martes, 26 de marzo de 2013

Reckless. Capítulo 19.


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Reckless. Capítulo 19. "El retorno de Natalie Scott".

---Eres el rostro que hizo zarpar a un millón de barcos.
Harry sonríe y levanta las cejas hacia a mí, mirando hacia abajo.
--¿Qué me dices sobre eso?ProsigueA puesto que nadie nunca te ha dicho eso.
Despego mi cabeza de su hombro y desvío la mirada hacia él.
--Claro que no, porque es anticuado.
--¿Pero te gusta?
--Humm…
Harry toma la pluma de nuevo y tacha en el cuaderno sobre su regazo la oración.
--Muy bien, ya recordaré otra cosa.
Le sonrío y me acomodo de nuevo enseguida de él en el sofá, con la cabeza recostada en su hombro y él abrazándome con su mano izquierda mi cintura. Me gusta esto; Abrazados y riéndonos, viendo Mentes Criminales. Con Max esto nunca hubiera pasado. Primero, a él no le gustaba ni Mentes Criminales ni la Ley y el orden, razón por la cual hoy en día me pregunto por qué no rompí con él cundo tuve la oportunidad de hacerlo. De cualquier manera, cuando se sentaba a mi lado e intentaba hacer un esfuerzo, sus manos rápidamente se deslizaban debajo de mi falda o de mi blusa. El muy desgraciado no me dejaba ver mi programa a gusto. Con Harry, las cosas son tan… normales. Tan… tan geniales. Dulces.
  Tan perfectas.
--Si yo fuera… No, noMurmura Harry y luego tacha las cosas en su cuaderno.
Otra de las cosas es que él hace esto, ¿Sabes? Él se preocupa. Quiero decir, está quemándose la mente intentando escribir cosas cursis que me gusten. Y yo no tengo el corazón para decirle que no me gustan las cosas cursis.
  Me estiro y le beso la mejilla. Él deja inmediatamente la pluma y se mueve para obtener un beso en los labios. Me río y le doy lo que quiere. Después, se aleja, y toma mi mano.
Eso me hace sentir protegida, segura.
--Eres tan preciosaMurmura.
Ay, Dios, éste chico me va a terminar volviendo loca. Definitivamente.
Gracias a Dios, no tengo que responder a eso, ya que mi madre entra por la puerta de entrada con unas bolsas en la mano.
--Hola, señora Sutton. ¿Quiere ayuda con esas bolsas?
Cada día estoy más encantada con él.
Y mi madre, también.
Ella le sonríe y niega.
--Oh, gracias, encanto. Pero ya lo tengo. ¿Cómo les fue hoy en la escuela?
Harry le responde amablemente, pero yo no digo nada.
--¿Y tú, Ridley?Presiona ella.
Me encojo de hombros.
--Como siempre.
Luego desvío la mirada hacia Mentes Criminales de nuevo. Mi madre después de otros intentos fallidos se va hacia la cocina y yo me relajo.
  Es cuando siento la mirada acusadora de Harry sobre mí.
--¿Qué?
--¿Porqué la tratas tan mal? Estaba siendo agradable.
Me remuevo incómoda en el sillón, y él quita su brazo que mí. ¿Qué, porqué? ¡No!
--No la estaba tratando mal. ¿Es que acaso le dije algo feo?
--Estabas prácticamente ignorándola.
--No es cierto.
--¿Qué pasa con ella? ¿Qué hay de ella que te hace ser así?
Levanto una ceja.
--¿Me estás preguntando que pasó?
--Sí.
--Humm… ¿Puedo contártelo luego?
Parece que me va a decir algo, pero al final se lo calla.
--Ella es agradableDice en tono más suave.
Asiento.
--Es agradableSusurro por lo bajo.



                                                                    





“Soy Kimera, deja tu mensaje”.
Qué mierda.
--¿Dónde estás? Quedamos esta noche para ver una película, ¿Te acuerdas? ¡ No me vas a dejar plantada!
  Me apresuro a regañar más a Kimera, pero se corta.
Maldición.
Lo intento unas cuantas veces más, pero me mandan al buzón. Cuando se cumple la hora, miro el reloj y llamo a Harry.
  Supongo que a Kimera no le molestará.



                                                                    
 



Pero no ha ido a la escuela.
Le dejo a Kimera el mensaje número trece y suspiro. Harry besa mi frente.
--¿Está todo bien?
--Sí.
Sonrío y me acerco un poco a él, pero no lo suficiente; Lo suficientemente lejos como para que Harry jale mi blusa y una sus labios con los míos.
 Me guardo mi risa para cuando termine de besarme.



                                                                    
 



La madre de Kimera, una señora de baja estatura y con una sonrisa un poco cansada, me abre la puerta.
--Buenas tardes… Busco a Kimera.
Ella pone mala cara; No le gusta que llamen a su hija así.
--Kimberley se encuentra indispuesta. No está en condiciones.
Me quedo ahí parada, sin saben exactamente qué hacer. Sólo sé que no tengo que irme.
--Disculpe, ¿Sabe si tiene su celular? Es sólo que no me ha contestado…
--Lo siento, no puedo ayudarte.
La madre de Kimera retrocede un paso y toma la puerta, dándole término a la conversación.
    Aquí hay gato encerrado.
Así que después de que me cierre la puerta en la nariz retrocedo y subo a mi viejo auto. Le marco a Kimera una vez más mientras me pongo el cinturón.
--Oye, no has ido a la escuela en dos días y no me contestas el celular ni los correos. Estoy preocupada, ¿Sabes? Y las cosas se arreglarían aquí si levantaras tu trasero para contestar el jodido celular…
  Y se corta.
La contestadora me dice que el buzón está lleno.
Mierda.
Enciendo el motor, no teniendo idea de si debería irme a casa o sólo conducir un rato para calmarme. Entonces un recuerdo surge en mi mente como por arte de magia, casi como si lo hubieran invocado.
  Así que piso el acelerador.
Y casi una hora y media después, estoy frente  a Thorne.
  Casi sin aliento veo el edificio de ladrillos rojizos frente a mí, y luego me miro en el espejo retrovisor. Definitivamente me van a reconocer, así que hago un pobre intento quitándome el delineador mojando un pedazo de papel con agua de la botella que encontré en el asiento trasero.
  Esto no está funcionando.
Recojo mi cabello y salgo del auto, al final.
Cuando llamo a la puerta, una mujer diferente a la última vez me abre. Gracias a Dios.
--Vengo a visitar a Victoria Miller.
--¿Cuál es tu nombre, cielo?
“Eh…”
--NatalieSueltoNatalie Scott.
“Por supuesto que sí”, me digo a mi misma, “Gracias, Harry”.
Me pongo a rezar todo lo que me sé cuando la mujer anciana me mira con ojos entrecerrados.
Pero al final, estoy adentro.
Recorro los pasillos del instituto para niñas que no es la mitad de diabólico de lo que pensé la primera vez que lo vi. De hecho es muy clásico, muy antiguo. Muy… aburrido.
Es como lo contrario de mí, pero en cierta manera, es agradable. Al menos no hay calaveras incrustadas en la pared.
  Aunque si me detengo a pensarlo, eso sería tan genial. Tan Mentes Criminales…
Así que, sin ver calaveras, estoy a punto de subir las escaleras enormes intentando ocultar mi rostro de los adultos que según yo son los maestros aburridos que no son malvados (Así que no trae chiste), pero antes de hacerlo, alguien toca mi hombro detrás de mí.
--Entonces, Natalie Scott, escuché que andabas por los pasillos buscándome.
Victoria me sonríe con sorna, inclinándose hacia mí sobre sus talones. Su cabello oscuro cae sobre sus hombros haciendo suaves hondas.
Le sonrío de vuelta, amablemente.
--Sí, bueno, no quería que esa Alma quién sea me reconociera.
--¿Cómo te enteraste de que te buscaba? ¿Lees mentes?
Victoria se encoje de hombros.
--Los rumores en Thorne corren. ¿Para qué me quieres, Ridley?
--Es sobre Kimera.
Lentamente, algo de la sonrisa de Victoria se desvanece. Pero intenta recuperarla tan rápido como ve que yo lo noto.
--Ya veo.
--Sé que tú sabes, así que no intentes fingir lo contrarioLe señalo con un dedo acusador.
--¿Qué yo sé qué?
--No lo sé. Pero sé que tú sabes algo.
Ella me mira tranquilamente, luego me señala con la cabeza el pasillo que conduce a la recepción. Estando ahí nos sentamos en un sillón perfectamente lindo, limpio y antiguo.
--¿Porqué exactamente has venido a mí, Ridley? ¿Por qué ahora?
--Kimera. Ella… No sé. Tal vez yo sólo estoy exagerando…
Victoria bufa.
--Cuando se trata de Kim, no es exagerar.
--¡Ahí está! Ese comentario de “Yo-sé-algo-que-tú-no”.
Victoria rueda los ojos y sonríe un poco.
--¿Qué ha pasado con Kim?
--No he sabido de ella en dos días. Fui a su casa, y su madre me dijo que estaba indispuesta…
--Indispuesta, claro que síGruñe ella, con sarcasmo e irritación.
--¿Indispuesta? Victoria, ¿Qué pasa?
--¡Ella no está indispuesta!Dice, levantándome un dedo amenazador.
Ella está en verdad, en verdad, cabreada.
--¡Ella está dañada, es lo que pasa, carajo! ¡Yo le dije, le dije a mamá, le dije! ¡Pero la señora perfecta lo considera como una mancha en un vestido que ya nadie usa! ¿Quién se molestaría en repararlo? ¿Quién?Prácticamente grita la última palabra.
--¡Cálmate!
Miro alrededor, hacia las personas que ya nos han notado en la sala. Al parecer Victoria también lo nota, porque alisa las arrugas inexistentes de su blusa y respira profundo.
--¿A qué te refieres con dañada?Le pregunto en tono suave.
--Dime algo: ¿Cómo es Kimera en la actualidad?
Frunzo el ceño.
--¿Me vas a decir o vas a seguir dándole vueltas al asunto?
Ella me clava la mirada, severa.
--BienAccedoBueno, ella es…, rebelde, incontrolable, algo fría y distante, pervertida también…
--Fría y distante, ¿Eh? Defínelo.
--Bueno, ella en verdad no tiene relaciones con nadie, sólo conmigo.
Ahora entiendo más o menos cómo se debió sentir cuando me vio abrazando a Josselyn. Yo no lo soportaría.
--ExactoMe dice, señalándome con el dedo, como si ésa fuera la respuesta que yo estaba buscando.
--¿Y qué carajos se supone que eso significa?Levanto la voz.
Otra ronda de miradas me hace respirar profundo y calmarme, como a Victoria. Supongo que es cosa de Thorne.
--¿Nunca te has preguntado por qué ella nunca ha tenido novio?
--Porque ella odia a todos…
Victoria sacude su cabeza.
--Otra pregunta mejor: ¿Nunca te has dado cuenta de que ella no deja que ningún hombre la toque?
  Me quedo callada, mirándola. Quiero negarlo, pero… Carajo, mierda, mierda. Es cierto. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Mierda.
  Mi mente relaciona todo esta información con Mentes Criminales, no puedo evitarlo. Así que esto es lo que sale de mi boca:
--¿Fue secuestrada?
Victoria frunce el ceño y ladea la cabeza.
--No, Ridley. Cáptalo: Fue violada.
 
      …Al principio, me siento mareada. Siento un calor subiendo por mi cuerpo hasta mi garganta, y tengo la sensación de estarme ahogando. Mi vista se torna un poco nublosa. Mi cabeza pesa mucho.

--No.
--Responde descaradamente Victoria a mi lado.
Lo repito, mientras veo el techo.
Me lo creo; Todas las veces que ella me criticaba por salir con tantas personas, cada vez que algún chico se le acercaba y ella rehuía, cuando ella se alteró mucho cuando yo le quise arreglar esa cita a ciegas tiempo atrás.
  Me lo creo.
Yo me lo creo.
Oh, Kimera. Oh, mi niña. ¿Cómo pudo pasar?
Se lo digo a Victoria.
--Ella me lo confesó, una vez, cuando estaba destrozada. Pasó cuando ella tenía trece años. Como recordarás, yo aún estaba en casaHace una pausa, y su mirada se pierdeElla… me suplicó que no se lo dijera a nadie. Estaba tan avergonzada… Pero yo tenía que decírselo a alguien… Se lo dije a mamá…
  Está un poco perdida, así que tengo que jalarle del brazo para que continúe.
--Ella es una perraDiceDijo que no era nada. Que se le pasaría con el tiempo… No dejó que Kim recibiera ayuda.
   Me quedo shokeada.
--Yo también me quedé asíApunta VictoriaY papá se puso furioso. Intentamos razonar con ella, pero decidió que lo mejor era olvidarlo… Mis padres se divorciaron, cosa que no fue bien para Kim… Mi padre se enfureció con mamá y se fue. Por eso Kim odia a todo el mundo: Me odia a mi por decírselo a mamá, odia a mamá por hacer que se divorciaran, odia a papá por marcharse y no llevarnos con él… Sólo te tiene a ti.
 Nos quedamos en silencio un largo, larguísimo tiempo. Muy largo.
--¿Qué debo hacer?
Se encoje de hombros.
--No lo sé.
La miro.
--¿Y en todo caso porqué tú no estás en la UCLA?
--Cuando discutí con mi madre por Kim, ella esa molestó conmigo y me envió aquí. Fue antes de que terminara la escuela. No me ha dejado salir. Supongo que no me quiere allá de nuevo.
--Tu madre me da rabia.
Sonríe, pero no hay nada feliz ahí.
--A todo el mundo le da rabia.
Otro silencio.
Más largo que el anterior.
--¿Qué vas a hacer ahora que lo sabes?
Me encojo de hombros.
--Por ahora, intentar que salga de su habitación.
--Ella no saldrá de ahí en unos cuantos díasMe advierteLe pasaba a veces. Cuando sentía que era mucho para ella. ¿Desde cuándo está ahí?
--Dos días.
Se limita a mirarme sin decir nada.
--¿Cómo no te diste cuenta?Me reprocha.
Tardo en contestar.
--Porque soy muy ciega.
 Y luego me levanto.
--Adiós, Victoria.
--Adiós,  Ridley.


                                                                        
 


Yo tenía razón: Kimera estaba más jodida que yo. Está, más jodida que yo.
Pienso en esto mientras conduzco a casa. Es ya de noche, y veo el carro de mi hermano Charlie estacionado y las luces de la sala prendidas. Algo me sabe mal acerca de ir a casa… Quizá porque sé que me va a preguntar qué pasa. Porque siempre sabe qué pasa. Y yo no lo podré mentir, porque no me gusta mentirle. Y mamá. Porque ahora que sé del monstruo de la madre de Kimera, no tengo el corazón para ir y pretender estar enojada con ella.
   Así que estaciono el auto cerca de la casa y camino el camino a la casa de Harry, pasando de largo la mía. Alguien grita mi nombre detrás de mí, no reconozco la voz, pero de seguro es mi hermano, o mi madre. Quién sea de los dos. Y no tengo ganas de volver a casa, así que lo dejo pasar. Finjo que no lo oí.
Sigo caminando, con la cabeza gacha. El cielo está nublado. Está realmente feo. Creo que va a llover. Sólo quiero arrojarme a los brazos de Harry y…
  Pero cuando llego al porche de su casa, esos brazos (mis brazos) ya estás ocupados, juntos con sus labios . Él tiene los brazos de ella rodeados con sus manos, y ella tiene sus manos en el estómago de él. Sus piernas están entrelazadas…
  Y mi corazón está roto.
Escucho pasos detrás de mí, y esa persona dice mi nombre:
--¿Ridley?



-Sthep Stronger.

4 comentarios:

  1. Hijo de piiiiiiiiip el que le hizo eso a Kimera.
    Y tambien Harry por engañarla, bueno ¿cuándo subes el siguiente?
    Porfiii no me hagas esperar al sábado!!!! :(
    Besos!

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    Respuestas
    1. uy me equivoque es al martes jajaja

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    2. Uy! Lo siento :/ Pero me estoy quedando sin capítulos, así que hasta el martes. Aunque, si hoy termino de escribir el que estoy escribiendo, probablemente publique el 20.
      Gracias por leer :)

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