lunes, 6 de enero de 2014

Taken. Capítulo 4.

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Taken. Capítulo 4. "Vástagos"



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Entonces… Puede que tengas que saber algoDice Nina en la cocina dos días después, mientras mete su celular a la mochila.
--¿Qué cosa?
Oigo a Señora Carrington llamar a Ally desde las escaleras. He descubierto que a Ally le gusta dormir.
--Más o menos todos saben.
La miro, no queriendo que diga lo que pienso.
--¿Saben qué?
--Fue una gran cosa cuando desapareciste. Te buscamos por mucho tiempo. Como que eres noticia.
Me quedo con boca abierta, incrédula.
Es peor de lo que me imaginaba.
--¿Qué pasa?Pregunta Señora Carrington cuando me ve.
--Ella sabe.
Señora Carrington deja salir aire de sus pulmones.
--Ya iba a decirte eso, cariño, enserioMe dice.
Quiero pedirle que no me llame cariño, pero temo que sea demasiado brusca o maleducada.
Me encojo de hombros, porque no puedo hacer nada más.
Ally aparece de pronto en la cocina, con mochila en mano y despeinada.
--¿Por qué nadie me despertó?
Tanto Nina como su madre gruñen.
--Lo intentaron, cariño, lo intentaronDice Marcus mientras entra en la cocina y toma una taza del gabinete.
Sonríe y nos mira a nosotras. Después me mira sólo a mí y estoy convencida que quiere abrazarme y besarme, pero sería demasiado incómodo, así que aparto la vista para darle señal que ni lo intente.
--Niñas, se les va a hacer tarde para ir a la escuela. Muevanse.
Nina y Ally toman su comida apurada, pero yo no, porque me desperté temprano: Tuve pesadillas. Desperté en sudor, temblando, con mi piel adolorida como cuando me hirieron. No grité, como suelo  hacer, y suspiré de alivio porque sería tan penoso.
Y llamé a Lauren. Me disculpé porque no quería despertarla, pero ella me escuchó hasta que colgué.
Subo a lavarme los dientes y entonces nos metemos al auto, donde ellos tienen conversaciones de las que soy inconscientemente excluida.
Y no me importa.
Tal vez fui parte de esta vida, en este auto, con estas personas, alguna vez. Pero ahora no lo soy. Soy la sombra de alguien que una vez perteneció, pero ahora se ha desvanecido.
Y estoy bien con ello.



                                                                




--¿Y ellas son unas perras? Dios, dime que no son unas perras. No puede ser que caigas en el cliché de cenicienta con las malvadas hermanastras.
Sonrío, de la manera en la que Jay sólo sabe hacerme sonreír, mientras camino por los abarrotados pasillos de la escuela privada, donde raramente no hay uniformes. Creo que la cosa es sólo de dinero.
--No, no son unas perras. Nina es linda, y no he hablado con Ally, pero no se ve con pinta de odiarme. Y yo no tengo nada de cenicienta, así que cállate.
Ríe al otro lado de la línea.
--Bueno, es un alivio. Pero, ¿Estás segura de que no hay ningún príncipe?
--Es mi primer día, ¿Qué quieres?
Ajusto mi mochila con la mano libre y busco los números en los casilleros, buscando el 433.
¿Dónde demonios está el 433? Sólo veo doscientos.
Sigo caminando y doy vuelta por el pasillo, comenzando con los trecientos.
--¿Pero no has conocido a nadie? ¿A nadie? Chica, has fracasado como fémina.
Hay veces que su vocabulario me da risa.
--¿Fémina? ¿Es tu nueva palabra de la semana?
--No, ésa fue de la semana pasada, ¿Te acuerdas? La de hoy es “Vástago”.
Frunzo el ceño y quito un mechón que se me ha escapado del chongo en mi cabeza.
--¿En qué frase utilizarías vástago?
--Vástago de tu jodida madre.
Exploto en risas, y eso hace que un par de ojos se fijen en mí. Camino rápido porque eso me pone nerviosa y choco por accidente con alguien. Mi mochila y mi celular caen,  y mi cabeza se estrella contra su pecho.
Tres cosas: Es hombre, tiene cuerpo wow, y lo sé porque ahora me siento aturdida por el golpe gracias a su duro pecho. Cuatro: Se ejercita mucho, porque nadie puede ser así de duro sin querer.
Me enrojezco por mi pensamiento. Bueno, al final parece que no sólo Jay es el pervertido, ¿No es eso cierto?
--Dijiste que no caerías en mis redes, ¿Pero qué tal estrellarte?
Abro los ojos y encuentro a Dan mirarme desde su uno setenta y algo de altura y sonreírme.
--Eso no cuentaDigo, agachándome por mis cosas.
Se agacha conmigo y toma mi celular en sus manos mientras yo tomo mi mochila.
--Creo que esto es tuyo.
Una respuesta sarcástica aparece en la punta de mi lengua, pero me la trago.
--GraciasDigo en cambio.
Por su expresión, puedo ver que esperaba mi respuesta sarcástica.
--¿Estás perdida? ¿Quieres que el chico guapo acompañe a la chica nueva hasta el aula?
--Claro. ¿Dónde está el chico guapo?
Levanta las cejas y sonríe.
Debo de estar loca: En mi escuela antigua prefería quemarme el cabello antes de hablar con alguien, especialmente chicos, pero ahora no tengo a nadie con quién hablar, y Dan parece ser un buen reemplazo temporal para Jay. Ya sabes: Alguien a quién molestar sin que haya problemas.
  No creo que Jay se sentiría muy feliz sabiendo lo que acabo de pensar.
--No acabas de decir eso.
--Sí, lo he hecho.
--No lo decías enserio.
--Sí, lo hice.
--No lo dices en serio.
--Lo hago.
Escuchamos el timbre sonar y me sonríe:
--No, enserio: ¿Quieres que te acompañe a clases?
Recuerdo a Jay decir sobre la cosa de cenicienta, así que me encojo de hombros y le digo:
--Me las apañaré sola.
Asiente, pero de cualquier manera me señala el camino. Ruedo los ojos y camino hacia allá. Cuando voy a guardar el teléfono en mi mochila, de pronto recuerdo que no he colgado.
--Dime que tú no escuchaste todo eso.
 Casi puedo escuchar su sonrisa del otro lado de la línea.
--Oh, sí. Lo hice.



                                                                
 




En la clase de educación física, hacemos equipos para jugar volley ball, y cuando la profesora dice mi nombre, quiero decir, “Olivia Carrington”, todos me miran como si se acabaran de encontrar a un niño secuestrado.
Y, bueno, lo hacen.
Al principio el nombre Olivia Carrington me suena extraño, casi surreal. Todo este tiempo yo había sido primero Liv, luego Liv Farley. Nadie nunca me llamaba Olivia aparte de Lauren. Aquí los maestros parecen tener un aneurisma si dicen algún sobrenombre, incluso aunque sea tan simple como Liv.

Me reúno con mi equipo, que me miran fijamente. Finjo que no me doy cuenta y me agacho para atar mis zapatos.
--¿Eres el nuevo juguete de Dan?
Miro hacia arriba, y una de las chicas de mi equipo, alta y morena, está observándome.
--¿Disculpa?
--Te he preguntado si eres el nuevo juguete de Dan.
Me levanto, quedando enfrente de ella.
--Eh… No estoy muy segura a qué te refieres.
--Dan. ¿El chico con el que hablabas en la mañana? Los vi.
Asiento.
--Sé quién es. Es la parte del juguete lo que no entiendo.
--A Dan le gusta jugar. Con chicas, me refiero. Cambia de novias como si tal cosa, a veces ni siquiera llegan a serlo. Son sólo… amigas. Vi cómo te sonreía esta mañana. Y déjame decirte algo, chica: Mantente alejada. Tú no necesitas más en tu plato, Carrington.
 --Okey. Uno: Deja de decir sobre lo que necesito o no en mi plato, tú no me conoces. Dos: ¿Quién eres tú? Apenas conozco a Dan. ¿Por qué estás diciéndome esto?
--¿No eres tú Olivia Carrington? ¿La niña secuestrada que acaba de volver?
No le contesto, pero siento la rabia florecer debajo de mi piel.
--Creo que sí te conozcoDice. Luego sonríeSoy Tess. Soy la novia actual de Dan.
La miro.
Ésta cuidad completa está tan malditamente loca.
--¿Entonces adviertes a todas las chicas que se cruzan en su camino sobre tu promiscuo novio?
Se encoje de hombros.
--Más o menos.
--OkeyMe giro para ir a otra parte lejos de ella, pero luego me vuelvoPor cierto, no; A tu pregunta, la respuesta es no. Ni siquiera lo conozco. No sé si quiera por qué te molestaste en advertirme.
--Eres una Carrington. Perdida, tal vez, pero eres una Carrington.
--¿Y qué demonios se supone que eso significa?
--¿La mayor de ustedes, Nina? Esa perra ha estado sobre mi novio todo este tiempo.
Mis cejas suben hasta el nacimiento del cabello.
He conocido a Nina desde hace tres días, con hoy, y no la conozco. Sin embargo, ha sido amable conmigo, sin preguntarme aún sobre mis heridas o cualquier otra cosa que no pienso contestar. Y yo aprecio eso. Además, la chica es dulce por naturaleza, ¿Cómo se atreve?
--Esa chica, es mi hermana, zorraNo puedo creer lo que acabo de decir, pero de cualquier manera continúoY si Dan prefiere estar con ella que contigo, es por algo. Y, hey, estar con alguien como él sabiendo que es un jugador debe ser exclusivamente para estúpidas, ¿No es cierto?
 Me da un puñetazo en la cara.
Y, bueno, el universo sabe que me lo tengo merecido.
--¡Eres una perra!Me grita mientras se inclina hacia mí, porque estoy en el suelo.
Soy inteligente. Esos seis años en la oscuridad intentando escapar de sus manos y cuchillos me hicieron rápida. Me hicieron reaccionar más rápido. Me atrapaba, al final, claro. Pero se tardaba más, y en ese tiempo, eso era como el cielo. Así que antes de que tome de mi pelo, me giro a un lado y la tumbo con mis pies después. Cuando está en el suelo, me levanto y pongo una mano en mi mejilla, punzante. El dolor, comparado, no es mucho. Me siento aliviada de que sea un puño en vez de un cuchillo.
  Entonces me doy cuenta de los gritos de conmoción y de la maestra, que me toma del brazo con cara de “Te voy a enviar a detención, pequeña niña del demonio”. Tiemblo ante el contacto y mi estómago se retuerce. El pánico me invade y chillo que me suelte. Logro zafarme, y corro hasta la salida, con lágrimas empezando a acumularse en mi rostro.
 Salgo del edificio, pero aún sigo corriendo por las banquetas, hasta que me canso y termino en un parque.
Ni siquiera lo logré a la quinta hora. Esto es un desastre.
Tomo mi celular y le marco a Jay, porque es lo mejor que sé hacer. Mientras espero que tome la llamada, a pesar de que no se si lo hará porque aún es horario de clases, pienso sobre el tiempo en que estuve encerrada. Pienso en el pánico al saber que iba a herirme de nuevo, y pienso en los vidrios o cuchillos cortando mis muslos y muñecas.  Me empiezan a doler, a pesar de que mis heridas físicas sanaron hace tres años.
--Eh, rara… ¿Qué demonios? ¿Estás llorando? Fueron esas perras, ¿Verdad? ¡Fueron esas!
--No, Jay.
--¿Entonces, qué es, Livie? Háblame. ¿Alguien te hice algo?
--Quise hacer que funcionaraLe digo entre sollozosQuise que no se fijaran en mí, pero lo hicieron y lo estropeé todo.
--¿Qué pasó?
Le cuento todo lo que pasó exactamente, diálogo por diálogo, acción por acción, mientras tiemblo entre sollozos.
--¿Dónde estás?Me pregunta cuando termino.
--Yo… No lo sé.
--¿No lo sabes?
--No. Empecé a correr después de eso… Me perdí. Maldición, esto es tan humillante.
--A ver, Liv. Cálmate. Te voy a colgar, ¿Okey?
--¿Por qué?
No quiero que me abandone.
--Porque le voy a llamar a Lauren para que llame a los Carrington para que vayan por ti. ¿Ves el nombre de las calles en dónde estás?
--Jay, no quiero verlos. Qué vergüenza.
--¿Y cuál es tu plan? ¿Quedarte en ese parque por siempre?
Suspiro y miro las señales, en busca de las calles. Cuando se lo digo, me dice que me calme una vez más y que todo va a estar bien antes de colgarme.
Me siento ahí, secando mis lágrimas y controlando mis respiraciones. El doctor Suresh me dijo algo así de contar mis respiraciones para tranquilizarme cuando entrara en pánico de ésta manera, pero al diablo con las respiraciones. El oxígeno no va a arreglar mi metida de pata. Ahora seguro parezco una completa freak para toda la escuela, para Nina y Ally, para Señor y Señora Carrington. ¿Y qué pensará de mí Lauren cuando se entere de lo que he hecho? Decepción sería una de las cosas que sentiría. Ella dice que soy fuerte y que no debo dejar que mis emociones me controlen todo el tiempo. Ella cree que puedo controlarlo.
  Pero no puedo, demonios.
Me quedo ahí en silencio hasta que aparece una llamada de Jay en mi celular.
--¿Hablaste con ella?
--Sí. Para este entonces ha de estar hablando con los Carrington.
--¿Se escuchaba decepcionada?
--¿Qué?
--¿Estaba decepcionada?
--Dios, no, Liv. Estaba preocupada, y bastante aterrada por ti. Que lo hayas perdido no significa que no lo entienda, Livie. Lo comprendemos. Sé que me has dicho muy poco sobre ello, pero lo entendemos. Y nos preocupamos por ti.
Lloro de nuevo, pero ésta vez por gratitud.
Tal vez existe Dios, y él se sintió tan mal por darme toda esa mierda que para recompensármelo me dio a Lauren y Jay.
--¿Cómo te sientes?
--Te amo.
--Wow, chica. Me alagas, enserio. Pero como que soy gay.
Río, y él ríe conmigo.
--Yo también te amo, rara. Ahora responde mi pregunta: ¿Cómo estás?
--Me duele la mejilla.
--Tienes que admitir que no debiste provocarla de aquella manera.
--Sí, ya sé que me lo merezco, mamáDigo la última parte con sarcasmo.
--No digo que te lo mereces, porque no es cierto. Pero lo que hiciste no fue correcto.
Suspiro.
--Es que Nina es tan dulce.
--¿Entonces ahora es tu mejor amiga? ¿Me has reemplazado? Dicen que la sangre es más gruesa, pero… Ouch.
¿Sangre gruesa…? ¿Qué…?
--Deja de decir tontadas, Jay. ¿Qué no escuchaste la parte en que te dije que te amaba?
--Ah, ahora lo dices en pasado. Del ya no.
--¡Tienes un don para girar todo lo que digo en mi contra!
Ríe del otro lado de la línea.
--Lo sé. Es una de las muchas cualidades que amas de mí.
Una vez más, él me hace reír, y el peso de lo que hice se hace más ligero sobre mi pecho. Pero al sonreír así de grande me hace doler la mejilla, así que dejo de sonreír y hago una mueca de dolor.
Entonces oigo unas puertas abrirse bruscamente y jadeos, y sé que estoy terminada.
--¡Olivia!
Estoy tan avergonzada que incluso no le digo que no me llame así. Me quedo ahí sentada mientras los dos Carrington se acercan y le digo a Jay que tengo que colgar. Ella llega y toma mi mejilla en sus manos.
--¡No me toques!
No es mi intención gritarle, pero me está matando. ¿Por qué me toca, cuando le dije que no lo hiciera? ¿Por qué hace lo que hace?
Ella pone las manos sobre su corazón.
--Olivia, yo…
--No me llames OliviaSusurro, abrazándome a mí misma, temblando.
Ella suelta un gemido lastimoso, como si estuviera a punto de echarse a llorar, y no quiero que lo haga, porque yo ya he llorado suficiente por los dos.
--Lo siento, no recordaba… Tu mejilla…
No termina la frase.
Marcus se pasa las manos por el pelo y entonces parece cinco años más viejo.
--Liv, ¿Estás bien?Me pregunta.
Asiento, aún sin acercarme.
--¿Te has lastimado en otro lugar?
Niego.
Se endereza y suelta un suspiro.
--Vamos. Hay que ir a casa.
Se queda ahí, esperándome, pero aún no me muevo.
--Prometo no tocarteDice.
Tardo un poco, pero al final me deslizo hacia el asiento trasero y no tengo más qué hacer que el estúpido ejercicio de respiraciones de Suresh. Él le dice algo por su nombre y yo aprendo que se llama Maggie.
 Después de unos minutos de camino, el ejercicio resulta y yo me relajo contra el asiento.


--Sthep Stronger.

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