nunca más, sin embargo, me encanta desayunar en su casa, ya que su familia acostumbra a irse a la mesa de jardín del patio, dónde todo está lleno de flores de diferentes tipos y diferentes olores. Es en verdad muy precioso. Además, Meg hace unos hot-cakes geniales. O, bueno, al menos mejor que los míos.
Ella ríe al otro lado de la línea.
ﮪ
Cuando llego a casa de Meg, ella ya me está abriendo la puerta incluso antes de que yo toque. Así es Meg; es una pequeña niña ansiosa. Es mi mejor amiga.
Meg me abraza en cuanto me ve subir los escalones y le devuelvo el abrazo. Reímos juntas.
Ha pasado tanto tiempo.
Me mira de pies a cabeza y sonríe.
Puedo.
Meg es ahora unos centímetros más alta y su cabello ha crecido. Su sonrisa es un poco más radiante. Ella es un poco más brillante.
Parece absolutamente feliz con su vida.
Y me alegro por ella.
Sonríe más y me toma del brazo, conduciéndome dentro de la casa.
La miro, un poco confundida.
Es ella ahora quién me mira confundida.
Asiento.
Entramos aún agarradas del brazo a su casa y atravesamos la sala hasta la puerta del patio.
Pero en verdad yo estaba esperando eso.
Creo que es la peor parte. Fui bastante ingenua como para creérmelo de verdad.
Meg me mira con compasión, como si pudiera ver a través de mi alma. Creo que puede hacerlo, ha estado pegada a mí tantos años.
Cómo la he extrañado.
Parece que por primera vez, Meg no sabe qué responderme.
Pero no continúa. En vez de eso toma de mi brazo más fuerte y me lleva al patio, dónde su madre está sentada hablando con un muchacho probablemente de nuestra edad. Su madre sonríe cuando me ve y yo la saludo. Luego se gira hacia el joven.
El chico me sonríe educadamente. Es muy lindo, tengo que admitir. Guapo: Cabello marrón y grandes ojos verdes.
Le sonrío de vuelta.
Meg me da un empujón en la cintura y me levanta una ceja.
Sé lo que piensa, y ruedo los ojos para ella en respuesta: “¡De ninguna manera!”.
Si me pongo a pensarlo, todos mis novios los he conocido gracias a Meg. Ya es tiempo de que deje de ser mi ángel de San Valentín.
Ríe.
La madre de Meg siempre me ha divertido. Es como una niña pequeña. Es como una versión mayor de Meg.
Cuando se han ido, Meg me suelta el brazo y me mira.
Ella levanta las manos.
Ella sonríe.
Meg tiene muchos primos, y siempre se queja de que la molestan. Aunque se ve que la quieren mucho. Sólo que ella es la única mujer y están un poco resentidos con la idea de que crezca. Sólo son un par de niños grandotes celosos. ¿Cómo en el mundo no es eso tierno?
Voy detrás de ella para ayudar y seguir discutiendo.
Ella frunce el ceño.
Hace una pausa y me mira.
Casi puedo leer en sus ojos la pequeña equivocación en su última frase: No fue culpa del destino, o al menos no del todo, yo tuve que ver.
Oh, genial.
Suspiro y ella vuelve a tomarme del brazo. Es como su manera de darme ánimos.
Para mi gran bochorno, Jason estaba ahí, recargado en la isla de la cocina, esperando que unas palomitas salieran del microondas.
Nos sonrío al vernos.
Y así pasó el desayuno.
Como Meg prometió, no interfirió. Y como ella venía diciendo; Yo solita me acerqué a Jason. No fue a propósito, es sólo que él empezó a ser muy amable. Y a mí me encanta hacer amigos. Realmente no sé porqué, nunca lo he sabido, pero no soy de ésa clase de persona conservadora. Pronto estábamos riéndonos los tres y haciendo bromas, mientras eg y yo comíamos nuestros Hot-cakes y él la bolsa de palomitas.
Me di cuenta de que, quizá en algún futuro lejano le podría decir a Meg que tenía razón. Si yo intentara.
Pero no voy a hacerlo. No con Jason, ni con ningún otro chico. No por ahora.
Voy a darle a mi corazón unos momentos para respirar antes de dejarlo caer y encajarse los fríos cristales hasta lo profundo.
Unos momentos para que mi corazón descanse. Que borre a Tyler antes de empezar de nuevo.
Porque voy a empezar de nuevo.
ﮪ
Emma me saluda cuando llega a casa del trabajo. Ella deja su bolso negro en la sala y va directamente a la cocina, dónde yo estoy sentada en la isla.
Emma se da la vuelta y cierra la puerta del refrigerador que había abierto. Yo meto los bollitos al horno. O mi intento de ellos.
Emma se queda ahí parada.
Me sacudo las manos llenas de harina.
Suspiro.
Mi hermana se acera a mí.
Asiento.
Ella se inclina y besa mi cabeza.
-Sthep Stronger.
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