miércoles, 22 de enero de 2014

Red Thread. Chapter VII



Hoy era de ésas veces en las que deseaba ser aprueba de balas.
Cada mirada de mamá cuando me encontraba con ella, era como recibir una bala, de ésas balas que duelen y lastiman pero desgraciadamente no matan.
Papá era más sutil, sabía esconder demasiado bien su enojo conmigo, pero yo sabía que estaba ahí. Sus balas eran mas poderosas, pues eran silenciosas, rápidas y como consecuente, dolían más.
Luca se sentía muy culpable por el comportamiento que estaban teniendo mis papás conmigo, pero él no podía hacer nada, porque el comportamiento de ellos era, según ellos, justificable.
Habían pasado 5 días y nada cambiaba, todo era igual.
Hoy no había bajado a desayunar, a comer, ni siquiera a cenar. Prefería morirme de hambre a soportar una mirada o un comentario mas.
Estaba leyendo un libro que contenía algunas recopilaciones de fabulas que papá me había regalado cuando cumplí los 10 años, cuando la puerta de abrió y mamá asomó la cabeza tímidamente.
Dejé el libro a un lado crucé las piernas para sentarme sobre ellas y la miré mientras se acercaba.
-¿No vienes a cenar?-preguntó mamá.
Negué con la cabeza mientras posaba mi mirada en la taza de café que estaba en el suelo desde hace 3 días.
Mamá suspiró y se sentó en el sillón, cruzando sus piernas.
-Sienna, yo...-comenzó mamá pero la interrumpí, ya harta.
-Mamá, ya tengo claro que la culpa siempre la tendré yo. Es obvio que si Luca hubiera estado en mi lugar ustedes hubieran dicho que lo que hizo el era lo correcto, pero en cambio yo soy una chiquilla inmadura que...
-¡CÁLLATE!- me gritó mamá antes que pudiera seguir.
Me quedé con los ojos bien abiertos del asombro. No dije nada, ni ella, solo nos limitamos a vernos a los ojos, ninguna apartó la vista. Si yo la apartaba significaría sumisión, tal y como sucedía con cualquier animal tales como los perros.
-¿Sabes que te quiero mucho, verdad?- dijo mamá después de un rato.
Asentí tímidamente, todavía sin apartar mi mirada de la de ella.
-Lo siento mucho, no quería hacerte sentir mal por mi regaño. Estoy consciente del hecho que me estoy disculpando muy tarde, pero es mejor tarde que nunca, ¿no es cierto?
Me encogí de hombros restándole importancia.
Mamá suspiró.
-Mira, lamento haberte hablado así y echarte la culpa, papá también se siente muy mal por haberte tratado así, ahora sabemos que estabas preocupada y no pensaste en lo demás... ¿Me perdonarías?
-Diablos mamá, salí de ti, sería una estupidez no perdonar algo como ésto.
Mamá sonrió, para luego levantarse del sillón y abrazarme con todas sus fuerzas.
Amaba realmente como olía mamá, siempre a una combinación de canela, fresias y pintura. Ella nunca necesitó comprar perfume, su olor siempre me recordaba a mi niñez.
-¿Ahora si quieres cenar?- me preguntó con una ceja alzada después de terminar de abrazarme.
Negué con la cabeza.
-Sabes que odio dejar un libro a medias, así que no, gracias. Tal vez mas tarde baje a la cocina por una manzana o algo ligero.- sonreí.
Mamá suspiró y asintió.
-Hay sándwiches de queso en el horno.
Caminó hacia la salida y antes de salir volteó hacia mí.
-Te quiero, hija.
Sonreí.
-Yo más, má
Ella sonrió como solo las mamás saben y salió del cuarto, dándome privacidad.
Un cuarto de hora después, mi estómago rugía como monstruo, no lograba concentrarme en la lectura por el hambre que yo tenía.
Suspiré, sabía que no podía aplazar mas ésto, así que dejé el libro en la cama, abierto en donde me había quedado y cuando estaba a punto de tomar el cerrojo de la puerta, mi teléfono sonó.
Sonreí abiertamente.
Por fin se había dignado a funcionar.
Rápido lo tomé y contesté algo extrañada, ya que el número era desconocido.
-¿Hola?
Hubo un carraspeo al otro lado y yo sonreí.
-Sí, umm, ¿se encuentra Sienna?- dijo la voz que claramente era de Ian.
Por un momento me extrañó que me hablara, hasta que me di cuenta de algo. ¡ERA MARTES! Quise gritar, patalear y echarme a llorar en el piso, lo había olvidado completamente.
-Ella habla, ¿eres tú, Ian?
Se escuchó una sonrisa.
-Hola, Sienna, ¿como estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien... Oye, mm, estoy afuera de tu casa. ¿Sabes? Vengo por ti, ya sabes, lo de la salida y éso... Espero que no se te haya olvidado.
Antes de que terminara la oración yo ya estaba bajando las escaleras, hasta que recordé que traía mi piyama, que consistía en una blusa sin tirantes de color rosa y unos pantalones cortos de franela de color café que apenas cubrían mi trasero.
Abrí la puerta de la entrada y me lo encontré de espaldas, recargado en su Jeep.
-Voltea.- dije despacito.
El volteó, tal y como le ordené. Posó su mirada en mi y sonrió.
Caminó hacia mi y cuando ya llegó a donde yo estaba, él arqueó una ceja.
-No sabía que sería una salida de piyamas, me hubieras dicho y me hubiera cambiado.- dijo mirando su ropa.
Traía puesta una camisa blanca con cuello en "v" que se pegaba en su pecho y marcaba su trabajado, pero no tan musculoso abdomen. Arriba de ésta traía una camisa azul a cuadros de manga corta y todavía, arriba de la camisa azul, un chaleco negro que le quedaba de muerte. Sus jeans estaban rotos y deslavados, junto a sus converse negros y un lindo sombrero negro en su cabeza.
Estaba a punto de ponerme a babear, cuando me acordé de mi piyama.
Me sonrojé furiosamente.
-Bueno, me quedé dormida y me despertó el timbre del teléfono. Pero, no te preocupes, me cambiaré.- dije seriamente, mintiendo descaradamente.
El se rió.
-No hace falta.- dijo mirándome de arriba a abajo, lascivamente.
-Idiota.
Se rió todavía mas fuerte.
-Venga, pasa y espera un rato, para tu mala suerte si me cambiaré de ropa.
Y para mi mala suerte, Luca salió de su escondite y miró a Ian divertido.
Lo miré suplicante, pidiéndole que no le hiciera nada.
-Ian, él es Luca mi hermano. Luca, el es Ian un amigo.- dije presentándolos rápidamente.- Háganse amigos, lo que sea. Iré arriba a cambiarme, en un segundo bajo.
Ian asintió y a Luca se le vió una mirada maliciosa.
Suspiré y subí rápidamente las escaleras. Cuando llegué a mi habitación, me frustré, si me hubiera acordado de la cita/no cita hubiera preparado mi ropa y no andaría por todo mi armario buscando que maldito trozo de tela ponerme.
Me resigné y tomé lo primero que encontré.
Me puse una camisa vieja de papá que había encontrado mientras desempacábamos la ropa de Led-Zeppelin, le hice un nudo abajo, al lado derecho para que me quedara al cuerpo. Encima me puse una blazer negra y unos shorts igualmente negros, junto a unos converse viejos de color rojo.
Solté la trenza que traía en mi cabello y lo cepillé, dejándolo caer en ondas, hacia un lado.
No hice mucho con mi cara, puse una capa de mascara para ojos y me pinté los labios de rojo, poniéndole una pequeña capa de brillo labial.
Ya que no había nada mas que pudiera mejorar mi aspecto zombie, tomé mi inseparable mochila negra y guardé todo lo necesario, para después bajar.
-Entonces, ¿eres su novio?- preguntaron abajo.
Mierda. Corrí escalera abajo y me encontré con mis papás y Luca, sentados alrededor de Ian.
El solo sonreía amablemente.
-Carajo, ¿pueden dejarlo en paz?- dije fuerte, y los cuatro voltearon a verme.
Papá me miró.
-¿A dónde vas?
Me encogí de hombros.
-Yo qué sé.
Ian se levantó y se puso a mi lado, ya que llegué a la puerta de entrada.
-Mucho cuidado, hija.- dijo papá, serio.
Sonreí.
-Seguro.- dije.
Papá miró a Ian con advertencia y yo casi puse los ojos en blanco. Casi.
Ya que nos subimos al carro, lo miré.
-¿Qué pasa?
-¿Qué te dijeron papá y Luca?
El se rió.
-Creen que somos novios, éso es todo.
Sonreí mirando al frente.
-Que entrometidos.
El se encogió de hombros.
-Así son los papás.
Asentí.
Al rato, como no supe a dónde íbamos, decidí preguntar.
-A un lugar hermoso, es mi favorito.- dijo mientras que entraba por un camino de tierra.
-¿Estás seguro que no eres un violador o un secuestrador?- pregunté burlesca.
El sonrió mientras estacionaba el carro en una área despejada.
Él se bajó del carro, y antes que yo pudiera hacer nada, me abrió la puerta como un caballero. Le sonreí con gratitud.
-Seguiremos el sendero, ven.- dijo mientras intentaba tomar mi mano.
No quería hacerme la fácil, por lo que alejé mi mano de la de él disimuladamente y comencé a hablar de un árbol que tenía forma extraña.
Al ser las 7 de la tarde, el sol todavía seguía fuerte y no daba señales de querer meterse, por lo que seguir el sendero fue demasiado fácil. A los lados del sendero había cientos de flores silvestres blancas,tantas, que se perdía la mirada a lo lejos.
Al cabo de unos minutos llegamos a un pequeño claro rodeado de grandes árboles.
-La puesta de sol aquí es hermosa, hace que todo sea especial.- dijo Ian, mientras yo observaba todo.
Ahí, había una manta a cuadros, Ian me condujo a ella y ambos acostamos mirando hacia arriba, al cielo.
La luz filtraba las hojas de los árboles, haciendo una vista preciosa.
-Me gusta como la luz atraviesa los árboles.- comenté después de un rato.
-Aquí me gusta venir a pensar, a estudiar, a relajarme un poco. Todo es tan... natural, es cómodo estar aquí, además que no hay recepción de teléfono. El lugar es perfecto cuando no quieres que nadie te moleste.
-Un sitio perfecto para  matar a una persona...- comenté, todavía viendo hacia arriba.
Ian se rió.
-¿Todavía no confías en mi?- preguntó divertido.
Bufé.
-¿Crees que estaría aquí, sola contigo, en un lugar en dónde los dos sabemos perfectamente que nadie me encontraría, si no confiara en tí?
El se volteó para verme, con el codo en el piso y su mano sosteniendo su cabeza.
Traté de no mirarlo, pero fallé, terminé mirándolo de reojo, el me miraba, sonriendo.
-Así que... ¿Ésto es lo que haces?- pregunté.
-¿Qué cosa?
-Ya sabes, traer a la chica a un lugar que tu dices que es especial para ti y todo éso, para que al final de la noche caiga a tus pies.
El negó con la cabeza, serio.
-No, eres la primera persona a la que traigo aquí. Si trajera a todas las chicas con las que he estado, éste sitio ya no sería especial para mi, porque estaría lleno de chicas buscando uno de mis codiciados besos.
Me mordí el labio tratando de contener una risotada.
-Eres todo un idiota.- dije, pero luego lo miré.- Un idiota muy dulce, debo destacar.
-¡Wow! La chica dura a disfrazado un insulto con un lindo comentario, me siento halagado.
Le pegué, como pude, en el brazo.
-No soy una chica dura.- dije algo molesta.- Tenías que arruinar el momento.
El pegó una risotada.
-Sabes que era una broma, vamos, no te enojes.
Fruncí el ceño y miré al cielo de nuevo, ignorándolo.
De repente, Ian estaba haciéndome cosquillas, yo me retorcía mientras gritaba y lloraba de risa.
-No me hagas reír cuando estoy enojada.- dije cuando Ian paró.
-¿Todavía estás enojada? Porque puedo seguir.- dijo con una sonrisa maliciosa.
Negué con la cabeza rápidamente.
-No, ya estoy bien.
El resto de la tarde, o lo que quedaba de ella, estuvimos acostados hablando de cosas sin importancia, riéndonos de cualquier tontería y haciéndonos bromas. Era demasiado fácil estar con él, no necesitaba fingir algo que no soy con el para que yo le gustara.
El sol comenzó a ocultarse e Ian tenía razón, aquí la puesta de sol era increíble, nunca en mi vida había visto algo tan hermoso como lo que estaba viendo en estos momentos.
El cielo tenía matices rojizos, naranjas y rosas. Todo era tan perfecto.
-Esto es perfecto.- dije.- Gracias por traerme aquí.
Tomé su mano y la apreté. Él la apretó de regreso.
Con ése simple toque, mi corazón comenzó a latir a mil por hora.
-¿En dónde trabajas?- le pregunté.
-Sonará muy soso, pero trabajo en una tienda de música en donde hay puros discos de vinilo.
Me levanté de golpe, con los ojos muy abiertos y lo miré.
-No inventes!- exclamé.
El sonrió y también se levantó.
-Lo digo enserio, y pesar que ya no hacen más tocadiscos, la tienda siempre se encuentra llena.
-¿Está en el pueblo?
El negó con la cabeza.
-En la ciudad.
Hice un mohín.
-Tienes un trabajo perfecto, debo decir. Me encanta la música, tanto, que soy de ésas raras que tienen un tocadiscos en su habitación. Pero es triste que esté en la ciudad.
-Tenemos una cosa en común, no tengo un tocadiscos, pero disfruto mucho de la música.- sonrió orgulloso.- En mis tiempos libres doy clases de guitarra en el garage de mi casa.- terminó, contando de casualidad.
-¿Sabes tocar la guitarra?- pregunté emocionada y algo escéptica.
Asintió.
-Wow, y aparte cantas...Un día deberías llevarme una serenata.-dije medio bromeando.
-Claro, cantaré Poison Heart.- dijo riéndose de su mal chiste*.
Puse los ojos en blanco y le pegué un golpecito en el hombro.
Él se tiró al suelo, haciendo una cara de dolor.
Me reí por el teatro que estaba montando. Ian se unió a mi y rápido nos dio un ataque de risa.
-Dios, mi estómago duele.- dije entre risas.
Ian, dejó de reír y miró hacia el cielo.
-Oscureció no sé desde cuando y todavía estamos aquí.- dijo algo preocupado.
-Oh, vamos. Confío en ti y todo éso. Relájate.
El se paró y me miró desde arriba, negando con la cabeza.
-Vamos, levántate.-dijo mientras extendía su mano hacia mí.
La tomé y él me ayudó a levantarme con facilidad.
Le di las gracias con la mirada.
Caminamos por el sendero en un sepulcral silencio, ambos mirábamos lados opuestos, yo miraba la Luna, que se veía mejor que nunca. Distraídamente miré a Ian y como no queriendo la cosa, lo empujé suavemente con mi hombro.
El me volteó a ver y sonrió.
-Vaya, no puedo tener 5 minutos de silencio contigo.- dijo con tono bromista.
Puse los ojos en blanco mientras cruzaba los brazos.
-Bueno, los silencios me resultan incómodos en la primera cita, así que..-comencé a decir pero Ian me interrumpió rápidamente.
-Perdón pero, ¿ésta fue una cita?
Y ahí mi trabajada autoestima cayó a los suelos, pero rápidamente la levanté. Malditos sean los hombres y su poca sutileza.
¿Qué clase de persona te lleva a "su lugar especial" a donde no a llevado a nadie, para ver la hermosa puesta de sol y luego decirte que éso no era una maldita cita?
Quería ahorcarlo. Oye, está bien, soy grosera y un poco masculina, pero soy una jodida chica, también tengo sentimientos y esto CLARAMENTE era una maldita cita.
-Perdón pero, ¿no fue una cita?-ataqué.
-No, yo pienso que no.
Lo sabía, era claramente una ci... Espera, ¿qué?
-¡Pensé que eras un lindo caballero, pero no eres mas que un sapo!- le grité mientras caminaba, casi trotaba siguiendo el sendero.
Una cosa si sabía, no me iría con él en su carro, o no, claro que no.
Llena de rabia lo dejé atrás mientras caminaba por la oscuridad, cuando algo se cruzó en mi camino y yo me tropecé con éso.
Chillé de dolor, pues algo se me había encajado en las rodillas, posiblemente una piedra o algo. Maldije el momento en donde decidí ponerme shorts, si me hubiera puesto pantalón la tela me hubiera protegido mas de los raspones, pero ya con shorts, no había nada que hacer.
Mis manos también dolían, al igual que mi mejilla, ya que me resbalé digno de película, hacia enfrente y con todo el cuerpo en el suelo. Posiblemente tendría un feo raspón en la mejilla y varios moretones en la quijada.
Quizá parecía un estúpido monstruo.
-Oh diablos.-masculló Ian

*Poison Heart habla sobre un corazón venenoso, ahí, Ian hace alusión a la forma de ser de Sienna.

-LizzieG

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