miércoles, 27 de febrero de 2013

The Bet, Capítulo 15.


#70                                                     #BPOV
Estaba tan feliz, me sentía tan completa y hasta ya me había acostumbrado a las mariposas en el estomago  y al suave hormigueo de su contacto con mi piel, pero como soy una persona con una suerte de los mil demonios, tuve que confiar en el peor chico de la preparatoria para que después me rompiera el corazón besándose con Victoria.

El día estaba realmente lindo, de ésos que te dan ganas de tomar tu bicicleta, dar un paseo y tomar un helado en el parque. O simplemente salir al jardín, acostarte en el pasto y ver las formas abstractas de las nubes.
Recuerdo cuando mamá se acostaba al lado mío en el pasto y mirábamos juntas las nubes, mientras papá preparaba una rica barbacoa.
Abrí los ojos perezosamente.
El cuarto de Maïa estaba totalmente iluminado  con las ventanas abiertas tratando de que entrara toda la luz solar posible.
Levanté mi espalda de la cama y la recargué en el respaldo, buscando con la mirada a Maïa.
-¿Ya te fuiste? - dije
-Claro que no, estaba a punto de despertarte. Ahora si vas a la escuela, señorita. - dijo Maïa saliendo de su armario enrollada en su bata con una toalla en la cabeza.
Arrojé todo mi peso al mi panda que estaba enseguida de mí.
Maïa chasqueo la lengua y yo me levanté a regañadientes.
A veces es como mi mamá.
-Iré a bañarme. - anuncié.
Después de media hora, ya estaba lista.
Me puse una blusa blanca ya vieja y percudida, una blazer de hombre color verde, de segunda mano que había comprado hacía algunos días, unos jeans color mostaza y mis converse negros desabrochados.
Dejé mi cabello suelto y despeinado y lo complementé con una gorra azul torcida hacia atrás.
Solo utilicé mi mascara para pestañas y un brillo para  labios.
Salí del baño triunfalmente.
Maïa tomó su mochila que en realidad era bolso y yo la imité tomando mi mochila color naranja ladrillo.
Salimos por la puerta principal y no por el garage ya que Maïa había dejado su auto afuera.
Cuando miré al frente lo miré.
Estaba tal y como lo recordaba, solo que con menos pelo en su cabeza. Sus ojos grandes y azules me miraban detrás de sus lentes ahumados Ray-Ban.
Era alto y flaco, muy elegante y guapo para su edad. Traía una camisa de vestir azul cielo y unos pantalones de raya diplomática negros con sus clásicos zapatos italianos.
Mi estómago rápidamente se revolvió recordando que la última vez que había hablado con él estaba realmente molesta y borracha.
Quité rápidamente la visa de él e hice como si no lo hubiera visto.
-Brends, ¿ése no es tu papá?- susurró Maïa.
Yo solo asentí.
Saqué mis lentes de sol y me los puse para ocultar el miedo que reflejaban mis ojos.
Cuando pasé exactamente enseguida de él me dieron unas inmensas ganas de llorar, pero me hice la fuerte y seguí caminando, hasta que sentí una mano que me tomaba del brazo.
Rayos.

Yo lo miraba disimuladamente detrás del menú de Denny's
El leía el periódico, como si yo estuviera con él todos los días, y solo fuera un desayuno común y corriente.
Maïa había tenido que irse sola a la escuela ya que papá le había dicho que tenía muchas cosas que hablar conmigo, y terminamos aquí, en Denny's.
La camarera llegó a hacer nuestro pedido.
Papá pidió un omelet y un café sin azúcar. Y yo un biscuit con mantequilla y un jugo de naranja.
10 minutos después llegó nuestra comida y seguíamos sin decirnos nada.
Tomé un trago de mi jugo y me desesperé.
-Solo estamos perdiendo el tiempo. Dime lo que tengas que decir y así podremos seguir con nuestras vidas.
El me miró, tomó de su café y dejó el periódico en la mesa.
-Te voy a llevar a casa.
-No quiero. - dije y mordí mi biscuit.
-No es lo que quieres tú, yo todavía te mando, eres menor de edad y vas a hacer lo que yo te diga.
-Ahora vienes y me dices que me mandas cuando al igual que mamá me dejaste tirada para ir y hacer otra vida, conmigo afuera de ella. Mira, trabajo, estudio y tengo toda una vida aquí, simplemente no iré.
-¿Cómo se que no te la llevas de fiesta? Te vienes conmigo y punto.
Me metí el biscuit que me quedaba, lo mastiqué para luego escupirlo asquerosamente en mi plato, me limpié la boca, tomé mi mochila y me paré de la mesa.
-Que tengas un buen día... - dije y caminé con orgullo hacia la salida, mientras papá me gritaba que regresara y que no fuera grosera.
Pero el orgullo se desvaneció después de las 2 cuadras que caminé, ya que papá, nada tonto, me alcanzó con su carro.
-Vamos, sube.
Puse los ojos en blanco y subí, como la tonta que era.
-Perdón por haberte hecho sufrir, lo lamento en serio.- dijo después de un rato.
-Ya no importa.- dije simplemente.- Pero no esperes que vaya contigo.
-Solo quiero lo mejor para ti, hablé con tu mamá ayer...
-¿Y?
Respiró hondo.
-Me dijo que está embarazada.
Eso fue como si me hubieran echado un balde con agua helada y hielo en pleno invierno.
Actué despreocupadamente.
-Bien por ella...
Papá me miró y sacudió la cabeza
-No estás bien, lo sé. Mira, por éso vengo por ti para que hagas una nueva vida y olvides todo est..
-Déjalo, ya. Estoy bien. Aquí me quedaré.
Papá le pegó al volante, frustrado y yo volteé la cabeza hacia la ventana.
-Hija, comprende. Tienes que estar con alguno de tus padres, te vienes conmigo o te vas con tu mamá...
Tomé una bola de ligas que había en el tablero y comencé a jugar con ella.
-¿Y si no quiero ir con ninguno de los dos?
-No es lo que tu quieras, si no lo que es bueno para ti... No puedes seguir viviendo en casa de Maïa, ¿ya te pusiste a pensar en lo que dirán sus papás? Aunque no lo creas, eres un gasto más para ellos. Les molestas, y yo no quiero que los molestes por un capricho tuyo.
Volteé hacia el cabreada.
-¿Piensas que soy una arrimada buena para nada?.-exploté.- Trabajo, desde los 14 trabajo, y siempre lo haré. Gano 8 pavos al día mas propinas, y eso no me lo quedo yo, ¿sabes que pasa con parte ése dinero? Se lo doy a la mamá de Maïa y tal vez no es mucho, pero contribuyo.
Papá se quedó callando.
-Estoy harta de que tú, mamá y todos me subestimen. No sabes lo mucho que me esfuerzo todos los días, salgo de la escuela, voy directamente al trabajo y trabajo duro limpiando mesas y sirviendo comida sin descanso, para después salir y hacer la tarea hasta no se que horas de la madrugada. Y no te necesito a ti ni a nadie para poder sostenerme económicamente, no quiero compañía de ninguno de mis familiares. Con la familia de Maïa estoy muy feliz, y siento que ellos verdaderamente me quieren.
Mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas.
-Yo no te quiero, Brenda. -. lo miré.- Te amo. Eres la luz de mis ojos.
-Ajá...- dije con cierto tono sarcástico.
-No quiero que nunca mas estés sola. - se estacionó enfrente de la escuela.- Por favor, cielo, piénsalo. Iré mañana por ti a casa de Maïa para traerte a la escuela y ahí me dirás lo que decidiste.
Puse los ojos en blanco, bajé la visera del carro y me miré al espejo.
Mis ojos no soportaban la cantidad de lágrimas que se alojaban ahí, y por esta razón estaban rojos.
-Veremos. -tomé mi mochila y bajé del carro.
Me puse mis lentes de sol y caminé hacia el purgatorio.
Visualicé a las idiotas de las porristas, que venías vestidas con sus estúpidos uniformes.
Kayla, la que estaba al centro del grupo me miró.
-Pareces un hombrecito. - dijo, y toda su parvada se rió.
Deseé estar en esos días en el que era invisible, en el cual solo eramos yo y Maïa, solamente. Aquellos días en los cuales nadie se fijaba en nosotras, pero ahora, ahora mas de la mitad de la escuela me conocía por estar saliendo con... él.
Las ignoré y caminé hacia mi casillero.
Al momento de sacar mi libro de Historia e Informática, sentí que alguien me estaba mirando.
Volteé hacia ésa dirección y me encontré con Joe McPhee, el chico del cual había estado enamorada desde 5 grado.
Cerré mi casillero y fui a su dirección.
-¿Qué, te gusté?- dije con humor.
Me miró con sus intensos ojos cafés y despeinó su cabello corto y rizado con su mano izquierda.
-Puede ser..- Sonrió y se le hizo un tierno hoyuelo en la mejilla.
Sentí que mi cara ardía.
-No, ya enserio, sabías que mirar así a una chica es acoso?
Ahora se rió y dejó ver sus dientes, que tenían braquets.
Este chico era adorable.
-Relájate, solo quería platicar contigo... Hacía mucho que lo quería hacer, pero no encontraba algún tema.
-¿Ah, si?
Oh Brenda, te estás comportando como toda una zorra.
-Ajá...
-¿Por lo menos sabes como me llamo?
-¿Crees que lo digo nomas por decirlo? Te llamas Brenda, siempre lo he sabido. Recuerdo que me acosabas cuando estábamos en 8vo grado.
Me reí.
-Eso fue hace bastante tiempo.
-¿Bastante? Hace apenas 2 años.
Si ya me había ruborizado, ahora lo estaba mas.
-¿Quieres ir a la cafetería? - me propuso.
Chasqueé la lengua
-Por mas que quisiera acompañarte.- me reí. - tengo una aburrida clase de Historia.
Joe hizo un gesto con la mano mientras chasqueaba los dedos, de ésos que dicen "Rayos".
-Bueno, ¿quieres que te acompañe?
Puse los ojos en blanco.
-Nadie me va a robar en el camino, sabes... Solo es la escuela.
Arqueó una ceja e hizo un gesto burlón.
-¿Entonces?
-Vamos, pues.
Caminamos por él pasillo principal hablando sobre temas sin sentido y sobre libros que realmente no merecían leer.
-Me alegro que me hayas hablado tu primero, por que yo no lo hubiera hecho. - dijo.
Se puso enfrente de mi.
-Bueno, eres más interesante de lo que había pensado...
-No puedo contener ser tan genial... La genialosidad sale por mis poros.
Me reí
Entonces miré que Andrew nos miraba desde la pared que estaba enseguida de la puerta de la clase de Historia con un gesto que no pude descifrar. Andrew no se dio cuenta que lo miraba, pero quité mi mirada de él antes de que se diera cuenta.
Miré a Joe y sonreí.
El me sonrió de vuelta.
Y por acto egoísta y cruel, estampé mis labios contra los suyos.
                                                                                                                    -Liz. 

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