Taken. Capítulo 9. "Tres palabras, dieciséis letras, un punto final y una oración".
Me encojo de hombros, con el tenedor entre mis dientes. Nina estira el suyo para robar un poco del pastel de fresas que tomé para desayunar.
Soy una rebelde.
Nina sonríe y cuando se va a llevar el pastel a la boca, cae hacia su camiseta de pijama, ensuciándola, y luego cae hacia el suelo.
Me río de ella.
Me saca la lengua y toma otro pedazo, aun sonriendo. Esta vez no se le quita.
Maggie se para enfrente de nosotras, al otro lado de la isla. A cambio de nosotras, ella ya está arreglada, con unos pantalones de algodón negros y una blusa de olanes turquesa. No como Nina y yo. Esta mañana ella se ha levantado con un calcetín puesto y el otro no. Yo también estoy en mis pijamas: Una blusa manga larga roja a rayas y un short negro. Elegí el short porque puedo enseñar mis piernas. Los hombros y mi espalda, bueno…. No tanto.
Apunto a Nina.
Maggie sonríe mientras lleva la taza a su boca, sin decir nada.
Ha sido cada vez más de esta manera los últimos días: Bromas que quiebran la tensión entre nosotros. Es un alivio.
Marcus entra a la cocina con su periódico y pijamas: Una camiseta gris y un pantalón de cuadros negro.
Si hay una palabra para describir a Marcus, puede ser cursi. Pero es lindo, ¿Sabes? Que ame a su familia de la manera en que él lo hace.
Las familias en todo el mundo deberían tener un Marcus que les diga cuanto las aprecian cada mañana, incluso cuando la mitad de ellas lucen como un desastre.
Marcus toma de la cintura a Maggie y le da un sonoro beso en la mejilla.
Marcus aleja el rostro del de Maggie y le dice:
Ally camina hacia el asiento a mi lado, con su pequeño shorts de gatitos y la blusa morada. Su pelo negro está atado en un moño como el mío.
Marcus rueda los ojos y le da un beso en la frente.
Es tan dulce. Todos ellos. Tanto que tengo que mirar a otra parte.
Paso unos momentos mirando mi pastel hasta que siento sus vistas en mí, y cuando levanto la vista, tengo razón: Todos ellos me están mirando como si quisieran tocarme y no pueden.
Últimamente me he dado cuenta de que eso es una mierda. Y eso es un asco, ¿Sabes? Porque estaba perfectamente con mi rutina de no tocar a nadie y eso, y ahora es un obstáculo. Me siento tan molesta.
Marcus abre la boca para decir algo, pero entonces hay un estrépito en la puerta. Dos segundos después, un Dan sudoroso en shorts de deportes y un sweater de universidad atraviesa la cocina.
Levanto una ceja, secretamente aliviada por la interrumpción.
Asiente, abriendo su botella de agua.
Sonríe.
Señala su cuerpo con gran descaro.
Me sonríe y me guiña un ojo. Seguido, besa a Maggie en la mejilla y le pregunta qué hay de desayuno.
Dan se sienta enfrente de nosotras después de jalar una silla del comedor.
Nina le da un golpe en la nuca. Ally le frunce el ceño. Yo me río, porque el chico es tan extraño y arrogante.
Dan ríe y tamborilea las manos sobre el granito.
Esta mañana se ve especialmente inquieto.
Se detiene.
Maggie sacude la cabeza y busca en un cajón de la cocina.
Él se encoje de hombros.
Miro a Nina y a Ally, pero sus caras son neutras. Esto es perfectamente normal para ellos, y cuando Maggie le pone un bote naranja de pastillas delante de él, es cuando pregunto.
Sé que lo he oído, pero no significa mucho para mí. Me encojo de hombros.
Me da una sonrisa de “Qué le vamos a hacer” mientras se hecha una pastilla a la boca.
Eso llama la atención de Ally.
Nina se ruboriza y se encoje de hombros.
Nina le frunce el ceño.
Me relaja saber que no es un psicópata controlador sólo conmigo. Sonrío mientras me meto otro pedazo de pastel. Ally ríe conmigo y toma el tenedor de Nina para pinchar mi pastel.
¿Qué tienen con mi pastel?
En cambio, él se encoje de hombros y señala con un movimiento de taza de café a Dan.
Nina se cruza de brazos. Entonces su celular se mueve vibrando y su cara se ilumina. Lo toma y corre hacia las escaleras.
Dan la sigue con la mirada. Luego mira a Marcus.
Dan toma el tenedor de su mano y se come el pedazo de pastel.
Se come el pedazo y se acerca a mi plato por más.
Le quito el tenedor y lo pongo al otro extremo de la mesa. Sin embargo toma el mío y sigue.
Resoplo.
No creo que sea un problema, porque a menos que Jay deje de ser gay, estaré alejada de los encantos masculinos por el resto de mi vida.
De cualquier manera contesto:
Me frunce el ceño.
Le doy un manotazo en la mano y se ríe de mí.
ﮪ
La miro.
Ella se inclina y mira mis ojos. Dejo una de las brochas en la paleta de pinturas que no sé usar y suspiro.
Estúpido maquillaje. Estúpido.
Ally se inclina hacia mí para ver mis ojos, luego se pone derecha y grita:
Gimo de desesperación.
Nina entra luciendo un bonito vestido negro con rosas rojas estampadas y nos mira.
Ally me señala y se deja caer en mi cama.
Nina la mira y rueda los ojos, pero luego le sonríe amorosamente, y luego me mira a mí.
Cuando me dice cielo, y recuerdo la mirada amorosa que tiene con toda aquella persona que conoce (Incluso con Dan) me pregunto cómo en este mundo puedo tener miedo de ella. Ella, quién usa ahora mismo unos zapatos con lazos. Quien tiene pijamas de gatitos a montones. Quien llama a todo el mundo “Cielo”, o “Cariño”, o “Guapetona”.
Y a Ally, ahí sentada, moviendo sus pies infantilmente. Sólo una adolescente que lo peor que alguna vez podría hacer es comer el pedazo de pastel de Nina o el de Dan. O quedarse dormida y hacernos esperar a todas hasta que esté lista. O hacer comentarios listillos sobre los traseros de los chicos.
Me pregunto si honestamente tengo que temer de la Señorita Adorable y Señorita-Sólo-Dame-Comida-Y-Todo-Estará-Bien.
Así que quiero pedírselos. A ambas. Quiero que me ayuden con mi cabello y mi maquillaje.
Pero las palabras se quedan atascadas en mi garganta, impidiéndome decirlo.
Es entonces cuando me doy realmente cuenta de cuan solitaria he sido, todos estos años. Escondiéndome detrás de las faldas de Lauren, temiendo al mundo exterior y aislándome con mis montones de libros y series de televisión.
Nunca he tenido una pijamada. Nunca he salido a jugar boliche con mis amigos, ni al cine, ni de compras (incluso cuando Lauren me animó). Nunca fui realmente una adolescente.
Sé que me sentía a gusto con mi vida lejos del contacto y el afecto, pero me pregunto si es lo que quiero cuando sea mayor. Si quiero no tener nada ni a nadie.
Quiero decir que sí, como me he estado diciendo todos estos años. Quiero decirme a mí misma que estoy bien con el aislamiento.
Pero no lo estoy.
Yo no soy esa chica típica de la televisión que odia a todo el mundo y es una amargada. Anhelo esto. A ellas. A Marcus y a Maggie, e incluso a Dan, aun cuando el chico es un entrometido mujeriego psicótico.
Ahora me doy cuenta de eso.
Y lo siento, revoloteando dentro de mi estómago como mariposas.
Esperanza.
Ally deja de mirar sus pies para mirarme fijamente, igual que Nina, quien tiene la boca ligeramente abierta. Ella es la primera que habla:
Después de un momento, Ally es la primera en responder. Se quita los tacones de un tirón y camina descalza hacia mí.
Mis músculos se tensan y las avispas asesinas revolotean en mi estómago, molestándome, pero tomo un respiro profundo.
Nina cierra su boca y asiente, sonriéndome. Sale de la habitación y cinco segundos después regresa con toallitas húmedas y toma mi barbilla con delicadeza, como si no quisiera espantarme. Con la otra mano pasa la toallita sobre mi ojo, quitando el desastre.
Y me siento agradecida hacia Ally, por actuar tan normal y despreocupada como siempre lo hace. Y con Nina, por preocuparse lo suficiente por mí e intentar que no me asuste.
La ansiedad crece, desde la punta de mis pies, hasta mis brazos y mi cuello, y no tengo más que apretar las manos contra mis piernas. Se pone peor cuando Ally trae el rizador y empieza a utilizarlo en mi pelo. Pero después de unos minutos cuando veo que ella no encaja el rizador hirviendo en mi piel, y que Nina no tiene intención de clavarme la pequeña pinza en mi ojo, me relajo. Sólo un poco.
Pero es un comienzo.
Dan cruza por la puerta con la vista clavada en su celular.
Mi pelo deja de ser tocado y escucho a Ally hacer un sonidito de indignación.
Él levanta la mirada del celular y nos mira, sonriendo. Vuelve a su celular y sus músculos se tensan dos segundos después, volviendo la vista hacia nosotras. Abre la boca. La cierra. No parece seguro de qué hacer. Mira la puerta y luego de nuevo a nosotras.
Levanta el celular y suena el flash.
Ruedo los ojos.
Nina deja pasar el insulto, pero Ally no: Le avienta una almohada, insultándolo. Nina, en cambio, me mira seria.
Me encojo de hombros.
Dan sonríe en respuesta.
Él frunce el ceño.
Pone su cara de enojado.
Siguen discutiendo. Me divierte, por cierto. Me inclino hacia Nina para preguntarle si alguna vez van a detenerse, pero está apagada. Me pregunto si la he herido.
Ella asiente e intenta sonreír.
No lo está. Lo lamento, pero no puedo decirlo con palabras. Las palabras son lo único que tengo, y no sé cómo expresarlo…
Tal vez sí lo sé.
La idea viene a mí como un rayo y antes de pensarlo, lo hago. Mi mano se posa en el brazo de Nina y siento otra oleada de ansiedad. Mi mano empieza a hormiguear.
Este es mi regalo para ella.
Mira mi mano en su brazo y luego mi rostro, con la boca entre abierta.
Le sonrío y me dirijo a Dan con una sonrisa.
ﮪ
Caminamos hasta la puerta principal y Ally desaparece de inmediato. Dan gruñe cuando Nina inmediatamente salta sobre un chico que la mira como si fuera el sol.
Quedamos solo Dan y yo, pero supongo que no será por mucho tiempo, porque miradas hambrientas de chicas con piernas kilométricas y pelo sedoso están sobre él. Dan me mira.
Va hacia la mesa donde hay unas hieleras, pero se queda platicando con la chica morena y pecosa. Es muy guapa. Sonríen y ella pone una mano en su pecho, y tengo la impresión de que voy a estar aquí por un tiempo.
¿Qué no me pierda por ahí? No voy a quedarme a esperarlo.
Me muevo entre las personas intentando que no me toquen, yendo a ninguna parte en específico. Pero miro al suelo, así que no veo con quién mi hombro se estrella.
Esa persona intenta estabilizarme y tengo que apartarme antes de perder la cabeza.
Aisslin me sonríe.
Le sonrío.
Sonríe.
Hace una mueca graciosa y me doy cuenta de lo que he dicho.
Se encoje de hombros.
Hace un además de tomar mi mano, pero dos segundos después la retira.
La sigo a través del lugar lleno de personas hasta que salimos afuera y nos dirigimos al césped, donde un chico está sentado con un celular en su mano. Tiene el pelo negro y… es lindo.
Y es incluso más lindo cuando mira hacia nosotras y sonríe.
Se me cae la baba.
Aisslin se deja caer en el césped a su lado y yo hago lo mismo, y así formamos un triángulo.
Nate me sonríe y noto el pequeño hoyuelo en su mejilla.
Sonrío.
Asiento y tomo de la botella mientras Nate pregunta:
Niego.
Sacudo la cabeza y sonrío, pensando que este chico no está en nuestra escuela y lo agradezco.
Nate rueda los ojos.
Aisslin ríe y le da un sorbo a su cerveza. La agita y se encoje de hombros.
Se levanta y sacude sus pantalones de mezclilla y se acomoda el top rosa.
Nate ríe y Aisslin le saca la lengua, alejándose.
Así que nosotros dos nos quedamos solos.
Semanas atrás, incluso días, yo hubiera estado asustada de estar a solas con él. Y mi mente lo está. ¿Pero mi corazón? Oh, mi corazón reboza de esperanza. Es tan intensa que me inunda.
Quiero este nuevo comienzo.
El viento sopla detrás de mí mientras encuentro qué decir y se me mete un pelo a la boca. Es tan pequeño que no puedo verlo e intento quitarlo desde arriba pero no lo siento. Nate se mueve. Ríe y sus dedos se levantan y acarician mi frente ligeramente, luego empuja el pelo desde ahí y lo tengo fuera de mi boca. Retira su mano inmediatamente, aun sonriéndome.
Y yo le sonrío de vuelta, porque no ha habido nada malo en ello.
Estoy a salvo.
Miro hacia atrás, hacia la voz llamándome, y encuentro a un muy molesto Dan.
Miro a Nate y luego a Dan. Asiento e intento pararme. Nate se para para ayudarme a levantarme, ya que tengo unos pequeños tacones que aun así me hacen la vida imposible. Me sacudo ante su toque, pero una vez más, no me toca antes de lo necesario.
Me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Camino hacia Dan y juntos nos alejamos unos buenos metros de distancia.
Entrecierra los ojos.
Abro la boca con incredulidad, porque Dan nunca había sido nada más que agradable conmigo. Nunca había parecido tan molesto.
Abre la boca para contestar, pero entonces Nate está enseguida de mí.
Miro a Nate y suspiro.
Asiente y le da una mirada a Dan de advertencia.
Dan parece ahora en shock, cuando lo miro. Casi asustado. Tanto que mi furia se evapora y lo miro a los ojos.
La niebla en su mente se disipa y me mira. Asiente.
Se aleja de mí.
Me quedo mirando su espalda, confundida, y luego me giro hacia donde estábamos los tres, donde Aisslin ya está y me mira curiosa.
Me siento a su lado y tomo una de las botellas.
Nate levanta una ceja.
Se ríe.
Aisslin sonríe con sus labios pintados en rosa.
Me encojo de hombros.
Aisslin se muestra de acuerdo:
Asiento, dando a entender que lo sé. Pero es lo que quiero, lo que estoy empezando a querer en alguien. La nueva esperanza para mi futuro.
Pienso acerca sobre esto mientras Aisslin y Nate conversan. Él tiene una llamada así que se aleja para contestar, y nosotras dos nos quedamos solas. Miro hacia dentro de la casa y veo a Dan pasar de la mano de alguna chica.
Pienso en lo que me dijo.
Ella advierte que es serio, lo veo en sus ojos. Deja la botella en el césped y me mira.
Pienso sobre ello.
Rueda los ojos.
Suspiro. Bien.
Sus palabras me golpean. Me liberan.
Suspira y mira al cielo.
Sonrío un poco.
Ella resopla.
Aisslin mira hacia las estrellas y suspira.
Miro hacia las estrellas, una vez más.
Voltea a verme.
Siempre tengo miedo de decir estas palabras. Por las personas juzgándome, forzándome a cambiar de opinión, susurrando que me iré al infierno por decir esto. Pero no encuentro nada de esto en la mirada de Aisslin. Sólo curiosidad.
Me encojo de hombros.
Sonríe.
Nos encojemos de hombros y vemos el cielo, juntas.
ﮪ
Nina me encuentra para marcharnos unas horas después. Tiene un chupetón en el cuello y las mejillas sonrojadas, pero no le digo nada porque aunque ha sido una dulzura conmigo y la he dejado tocarme, no estoy segura acerca de la cosa entera de contarnos cosas como si nos conociéramos de toda la vida. Esto de intimar con personas me pone nerviosa. Como si hubiera alguna posibilidad de hacerlo mal.
Tal vez.
Dan está particularmente serio mientras conducimos. No mueve sus piernas ni sus manos u alguna otra parte de su cuerpo inquietamente como siempre parece hacerlo. No se mueve al ritmo de la música ni susurra las letras de las canciones. No sonríe ni ríe ni hace nada que se parezca al Dan que yo conozco.
Se encoje de hombros y camina hacia la entrada.
Mi intento de broma no funciona de la manera en la que pensé. No vuelve a ser el desastre alegre que siempre es. Sólo sonríe ligeramente. Es como un fantasma de una sonrisa.
Y no es el Dan que conozco para nada. La arrogancia no está. Sólo vulnerabilidad y algún tipo de nerviosismo y tristeza. Pero más que todo, la vulnerabilidad. Hace que se me rompa el corazón. Quiero estirar mi mano y pasar las puntas de mis dedos sobre sus mejillas y su cabello. Quiero encontrar una manera de reconfortarlo.
Y cuando habla, me quedo quieta y escucho. Escucho porque eso es lo que él ha hecho por mí, sin juzgarme, intentando comprender.
Estoy ahí para él como una vez él estuvo para mí.
Y puede que para otras personas esto signifique nada, pero para mí es el mundo entero.
Mi mano tiembla, pero de cualquier manera la pongo sobre su hombro, porque es mi mejor intento para consolarlo. Sé que el nota que tiembla, y que respiro dificultosamente porque el espacio de pronto parece muy reducido, y puedo ver que lo aprecia. Mi esfuerzo.
Toma un respiro.
Se queda unos segundos mirando a la nada. Segundos que parecen eternos.
Ahí está.
Lo dijo.
Tres palabras, dieciséis letras, un punto final y una oración.
Tres palaras, dieciséis letras, un punto final y una oración que significan todo.
Qué me hace entender por qué Dan hace las cosas que hace.
Sonríe tristemente.
Sacude la cabeza.
Nos quedamos en silencio.
La luz de la luna ilumina el rostro de Dan y puedo verlo con otros ojos. Ya no es el jugador arrogante. Es real ahora. Con miedos e inseguridades. Una persona de carne y hueso que tiene sentimientos tan reales como los míos o los de cualquier persona.
Me hace darme cuenta de cuanto subestimaba lo que Dan podía ser. De cómo pensaba en él en un nivel más bajo del que debería.
Dan no es un desastre jugador, borracho y mujeriego.
Dan es un desastre con corazón, mente y alma.
Justo como yo. Justo como el resto de todas las personas en este mundo.
El ladea la cabeza con curiosidad.
Niego, sonriendo. Miro las estrellas por el parabrisas y siento como su mirada cambia de mi cara hacia el cielo también.
Siento su mirada en mi rostro y lo miro. No decimos nada.
Pero esta es la cosa acerca de las relaciones que tienes con todas las personas por las que te preocupas: A veces no necesitas decir nada. A veces es sólo el hecho de estar ahí. Ni siquiera sosteniendo manos, ni abrazando o limpiando lágrimas. Sólo escuchar. Sólo permanecer.
--Sthep Stronger.
La frase que Aisslin dice: "No es algo que puedas tomar, es dado", no es mía. La oí en una canción de Rihanna y desde entonces estoy obsesionada.
Me tomó años escribirlo y espero que les guste. Por otro lado, no le puedo prometer capítulo para el siguiente lunes. Los exámenes volvieron tan rápido como se fueron. :/
No hay comentarios:
Publicar un comentario