Saved. Capítulo 13. "Estrellas extinguidas".
Ted me abrió la
puerta y me sonrío, tal vez pensando que fui a su casa por algo más. Claro,
como si eso fuera a pasar. Sin embargo, cuando miró mi cara y ropa sucia, su
sonrisa arrogante se borró y me dejó pasar.
--Eh, chica, ¿Te metiste en una pelea de gatas? No luces muy apetecible.
--Necesito quedarme aquí un par de días.
Sonrió.
--Ya sabía que me deseabas.
No le devolví la sonrisa ni lo insulté como solía hacerlo.
--Y también necesito hablar con tu padre.
Creo que fue ahí cuando se dio cuenta de que era serio. Me miró una vez más y dijo:
--Siéntate, voy a buscar algo de ropa que dejó aquí mi hermana la otra
vez, espero que te quede.
Me senté en la isla de la cocina en su apartamento (Uno lujoso, sólo como un traficante de drogas super secreto y exclusivo podría permitírselo, claro) y tomé el control de la pequeña televisión de pantalla plana enseguida del microondas. Lo prendí e inmediatamente me fui a canal de noticias. Habían pasado ya horas, así que esperaba que saliera algo sobre ello.
Y así fue.
Una cámara lo enfocaba, pero se movía tanto que no se veía muy bien, y era porque estaba corriendo. Un policía entró en el lente y detuvo al camarógrafo, diciéndole que no podía pasar. El de la cámara finalmente se detuvo y enfocó bien a los bomberos sacando a las chicas del auto. Vi a Kate, tirada en el suelo, viendo a los médicos arrodillados ante ella como si fueran un rayo de luz en la más absoluta oscuridad.
Sonreí, e incluso me reí un poco. Era una perra, pero era una que sabía cómo jugar sus cartas. Mis respetos.
Me quedé viendo el desastre un rato más, y me relajé cuando me di cuenta de que Marina y An estaban vivas. Aún me preocupaba por ellas.
Estaba escuchando cómo informaban que al parecer había un cuerpo desaparecido según una de las víctimas (Que apuesto mis calcetines a que fue Kate) cuando Ted apareció atrás de mí y me miró.
--El baño está ahí, puedes darte una ducha. Una muy larga—Puso la
tela azul floreada sobre mis manos (Que me recordaban a los vestidos que a
Cassidy le encantaba usar) y me preguntó:--Ahora, ¿Por qué estás aquí?
Sonreí.
--Porque estoy muerta.
ﮪ
Sonrió.
No le devolví la sonrisa ni lo insulté como solía hacerlo.
Creo que fue ahí cuando se dio cuenta de que era serio. Me miró una vez más y dijo:
Me senté en la isla de la cocina en su apartamento (Uno lujoso, sólo como un traficante de drogas super secreto y exclusivo podría permitírselo, claro) y tomé el control de la pequeña televisión de pantalla plana enseguida del microondas. Lo prendí e inmediatamente me fui a canal de noticias. Habían pasado ya horas, así que esperaba que saliera algo sobre ello.
Y así fue.
Una cámara lo enfocaba, pero se movía tanto que no se veía muy bien, y era porque estaba corriendo. Un policía entró en el lente y detuvo al camarógrafo, diciéndole que no podía pasar. El de la cámara finalmente se detuvo y enfocó bien a los bomberos sacando a las chicas del auto. Vi a Kate, tirada en el suelo, viendo a los médicos arrodillados ante ella como si fueran un rayo de luz en la más absoluta oscuridad.
Sonreí, e incluso me reí un poco. Era una perra, pero era una que sabía cómo jugar sus cartas. Mis respetos.
Me quedé viendo el desastre un rato más, y me relajé cuando me di cuenta de que Marina y An estaban vivas. Aún me preocupaba por ellas.
Estaba escuchando cómo informaban que al parecer había un cuerpo desaparecido según una de las víctimas (Que apuesto mis calcetines a que fue Kate) cuando Ted apareció atrás de mí y me miró.
Sonreí.
ﮪ
Strausser me consiguió un departamento igual de lujoso como el de su hijo, una nueva identificación (Mi nombre ahora era Susan Pallas) y un trato: Se encargaría de que nadie supiera de mí, justo como yo quería, y a cambio yo me dedicaba a desarrollar mis pastillas. Empecé a llamarlas VIC, un recordatorio de aquella primera noche, compuesto por todos nuestros nombres. Vivian, Isabel, Cam.
No era difícil para mí vivir la vida que de pronto vivía. Era libre. Tenía otro nombre con otras personas que no sabían sobre mí. Era como tener otra vida. Una llena de chicos, fiestas y, claro, drogas. Pero nunca consumí. Sólo estaba cerca.
Yo estaba bien con eso.
Sin embargo, no pude alejarme mucho tampoco. Yo aún los amaba, a mis padres, a mi hermana. Y empecé a vigilarlos.
Asistí a mi propio funeral. Y observé a mis padres visitar la tumba que no tenía mi cuerpo muchas veces.
Mi hermana, Cassidy, fue una vez sola. Tenía puesto un vestido azul con flores estampadas y dos rosas en su mano (Porque ella no conocía el color negro) y verla ahí parada lamentándose por mí me hizo estremecerme un poco.
Joder, ella estuvo a punto de arruinarme, pero aun así quería estirar mi mano y acariciar su cabello. Sabía que era un golpe duro para mi familia, pero entonces las cosas se volvieron peor después de un tiempo. Yo ya había logrado lo que quería con las pastillas, había ganado suficiente dinero como para no depender de Strausser o el laboratorio en general, me había ido a vivir a otro departamento (Igual de bonito) y ya no hacía pastillas más. Se vendió como loco, pero aún así no me sirvió. No la pude usar en mi beneficio. Había pasado mucho tiempo, y yo ya no podía olvidar.
Todo iba a quedar grabado en mi cabeza.
Iba a morir sabiendo que era mi culpa. Por estar lo suficientemente borracha y no poder ayudar a mi mejor amiga.
Para ese entonces, en donde todo pareció ir bien, mi madre se volvió loca y mi padre se marchó, dejando a Cassidy con David.
Eso fue lo que golpeó a mi familia.
Las cosas no estaban bien. Estaban peor que bien. Y yo no podía aparecer porque simplemente no quería. Me preocupaba por ella, pero…
Vigilé a mi padre un tiempo después de que se fuera. Lo observé vivir en hoteles baratos y salir en la madrugada de bares. Me hacía sentir rara que esto fuera por mí, pero no era yo quién lo había obligado a hacer eso. Él hizo todo lo que hizo en su voluntad. Después de un tiempo, el hombre reunió todas sus cosas juntas y se mudó a Canadá.
Me quedé unas semanas en la cuidad para vigilar a mi madre loca, a mi hermana confundida y entonces me iba a Canadá a checar a mi padre. Dejé de checarlo cuando lo vi bien: Estaba en una bonita casa con una chimenea, y con una mujer probablemente de su edad sentada sobre sus piernas. Y estaban sonriendo.
Yo estaba viendo por la ventana, claro.
En algún punto pensé que fue egoísta de mi padre irse y encontrarse a otra cuando mi madre estaba loca y mi hermana lo necesitaba, pero entonces me dije “Carajos, ¿Y quién soy yo para decirlo?”.
Porque abandoné a mi padre, a mi hermana y a mi madre.
Y mi madre, oh, ella era la peor de todas. La primera vez que me colé en la clínica (Le di algo de droga a una enfermera y a cambio ella me dejó pasar) y fui a su habitación ella me sonrió y me dijo que se alegraba de verme de nuevo. Fue así como supe que alucinaba.
Sonreí.
Generalmente dejo a Cassidy con las frases cursis, pero la mujer se veía tan feliz que sentí que se lo merecía.
Entonces su cara se agrietó:
Eso… Diría que fue mi culpa, pero ciertamente no lo fue. Es sólo que como yo ya no hacía pastillas, ya no estaban en el mercado, y resulta que después las personas querían más, pero no había. Creo que sólo había vendido una pastilla por cliente y nadie volvió a saber nada. Sin embargo, al parecer Vivian aún conservaba una. Alguien se enteró. Alguien la mató por ello.
¿Es mi culpa que ella no lo hubiera escondido bien?
Consolé a mi madre mientras acariciaba su pelo.
Mi madre no sabía eso, cosa que yo no sabía. Y se puso a llorar más fuerte. No fue bonito.
Hace una pausa para sorber la nariz.
Fruncí el ceño.
Empecé a pensar en lo que podría pasar si ella lo hiciera. Yo no era estúpida. Sabía que alguno de los chicos se iba a encontrar con ella, y si ella iba por allí diciendo que se llamaba Cassidy Blake (Cosa que era real, pero yo tomé su nombre prestado) entonces las cosas se podrían complicadas.
Besé su frente, sabiendo que tenía que irme porque me atraparían, a pesar de que no quería irme aún.
Mamá tomó la tela de mi blusa en sus puños.
Obviamente ella aún no estaba lista para que me marchara.
Recordé a mi padre.
Frunció el ceño.
Drogas. Medicina. No era muy diferente.
Hay duda en su rostro, pero luego se desvanece.
Ella tomó mis mejillas con sus dedos y apretó. Resistí contra el impulso de sacudirme, pero sonreí, porque eso haces cuando alguien cercano está medio ido.
Lo cual no era mentira. La enfermera me dio como quince minutos y ya casi me los acababa. No era solamente que ya no quería estar con ella.
Ella se quejó y me jaló contra ella, pero al final me desprendí y salí de la habitación.
Volví a verla poco después, pero tuve que repetirle todo lo que ya había dicho porque no parecía recordar.
Hice más cosas en ese tiempo, de hecho. Estuve de los nervios por mi hermana. Ella ya estaba dentro y lo último que supe acerca de ella fue que hubo un accidente de drogas con su compañera de cuarto (¡Ja!) una tal Sophie. Lo supe por medio de Ted; Hice que se colara y recolectara chismes. Estuvo ahí como dos horas antes de que alguien se preguntara quién era. Aún así, no sabía nada acerca de las cosas que en verdad me interesaban: Mis antiguos amigos. ¿Los había conocido? ¿Ellos sabían quién ella era?
Mientras más alejada estuviera, mejor. Pero no sabía nada, así que ideé un plan.
No se me ocurrió hasta después, cuando en una discoteca me encontré a casi una celebridad. Era una adolescente, casi de mi edad, una que había sido una estrella en Hollywood en su niñez y como muchas otras estrellas, se extinguió. Drogas, alcohol, fiestas. Una adolescente que acababa de salir de rehabilitación y que había sido tomada de nuevo en los brazos del país entero, una adolescente que, sin embargo, estaba perdida.
Esa noche, tomé una foto.
Ella apretó la mandíbula y sacudió su rubio cabello.
Antes de que ella pudiera rechazarlo, le dije:
Ella suelta el humo del cigarro y me mira, después de otros diez minutos de enredarla con mis palabras.
Sonríe mientras me da la mano.
Vuelve a sonreír, quitando un pedazo de pelo rubio de su cara.
--Sthep Stronger.
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