miércoles, 14 de agosto de 2013

The Bet. Epílogo.



#BPOV
Miré la pequeña cajita que papá me daba.
La tomé y la guardé en mi bolso, intentando lucir desinteresada.
—¿Lista?— dijo papá.
Miré la casa por última vez y asentí.
Tal vez no estaba preparada para dejar Chicago, no estaba preparada para dejar mis mas lindos recuerdos, no estaba preparada para hacer una nueva vida en California.
Aunque aquí son casi puros recuerdos felices, de los cuales me hacen sentir peor.
Me subí al carro y me despedí de Chicago.
Fue un viaje muy silencioso pero no incómodo al aeropuerto.
Hacía unas horas, Maïa había hablado conmigo y quería que la perdonara, lo cual hice, por que no pensaba irme con éste rencor dentro de mí, no lo valía. Tenia que madurar y atar cabos sueltos.
Ella también se iría a California y dijo que llamaría cuando estuviera allá para salir a algún lado, lo que me pareció genial, en su momento.
Abrí mi bolso, tomé la caja y la abrí, dejando al descubierto el dije.
Miré mi pulsera y decidí que era lo correcto. Quité el dije de la caja y lo puse en mi pulsera, si no podía tener a Andrew, por lo menos tendría algo de él, aunque sonara masoquista.
El aeropuerto estaba como siempre, lleno de gente que iba y venía, muchos con cara de felicidad, otros con cara neutral y otros, como yo, tristes.
Bien, de verdad quería ir a Standford, pero odiaba irme de aquí, extrañaría la lluvia, el insaciable viento y la nieve en invierno.
Papá bajó las maletas del carro y yo tomé las mías, que tenían ropa y cosas que yo creía importantes, como mi panda.
Fuimos a la aerolínea en dónde habíamos comprado los boletos e hicimos fila para entregar nuestras maletas.
—Que tengan buen viaje, gracias por viajar con AmericanAirlines.— dijo la muchacha con una gran sonrisa falsa en su cara.
Papá había llamado a uno de sus contactos para no esperar las 2 molestas horas ahí en el aeropuerto, por lo que llegamos media hora antes y ya podíamos subir al avión.
Llegamos a las escaleras eléctricas en donde dos guardias nos pidieron que mostráramos nuestro boleto.
Ya que lo hicimos, subimos.
—¿Estás bien? Te veo muy callada.—dijo papá
Simplemente asentí, no tenía ganas de otra charla sobre mis sentimientos.
Alguien gritó mi nombre, tal vez no era para mí, pero no había podido evitar voltear buscando a ésa persona.
—¡BRENDA!—gritaron otra vez.
Esta vez, miré a un chico, a él. Estaba parado en el pie de la escalera viéndome con nostalgia y con emoción.
Nuestras miradas estaban conectadas, sentí que en mi estómago revoloteaban mil mariposas, mi corazón estaba a punto de explotar y mis manos estaban temblando muchísimo.
Llegué al final de las escaleras y tomé mi pequeña maleta de mano y caminé por el pasillo, todavía viéndolo.
No podía dejar de mirarlo, simplemente no podía.
El camino junto conmigo pero en el piso de abajo, no me quitaba la mirada de encima.
Quería ir allá abajo e ir a abrazarlo, pero no podía. Me había lastimado, había jugado conmigo, no le iba a dar la satisfacción de ir corriendo a sus brazos, claro que no.
Fruncí el ceño, ahora con rabia y con un poco de dolor. No estaba preparada para verlo.
Lo dejé de mirar y caminé atrás de papá rápidamente.
Era muy difícil decir adiós.
No pude contenerme y comencé a llorar como una "jodida bebé llorona" en cuanto traspasé las puertas.
En el detector de metales, el oficial me preguntó si me sentía bien y yo solo seguí llorando.
¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? ¿Cuándo todo cambió tan rápido?
Me subí al avión y me senté enseguida de papá, él no había dicho ni una sola palabra por que sabia que yo lo atacaría, no quería un viaje incómodo.
Me hice bolita en el asiento y me dispuse dormir todo el viaje, para olvidar unas cuantas horas toda ésta mierda.

#APOV                                           Un año después.
La había dejado ir, sabía que era lo correcto, pues ella estaba en todo su derecho de olvidarme y hacer una mejor y nueva vida... Sin mí, claro.
Sin embargo, no podía soportar haberla perdido, a pesar de que había pasado ya un año de lo sucedido. No tenía ojos para otra chica que no fuera Brenda. No era especialmente el amor de mi vida, pero era como sí me la hubieran tatuado en mi piel y en mi corazón. No podía olvidarla, aunque sabía que ella probablemente ya lo hubiera hecho, pero la entendía.
Un día, saliendo de mi última clase, me dispuse a manejar a Standford, con la esperanza de verla, aunque fuera de lejos. 
No tenía ni la más mínima idea de en donde encontrarla por lo que le llamé a Maïa, ya que ella debía saber donde estaba, por lo menos.
—¿Qué pasa, And?— dijo en cuanto contestó
—¿Dónde puedo encontrar a Brenda?
—Amigo, supéralo. 
Suspiré.
—No puedo... ¿Me vas a decir o no? 
—Te diría si lo supiera, pero cuando llegamos a salir, hablamos poco de la escuela... Lo siento, Andrew.
Le pegué al volante de frustración.
—Está bien, gracias de todos modos... 
—Adiós. 
Colgué y tiré el celular en la guantera. 
Entré al campus y estastacioné  el carro en un lugar libre. No supe por donde empezar a buscar, así que caminé a lo loco buscándola. Muchos salían de edificios entre risas, otros entraban, se sentía el ambiente universitario a pesar de ser una universidad de alto prestigio. Había freesbe's volando por doquier, grupos de muchachas cotilleando, chicos hablando posiblemente de deportes, algunos antisociales sentados en las raíces de los árboles,  estudiando. 
Busqué y busqué hasta que me cansé y decidí sentarme por un rato en una banca que estaba enfrente de un gran edificio que se miraba de época. 
Muchos chicos salieron de ahí, y fue cuando la vi. 
Pero cual fue mi decepción, ella iba acompañada por un muchacho más alto que ella, cabello negro y piel morena que la tomaba posesivamente de la cintura. 
Ella reía mientras sus compañeros decían algo, el chico le dijo algo en el oído y ella le sonrió tiernamente.
Algo en mi interior se removió, de esa misma forma era como me miraba y me sonreía. Ella, realmente había seguido con su vida. 
Como el masoquista que era, no pude dejar de mirarlos, pero como era un poco raro que los mirara tanto, saqué mi iPod e hice como sí estuviera usándolo, cuando en realidad los miraba a ellos disimuladamente. 
Brenda y el chico se quedaron atrás de los demás y fue cuando el la besó. Sentí una irremediables ganas de ir allá y partirle la cara, más cuando el posó sus manos en su trasero. 
Se besaban con lujuria, como si su vida dependiera de ello. ¿De verdad se tenían que pasar saliva en público? Los malditos celos me comían.
Y así seguí como un acosador, todos los días la buscaba y la miraba de lejos, porque era todo lo que podía tener de ella. Claro, luchaba contra las ganas de ir y besarla,abrazarla y decirle lo mucho que la amaba. Pero sabía que lo haría en vano, ella ya no me amaba, porque si así lo fuera, no estuviera metiéndole la lengua por la garganta a otro tipo.
Varios días o semanas después, la seguí a un pequeño bar que estaba dentro del campus. Iba junto a sus amigos y junto a el pedazo de mierda que era su novio. 
Me senté en la mesa más alejada de ellos, para poderla ver con libertad. 
Ella se reía, tomaba de lo que quiera que estuviera tomando y ponía su cabeza en el cuello del tipo de vez en cuando. 
Decidí ir por algo de tomar a la barra ya que mi garganta se estaba secando, me senté en uno de los taburetes y pedí una lata de cerveza ya que aquí vendían alcohol a menores. 
—Ésa banda es genial.—me dijo una voz femenina. 
Sabía que lo decía por mi camisa ya que era de The Strokes. 
Sonreí y volteé a ver a la muchacha.
Ella dio un grito ahogado y me miró como sí hubiera visto un fantasma. 
—A-Andrew, ¿qué haces aquí?—murmuró
Puso un mechón de su cabello detrás de su oreja y miré que traía la pulsera de dijes y en ella estaba el ave. 
Sonreí con un poco de pena, ya que no se suponía que me viera y menos que me hablara. 
—Hola, Brenda.—dije con voz ahogada.
—¿Qué haces aquí?—volvió a preguntar pero en la última palabra, su voz se quebró. 
Tragó y se limpió una de las lágrimas que había saltado de su ojo. 
—Brenda yo...— comencé a decir, pero el maldito tipo me interrumpió. 
—¿Qué pasa aquí?— dijo con acento mexicano. 
Mis manos estaban hechas puños a la lados de mi cuerpo, intentando no golpearlo. Él le pasó la mano por la cintura y la atrajo hacia él, posesivamente. 
Estúpido, ¡ya la tienes! 
—Es un viejo compañero de preparatoria...—contestó Brenda mirando al piso. 
Ouch.
—Soy Andrew.
—Soy Manuel. 
Nos estrechamos la mano con más fuerza de la necesaria. 
—Vamos, Brenda, te estamos esperando.–dijo, exigente. 
Ella no se inmutó. 
—Sí, en un momento voy... 
Manuel frunció el ceño y después asintió yéndose, no sin antes mirarme con furia inexplicable. 
—Espérame afuera.— dijo cuando el chico se alejó lo suficiente. 
Yo simplemente asentí y salí. 
No se cuanto la esperé sentado en una banca que estaba enseguida del bar, hasta que ella salió y se sentó a mi lado. 
—Veo que ya tienes una nueva vida— murmuré
Ella bufó
—¿Creías que iba a quedarme para siempre encerrada en un cuarto mientras lloraba y me lamentaba? 
—No, pero creí que me amabas. 
—Yo también eso pensaba de de ti
—Yo te sigo amando. 
Ella se rió secamente.
—Si en realidad me hubieras amado, nunca hubieras jugado con mis jodido a sentimientos.—Me miró con sus profundos ojos azules.— Yo realmente te amaba, Andrew. 
"Amaba", esa era la cuestión.
—Te fuiste, en ese momento yo solo quería una oportunidad para hablar contigo, pero te fuiste. Te busqué, aunque a sabía bien que estabas aquí. Siempre estuviste en mis pensamientos, todo este año pensé en ti, pero no seguí luchando por que sabía que ya habías hecho tu vida, aunque muy en el fondo no lo quería aceptar, hasta que un día, me harté y decidí venir y buscarte, verte aunque sea por última vez, entonces te vi y estabas con ése chico. Si embargo, no me di por vencido, seguí viniendo, mirándote de lejos, hasta ahora. —concluí. 
—¿Hace cuanto me acosas?— dijo Brenda al borde de las lágrimas.
—Tres semanas. —dije mientras suspiraba, apenado.
Ella bajó la mirada y jugó con su pulsera. 
—Cuando recién te comencé hablar, fue cuando hicimos la apuesta, estábamos borrachos y no sabíamos en lo que nos metíamos. Poco a poco, ya que te fui conociendo, me fui enamorando de ti, hasta que te convertiste en mi "Todo" y sentí que ha no podría dejarte nunca, me olvidé de la apuesta y todo lo que te dije fue verdadero, todos mis sentimientos hacia ti lo son, también. Siento haberte lastimado, de verdad. Se qué con un "lo lamento" no solucionaré las cosas pero no se qué más decir, salvo "gracias".
—¿Por qué me agradeces?
—Por qué tu me has hecho cambiar mucho, y para bien. 
Ella se limpió unas cuanta lágrimas y me miró con sus ojos enrojecidos por las lágrimas derramadas. 
—Me peleé con Manuel, por venir a hablar contigo. No quería que viniera.—murmuró entre sollozos
—Maldito imbécil. 
Ella medio sonrió y nos quedamos en silencio. 
—¿Mañana vamos por helados?—dijo rompiendo el silencio. 
Sonreí y asentí.
—Vale. 
—Hay una heladería en la entrada del campus, nos vemos allí a las 4, ¿si?
—Bien, ahí te espero.
Ella se paró y yo hice lo mismo. 
—Hasta mañana.—dijo
—Hasta mañana.
Se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, para después irse. 

Había llegado una hora antes, ya que no podía sobrevivir si esperaba en mi cuarto una hora más. Enfrente de la heladería había una fuente así que decidí sentarme en el borde para tocar el agua, como un crío. 
—Sí, llevo semanas teniendo unas irremediables ganas de meterme en ésa fuente.—dijo Brenda cuando llegó. 
Traía una blusa que decía "cuestiono a la autoridad" y me hizo reír, ya que me recordaba a Victoria. 
—Hola—la saludé parándome y secando mis manos en mi pantalón.
Caminamos en silencio hacia la heladería.
Brenda pidió un helado de vainilla con helado de pistacho y yo un helado de vainilla con nuez y chocolate. 
Brenda no quiso quedarse en la heladería por lo que dimos un paseo por el campus hablando sobre temas triviales, tales como la escuela y los nuevos amigos. 
Nos detuvimos frente a un pequeño parque. 
—Me gustaría que nada de esto hubiera pasado... Ya sabes, lo de la apuesta.—dije—Porque así estaríamos juntos. 
Brenda negó con la cabeza.
—Si no se hubiera hecho la apuesta, tu nunca me hubieras hablado, ni yo te hubiera hablado a ti... Por algo pasan las cosas. 
Ella me miró y yo la miré a ella, y no se sí por impulso o necesidad, me acerqué a ella y estampé mis labios en los suyos. Ambos nos besamos como sí fuéramos agua en el desierto, con desesperación y deseo,  ella profundizó el  beso por lo que el beso fue un poco apasionado y dulce a la vez.
Terminé el beso, a falta de aire y ella me dio una fuerte bofetada.
—¿Crees qué por sólo venir y verte todo sexy voy a dejar todo de lado?
—Yo...
—¡Pues no! —me gritó— ¿Pero sabes que es lo peor? ¡Qué todavía te amo y con todo mi corazón! Y ahora alejate de mi que lo último que quiero es besarte, por que en este momento lo deseo. 
—Perdón si te incomodé sólo es que te extrañé y toda esta soledad duele, pero no quiero a cualquier chica, te quiero a ti. 
—¡A la mierda el orgullo!—exclamó y me besó de la misma forma en la que ahorita nos habíamos besado.
En el momento que nuestros labios hicieron contacto, fue como si inconscientemente recordara cada cosa que habíamos hecho juntos, cada risa, cada lágrima, cada broma, cada beso y cada abrazo.
Ése fue el momento en el que me dí cuenta que no podría vivir sin ella, sabía que no podría separarme de la chica del feo vestido azul a la que tanto había lastimado por una estúpida apuesta.
-Apestas.- dijo sonriente.
Me solté riendo.
Ésta chica me volvía loco. 



pd. siento el cambio de fuente, no se que pasó, intenté arreglarlo pero no pude.. :(

2 comentarios:

  1. No pude comentar antes ,, pero ahora tengo que hacerlo.
    Amo este libro , Lizzie!
    Es tan assadfs. Si saliera a la venta me lo compraba seguuro!
    Lizzie, gracias por haber creado a Andrew!
    besitos!
    Lunnaris.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me haz alegrado el día, Lunnaris.
      Nunca te había dado las gracias, pero ahora necesito dártelas: ¡Gracias por seguir esta historia y por comentar siempre! asdfghjklñ, me alegro tanto de que te haya gustado The Bet.

      Muchos muchos besos
      Lizzie:)x

      Eliminar