martes, 5 de junio de 2012

Mine, capítulo 26.


Mine, capítulo 26. "Fácil"

--Y, por cierto, ¿Porqué estabas en la casa de Laura? Pensé que te daba alergia pasar tanto tiempo con ella.
Me encojo de hombros aún con la sonrisa marcada en mi rostro.
 Es de noche. El carro está infestado de risas: Lucas no ha parado de hacer malos chistes y comentarios sobre mi personalidad desde que salimos de casa de Laura. Es cómo aquella vez en el café, sólo que por alguna razón, esto se siente cómo algo más importante.
--Tengo a Sara--Le recuerdo--Ella lo hace todo mejor. Además, fui a su casa porque mamá fue con Kris y Laura a ver un musical. Así que me quedé en casa y las únicas tres personas que pueden aguantarme, están en una reunión familiar y la otra estaba en clases de yoga. Así que me quedé con Sara.
 Levanta una ceja y ríe. Yo rodeo mis piernas con mis brazos, ya que tengo los pies sobre el asiento.
--¿Porqué? ¿Porque te soporta cada cosa que sueltas?
--Ella AMA cada cosa que suelto.--Digo, resaltando el "ama".
Intercambiamos unas cuántas risitas.
--Hubieras tenido otras opciones si fueras tan social cómo yo--Presume.
--¡Sí, ya cállate!
Ríe de nuevo.
Y es cómo si su risa fuera el mejor sonido que alguna vez haya escuchado.
Y pone sus ojos sobre mí.
Y puedo sentir la chispa en mi interior.
Pero no es sólo eso: La puedo ver en sus ojos.
 Así que, con la misma sonrisa, desvío la vista a mi ventana.
Nos quedamos en silencio un minuto.
--Y, a dónde me llevas, ¿eh?--Pregunto, por fin.
--Es una sorpresa.
Arqueo una ceja.
--¿Sorpresa? Nunca he sido buena adivinando las sorpresas. Encerio, cuando tenía trece años, mamá me dijo que iríamos a comer a una parte. Nos sentamos al lado de la ventana y luego un caballo loco me dio un susto de muerte. Digamos que desde entonces no me gustan mucho las sorpresas.
  Me mira, incrédulo.
--¿Un caballo? ¿Es en verdad o es una de tus tantas maneras de hablar?
Río y me retiro un mechón de la cara.
--Era un caballo de verdad. Quiero decir, grande, marrón, maloliente. Ya sabes. ¿Nunca has visto un caballo?
Sacude la cabeza.
--¿Un caballo de la cuidad?
--Es el punto: El caballo estaba loco porque venía de un circo. Desde entonces no me agrada tampoco el circo... Pensándolo bien, no me agradan ni los caballos, ni el circo, ni ese restaurante al que fuimos desde aquella vez--Hago una pausa--No me llevarás con caballos, ¿verdad?
  Me mira unos segundos con la misma chispa en su mirada y luego mira el camino. Cambia la mano con la que sostiene el volante.
--No. Y honestamente no sé cómo hemos llegado a parar al tema de los caballos.
Sonrío.
--Es mi don.
El sonríe y señala con un dedo por la ventana a mi lado.
--Mira.
Levanto la cabeza.
Y sonrío al ver la rueda de la fortuna.
--No puedo creer que me traigas a una feria, casi pensaría que me tomas de infantil... Pero gracias. En verdad nunca he venido a una.
La sonrisa en su rostro se hace más burlona.
--¿Qué? ¿Nunca has venido a una?
Niego con la cabeza.
--Mal asunto.--Dice--Debe ser horrible no haber tenido infancia.
Le doy un golpe inocente en el brazo.
--Cállate. Mi infancia fueron los Teletubies y ese caballo loco.
--Me das pena. ¿Alguna vez haz comido algodón de azucar?
--¡Por supuesto que sí! ¿Por quién me tomas! ¡Incluso me enfermé con esa porquería!  Tres días en el hospital. Historia Trágica.
Sacude la cabeza.
--¿Tres días en...? A tí te pasa de todo.
--Ya lo sé.
Reímos.
Hay algo que me gusta mucho de esto.


--Olvídalo--Digo--No sé cómo hacer esto.
Lucas niega con la cabeza.
--No te eches para atrás. Te enseñaré.
Sostengo la pistola en las dos manos. Está muy pesada. Se supone que tengo que darle a esos monitos y tirarlos. Me ganaré un premio.
 Lucas toma mi brazo y lo hace ponerlo en posición. Se acerca a mi oído y murmura unas indicaciones.
Respiro fuerte, y es que siento el calor de su aliento en mi oído y un hormigueo recorre desde la punta de mi dedo hasta mis piernas.
  Me estremezco.
--¿Estás bien?--Me pregunta.
Asiento.
 La verdad es que estaba a punto de llevarme a comer algo de chucherías en un puesto, decía que sería lo mejor que mi paladar  ha probado, pero vi en un puesto un Koala gigante de peluche y lo arrastré hasta acá.
Si derrumbas tres monos, te llevas un peluche. Y tienes cinco tiros.
 Y ese Koala tiene que ser mío.
--Bien. Dispara.
Y lo hago.
¡Oh, demonios! ¡Lo hice!
Sonrío.
El levanta la palma de la mano.
--¡Dame cinco!
Pero en vez de eso lo abrazo. Ni siquiera sé porqué demonios hice eso en vez de limitarme a chocárselas. Al principio no me devuelve el abrazo, y cuando estoy a punto de separarme y pedir disculpas, él me toma en sus brazos y me aprieta fuerte contra él. Oigo su risa cerca de mi oreja.
Y también suelto unas risitas.
--Toma--Digo, entregándole la pistola--Házlo tú. Seguro lo arruinaré.
 Pero no me deja hasta que tiro los primeros tres. El segundo, lo logro. El tercero, ya no. No es hasta cuando le recuerdo cuanto quiero ese Koala cuando hace un tiro, y lo gano.
 Abrazo al Koala gris contra mi.
--Genial--Digo--Creo que este Koala es mi nuevo mejor amigo. Ya he reemplazado a Noel. Tampoco creo que le importe.
--¡Ah, sí? ¿Y dónde quedo yo?
Río.
--De acuerdo. Tú eres mi segundo mejor amigo. Pero Fufly te gana.
 Me mira extrañado.
--¿Fufly?
Palmeo el Koala.
--¡Ya le puse un nombre! Y ni siquiera tardé tanto.
--No puedo creer que le pongas Fuffly a un Koala. Ni que un peluche con el nombre Fuffly me gane.
Le sonrío.
--Lo superarás.
Me sonríe y me toma de la mano, jalándome hacia en frente mientras me dice:
--Venga, es hora de que comas algo que no te dejará olvidar esta noche nunca.
 Pero no necesito comer algo para no olvidar esta noche.
Sé que, en alguna parte dentro de mí, siempre estará presente.
 Cuando estamos sentados en una mesa de metal pintada de blanco, le digo:
--¿Y qué se supone que es esto?
Miro la cosa que parece pastel con nieve y crema de cacahuate. En verdad parece algo muy combinado.
--Es una especie de postre de muchos postres combinados.
Ah.
--¿Y qué se supone que tiene?
--Tú cómetelo.
--¡Dime!
Sonríe por milésima vez, y cada vez que lo hace me dan ganas de impulsarme hacia enfrente y echarme a sus brazos. Pero no sé porqué.
 Su sonrisa es radiante.
--Si me enfermo del estómago, va a ser tu culpa.
Sonríe.
 Y me doy cuenta de que siento curiosidad. Curiosidad por ver quién es en verdad. Qué hay detrás de sus sonrisas. Curiosidad por su lado oscuro y todas las cosas que ama y todas aquellas que odia.
--¿Qué sucede?--Pregunta--¿Hay algo en mi rostro?
Sacudo la cabeza.
En cambio, respondo:
--¿Cómo fueron tus años en Francia?
El se hecha a la boca una bocanada de no sé qué será y luego sonríe.y
--Te contestaré cuando pruebes eso.
Ruedo los ojos y me meto una cucharada en la boca.
¡Madre mía! ¡Es la cosa más dulce que he comido en toda mi vida! Y la más adictiva. Y con el aspecto más asqueroso.
Me meto más a la boca y casi olvido que él me debe una respuesta.
--Te dije que lo amarías.
Sonrío sin mostrar los dientes porque tengo la boca llena.
--Respondeme rápido, o me pierdo en mi embutido este--Digo, cuando trago esa cosa.
--Estuvieron bien.
Lo miro.
--¿Sólo bien? ¡Estuviste en Europa! ¡Tiene que haber estado más que bien!
Se encogió de hombros.
--El último año no fue el mejor, que digamos.
--¿Y eso? ¿Tu novia te tronó?--Digo, bromeando.
Pero se atraganta con su embutido y me mira de reojo.
Di al blanco.
--Ah... Eh... Lo siento.
El niega con un movimiento de mano y se limpia la boca con una servilleta.
--No, está bien.
Miro el embutido. Lo miro a él unos instantes y luego miro el embutido y me lo meto a la boca con esperanza de perderme en el sabor.
Pero no.
--Fueron años solitarios--Dice--Me concentré mucho en ella. Di mucho, mucho más de lo que se debe dar.
 Lo miro. Su sonrisa ya no está.
Y ya no ver esa sonrisa hace que algo dentro de mí muera.
--No puedo decirte cosas como "Lo superarás", o algo así, porque en verdad no lo sé. Y no soy del tipo de personas que mienten... La mayoría del tiempo, pero sí creo en que las cosas pasan porque tienen que pasar... Y ahora me tengo que detener porque se está poniendo muy cursi.
 Me atraganto con mi embutido.
El sonríe. Me sonríe. Y la luz dentro de sus ojos cobra vida. Es como un fuego que no puede dejar de brillar.
--No eres nada cursi, créeme.
Río.
--Que bueno.
--¿Y qué me dices tú de tu novio que no es tu novio?
Miro fijamente me embutido.
--No entiendo como vienes a arruinarme la noche recordándomelo.
Hace una mueca.
--Bueno, te conté de Clea, ¿No?
--¿Quién demonios es Cle...? Ah,sí, tu...
Iba a decir "Novia", pero una punzada en el estómago me lo impide.
--Bueno--Digo--Estoy bien. No me ha dado lata en los últimos dias. A lo mejor ya se cansó.
Entrecierra los ojos.
--Si te está acosando, bien sabes que puedes llamar a la policía... O yo podría romperle la cara.
Lo que ha dicho me gusta. Me gusta mucho. Vaya que sí.
 Pero no entiendo desde cuando acá.
--Tú no le vas a romper la cara a nadie--Digo.
El se encoje de hombros.
--Quién sabe. Ya veremos.
Me hecho a reír y me meto ese embutido de nuevo a la boca. ¡Madre mía, no me cansaré de esto!
Y, cuando me lo pregunta, casi me atraganto:
--¿Qué me cuentas de tu padre?
Toso un par de veces.
--¿Que yo qué?
--De tu padre--Hace una pausa--¿Estás bien?
"No, no lo estoy"
--Sí. Bien.
--¿Te  había dicho que eres muy mala mintiendo?
Levanto la cabeza hacia el suelo.
--Más o menos.
Cuando bajo la cabeza, me sonríe.
Y sé que puedo contarle lo que se me pegue en gana. Y estará a salvo.
Sin embargo, estoy nerviosa, y miro al cielo.
--He vivido con mi mamá desde hace... No sé... Tal vez tenía nueve años.
--¿Padres divorciados?
--Más o menos.
Levanta una ceja.
--¿Más o menos?
Me encojo de hombros.
--No fue esa la razón por la cuál yo y mi mamá nos quedamos solas.
 Golpea ligeramente la cuchara contra sus labios.
--¿Se consiguió a alguien más?
Respiro hondo.
"Mantén la calma". "Mantén la calma".
--Te estoy diciendo muchas cosas sobre mí, pero tú no me estás diciendo nada.
Se encoge de hombros.
--De acuerdo. Nací aquí... Y cuando Ellie tenía catorce años, nos mudamos a Montana. Tres meses después nos mudamos a Europa, dos meses después, a Pensilvania, y luego de vuelta a Europa.
 Parpadeo.
--Wow. ¿Y porqué?
Su mirada tiene algo ahora que ya he hecho la pregunta. No son cálidos, como antes, ahora hay un pánico en ellos. Algo distante y frío.
Pero entonces parpadeo y se encoje de hombros, recuperando quién suele ser.
Quién yo conozco.
--Cosas. En verdad, nada interesante.
Sé que no debo de preguntar más. Sé que es un terreno peligroso. Es como si tuviera un letrero fosforescente con letras enormes en su cabeza. "No vayas por este camino".
 Así que sigo el consejo del letrero Fosforescente.
----Digo poco después--Consiguió a alguien más.
Él me mira. Sé que mañana me arrepentiré de haber dicho esto. Pero bueno.
 Me doy cuenta de que su mirada no transmite pena hacia mí.
Y me quedo con la boca abierta.
  Que mi padre me haya abandonado es algo que he dicho a Luce y a Noel. Y es porque confío en ellos. Porque por más que los trate mal, ellos me perdonan. No me abandonan. Y es que en verdad me quieren y han compartido su vida entera conmigo, y cuando preguntaron disimuladamente por mi padre, yo quise intercambiar el gesto siendo honesta. Pero me arrepentí al minuto. No es porque me fueran a traicionar diciéndolo o algo así, si no por la mirada de pena en su rostro. Y es que sus padres siguen juntos.
Ellos no supieron que decir. No supieron cómo actuar. Así que lo que hicieron fue hacer como que nada había pasado. Como si no hubieran sentido pena por mí. Y en verdad se lo agradecí.
 Odio que las personas me miren con pena.
--Entiendo--Dice Lucas.
Te juro que sí me quedo con la boca abierta. Casi toca el piso.
Me pregunto cuantas cosas más le puedo contar sin la mirada de pena.
Y abro mi boca antes de poder controlarlo.
--Es él quién ha estado envíandome todas esas cartas. Todos esos mensajes.--Me encojo de hombros--No  estoy segura de cómo controlarlo.
  No hay ni pizca de pena en su cara cuando me mira. Hay sorpresa.
Me detengo a pensar qué demonios he dicho. La razón del porqué. Pero cuando lo miro de nuevo, sé que era porque quería comprobar mis sospechas. Lo que en parte me daba miedo descubrir. Y, al final,  eran ciertas:
 Él es especial.
--¿Entonces no es ningún novio?
Miro al cielo. Me doy cuenta de que suelo hacerlo cuando no sé cómo contestar, o cómo no sé como controlar la situación. Entrecierro los ojos.
¿Y ahora qué le digo?
--No.
Sigo con la vista en el cielo porque no sé cómo mirarlo a los ojos. Me da verguenza...
--Ahora lo entiendo--Dice.
"¿Qué ha dicho?"
Lo miro inmediatamente.
--¿Qué has dicho?
Lo he dicho en voz alta. Es demaciado tarde para tetirarlo.
Pero me he dado cuenta de que sí que quiero escuchar lo que tiene que decir.
--Cuando dijiste... Dijiste que te había abandonado.
Miro por detrás de  hombro. Veo en mi cabeza la vez que lloré sobre su pecho, y me da mucha verguenza. No puedo mirarlo a los ojos.
--...Dijiste...--Prosigue--Dijiste que que no podías ir con él de regreso... Y es por eso, ¿No? Porque te abandonó. No lo perdonas.
 Dejo el embutido en la mesa y me retuerzo las manos.
--No es eso--Murmuro--Es por la manera en la que me trataba. Es por todo lo que sentía... Y luego se fue.
"Se fue con su otra hija. Una hija que es mejor que yo. Alguien a quién quiere más. Alguién a quién sí llevó a  un parque y la columpió", agrego para mi misma.
--Dijiste que te reemplazó.
Lo miro a los ojos. Nada de pena. Nada de nada. Me está mirándo fijamente.
--No quiero hablar de eso.
Gira la cabeza al lado, con curiosidad.
--¿Porqué decides contarmelo esta noche? Sé honesta.
Miro al cielo de nuevo. Miro mis manos.
--Sentí que podía confiar en tí... Lo siento.
Juro que casi me derrito cuando pasa su mano por mi mejilla para atrapar un mechón rubio que se ha puesto en medio de mi rostro. Lo pone detrás de mi oreja.
--No lo sientes. No lo sientas.
Cuando lo miro de nuevo, veo que sonríe.
 Y me quedo cautivada.
Él me jala la mano y me arrastra hasta un lago artificial en el otro lado del parque. Me señala hacia el cielo y murmura:
--Mira.
Y miro. Primero no sé qué ver. Quiero decir, el cielo es azul y estrellado. Suele ser así. No hay mucho nuevo. Estoy a punto de voltearme hacia él y preguntarle qué se supone que tengo que ver, cuando empieza.
 Tiras doradas recorren el cielo azul oscuro muy rápido y luego explotan en la ocuridad.
Se desvanecen unos segundos después como pequeñas estrellas en el cielo, cada vez más chiquitas. Y luego caen y se desvanecen del todo para que después una nueva tira dorada salga disparada en el cielo.
 Fuegos Artificiales.
--Es realmente lo que quería que vieras--Susurra en mi oído.
Me da un escalofrío.
Me gusta. Me gusta esto. Sonrío.
--Muy lindo.--Volteo la cabeza para mirarlo, ya que está detrás de mi--Gracias.
Sonríe.
Suspiro.
Es como si un montón de chispas saltaran dentro de mí. Como un fuego artificial dorado en mi estómago, como los del cielo.
--Es muy fácil estar contigo, Lena.
Levanto una ceja.
--¿Seguro?
Recuerdo cuando lloré sobre él de nuevo. No, no creo que sea fácil estar conmigo.
--Sí. Seguro.
Miro el cielo estrellado de chispas doradas que se desvanecen y luego otra tira dorada sale volando en la oscuridad.
Me doy cuenta de que aún tengo su mano en la mía, pero finjo que no me he dado cuenta.
--Sí. También es muy fácil estar contigo.
Me aprieta la mano.
Yo sé lo que en verdad significa esa frase. Puedo darme cuenta... Y es que yo siento lo mismo:
 "Es muy fácil hacer que me gustes"



-Sthep Stronger.
 Para mi amiga Dianita la Enfadosita, que me estuvo pidiendo los capítulos.
 Te quiero <3

No hay comentarios:

Publicar un comentario