martes, 3 de enero de 2012

"Mine", Capitulo 1.



Capítulo 1. "Corazones".

--Voy a vomitar.
Tiro el vaso de plástico de café vacío al bote de basura.  Hace mucho viento debido al clima de otoño así que me tapo la barbilla con el cuello de tortuga.
Sara sonríe a mi lado y cierra su celular. Ha terminado de hablar con su noviecito.
--Cállate, envidiosa.
¡Ja! ¡Envidiosa! ¡Yo! Sí, claro.
La miro y le saco la lengua.
--Te lo digo de verdad. Tienes que detener el D.P.C
Sara levanta las cejas hacia mí.
--¿El...qué?
--¡Demostraciones Públicas de Cariño, tesoro!
Ella se ríe y se atraganta con el café que acaba de tomar.
--Estás tonta, Lena.
Yo miro mis botas mientras camino y sonrío.
--¿Yo? Tú eres quién está idiota.
Ella abre la boca.
--¿Qué? ¿Porqué?
--Tienes que estar totalmente Idiota al respecto para decir tantas cursilerías en menos de un minuto.
Sara sacude su melena rubia.
--Necesitas una cita.
--No, no necesito una cita. Y tú no nececitas más alcohol.
--¡Pero si es café!
Sara abre la puerta de su caro y sube dentro. Me abre la puerta del copiloto desde el otro lado.
--Algo debe de tenerte tan idiota, Sara. ¿Qué has estado tomando? ¿Te has estado drogando? Eres psicologa, deberías saber que está matando tu mente... Aunque claro, tu noviecito Alan debe ya de haber acabado con todo. ¿Entonces con qué te drogas?
 Sara me mira horrorizada, pero con una cara larga, tratando de ocultar su sonrisa. Sus ojos oscuros me tienen claro que le causa tanta gracia como me causa a mí.
--¡Lena Bailey! --Me dice--Eres horrible.
Saco una carcajada. Ella deja por fin el café y pone las llaves en el contácto. El carro hace ese zumbidito tranquilizador y le sonrío de nuevo.
--Ya. Es verdad... Cuando se está enamorada el cerebro de vacía, o algo así. No recuerdo como era la estúpida cita.
Ella niega con la cabeza y me arranca su café.
--¿Sabes? Cuando se encuentran y se besan todos saben que están juntos: Se oyen besitos babosos húmedos. Y es asqueroso... Y perturbante... En verdad. ¿Sabes cuánto has dañado mi mente? Dime, psicóloga, ¿Cuál es veredicto?
  No es exactamente que desprecie todo esto. Quiero decir, sí: Es incómodo y me da risa, pero sobre todo, adoro molestarla.
Ella vuelve a sonreír y a negar.
--No tienes remedio.
--¡La doctora me dio el resultado final! ¡Voy a morir! ¡Dios, sálvame! ¡No me dejes caer en el vacío...!
  Entonces, me pongo a cantar una canción que conocía desde que era pequeña. Mi voz es tan mala que Sara casi choca contra un carro blanco que parece tan idiota como ella respecto a la concentración. Yo agito mi cabeza hacia ambos lados y al final mi trenza francesa es sólo un montón de pelo rubio desordenado.
--¡Canta conmigo Sara!
Agito mis brazos y entonces Sara da la vuelta por mi calle. Segundos después sigo cantando y Sara se estaciona frente a mi casa. El auto de mamá está estacionado también, indicando que ya ha llegado.
 --Dios, sal del auto ahora--Dice Sara entre carcajadas, con las mejillas encendidas--Sal ahora. Algún día me vas a matar, niña.
Dejo de cantar y abro la puerta del carro.
--Soy tu prima favorita, admítelo.
--Eres mi única prima, Lena.
Le sonrío y me bajo del auto peinando mis cabellos rubios.
--Pero me amas.
Ella rueda los ojos.
--Vete ya, tonta.
Antes de cerrar la puerta, le digo:
--¿Mañana también me recojes después de la escuela?
Ella asiente. Mi sonrisa se cae.
--Al menos hasta que Laura ya no te necesite y tú encuentres el vestido.
Me quejo mientras me balanceo de un lado a otro.
--Dios. Odio ser dama de honor.
--Pudiste decir que no--Observa Sara.
Yo no termino de fruncir el seño cuando le digo:
--No le iba a romper el corazón a tu hermana diciéndole que no. Es que es tan pequeño y frágil...
Ella rueda los ojos.
--Deberías aprender a decirle no.
--Por supuesto que sé decir no. Soy una completa egoísta--Le digo, bromeándo-- Ya, bueno. Seriamente. Es su fantasía. No voy a ser yo quién le rompa la burbuja.
--¿Y quién va a hacerlo?--Pregunta mientras asoma la cabeza para ver por la ventana de mi sala.
--Josh. Su futuro esposo lo hará. ¿Es que no has estado escuchando ni una palabra de lo que he estado diciendote del amor?
Ella deja la ventana sacudiendo la cabeza y me vuelve a mirar.
--Eres horrible, niña.
--¡En verdad! Le doy tres años, ¿Cuántos les das tú?
Rueda los ojos de nuevo.
--Sé que van a durar. Ellos se aman.
--Sí, claro.
Sarcásmo.
--¿Mi tía Mel está ahi dentro?
Yo miro instintivamente hacia la ventana de la sala pero no se puede ver nada por los reflejos del escaso sol.
--Sí. Vino un poco antes de que me fuera.
Sara pone una mala cara. Una que me hace reír.
--Bueno, me tengo que ir... Ahora. ¡Ve, ve, ya! ¿Pero que esperas? ¡Corre!
Sonrío.
--Bien. Tengo entendido que no me quieren aquí. Cuídate de las drogas.
Pone una mala cara de nuevo.
--Te tengo vigilada, niña. Algún día te enamorarás y me reiré de tí. Enfrente de tu cara.
--No va a pasar eso--Le advierto.
Ella rueda los ojos.
--No sabes de lo que te pierdes, además, tienes sólo dieciséis años. Pero eso no te lo quita: Eres horrible.
--
Al menos yo no tengo el cerebro limpio por un chico.
Entonces cierrro la puerta y salgo corriendo de ahí hacia la casa riéndome entre dientes. Saco la llave de mi bolsillo y abro la puerta, mirando atrás antes de entrar para verla marcharse. Puedo ver que sigue sonriendo.
Sacudo mi cabeza y entro a la casa. Apenas me doy cuenta que tengo mis manos congeladas.
--Estoy aquí--Aviso a mamá cuando cierro la puerta a mis espaldas.
Las paredes son de un color durazno y hay un par de cuadros colgando de las paredes. La mayoría son Sara y yo.
Mamá llega y me abraza. Su pelo es rubio oscuro, como el de Sara, como el mío.¿Qué puedo decir? Somos una familia de rubias.
 Le sonrío y veo a la tía Mel viniendo detrás de ella.
--Hola.
Me inclino hacia ella para plantarle un beso en la mejilla derecha.
--Hola, mi niña.
--¿Qué hicieron?--Pregunta mamá.
--Ah, tú sabes, fuimos por a buscar un vestido y estuve ayudando a Laura con los adornos. Dice que es lo que una Dama de Honor hace. Y también complacen a la novia. Sara dice que siempre tienen que darle la razón. Creo que es lo más fácil.
Mamá ríe y asiente.
--Esa sobrina mía es... Muy...--Dice La tía Mel.
--Perfeccionista--Completo yo.
La tía Mel se limíta a sólo sonreír.
--¿Escogiste tu vestido?
Arrugo la frente y me siento con mamá y la tía Mel en la sala.
--No. Todos son un asco.
Mamá niega.
--¿Porqué?
Me encogo de hombros.
--Bueno, los que Sara quería que me probara eran un asco. Todos eran demasiado cortos o demasiado escotado. Cree que esto--Digo señalando a mis pechos--, se va a ver bien dentro de eso. Pero ella dice que si me pongo algo pegado voy a parecer una niña. Quiere que me ponga relleno. Es un asco.
 La tía Mel sonríe.
--¿No ha venido Sara a saludar?
Niego con la cabeza.
--Oh, no; El trabajo la tiene atascada.
Pero eso no es verdad. Era más bien que cuando Sara era una adolecente tenía kilos de más por las curvas, y era Mel quién se lo recordaba. Entonces un día se puso en la caminadora y después de unos meses ya habían desaparecido casi completamente. Pero la tía Mel no le trae buenos recuerdos.
La tía Mel asiente.
Mamá se coloca un cabello detrás de la oreja. Tiene esa maña.
--Entonces no comieron.
--No.
--La comida está caliente.
Asiento y me levanto.
Ha sido mi rutina durante éste último mes: Caliento la comida, ya que llego a las cuatro y me pongo a ver televisión en la sala de estar mientras como. Me quito las botas y me pongo unas pantunflas rosas. Poco después hago mi tarea y me voy directo a dormir.
Me tapo desde los pies hasta los hombros y me abrazo a mi almohada. Pienso que algún día llegará un vestido que me haga ver bien. Pienso en lo que pasará el día siguiente...
Y entonces ya estoy dormida.


--Sthep Stronger

1 comentario: