martes, 3 de diciembre de 2013

Saved. Capítulo 4.

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Saved. Capítulo 4: El mundo del chico de Vivian.


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Tiene unos quince añosOí que decían en la oficina en el piso de arriba.
Se suponía que se fueron escaleras arriba para que no escuchara la conversación, pero estaban gritando a Ted,  y todos podíamos oír todo.
--Es una cerebritoSe defendió Ted, mejor conocido como El Chico de Vivian.
Mi garganta se cierra cuando pienso en ella.
--Que sea un cerebrito no significa que pueda hacer esto. ¡No significa que pueda trabajar en un laboratorio!
--Oh, vamos, chicos. Sólo denle una oportunidad. La chica está perdida y necesita esto. Y nosotros la necesitamos a ella.
--Necesitamos probarlo.
Creí oír que las puertas se abrían, pero la chica de enfrente me miró, capturando mi atención. Era joven, de unos veinte y pocos, con grandes tacones y un vestido hasta las rodillas ceñido. Por supuesto, con la bata de laboratorio encima.
--Vaya, has hecho un gran alboroto con esos tres allá arribaLadeó la cabeza--¿Es cierto lo que ellos dicen? ¿Eres un cerebrito?
--Sí, ¿Lo eres?
Miré hacia arriba, hacia la voz. Ted está ahí, junto con su padre, quien es como el jefe, pero ha sido la belleza americana rubia quien me ha hablado. No sé si tiene algo con el padre de Ted, pero ella también está al mando aquí.
--Superdotación intelectual altaRespondí, mirando arribaMe faltó un poco para alcanzar la superdotación intelectual excepcional, pero estoy satisfecha.
La mujer levantó las cejas hacia mí. Suspiré.
--La superdotación intelectual alta es de 160 en adelante en el IQAl ver sus caras, explicoEn la escala del coeficiente intelectual. La superdotación intelectual excepcional es de 175 en adelante. Mi coeficiente intelectual es de 170.
Levantaron las cejas, sorprendidos.
--VayaDijo Ted, con su tono permanentemente insolente, casi como si se riera de míEso es como lo más alto, ¿No? ¿Eres todo una enciclopedia, verdad?
Suspiré.
--No, genioDije amargamente, cruzándome de brazos sobre la mesa de trabajo en que me sentaronEstá la superdotación intelectual profunda, que es de 175 en adelante.
--Supongo que si eres tan lista sabrás hacer algunas cosas aquíDice el padre de Ted, con sus rasgos de su cara afilados y voz gruesa, bajando de las escaleras para míNo te importará que te haga una prueba. Algo de química básica.
  Vi que todos en las mesas de trabajo habían dejado sus cosas y estaban poniendo atención en mí. Por un segundo me pregunté por qué todos ellos, químicos excepcionales, estaban trabajando en un laboratorio químico que más específicamente se utilizaba para crear drogas. Sólo por un segundo. Porque supongo que ellos también se preguntan qué hace una adolescente en este lugar. No es su problema, y ellos no son el mío.
--ClaroRespondí.
Sólo mis maestros sabían sobre mi coeficiente intelectual. Mis padres y mis compañeros sabían simplemente que yo era inteligente. Pero ellos no sabían nada.
Soy brillante. Soy excepcional. Soy… Diferente. Es por eso que nunca se lo dije a nadie, ni a mis padres ni a mis amigas. Porque yo tenía miedo.
Había una chica en mi clase que había conocido en la primera semana de escuela. Tenía casi todas las clases conmigo. Su nombre era Cassandra. Ella tenía solamente una Inteligencia Brillante (No alcanzaba siquiera la superdotación intelectual. Un 115 en IQ). Era inferior a mí. Era por mucho inferior. Y ella era bonita. Era bajita, sí, pero tenía un cabello sedoso y una cara muy bonita, con unas pestañas larguísimas envidiables y unos dientes perfectamente derechos (Dios, yo tuve que utilizar frenos hasta mis doce años). Pero a las personas eso no les importaba, porque Cassandra nunca tuvo problema en ocultar que era inteligente, y las personas no tuvieron problema en hacerle pasar un mal tiempo. En acosarla.
  Y me asusté. Así que esa semana me tragué las palabras que podrían diferir del lenguaje coloquial adolescente y también mis metáforas, contesté algunas preguntas mal, ponía algunos errores ortográficos, no le mencioné a nadie que aprendí a leer a los cuatro años, no le dije a nadie que tenía memoria fotográfica. Fue así como me las arreglé para hacer amigos. Fue así como yo me convertí en aquella chica inteligente pero normal, genial, amigable, social. Me mataba, claro: Estar horas en clase con un profesor que explicaba en una hora algo que yo había aprendido en los primeros cinco minutos que tardó para explicarlo, hacer esas tareas que yo ya sabía de memoria (Super aburrido) y poner atención. Poner atención a los maestros era simplemente la peor cosa. Hubo algunas veces en que me mandaban a la dirección por aburrirme y dormirme. Pero yo no podía explicarles que me dormía porque era superdotada… O al menos no a todos. Tuve que explicárselo a algunos maestros porque amenazaba por sacarme de su clase y llamar a mis padres si seguía durmiendo. Ellos me pusieron pruebas para creerme, claro, pero pasé todas ellas cada vez. Luego les rogué que no dijeran nada.
Yo no era Cassandra. Sus habilidades eran míseras, eran inferiores. Pero aun así se llevó la peor parte.
  Y en aquél momento, con la vista de todos en la habitación, cuando el padre de Ted me puso a hacer algo de química, le sonreí.
La química estaba tan chupada.


-Sthep Stronger.

1 comentario:

  1. Dios yo quisiera que la química sea tan fácil para mi!!! ;)
    Steph esta genial!!

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