martes, 5 de febrero de 2013

Reckless, capítulo 7.

 
Reckless. Capítulo 7. "Deborah".


No me importa si ella entró en depresión y pasó los últimos años en terapia. Se fue. Me dejó. Y no me escribió ni llamó hasta este año. No puedo fingir que estoy bien con ella.
    Sé que esto es infantil. Inmaduro. Pero es lo único que tengo. Es lo único que hará que se vuelva loca.
   Me agacho y recojo la bolsa de colillas de cigarros del suelo mientras miro el reloj y pongo unas cuantas en la mesa. Subo al cuarto dónde ella estará, su antiguo cuarto y dejo otras colillas en diferentes sitios, algunas tiradas al lado de mis cosas, para que se de cuenta de que soy yo quién entra a esa habitación y que los cigarros son míos, no de mi hermano. Porque si Charlie fumara, ella le regañara pero le dejaría en paz, conmigo, nunca, nunca, jamás me lo perdonaría.
   Abro la puerta de mi habitación y me pongo una blusa pequeña de tirantes, que es lo suficientemente baja como para que se me vea el tatuaje. Me hago una trenza floja de lado acomodando mi mechón azul para que se note mucho. Y de mi escritorio tomo una pegatina para la nariz que simula un percing. Puedo soportar las perforaciones en la oreja, pero no en la nariz ni en las cejas, tampoco en el obligo. Me da cosa.
  Me meto a mi baño para tomar el delineador y el rímel y maquillarme hasta morir.
Dios, a ella le dará un ataque.
Y Charlie me matará.
  Hago una mueca mientras bajo a la cocina. Charlie fue por ella hace media hora al aeropuerto, más o menos. Estará aquí en cualquier momento. Así que saco una cerveza de Charlie del refrigerado y la dejo en la encimera, cerca de unas de las colillas de cigarro y de la cajetilla. Con un suspiro repaso mi vestuario: Botas, medias me encaje, un vestido corto. Todo negro.
   Ella odiaba que vistiera de negro.
Con toda su alma.
Camino al pasillo dónde hay un espejo colgado y me miro fijamente. Porque yo ahora represento todo lo que mi madre alguna vez odió: Los percings en las orejas, la pegatina que simula el percing en la nariz, el maquillaje oscuro, el mechón azul y el tatuaje.
 Suspiro mientras miro mis nuevas perforaciones, que duelen porque todavía tengo sensible.
Me empiezo a arrepentir, pero de pronto oigo el carro estacionarse en la entrada. Ya es demasiado tarde para eso. Así que saco mi celular y lo sujeto con una mano mientras con la otra sostengo la cerveza. Me recargo en la isla de la cocina, dándole la espalda a la puerta de entrada, para que así mi madre pueda ver las aves y acomodo los pelos que se soltaron de mi peinado para que también pueda ver las perforaciones.
La puerta se abre y yo muevo la cerveza en la tabla, acercándola a mí.
--¡Ridley, estamos en ca…!Oigo a Charlie decir, pero no completa la frase.
Literalmente puedo sentir sus ojos en mi espalda. En mi tatuaje.
Me volteo, y ahí cerca de la puerta puedo ver a Charlie, mirándome fijamente, con la boca ligeramente abierta y sorprendido. Y luego, está mi madre.
   La última vez que la vi llevaba su cabello teñido de rubio, pero ahora su pelo oscuro natural está de vuelta y parece más delgada y con más arrugas.
Algo dentro de mi pecho se retuerce.
 Sonrío cruel y cínicamente, esa sonrisa de “Soy más inteligente que tú”, y dejo el bote en la mesa, al lado de unas colillas de cigarros.
--DeborahLe sonríoMe alegro verte. ¡No puedo creer que seas tú!  No has cambiado nada.
…Soy tan hipócrita…
La cara de mi madre refleja una mezcla de sorpresa y terror. La de Charlie pasa de la sorpresa a la furia. Aprieta la mandíbula.
--BuenoContinúo, en tono casual, tomando la cerveza, la cajetilla de cigarrillos y mi chaquetaNos vemos.
  Pero Charlie se detiene en la puerta, prohibiéndome el paso.
--En una hora cenaremos, no puedes irteDice, mirándome fijamente.
Sé que para Charlie que cenemos juntos es importante, porque es el único momento del día en el que nos vemos y podemos hablar, pero sé que esta vez es algo diferente. Sé que esta vez no quiere que me vaya porque ha decidido que me quiere castigar.
  Pero él no sabe que yo lo sé, así que…
--Lo sé, Charlie. Pero sólo será un minuto, voy a entregarle unas cosas a mi novio.
Mamá me mira con los ojos abiertos con cierto semblante perturbado.
 Ella siempre dijo que no podría tener novio hasta los dieciocho. Decía que antes de esa fecha ellos eran sólo una distracción.
--¿Tu novio?Remarca Charlie, sorprendido.
Y… bueno, Charlie siempre ha sido sobre protector conmigo. Más cuando respecta de chicos.
--Sí. Es el vecino.
--¿Qué vecino?Gruñe, mirando las ventanas.
--Es nuevo. Se acaba de mudar a la casa de sus tíos.
Fija la vista en mi.
--¿Se acaba de mudar y ya es tu novio?
Upssssss.
--BuenoMe encojo de hombros--¿Qué puedo decir? Soy encantadora. Y él muy guapo.
  Cosa que si nos ponemos a pensar, es verdad.
Charlie abre la boca, la cierra, la abre, la cierra. Y mi madre está aún mirándome fijamente, con su cara horrorizada, inspeccionando cada pedazo de mi cuerpo.
  Debí ponerme uno de esos tatuajes que salen en las galletas en las manos, para que alucinara un poco más.
Finalmente Charlie levanta su brazo y su mano señala la escalera.
--A tu habitación.
Frunzo el ceño.
--¿Qué?
--Estás castigada. Sube ahora.
--Pero…
--¡Que subas, te digo!Grita.
  Mi hermano es genial, pero cuando se pone enojado es mejor no andar cerca. Así que como la cobarde que soy subo escaleras arriba y entro a mi habitación. Pero antes de cerrar la puerta, me quito las botas para que no se oiga el sonido de mis pasos y cuando estoy en calcetines doy un paso atrás, fuera de mi habitación. Y cierro la puerta, así ellos piensan que estoy dentro.
   Así yo puedo escucharlos hablar.
Al principio no dicen nada.
Luego oigo a alguien arrastrar una silla y a Charlie soltando un suspiro. Entonces mamá chilla.
--¿Pero cómo carajos pasó esto, Charlie?  ¡Tenías que cuidarla! ¡Tenías que educarla!
--¡Lo hice!
--¡Tiene un tatuaje, Charlie! ¡Un tatuaje! ¡Viste todas esas perforaciones, esa cosita en su nariz, Dios! ¿Y desde cuando ella viste de negro?Por su tono, no esperaba que él respondiera.
--¡No sé cuando se hizo ese jodido tatuaje!
--¿No sabes, no sabes? ¿Cómo no sabes? ¡Vive contigo! ¡Te di su custodia para que la cuidaras mejor, no para que la dejaras hacer lo que ella quisiera!
  Charlie se queda callado. Cosa que es muy difícil, porque él nunca jamás se queda con su opinión.
Eso me indica que o bien ella no se calla o él va a explotar y le va a decir cosas hirientes.
Y mi madre continúa:
--¿Cómo le dejaste pintar su cabello? ¡Y esas horribles perforaciones! ¡No conseguirá un trabajo nunca con esos! ¡Su ropa, por Dios! ¡Parece que no tiene otra cosa que ponerse! ¿Cómo chingados la dejaste fumar? ¡Maldita sea, Charlie, tenías que educarla!
--¡Al menos lo hice, no como tú!
Entonces Deborah, mi madre, se queda callada. Como si de repente hubiera desaparecido; Ni un solo sonido de respiración, nada.
 Oigo a mi hermano suspirar, cansado.
--MiraLe oigo decirHa sido una noche estresante. Tu habitación sigue siendo la misma. Me voy a dormir.
  Aún parece que mi madre no aparece, pero oigo los pasos de Charlie subiendo por la escalera. Me doy la vuelta demasiado rápido pero pierdo el equilibrio, así que tengo que sostenerme con  la pared. Cuando me doy la vuelta para asegurarme de que no me ha oído, Charlie ya está ahí, a mitad de las escaleras, mirándome.
    Me asusta, porque se ve… decepcionado. No enojado. Decepcionado.
Me mira una sola vez antes de pasar junto a mí y entrar a su habitación, sin darme las buenas noches y sin preguntarme si ya me he lavado los dientes.
   Que lo haya decepcionado es probablemente la peor cosa que alguna vez me ha pasado.
  De repente me siento como mierda.


-Sthep Stronger.

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