Broken Dolls. Capítulo 6.
Al día siguiente, salgo de la habitación
en la cabaña gigante para tomar clases con el perdedor cuando en la sala
encuentro algo familiar.
--¿Cam?
Cam. Cam el enfermero que era lindo conmigo. Ese Cam.
Él me da la espalda, pero sé que es él. A menos que esté alucinando. Te juro que esto es una mierda.
El Cam que podría o no ser Cam se da la vuelta y me sonríe.
Pero espera, ya me he tomado la medicación: No se supone que sea tan malo. Se supone que me mantiene fuera de enloquecer por completo.
--Fallon. Esperaba poder verte.
--Espera, ¿Tú eres de la CIA? ¿Eres el infiltrado en St. Gallen?
--Sí.
--¡Pequeño hijo de perra! ¡Me tenías engañada!
Me acerco y le doy un golpe en el brazo. Sonríe y cuando lo intento de nuevo, lo evade. Me hace una especie de llave y yo termino en el suelo.
--Pensé que te estaban entrenando para que te defendieras a ti misma.
--¡Ey! ¿Esa es tu manera de saludar a viejas amigas, Cameron? Además,
dame un respiro, tengo aquí dos días—Le reprocho desde el suelo.
Me sonríe desde arriba. Me quedo observando un rato sus ojos verdes y cabello rubio. Tal vez es esta luz, pero me acabo de dar cuenta de que el tipo está bueno.
--¿Ves algo que te guste?
Niego.
--No. Nada interesante, la verdad.
Hace una mueca y se lleva la mano al corazón.
--Auch.
--Sí, sí, lo que sea. Ahora ayúdame a levantarme.
Él toma mis manos y me pone en mis pies.
--¿Vas de salida?—Pregunta.
--Sí. Pero vas a acompañarme hasta allí. No es una pregunta—Él se
ríe—Entonces, ¿Acabas de salir de ver al jefe? Uno diría que desde que
me secuestró recordaría su nombre, pero no. Sabes, pudiste haber dicho algo. En
St. Gallen, me refiero. Pudiste haber dicho “Oye, están buscando a una
pelirroja, así que cuídate”. Quiero decir, fue muy perro de tu parte.
Sacude la cabeza y sonríe mientras salimos de cabaña/casa.
--Nunca realmente había conocido a alguien que cambiara de tema tan
rápido.
--Culparía a la psicosis, pero no tiene nada que ver, la verdad. Quiero
decir, cuando estás mentalmente desequilibrada puedes culpar de muchas cosas a
la enfermedad, pero mi madre siempre me decía que era imposible tener una
conversación conmigo. Aunque no estoy segura de cuándo me volví una psicópata.
Aunque a lo mejor sí, según esto los psicópatas como yo no podemos organizar
nuestros pensamientos. Mierda, a lo mejor eso es. A lo mejor la psicosis me
impide comunicarme con las personas semi-normalmente. Tiene sentido. ¿Pero por
qué mi madre me diría que es imposible tener una conversación conmigo? Aunque
no sé exactamente cuando me volví una psicópata. ¿Sabes que ese es el término que nos dan?
Suena tan horrible. Quiero decir, sé que hay muchos psicóticos horribles, pero
yo no soy una de ellas. Mi doctora dice que mi psicosis es pasiva si hacemos
comparaciones, lo cual me hace pensar en cuán jodidos están los demás, así que…
Cam pone una mano en mi boca.
--De acuerdo. ¿Y si tocamos un tema y luego otro?
Asiento y la quita de mi boca.
--Entonces, ¿Por qué tienen que enviarme a mí cuando tú puedes averiguar
si Holly realmente está ahí? Tú trabajas ahí.
Sacude la cabeza.
--Yo fui el primero que entró a St. Gallen, pero no tuve acceso al área
de los pacientes más… inestables.
--Te refieres a los locos de remate.
--Bueno… Sí. Como te decía, no tuve acceso a ésa área y Holly podría o
no estar ahí. Podría conseguir la entrada, pero eso tardaría, así que en vez de
eso Carmichael envió más de nosotros para vagar por ahí en la noche, yendo de
habitación a habitación para buscarla. Es cuando te atraparon. Ellos pensaron
que escapaste, y no has sido la primera que lo hace, pero sobre actuaron al
respecto: Despidieron a todos y contrataron a nuevas personas. El nivel de
seguridad nos hace pensar que Holly realmente está ahí y quién la está
ocultando sospechó de los infiltrados. Pero podría no significar nada.
Asiento hacia él.
--Pues a mí me suena como a nada. Quiero decir, si un loco se escapa, ¿A
quién NO vas a despedir?
Se detiene a mi lado, lo que me obliga a parar también y mirarlo.
--La palabra loca es realmente muy fuerte—Dice—Y muy fea.
Fallon, tú no estás… loca. Sólo tienes un desorden.
--Oh, dios, suenas como la maldita psicóloga. ¿Es que no tienes
internet? Busca psicosis. Esa mierda es realmente muy peligrosa. Y déjame
decirte esto, amigo: Tenerlo es también una mierda.
--Pero no te has perdido completamente. Todavía sigues siendo tú.
--Aún. ¿Pero cuánto faltará antes de que piense que soy Dios o que el
demonio me está hablando en la cabeza diciéndome que mate a todos?
--Cuando recibas el tratamiento…
--¡Si resulta, Cam!
Da un paso hacia mí.
--Si no estás segura, ¿Por qué aceptaste?
Mi respuesta es simple:
--Porque estoy desesperada.
Hay un momento de silencio entre nosotros, y de repente ya no le puedo sostener la mirada. En vez de eso miro el pasto debajo de nuestros pies.
--Sólo me preocupo por ti, Fallon.
Eso me sorprende. Sé que somos algo así como amigos, más o menos. No lo suficiente como para que se preocupe por mí.
--¿Por qué?—La pregunta se resbala entre mis labios, casi un
susurro.
Y él me sonríe.
--Supongo que porque eras la única que no intentaba atacarme cuando le
daba los medicamentos.
Nos reímos juntos, y eso libera la presión dentro de nuestros pechos. Aspiro aire y dejo que llene mis pulmones. Aire fresco. Realmente no tenía mucho de eso antes.
Me doy cuenta en este momento que sí acepté esto porque estaba desesperada, pero desesperada por este pedacito de vida. Desesperada por no volver a aquél lugar nunca más. Me gusta esto: el aire fresco y el sol en mi piel, la ropa bonita y el contacto con personas que no lo han perdido completamente.
--Me gusta esta vida.
Reconozco la voz como mía, pero no se me ocurre por qué le diría eso a Cam. Me parece demasiado profundo, esas cuatro palabras.
Él mira al cielo y sonríe, y después me mira a mí de vuelta.
--A mí también. Es bastante buena, ¿Verdad?
Parece darse cuenta de que probablemente no debió decir eso. Pero no me ofendo: tomo las cosas de la manera en las que son. Me tocó tener una vida de mierda, y eso es una porquería, pero no puedo hacer demasiado para cambiarlo.
Excepto que sí puedo.
Encontrar a Holly.
Ahora, sí eso fuera así de simple. Tengo que encontrarme con el imbécil para nuestras clases.
--Sí, es buena—Le contesto.
Cam. Cam el enfermero que era lindo conmigo. Ese Cam.
Él me da la espalda, pero sé que es él. A menos que esté alucinando. Te juro que esto es una mierda.
El Cam que podría o no ser Cam se da la vuelta y me sonríe.
Pero espera, ya me he tomado la medicación: No se supone que sea tan malo. Se supone que me mantiene fuera de enloquecer por completo.
Me acerco y le doy un golpe en el brazo. Sonríe y cuando lo intento de nuevo, lo evade. Me hace una especie de llave y yo termino en el suelo.
Me sonríe desde arriba. Me quedo observando un rato sus ojos verdes y cabello rubio. Tal vez es esta luz, pero me acabo de dar cuenta de que el tipo está bueno.
Niego.
Hace una mueca y se lleva la mano al corazón.
--Auch.
--
Él toma mis manos y me pone en mis pies.
Sacude la cabeza y sonríe mientras salimos de cabaña/casa.
Cam pone una mano en mi boca.
Asiento y la quita de mi boca.
Sacude la cabeza.
Asiento hacia él.
Se detiene a mi lado, lo que me obliga a parar también y mirarlo.
Da un paso hacia mí.
Mi respuesta es simple:
Hay un momento de silencio entre nosotros, y de repente ya no le puedo sostener la mirada. En vez de eso miro el pasto debajo de nuestros pies.
Eso me sorprende. Sé que somos algo así como amigos, más o menos. No lo suficiente como para que se preocupe por mí.
Y él me sonríe.
Nos reímos juntos, y eso libera la presión dentro de nuestros pechos. Aspiro aire y dejo que llene mis pulmones. Aire fresco. Realmente no tenía mucho de eso antes.
Me doy cuenta en este momento que sí acepté esto porque estaba desesperada, pero desesperada por este pedacito de vida. Desesperada por no volver a aquél lugar nunca más. Me gusta esto: el aire fresco y el sol en mi piel, la ropa bonita y el contacto con personas que no lo han perdido completamente.
Reconozco la voz como mía, pero no se me ocurre por qué le diría eso a Cam. Me parece demasiado profundo, esas cuatro palabras.
Él mira al cielo y sonríe, y después me mira a mí de vuelta.
Parece darse cuenta de que probablemente no debió decir eso. Pero no me ofendo: tomo las cosas de la manera en las que son. Me tocó tener una vida de mierda, y eso es una porquería, pero no puedo hacer demasiado para cambiarlo.
Excepto que sí puedo.
Encontrar a Holly.
Ahora, sí eso fuera así de simple. Tengo que encontrarme con el imbécil para nuestras clases.
ﮪ
Hoy él ni siquiera me ve.
Imbécil.
Levanto las manos al cielo en desesperación y le digo:
Por un segundo, me parece que está sonriendo ante mi comentario. Por un segundo, me parece que de aquí en adelante dejará de ser un cabroncete. Y después, en 0.2 segundos, esos pensamientos se esfuman.
Mi pierna toma control sobre mi mente y se alza para meterle una golpiza al imbécil, pero éste ya lo está esperando, así que cuando está a punto de llegar lo toma y lo voltea, haciendo que yo caiga al piso.
Suelta mi pierna y me volteo para verlo. Entonces el imbécil hace la cosa más inesperada: Me tiende la mano.
Y yo dudo, claro. Quiero decir, tiene que tener su truco, ¿Verdad?
Se queda ahí parado, mirándome.
Se me queda mirando un rato, como si hubiera algo en mi nariz. Me la palmeo por si acaso, pero todo parece ir bien.
Se recupera antes de que pueda preguntarle.
Corremos juntos media hora y luego me da un descanso de cinco minutos que no da abasto. Luego corremos de nuevo, y es en esta segunda ronda cuando el suelo se abre bajo mis pies y te juro que puedo ver lava abajo, pero siento el suelo bajo mis pies así que en un rincón de mi mente se me ocurre que no es real. Me aferro a eso mientras lucho contra el miedo y la desesperación.
Casi puedo sentir el humo en mi garganta y el calor en mi piel.
Después de todo este tiempo he aprendido a no perder la calma. La mayoría de las veces. Mi doctora y yo trabajos mucho en respiraciones que no se supone que sirvan de mucho, pero algo es algo.
Me detengo y miro al cielo cuando escucho las voces en mi cabeza. Son susurros, de las personas en mi vida diciendo que estoy loca: Mis padres, los doctores, los vecinos, mis amigos. Todos discutiendo sobre mi locura cuando pensaban que yo no estaba escuchando.
Los susurros no me abandonan.
Se me dificulta respirar y hablar mientras corro, pero eso no me detiene.
“Es tu culpa”, resuena en mi cabeza.
Cuando abro mis ojos, veo los de Chris. Está parado enfrente de mí y sostiene mis brazos, manteniéndome cerca.
--No son reales, Fallon. Eh, Barbie, concéntrate, vamos. Todo está bien.
Sigue diciéndome algo, pero las voces son más fuertes que la suya. De repente siento la adrenalina por mis venas y empiezo a moverme. Chris me deja ir, pero puedo sentir sus ojos sobre mi.
Niego.
Es lo que yo pienso, la verdad.
Mierda, estoy tan enojada.
Salgo corriendo, siguiendo la ruta en la que Chris y yo estábamos, hasta que siento que las voces van disminuyéndose. Mierda, mierda. Cuando paso por donde dejé a Chris, está hablando por teléfono con alguien y corre a mi lado cuando cuelga. Toma mi brazo y me hace detenerme.
Antes de preguntarle, me golpea con el codo y caigo a la inconsciencia.
ﮪ
Cuando despierto, veo el techo blanco. Intento pararme, pero hay correas en mis pies. Tal vez eso molestaría a alguien más, pero a mí me alivian.
Volteo a mi derecha y veo al perdedor sentado en una silla, mirándome. El pitido de las máquinas me hacen darme cuenta de que estoy en el maldito hospital de nuevo.
Sonríe.
Levanto mi mano para tocar mi frente dañada.
Sonríe.
Intento darle una golpiza, pero desde que no puedo levantarme, no es fácil. Él se ríe de mí.
Me encojo de hombros.
Se vuelve a sentar después de quitar la segunda correa y se sienta en su silla de nuevo.
Eso despierta mi curiosidad.
Me encojo de hombros mientras me siento.
Asiente.
Y de repente, es la primera vez que veo algo real en su expresión. Simpatía.
Hay un silencio entre nosotros, así que lo rompo:
Él ofrece su mano y yo no tengo más que tomarla y dejar que me ayude a bajar de la camilla.
Ríe entre dientes.
ﮪ
Tres días pasan, y esos tres días no creo que he completado al menos veinticuatro horas de sueño. Carter nos checa de vez en cuando y se une a las lecciones, pateando mi trasero totalmente. Creo que es algo de familia. No he sabido mucho del padre de Holly.
Asiente y empieza a pelar una naranja que tenía en sus manos.
Sonríe un poco, manteniendo la vista en la naranja. Estiro la mano hacia mi espalda y rasco. Últimamente he tenido mucha rasquera. Mi espalda y mis brazos están todos rojos y no es bonito.
El pensamiento, de alguna manera, nunca se me había cruzado por la mente.
Termina de pelar la naranja y la parte por la mitad. Me ofrece una, pero declino. Se encoge de hombros.
De repente el filete no se me antoja. De hecho nada se me anotoja.
Si tan solo eso fuese suficiente.
-Sthep Stronger.
si esta novela es invención vuestra , esta genial , deberías hacer un libro , seguro que alguna editorial quiere publicar-lo , es muy bueno , yo lo compraría jaja , me encanta la química que hay entre ellos
ResponderEliminarGracias! Me gusta escribir, pero no estoy segura sobre ser una escritora en el futuro...;D
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