miércoles, 31 de julio de 2013
The Bet. Capítulo 38.
#180 #BPOV.
Estábamos Maïa, Vicky y yo en mi cuarto, con productos para el cabello, maquillaje y accesorios por todos lados.
Maïa se recogió el cabello, ya que su vestido no luciría si lo trajera suelto. Lo traía en un moño perfectamente peinado, sujeto con broches que traían pequeños diamantes de mentira.
Se maquilló los ojos tal y como lo había visto en una revista que traía todos los peinados y maquillajes de las estrellas cuando fueron los Oscar's. Pintó sus labios con labial rojo intenso y puso un poco de rubor en sus mejillas. Se miraba sencilla, pero elegante.
Vicky dejó su cabello suelto, se había hecho unas pequeñas ondas al final de su cabello que hacía que se viera realmente hermosa. Ahumó sus ojos que hacía que se vieran mas grandes, le puso una cantidad excesiva de mascara en sus mejillas y finalizó su maquillaje con los labios, pintándolos de color melón, para que su maquillaje no se viera tan exagerado. De verdad le había funcionado su maquillaje.
Mientras que yo, solo puse un poco de sombra café claro en mis párpados, delineé mis ojos suavemente y puse una delgada capa de mascara en mis pestañas. Puse rubor en mis pómulos y pinté mis labios de color rosa coral. Peiné mi cabello a un lado sin ningún chiste, ya que no tenía ganas de hacer mi cabello.
Cuando ya era hora de ponernos el vestido, Vicky corrió al baño, mientras Maïa y yo nos vestíamos sin ningún problema en mi habitación.
Tal y como lo había imaginado, Maïa se veía sensacional. Sus tacones eran de plataforma y tenían una cinta en el tobillo con los mismos detalles que tenía su vestido. Su único accesorio fue una pulsera plata.
Yo me puse mis tacones dorados con cintas en el empeine hasta el tobillo. También tenían una gran plataforma. Había comprado una pulsera de ésas que se ponen mas arriba del codo, de color dorada. También había sido mi único accesorio, ya que el vestido eran muy lindo por si solo.
-Te miras como una jodida diosa romana, Brenda.- dijo Maïa.
Me reí.
-Tu no te quedas atrás.
Me miré en el espejo y de verdad me veía hermosa.
Vicky salió del baño vistiendo un hermoso vestido verde esmeralda sin mangas ni tirantes, con un profundo escote dejando ver parte sus enormes pechos, caía sobre sus caderas realzando su figura y en la derecha tenía una gran abertura dejando ver su pierna, muy al estilo Hollywood.
Tenía un collar corto que tenía una pequeña "V", una pulsera extremadamente delicada y unos tacones de color plata.
-¡Maldita seas, Victoria!- gritó Maïa emocionada.- Te ves como Scarlett Johansson.
Y tenía toda la razón, se miraba como toda una diva.
-Oh, si. Luego iré a audicionar para iron man o algo así.- comentó Vicky divertida.
Alguien golpeó la puerta de mi cuarto.
-¿Quién?-pregunté.
-Tu papá...Estoy lidiando con 3 muchachos con las hormonas a punto de explotar, por favor, apúrense.
Me reí. Papá era tan tierno, y a la vez celoso.
-Ya vamos papá.
Tomé mi minúsculo bolso en el que apenas cabía un labial y abrí la puerta.
Cuando las tres ya estábamos afuera del cuarto, papá nos miró con los ojos completamente abiertos.
-No irán al baile.- dijo papá
-¿Qué? - dijimos las tres al unísono.
-Se ven tan hermosas que dejarán abajo a todas las chicas del baile.
-Aw, papá. - dije.
-¿Tengo que darles alguna presentación cuando bajen o algo así?
-Ah, según yo no.- dijo Vicky.
-Menos mal, iré a abajo. - dijo
Bajó las escaleras corriendo dejándonos solas.
-¿Quién bajará primero? - dijo Maïa
-Yo.-exclamó de inmediato Vicky.
Tomó un extremo de su vestido y lo subió para poder caminar. Bajó las escaleras con cuidado.
Maïa fue detrás de ella y bajó.
Yo miré hacia abajo con miedo de caer y romperme un brazo. Ya me imaginaba el día de mi graduación, sentada en urgencias mientras me ponían un yeso.
Bajé un escalón y luego otro, y así continué hasta que llegué al pie de la escalera.
Andrew estaba mas guapo que de costumbre, con ése traje y ésa corbata de color negra.
Me miró con los ojos muy grandes y pude ver como tragaba.
Me ayudó a bajar el útlimo escalón.
-Te ves... Wow.- dijo.
-¿Qué te dije, Brenda? Lo dejaste sin palabras, al pobre.- dijo Vicky mientras le sonreía a Jake, que también iba de traje gris, con camisa azul y traía una corbata del mismo color que el traje.
Sonreí.
Tenía unas tremendas ganas de besarle, pero sabía que podía arruinar mi maquillaje, así que me contuve.
-Tengo algo para ti.- me susurró en el oído.
Sacó una pequeña cajita de su bolsillo.
Papá se le adelantó.
-Si piensas proponerle matrimonio, me opongo. - dijo alzando las cejas.
El negó con la cabeza sonriendo.
Me dio la cajita y la abrí.
Era un dije de un ave. La sostuve de cerca y miré que en una alita tenía "B&A", apenas se veía, pero era hermoso.
-Es precioso, Andrew, gracias - dije y lo besé castamente para no mancharle.
-No hay de que.
Como tenía en donde ponerlo, lo puse en la encimera, ya que cuando llegara lo pondría en mi pulsera de dijes.
-Es hora de irnos, tórtolos. - dijo Doyle.
Papá nos despidió en la puerta, y me dijo que le llamara si ocurría alguna cosa. Descarté ésa opción. Hoy sería la mejor noche de mi vida.
Había estado en el Millennium Park muchas veces, pero ahora estaba distinto. Había mesas por todas partes, una gran pista de baile en el centro. Un D.J en el escenario, luces cayendo del techo, lamparas solares por todos lados, flores y demás.
Se destilaba elegancia en cada lugar que veías.
En cuanto llegamos comenzamos a bailar, había música movida y moderna por lo que la pista de baile estaba llena.
Yo movía mis caderas y mis brazos como loca una canción muy pegajosa.
Un fotógrafo nos tomaba fotos cada vez que podía.
Entonces comenzó una linda canción lenta. Andrew me acercó a él y comenzamos a bailar en círculos.
Él con sus manos en mi cintura y yo con mis manos en su cuello, mirándonos a los ojos.
Andrew me besó en el momento que James Blunt me cantaba al oído que era hermosa.
Entonces escuché el "clic" y después el flash.
Nos dejamos de besar y vimos al fotógrafo correr.
-Cuando lo encuentre, pediré ésa foto.- me susurró Andrew al oído.
Me reí bajito.
Dejamos de bailar para ir a tomar algo.
-Iré al tocador, ahora vengo.- dije.
No me tarde ni 5 minutos para ponerme un poco de labial, cuando me encontré con Cale y Andrew hablando.
-Hoy se acaba el plazo. Dile que todo fue una apuesta.- decía Cale.- ¿Quieres los quinientos pavos, qué no?
-Lastimaré a Brenda.
Al escuchar mi nombre y lo de la apuesta recordé aquél día en el que Kayla llamó a Andrew y yo contesté.
-¿Quién habla? -dije con humor.
-¿Brenda? Hola, soy Kayla.
-¿Qué quieres?
-Es que quería decirle a Andrew que ya se lo de la apuesta...
Entrecerré los ojos.
-¿Qué apuesta?
-¿Qué no sabías?
-¿El qué?
-Andrew sale contigo solo por una apuesta.
-No te creo ni la mas mínima palabra.
-No me creas, solo te digo para advertirte. Adiós hermosa.- dijo y colgó.
De ahí me había dicho que confiara en mí, y lo hice.
Ahora todo tenía sentido.
Me acerqué a ellos, tratando de contener las lágrimas.
-¿Eso es cierto, Andrew?
Cale nos miró y nos dejó solos.
Andrew solo miraba el piso.
-¿Eso es cierto, Andrew? - repetí con fuerza.
Me miró a los ojos y su respuesta fue suficiente para romperme el corazón.
-¿Así que yo solo fui un maldito juego, no? -dije con amargura, intentando no llorar.
-Brenda, perdón.
-No hay perdón que valga, Andrew.- dije conteniendo las lágrimas que amenazaban con caer..
No aguanté mas y le dí la espalda para irme. Caminé con paso lento y decidido intentando no romperme en pedazos delante de él, lo último que quería era aumentar su ego.
-Yo te amo de verdad.- dijo y fue lo último que oí de él.
-Lizzie
The Bet. Capítulo 37.
#180 #APOV.
Me sentía triste, había amanecido muy emo corta venas.
No podía creer que en unos minutos me graduaría de la preparatoria.
Bajé las escaleras con la toga negra en una mano y el birrete en la otra.
Mamá ya estaba ahí vestida con uno de ésos vestidos típicos de las mamás, ésos todos largos con mangas. Era de color azul cielo.
Papá se nos unió con traje y corbata azul, haciendo juego con mamá.
-¿Y Fiore?- preguntó papá.
-No irá. - dijo mamá
-¿Por qué?
Suspiré poniendo los ojos en blanco.
-Dice que se siente mal... SPM*.- dije.
Papá comprendió y asintió.
Salimos de la casa y me subí al carro de papá en la parte trasera, mirando la ventana con nostalgia.
Había tenido 4 preciosos años de preparatoria, llenos de victorias, derrotas, de juegos tontos, de felicidad, de amor, de todo. Y ahora todo éso se acababa, posiblemente nunca volvería a ver a Doyle o a Cale o alguno de ésos idiotas del equipo. De verdad los extrañaría.
Llegamos a la escuela y ya había un gentío, muchos ya traían su toga así que cuando me bajé del carro me la pasé por la cabeza y me la puse.
Mamá chilló.
-Oh, Carl. ¡Tómale una foto!
Papá me miró y yo negué rápidamente con la cabeza.
-Después.- dijo.
Mamá suspiró.
-Bien.
Ella y papá iban a sus lugares mientras yo entraba al campo, en el cual tanta historia tenía para mí, junto a todos los graduados.
Miré a Brenda y ella me miró a mi.
Aún con su toga y birrete se veía adorable.
-Hola.- dije cuando me acerqué.
-Te vez gordo.- dijo entre risas.
Me le uní.
-Claro, ésta cosa es 30 veces mas grande que yo.
Ella sonrió nostálgica.
-Esto es triste.- dijo ella.
-Lo es...
Nos quedamos en silencio.
-Graduados, por favor vayan a sus asientos. Los que van a estar en el escenario vengan de inmediato, comenzamos en 10 minutos. - dijo alguien por el altavoz.
Suspiramos al unísono.
-Ve a tu lugar.- me dijo.
-Bien.
Ella se dio media vuelta y comenzó a caminar.
-Brenda.- le grité, ella volteó.- Buena suerte con el discurso, lo estoy esperando.
Ella articuló con los labios "gracias" y se perdió entre el gentío.
Fui a mi lugar y me senté ahí. Por fortuna, Doyle estaba enseguida de mí.
-Voy a morir de la tanta tristeza que hay, hermano. Necesito emborracharme.
-No lo harás, hay un baile elegante en unas horas, así que no lo hagas o te mataré. - dije amenazante pero aún así con un tono de broma.
-Bien... Quisiera quedarme para siempre aquí, pelear en los juegos por que el equipo contrario hizo trampa y ésas cosas. - me miró.- Te extrañaré, feo.
-Yo también te extrañaré, no será lo mismo sin ti.
Doyle me miró con los ojos vidriosos.
-¡Ah, marica!-le grité. - No irás a llorar, ¿o sí?
El se rió, ya que era tal y como nos decía el entrenador durante los entrenamientos.
Y así comenzamos a tontear mientras esperábamos que todo ésto comenzara.
-Bienvenidos sean todos a éste evento que quedará en la memoria de todos los aquí presente.- dijo el director arriba del estrado que estaba sobre el escenario.
Comenzó a decir frases inspiradoras, cosas que no inspiraban en lo absoluto.
No presté atención a su discurso, ya que me mantuve mirando a Brenda que estaba sentada en el escenario moviendo las manos con nerviosismo, confiaba en que ella nos sorprendería con su discurso, ella era tan impredecible que podría decirnos que nos odiaba a todos y todo estaría bien con éso.
-En fin, ¡no abandonen sus sueños que con ello podrían marcar la diferencia!- concluyó el director.
Todos aplaudimos y algunos silbaron.
-A continuación la Señorita Brenda Loughty.
Ella se paró con elegancia y caminó hacia el estrado con lentitud. Acomodó el micrófono y miró al público.
-Estuvimos 4 años en esta escuela, muchos esperando éste gran día con anhelo. Yo era una de ésas personas, esperaba con ansias que todo pasara rápido, llegar aquí y decirles a todos cuanto los odiaba.- se calló por un minuto para mirar nuestras reacciones.- No se preocupen, que éso no lo haré. Éste último año fue el mejor para mí, por que conocí a gente que no creí conocer, conocí el verdadero amor, supe quien eran mis verdaderos amigos y entendí que la vida es una improvisación. No se tiene ni la menor idea de lo que va a pasar después y que la mayoría de las veces vas a hacer las cosas a medida que vas avanzando, sin planearlas.
"Así que éso hagan ustedes, hagan las cosas sin planearlas, sigan a su corazón. Súbanse al metro y quédense dormidos, piérdanse, conozcan nuevas culturas, nuevos modos de vida. ¡Improvisen! Que vida solo hay una y aunque el tiempo pase lento, no es así, ya que estos 4 años para mi y creo que para todos se han pasado -chasqueó los dedos.-así.
"Ya por concluir mi discurso, siempre tengan presente que lo mas importante en nuestra vida es vivirla con integridad y no abandonar nuestros sueños ante la presión de los demás, no intenten ser algo que no son. Vivan su vida como una persona honesta y compasiva.-sonrió.- Mucho éxito en la universidad. "
Brenda se bajó del escenario en un mar de aplausos, silbidos y gritos de apoyo.
Su discurso había sido épico, muy a su estilo pero con un toque de profesionalismo.
Ésa es mi chica.
El director dio la señal para tirar los birretes, todos lo hicieron entre risas. Era como si hubieran llovido birretes.
Comenzaron a dar los diplomas. Como Brenda iba delante de mí, tuvo su diploma primero, grité, aplaudí y silbé lleno de orgullo.
Subí al escenario con el corazón en la garganta.
-Felicidades Andrew.- dijo el director.
Le sonreí.
-Gracias.
Hubo aplausos.
Miré a mi familia y vi que mamá lloraba en brazos de mi padre.
Bajé el escenario y me uní a ellos.
Mamá me ubicó y corrió abrazarme.
-Muchas felicidades, mi niño. - dijo con voz nasal ya que había estado llorando.
Papá se acercó ami y me abrazó.
-Estoy tan orgulloso de ti
Mi pecho se hinchó de felicidad.
-Andy, cariño. Tu novia creo que quiere felicitarte. - susurró mamá con dulzura.
Papá me dejó de abrazar.
Miré hacia donde mamá había señalado y ahí estaba Brenda con sus manitas entrelazadas, mirándose tierna.
Corrí hacia ella.
Le dí un fuerte abrazo y le dí vueltas mientras la cargaba.
-Tu discurso fue épico.- le dije una vez que la bajé.
-Gracias... Felicidades Andrew
Y ahí fue cuando ella comenzó a llorar.
-No nena, no llores. - le dije y la abracé.
-Posiblemente después de aquí no te vuelva a ver.- sollozó.
-Irás a California junto a Maïa y yo. Tu y yo seremos potenciales enemigos, ya sabes las universidades y éso.
Se limpió las lágrimas.
-No me a llegado nada, ni una carta de aceptación. Nada, tal vez no me aceptaron en ninguna.
-No seas negativa.- dije.- Irás a Standford por que tu mente es mas brillante que el mismísimo Sol.
-¡Andrew!-dijo con ternura y me besó.
6 meses atrás nunca se me había pasado por la cabeza fijarme en Brenda, nunca hubiera imaginado que ella sería mi novia ahora.
Había tomado una decisión, no le diría Brenda sobre la apuesta. Prefería perder el dinero que herir sus sentimientos.
*Síndorme pre-menstrual.
-Lizzie
-Huy, que ruda, no subí capítulos en un mes. Estaba de vacaciones, ya saben.. Lo siento.-
martes, 30 de julio de 2013
Fade. Capítulo 11.
Fade. Capítulo 11.
La libreta. Página 11.
A veces las personas hacen las cosas que hacen por razones especiales. Razones específicas Engañan, mienten, utilizan .A veces, no quieres saber. Hay veces que es mejor vivir en la ignorancia. A veces no necesitas saber. Pero otras veces, sí lo haces. Es todo lo que necesitas.
Cuando el hielo que me sostiene en mi lugar se descongela, retrocedo unos pasos hacia atrás, aún con la vista clavada en Graham, que no me deja de mirar tampoco.
Alza las manos a la altura de su cara y avanza, lo que atomáticamente me hace retroceder más.
¿Pero qué…? Él sabe. ¿Cómo él sabe?
Tiende su mano hacia mí.
Lo ignoro.
Suspira y deja caer su mano. Avanza. Retrocedo.
Ríe, como si esperase que yo lo hiciera también.
Retrocedo más.
Una sombra cruza su rostro.
Entonces las palabras de Alex me golpean: “No salgas con él. Él es diferente”.
Graham lo sabía y me engañó. Mintió. Fingió. Hizo todas esas cosas que yo tenía que hacer. Nunca planeé recibirlas. No de alguien a quien consideraba un amigo.
Esto me hace enojar.
Estoy sin amigos de nuevo. Me siento traicionada.
Graham avanza un par de pasos más hacia mí.
Tengo que admitir que también me siento un poco asustada. No me gusta la sombra en sus ojos.
Él sigue.
Tomo un pedazo pequeño de madera y se lo aviento, pero él logra esquivarlo.
Graham finalmente deja de caminar y me mira.
Ignoro eso y retrocedo un poco más. Pero esta es la desventaja de caminar sin ver nada: Caes.
Me sacudo un poco, intentando recuperar mi equilibrio, pero Graham corre hacia mí y me rodea con sus brazos para que no azote contra el suelo.
Me retuerzo.
Pero sigo retorciéndome. Al final Graham me pone en el suelo y se queda parado viéndome.
Me quedo ahí quieta, mirándolo.
Suspira y lo hace.
Asiento.
Abro la boca ligeramente.
¿Por qué todo el mundo me anda viniendo con ésas preguntas?
Extiende su mano y la tomo cuidadosamente. Me separo al instante y retrocedo. Quedamos como a un metro de distancia, frente a frente.
Sacude la cabeza.
Retrocede un paso, como si le hubiera dado un puñetazo.
Sacude la cabeza, luciendo… ¿Triste?
Tomo un pedazo de madera de la mesa y se lo arrojo, pero mi puntería falla por mucho. No creo en verdad que quisiera hacerle daño. Creo que sólo quiero golpear algo.
No me había dado cuenta de que tenía más madera en mis manos. Bueno, quizá, después de todo, si quería hacerle daño.
Graham se agacha, esquivando otro pedazo.
Entonces Graham está ahí y me sostiene de las muñecas, fuerte. Lucho con él, provocando solamente que terminemos en el suelo, conmigo dándole patadas y él intentando mantenerme quieta arriba de mí.
Dejo mi cabeza caer sobre el piso y lo miro a los ojos con furia, mientras mi ritmo cardiaco va disminuyendo. Siento su respiración sobre mí.
Frunzo el ceño.
Esto me hace retroceder: Apago el fuego de la furia un poco y abro paso a la curiosidad.
No recordaba nada de esto. Ahora lo hago. Y quisiera decirle que no es verdad, que no sabe nada de mí. Pero son verdad. Ésas cosas pasaron. No podía recordar.
Él mira mis ojos y afloja su agarre en mis muñecas, pero no se aparta.
Levanto la vista a sus ojos.
Sus palabras apagan mi rabia. Le creo. En ese momento…, en ése segundo en el que él me mira a los ojos, veo la verdad tan clara como el cristal. Así que creo.
Yo le creo.
Y creo que él sabe, porque suelta mis muñecas finalmente, y se sienta a mi lado, liberando mi cuerpo. Me siento también y me vuelvo hacia él.
Sacude la cabeza, apartando su mirada de la mía y situándola en el suelo.
Suspiro, creyéndole.
Maldición.
Parpadeo.
Por un momento, se ve avergonzado.
Hablo antes de pensar.
Él exhala fuerte y pone una mano en mi brazo.
Sé que quería saber la verdad, pero creo que no quería saber esto. Creo que era mejor antes.
Se encoje de hombros.
Entorno mis ojos hacia él.
Sacudo la cabeza, apartando mis ojos de él.
Hace una mueca.
Vuelvo a interrumpirle:
Exhala aire.
De mala gana, admito:
Duda, pero me mira a los ojos y dice:
Asiento.
De repente quiero darle un puñetazo.
No me responde, así que saco su respuesta del silencio.
Lo ignoro.
Me detengo al ver su expresión. Suspiro.
Hay unos segundos de silencio.
Quisiera decirle que yo también, pero… Pero…
Pero, ¿Quién era Isabel para mí? No la conocí bien. Y aun así… Aun así estoy aquí.
Así que guardo silencio.
Nos quedamos en silencio unos momentos más.
Se queda callado por un minuto, sopesando mis palabras.
Silencio.
Cuando estoy caminando fuera del garaje, escucho su voz a mi espalda.
Sonrío, sintiendo compasión por él.
Sonríe y camina hacia mí. Me ofrece su brazo y yo me vuelvo hacia él para decirle:
Bufa.
Ríe, negando con la cabeza mientras nos alejamos.
--Sthep Stronger.
Fade. Capítulo 10.
This Old Game.
Little boy,
you’re in this game?
Sit back down and think again
Or take your pen and your guitar
It’s what you’ve been doing now
Little boy
You think you’ll win?
Little boy
Don’t know a thing
This old game I’ve win before
This old crown is mine to keep
And you’ve made those words to hurt
But they can’t touch me, that’s for sure
You just think you can, but boy
This old game I’ve win before
Take you pen and write again
If you think it’s going to work
Try the words into your mind
Your revenge is coming hard?
And you’ve made those words to hurt
But they can’t touch me, that’s for sure
You just think you can, but boy
This old game I’ve win before
Still you think you’re going to win?
Oh my love
don’t spread your wings
I’ll cut them off, I’ll set you on fire
You well know I’ll burn you down
And you’ve made those words to hurt
But they can’t touch me, that’s for sure
You just think you can, but boy
This old game I’ve win
You know
* Nunca me ha importado realmente si toman las cosas que traduzco, ni nada. Pero esta vez es diferente. Porque las letras de This Old Game son mías...
:)
jueves, 25 de julio de 2013
Reseña: Charade, Nyrae Down.
Reseña: Charade, Nyrae Down. Games #1 |
Colt, de 21 años, nunca quiso ir a la universidad y ceder a nada *. Pero cuando su mamá a punto de morir desea que él obtenga su título, no tiene otra opción mas que pretender que es lo que quiere también.
Cheyenne necesita un novio falso para obtener de vuelta a su noio y Colt necesita dinero para hacerse cargo de su mamá, así que hacen un acuerdo que los ayuda a ambos. ¿Pero si el pasado de Cheyenne no es lo que ella pensó? Pronto ellos están cambiando una charada* por otra, perdiéndose en el uno al otro para olvidar el dolor. Entre más juegan el juego, más se convierte es la única cosa que se siente real.
La vida de ambos nunca ha sido fácil, pero ninguno de ellos espera la tragedia que amenaza con terminar su charada y separarlos por siempre.
*Yo traduje la sinopsis. Pueden tomarla*
*-Ceder a nada. Es más o menos eso, sólo que no supe como traducirlo. En la original: Amount to anything.
*-En el original: Charade. Charada en español. Se refiere a un engaño. A un juego. Algo que no es verdad.
Nunca le he dado una calificación tan baja a un libro de Nyrae Down. En general me gustan mucho sus libros. Tiene una manera fácil de escribir, pero aún así entretenida y generalmente disfruto mucho de sus libros. Pero Charade me ha dejado con un sabor de boca diferente.
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No me gustó. Fue apresurado.
Y luego, casi de la nada... estaban enamorados. ¿Qué? ¿Cuánto iba a durar su trato? ¿Dos semanas? Y antes de eso ellos ya estaban perdidos uno en el otro.
No.
Con respecto a los personajes, tengo que admitir que en un aspecto Cheyenne se me hacía un completo cliché. Era una chica con pasado feo que tenía ataques de pánico. En eso se parecía un poco a la protagonista de On Dublin Street. Tal vez ése tema está muy gastado.
El punto es que no disfruté Charade como los demás libros que leí de la autora. Tal vez simplemente no fue para mí, ya que he visto reseñas excelentes y tiene cuatro estrellas en Goodreads. No lo sé. Pero me leeré el siguiente, Facade, haber qué tal. Espero que me vaya mejor.
Saludos.
martes, 23 de julio de 2013
Fade. Capítulo 9.
Fade. Capítulo 9.
El cuaderno. Página 9.
A veces los ojos no son sólo ojos. A veces son ventanas. Ventanas a lugares oscuros dónde la verdad que nunca quisiste saber habita, esperando que salgas para poder consumirte.
Él asiente.
Pero es mentira. Voy a salir, claro, pero no con él.
¿Usó la palabra lindo?
Humm…
Pero veinte minutos después, estoy muy segura a dónde me dirijo.
Cuando veo el edificio enfrente de mí, sé que no debería hacer esto. Sé que probablemente no me dejarán entrar, pero sobre todo, no estoy segura de querer estar ahí. No estoy segura de querer escuchar las alucinaciones de mi madre loca.
Pero aun así, salgo del auto y arrastro mi trasero hacia la entrada. La recepcionista me mira con ojo crítico y la tranquilizo diciéndole qué sé las reglas: Nada de contacto físico.
Espero a que me den el pase, callada.
Ella suspira.
Me tiende la tarjetita y yo me la cuelgo de la blusa, volviéndome hacia el pasillo hasta la sala común, dónde todas estas personas se entretienen e intentan olvidar sus vidas.
Y ahí está ella. Está sentada en una mesa barajando unas cartas, sola. Se ve aún más delgada que la última vez, más acabada y… Sola. Tan sola.
Con el sonido de mi voz, voltea y sonríe. Y de pasada rompe mi corazón.
Sonrío y me siento en la silla frente a ella.
Sonríe dulcemente.
Asiente, esparciendo las cartas por toda la mesa.
¿Ayer? Eso pasó hace una semana.
Asiento.
Ella asiente, sonriente.
¿Estudiando medicina? ¿Su hija muerta de casi dieciocho años? ¿Y viajando? ¿No es esa la excusa que usó para Cam?
Lo dudo.
Sonrío y asiento.
Ahora sacude su cabeza, confusa, algo… ¿Frustrada?
Ella me frunce el ceño.
Suspiro. Bueno, al menos no la veo a ella.
Parpadeo, pero asiento.
Quiero contarle. Quiero contarle que fui a descubrir quién era mi hermana, que no he encontrado nada. O todo lo contrario: Que encontré algo que no quería encontrar. Quiero contarle que me siento tan confundida. Que no sé si quiero excavar más y que no me guste las respuestas.
Pero, por supuesto, no puedo hacerlo. Ella tiene suficiente en su plato.
Mi mamá cambia de tema muy de repente.
Asiento.
Junta las cartas de nuevo en dos pilares sobre la mesa.
Se encoje de hombros.
Y las grietas se forman en mi armadura.
La impaciencia surge.
Mis puños se aprietan.
Levanta la cabeza, haciendo una mueca.
Y me quiebro.
Mi madre empieza a negar y se tapa los oídos, lo que me hace gritar más fuerte. Las enfermeras y doctoras vienen hacia mí y me sostienen por los brazos mientras lágrimas calientes corren por mi rostro. De rabia. De frustración. ¿Cómo mis padres me han abandonado? Me agarran de los hombros y me arrastran fuera. Ahora mis lágrimas son de tristeza, porque me siento tan sola. Me dicen cosas. ¿Qué me dicen? No importa. Seco mis lágrimas con el borde de mi manga. Me sientan, como si fuera una niña pequeña y me dan un vaso de chocolate caliente. Creo que me preguntan por mis padres. Supongo que luzco en cierta manera como una niña: Con el vestido rosa y conservador y mi pelo recogido en un moño, con una cinta rosada alrededor. Creo que tiene sentido. Creo que está bien. Creo… ¿Qué creo? Siguen hablando. Dejen de hablar, dejen de hablar. Déjenme pensar. Está muerta. Ella está muerta. Y no sé qué hizo de su vida en todo ese tiempo. No sé quién era antes de morir en aquél accidente. ¿Por qué siguen hablándome? ¡Largo! La recepcionista sale de alguna parte y dice que contactó a David. ¿Tenía el número de David? ¿Se lo di yo? No importa. No importa…
Reconozco la voz de David. Supongo que ha pasado un tiempo: El chocolate está frío en mi mano.
Y lo hago. David está preocupado. Está inclinado enfrente de mí, con sus manos en mis rodillas.
Él asiente después de inspeccionar mi rostro y me jala gentilmente de mi mano para levantarme. Pone un brazo sobre mis hombros, protectoramente.
En el auto, dejo que él haga todas las cosas que no le he permitido hacer: Abre la puerta para mí y me ayuda a ponerme el cinturón.
Cuando arranca el motor y prende el aire acondicionado, me vuelvo hacia él y pregunto:
Suspira.
De alguna manera, la conversación termina ahí. Dejamos que la radio rompa el punzante silencio mientras manejamos.
En casa, subo las escaleras hacia mi cuarto, y cuando él me sigue y me arropa, estoy secretamente agradecida, a pesar de que no voy a dormir. Necesito tiempo a solas. Necesito tiempo para pensar. Necesito tiempo. Creo que él lo sabe, porque no insiste más acerca de nada. Me da un beso en la frente y se va.
Miro a la nada por un tiempo, y entonces estiro mi mano hacia el cajón de la mesita de noche y saco el bote con las pastillas. Abro la tapa. El olor es embriagante. Estoy segura de que las pastillas que yo he tomado a lo largo de mi vida no tienen un olor en especial (Generalmente las pastillas para el dolor y la fiebre), pero éstas son diferentes. Son más potentes. Medicinas más potentes como, no sé, los antidepresivos para mamá o sus pastillas super potentes de dormir.
Sé que nunca nadie me dejaría tomarlas. No soy estúpida, he puesto atención en clases. Sé que es el tipo de pastillas que simplemente son demasiado para mi cuerpo. Sé que no puedo.
Pero.
No me importa. Pienso que, tal vez las utilizaría, honestamente, si llego al límite. Si sólo quiero tumbarme horas como mamá sin saber nada del mundo. Si no quiero ver nada más. Lo que ahora es más probable. Pienso en Sophie, que lo que le pasó está tan mal… Y bueno, pienso en bastantes cosas que están mal. Supongo que simplemente unas cuantas pastillas no va a hacer daño.
Pero es una mentira.
Si yo no supiera mejor… Si yo no supiera… ¿Qué haría si yo no supiera? Un mundo de posibilidades vienen a mi cabeza, y veo el final de muchos de ellos. Veo que no son buenos. Veo todas las maneras en que estaría acabada si yo fuera estúpida con éstas pastillas. No sólo con las pastillas, con todo lo demás. Lo veo y… Y no me importa. Quiero tomarlas.
La cosa es que, lo hago: Sé mejor. Es por eso que no puedo hacerlo. No ahora, al menos.
Me levanto y escondo una solitaria pastilla por si alguna vez la necesito en el interior de un collar de corazón mediano hueco que puede abrirse.
Por si acaso.
ﮪ
A diferencia de mí, ella se quedó el fin de semana.
Pongo mi pequeña maleta sobre la cama y desdoblo mi ropa cuidadosamente. Las pastillas suenan con el movimiento. Cora no se da cuenta.
Ella se acuesta en su cama y hablamos sobre Sophie un poco antes de que ella se quede dormida. Cora es así; Ella duerme todo el tiempo.
Salgo a pasear. Simplemente camino por ahí, hasta que encuentro a Alex en una de las pequeñas canchas de básquet. Se encuentra con mis ojos y sonríe.
Miro mi vestido floreado y mis zapatos tipo ballerinas.
Sonríe.
Frunzo el ceño.
Ríe y pone la pelota bajo su brazo
Se encoje de hombros.
Río cuando pienso en Marina.
Sonríe un poco más y suaviza la mirada, mirando mi rostro.
Hay que admitir que el chico sí que sabe cómo jugar su partida. Pero yo también.
Hay una chispa en sus ojos y me va a decir algo, pero entonces...
Volteo y veo a Graham. Levanto una mano y lo saludo, pero él ya viene caminando hacia nosotros.
Sonrío. Alex pone mala cara.
Se encoje de hombros.
Graham entorna los ojos hacia él.
Ese simple comentario basta para que su mirada se convierta en hielo. Pero hay algo más. El rostro de Graham se convierte en una sombra. En algo oscuro.
Se fulminan el uno al otro por unos segundos antes de que Graham se gire hacia mí:
Retrocedo un paso, levantando mis manos.
Entonces, pasa: Graham le da un puñetazo a Alex. Retrocedo como reflejo y pongo una mano en mi boca cuando Alex se lo devuelve.
¡Por la Santísima Trinidad!
Se dan unos golpes más, ignorándome. La gente se ha empezado a agrupar alrededor y yo no sé qué hacer. Entonces es cuando veo a An abriéndose paso por las personas hacia los chicos y gritarles:
Con los gritos de An ellos dos la miran, y me miran a mí, recobrando la compostura. Se sueltan mutuamente, sobando sus ojos morados o sus muñecas lastimadas.
An sacude la cabeza con irritación y toma a Graham de la mano para levantarlo.
Típico de ella.
Él frunce el ceño.
An frunce el ceño.
Ellos se meten en una discusión mientras Alex se incorpora y mueve su mandíbula.
Ni siquiera le contesto. Me limito a cruzarme de brazos.
Alex mira a Graham y me doy cuenta de que An ha desaparecido de su lado y él ahora nos mira.
Graham escupe sangre en el suelo y se marcha.
Miro a Alex.
Me mira a los ojos.
Levanto unas cejas.
Me cruzo de brazos de nuevo y aparto los ojos, porque sabrá si me mira que no es exactamente por eso por lo que lo estoy juzgando. Y es que no me importa si salió con miles de chicas. Me importa lo que les hace. Me importa lo que le hizo a Serena y a Isabel. Mi hermana.
Levantó una ceja, y yo retrocedí hasta darme la vuelta y desvanecerme de su vista.
ﮪ
Busco a Graham todo el día, pero no lo encuentro hasta el día siguiente. En verdad no lo hubiera encontrado en un tiempo hasta que recordé que decía algo de taller de carpintería en el bosque.
Me cuesta un poco encontrar la pequeña cabaña, así que es un poco tarde cuando llego y unos chicos y chicas se retiran. Suspiro pensando que Graham ya debió de haberse marchado, pero me adentro de cualquier manera a comprobar.
Lo encuentro solitario en lo que parece ser un garaje enseguida de la cabaña. Golpeo mis nudillos contra la puerta de madera para que sepa de mi presencia.
Se voltea y le sonrío amablemente.
Doy unos pasos dentro, mirando alrededor.
Sonrío y me pongo frente a él. Pongo unos mechones que se me han escapado de la trenza detrás de mi oreja.
Lo miro fijamente. Ha tenido suerte; Parece igual que el día anterior.
Manoseo el tirante en mi hombro del pequeño bolso que choca contra mi cintura, nerviosa.
Frunzo el ceño.
Se encoje de hombros.
Se encoje de hombros de nuevo y mueve unas herramientas de la mesa en dónde estaba trabajando.
Sonrío.
Me apresuro hacia la salida, esperando que Cora no haya visto ése maratón de Pretty Little Liars sin mí. La mataré.
Estoy más o menos a medio camino cuando recuerdo que no le he preguntado cuándo es ni a qué hora, y como no tengo su teléfono para mensajearle, voy de regreso.
No se da cuenta de que estoy ahí, porque está dándome la espalda y cantando. Sonrío, pensando en restregarle esto en la cara cuando me divise.
Y yo lo haría. Si él hubiera cantado cualquier canción, cualquiera. Excepto la que canta:
… Take you pen and write again
If you think it’s going to
work
Try the words into your mind…
--Your revenge is coming hard?—Completo,
sin cantar, con una nota amarga en mi voz.
No he pensado en This Old Game desde hace años, desde la primera vez que escuché a Isabel componiéndola en su habitación tiempo atrás.
No he pensado en ella hasta ahora.
Graham se queda paralizado en su lugar y luego lentamente se da la vuelta.
Y cuando veo sus ojos, me mira. No sólo me ve; Me mira. Ve dentro de mi alma y entonces sé.
Sé que él sabe.
--Hola, Cassidy.
--Sthep Stronger.
No he pensado en This Old Game desde hace años, desde la primera vez que escuché a Isabel componiéndola en su habitación tiempo atrás.
No he pensado en ella hasta ahora.
Graham se queda paralizado en su lugar y luego lentamente se da la vuelta.
Y cuando veo sus ojos, me mira. No sólo me ve; Me mira. Ve dentro de mi alma y entonces sé.
Sé que él sabe.
--Sthep Stronger.
Fade. Capítulo 8.
Fade. Capítulo 8.
El Cuaderno: Página 8.
"Tú no rompes el corazón de las personas que te importan. Con las que no, bueno, es una historia diferente"
Las personas me
echan una mirada en el pasillo cuando camino para ir a clases. No dura mucho,
pero aun así. Se preguntan por Sophie. Se preguntan cómo cuando el curso acaba
de empezar algo así puede pasar, cómo las chicas en Ashford acaban mal. Así que
quieren preguntarme. Pero no me conocen. Así que no se acercan.
Eso me gusta.
Cora es la única que lo hace.
--¿Drogas?—Me dice, caminando a mi lado en el pasillo--¿Ella
usaba drogas?
Asiento.
--Lo sé. Tampoco me lo creo.
Y no lo hago, porque yo sé la verdad.
Al final, lo que An me pidió fue una cosa, una muy simple: La llave del dormitorio. Ella y las chicas hicieron el resto, aunque An fue la de la artillería pesada. La llamada resultó ser un conocido que consumía drogas. Él le debía un favor y ella le pidió que le trajera una bolsa de algo y una jeringuilla con un líquido dentro que estaba segura, no era saludable. Quince minutos después él estaba esperando en el estacionamiento de la escuela. Cinco después, Kate inyectó la cosa en la sangre de Sophie. Seguido An me advirtió que no hiciera nada, ya que podría echarlo a perder. Yo no entendía del todo su plan hasta un minuto después, donde las cuatro tuvimos que cargar a Sophie hasta mi habitación. Sólo dos nos metimos a la habitación porque temían que si había muchas personas dentro Cora podría despertar. Y entonces, An entró sigilosamente y dejó la bolsa de droga debajo de la cama de Sophie.
Iban a inculparla.
Y lo hicieron.
An me dijo que me quedara a dormir en su habitación, con las chicas, ya que Cora sabía que yo iba ir allí. Dormí con Marina, ya que Kate en cuanto llegó cayó dormida abarcando todo el espacio y An me odia hasta la médula. A la mañana siguiente, cuando desperté, fue porque la directora estaba tocando la puerta. Y a su lado estaba Sophie.
Cassandra Terrance nos llevó a la oficina, dónde escuchamos a Sophie contando todo lo que dijimos aquella noche. Yo estaba nerviosa, pensando que éste era el fin, pero las chicas se quedaron tranquilas. Cuando ella hubo terminado, An miró a la directora a los ojos y mintió:
--¿En verdad va a creer eso?
--¡Yo las oí!—Chilló Sophie--¡Oí lo que estaban diciendo
de Alex! ¡No soy tonta! ¡Directora, tiene que detenerlo! ¿Qué si él mata a
alguien?
An rodó los ojos.
--Oh, vamos. Deja a ese pobre chico en paz. Estás loca.
Sophie chilló más.
--Está drogada—Dijo An a la directora—Ese es su problema.
Nosotras nos quedamos toda la noche jugando Verdad o Reto en la habitación.
Nunca tuvimos tal plática.
--¿Es eso cierto, señoritas?—Preguntó Terrance, mirándonos.
Y nosotras mentimos.
--¡Mienten!—Gritó Sophie.
-- ¡Ella sólo estaba alucinando por las drogas que consume!—An dijo,
apuntándola con el dedo.
Sophie chilló otra vez, indignada.
--Esa es una acusación grave, señorita Brown.
An es tan buena actriz. Lo comprobé cuando ella irritada se volvió hacia a mí y dijo:
--¿No es verdad, Isabel? ¡Díselo! ¡Dile que encontraste droga en el
cuarto!
Todas las miradas estaban en mí. Asentí.
--Debajo de la cama.
Sophie me miró como si yo hubiera matado a un gatito.
--¿Qué…? ¿Estás con ellas?
--Encontré la bolsa en el cuarto.
Intentó defenderse de nuevo, pero sus palabras se quedaron atrapadas dentro de ella.
Al final, la directora revisó la habitación, dónde había una bolsa de droga que estaba abierta (supongo que fue An) y mandó a Sophie a hacerse estudios. Prueba que salió dando positiva.
Un día después, Sophie había dejado las instalaciones de Ashford. Eso fue ayer.
--Es tan loco—Me dice Cora ahora.
Vuelvo a asentir, sin realmente decir nada. Alguien llama a Cora y le hace una señal para que vaya, así que ella se gira hacia a mí y dice:
--Te veo después.
Asiento una vez más y me voy al campus a sentarme en una de las mesas, dónde saco papel y una pluma e intento escribir a mamá. No creo que en la clínica me dejen visitarla después de lo que pasó.
--Tengo que decir que he estado pensando en ti—Dice una voz
cerca.
Cuando volteo, Alex.
--¿Me extrañaste?--Pregunta.
Me quedo muda, sin saber exactamente qué decir.
--Humm… Hola.
Me da una media sonrisa ladeada por la que cualquier chica se moriría. Pero yo estoy pensando en Isabel. Y sobre Serena. Y sobre todas las cosas que las chicas me dijeron.
Sonrío y él se sienta frente a mí.
--¿Qué estás haciendo?
Miro el intento de carta y dejo que la pluma caiga contra la mesa.
--Nada importante.
Sonríe de nuevo.
--Qué bueno, porque hay que salir.
--¿Salir?
--Sí. En una cita.
Levanto una ceja.
--No recuerdo la parte en la que tú me lo pides.
Levanta las cejas, sorprendido.
--¿Quieres que…? Eh, bueno. ¿Quieres salir conmigo?
Me quedo mirando su rostro.
--Nunca le has pedido a una chica que salga contigo, ¿Verdad?
--No.
--Me lo imaginé. Ellas sólo vienen hacia ti, ¿No es cierto?
--Exacto.
Le lanzo una última mirada de “No me impresionas” y tomo mi pluma de nuevo, agachando la cabeza hacia la hoja en blanco.
Se aclara la garganta. Sonrío en mi interior.
--Se te olvidó decirme que sí.
Levanto la vista, actuando desinteresada.
--Ah. No.
Dicho esto, vuelvo a mi intento de carta. “Mamá…”
No llego a escribir más porque oigo la voz de Alex llena de incredulidad:
--¿No?
--No.
--¿Qué quieres decir con “No”?
--Que yo no voy a salir contigo.
Por su cara, parece que es la primera vez que alguien le dice que no. Parece sorprendido y herido al mismo tiempo.
--¿Porqué?
--Porque eres un engreído. Y no me interesas de esa forma. Ya te lo
dije: Puedo ser tu amiga.
Se queda en silencio unos segundos, viendo mi cara.
--¿Amigos?
Asiento.
--Te lo dije antes.
--Pensé que sólo querías que te rogara una vez más. Y aquí estoy.
--Tú, no conoces a las mujeres.
Una sonrisa de lado maliciosa cruza su rostro.
--Créeme, lo hago muy bien.
Capto el doble sentido de sus palabras al instante y le tiro con una hoja de papel usada hecha bolita. Se echa a reír.
--¿Quieres jugar?—No es una pregunta. Sonríe—Juguemos.
Lo que no sabe, es que yo ya he comenzado la partida.
Así que sonrío de vuelta, de la misma manera arrogante que él, y esto hace retroceder la suya un poco.
--Juguemos—Acepto. Ladeo la cabeza—¿Qué vamos a jugar, por
cierto?
Me apunta con el dedo.
--Tú te vas a enamorar de mí en uno o dos meses.
Levanto las cejas.
--¿Y cómo planeas hacer eso?
--Voy a comenzar siendo tu amigo, como quieres. Sin presiones ni nada.
Sólo amistad.
--¿Sabes que para eso primero tienes que hacerte mi amigo, verdad?
Él no retrocede.
--Acabas de decir que puedes ser mi amiga.
Asiento. Atrapada.
--Cierto, lo hice. ¿Pero esto es un tipo de apuesta? ¿Ese es el juego?
¿Qué obtengo si gano?
Sacude la cabeza.
--No es una apuesta. Sin objetos materiales de por medio. En verdad no
quiero nada de ti. Digamos que si tú te enamoras de mí, yo disfrutaré de la
victoria, y te lo restregaré en la cara. Si tú no lo haces, recibiré una
paliza.
Río.
--Sí, te haré pasar un mal tiempo.
Me sonríe.
--Entonces, ¿Amigos?
Le sonrío de vuelta.
--Amigos.
Cuando veo sus ojos, sé que él piensa que va a ganar. Lo veo en su forma de mirarme. Lo veo escrito en toda su cara.
Pero él no sabe que yo ya no soy ésa chica. Ya no me dejo manipular, no dejo que me hagan tonta. Ahora que se la verdad, he pasado al otro lado. El lado de la vida de mi hermana que yo no sabía, que había ocultado.
He cruzado la línea.
ﮪ
--Pensé que te dije que te alejaras.
La voz de An suena cerca, y entonces la puertecilla de mi casillero se cierra y la deja a la vista. Se ve enojada.
Cielos.
--Eh… Hola.
Ella se cruza de brazos. Miro a su espalda y veo a Kate con Marina en un grupo de personas, hablando, ajenas a nosotras.
--¿Es que no escuchaste nada de lo que te dijimos de Alex? ¿No
entiendes? ¿No…?
Se ve tan enojada que no encuentra las palabras.
--No estoy saliendo con él.
--¡No me importa si lo haces o no! ¡El punto es que te estás acercando,
niña idiota!—Grita,
Esto hace que algunas personas giren la cabeza hacia nosotras, incluyendo Kate y Marina.
--An, sólo seré una amiga. No es como si fuera a estar con él. Él no va
a hacerme nada.
--La última chica que pensó eso murió—Dice en tono más bajo, pero
aún así furioso.
--Tienes que dejar de amenazar a las personas con eso—Dice Kate,
acercándose con Marina a lado.
--¡Es que parece que ninguna de ustedes lo capta!
--Baja la voz—Advierte Kate.
An la mira cómo si quisiera agregar algo, pero cierra los ojos y toma un respiro.
--¿Qué sucede?—Pregunta Marina, cruzando los brazos sobre su
vestido corto negro.
--Pregúntale a tu amiga—An gruñe, señalándome con la cabeza.
Marina me mira a través de sus pestañas excesivamente cargadas de rímel.
--Hace un rato Alex se sentó conmigo y platicamos.
Frunce el ceño.
--¿Qué quería?—Pregunta con disgusto y preocupación.
Me encojo de hombros.
--Quería que saliéramos o algo así, pero le dije que no.
Kate suspira.
--Menos mal. ¿Por qué te preocupas, An? Ahí terminó.
An se dirige hacia Kate.
--Primero: ¿Ahí terminó? Como si tú no lo conocieras. Sabes que va a ir
detrás de ella hasta atraparla. Segundo—Dice dirigiéndose a mí—Dile
cómo no ha terminado ahí, ya que tú de alguna manera consideraste que ser su
amiga no iba a ser peligroso.
Kate alza una ceja hacia mí.
--¿Te hiciste su amiga?
--Lo hacen sonar como un crimen.
--¡Es estúpido, e imprudente!—Exclama Marina, golpeando sus
tacones contra el piso--¿Qué no nos has oído? ¿Nada de lo que te contamos?
An señala hacia Marina con una mano.
--¡Ahí está!—Dice bruscamente—Algo de razón por aquí,
finalmente.
--No te metas conmigo--Sorprendentemente, Marina da unos pasos hacia An
y le apunta amenazadoramente con un dedo—Ya tuve suficiente de ti. ¿Me oíste?
No te atrevas a meterte conmigo.
An levanta las cejas, algo sorprendida.
--Chicas—Kate se mete entre ellas—Estamos llamando la
atención.
--Bueno—Continúa An, mirando fijamente a Marina, bajando el tono—Es
hora de que te hagas consciente de todas las cosas que has hecho.
--¿Todas las cosas que he hecho?
--¿Cassidy, Isabel?
Cuando ella dice los dos nombres al mismo tiempo, me congelo en mi lugar.
--Las has metido en esto—Prosigue—Ellas no tenían porqué—Su
voz y su mirada se suavizan cuando ven los ojos cristalinos de Marina—Mar,
sé que quieres hacer amigos y lo comprendo, ¿Entiendes? Pero es peligroso. Es
demasiado para nosotras, para mí. No puedo cuidar que Isabel no muestre el
video porque tú te sientes un poco solitaria. Hacer lo que estás haciendo nos
pone en riesgo.
Frunzo el ceño.
--Dejen de pelear—Les digo, deslizando la mochila de mi hombro y
abriendo el zíper. Saco la cámara rosada de Sophie. Ya no la necesitará más—Toma.
Quédate con ella. No hay una copia.
Las tres se quedan mirando la cámara y luego a mí con expresiones en blanco, serias. Agito la cámara en frente de sus narices.
--¿La quieren o no?
An es la primera en reaccionar y toma la cámara. Entorna los ojos hacia mí.
--¿Por qué nos las das?
Me encojo de hombros.
--Porque no la necesito. Ya se los dije: No quiero nada de ustedes. Sólo
quería saber la verdad y ya está. An, no soy una amenaza. No las pondré en
riesgo. No soy un peligro.
Sigue mirándome, clavando su vista en mí, al igual que las demás, sin saber qué pensar sobre esto.
Señalo a An y a Marina.
--Dejen de discutir, ¿Quieren? Y no se preocupen con respecto a Alex. Es
un juego que pretendo ganar.
Me voy antes de que puedan decirme algo más.
ﮪ
El viernes por la tarde, David conduce el auto hacia el estacionamiento y se detiene. Se baja y me ayuda con pequeña maleta, aún cuando puedo yo sola con ella, pero cuando se lo digo, no me hace caso.
--Ponte el cinturón.
Obedezco, y pienso en decírselo, pero él empieza a hablar.
--¿Cómo fue tu primera semana en la escuela?
--Bien.
--¿Aprendiste muchas cosas?
--Más de las que esperé.
Lo cual no es mentira. Sólo que en un aspecto diferente al que él esperaba.
--Es fantástico. Tu padre me comentó cuanto habías trabajado por ello.
Asiento, pero una parte de mí me dice que eso es mentira. Papá no se dio cuenta de mi existencia en un tiempo. O tal vez lo hizo, pero se mantuvo alejado.
--No tienes que hacer esto, lo sabes.
Pasan unos segundos cargados de un silencio pesado antes de que él hable.
--¿Preguntarte cómo va tu día?
--Llevarme a casa. Quedarte aquí. Cuidar de mí.
--No sé de qué estás hablando.
--Estoy en internado, David. Puedo quedarme aquí el resto del año, y el
año siguiente, hasta que vaya a la universidad. No tienes que cuidar de mí. No
tenemos porqué ir a casa.
--Tus padres me dijeron que acordaron…
--Pero ellos ya no están.
Él desvía sus ojos del camino hacia mí. Y sé que sabe.
Suspira.
--¿Cómo te enteraste?
--Él me llamó. Me llamó para despedirse.
David maldice por lo bajo. Él tiene treinta y pocos, pero de pronto se ve más viejo, más apagado.
--Lo siento, Cass.
Me encojo de hombros.
--Siento que todo haya tenido que ser así—Continúa.
--Yo también. ¿Vas a regresar a tu casa?
--No tienes que ser tan dura conmigo. Estoy intentando cuidarte.
--Pero no lo necesito.
--¡Tienes dieciséis años y necesitas a alguien!—Su voz perturbada
se abre paso a través de la fingida calma—Sé que no te gusta, Cassidy,
pero no vas a estar sola, por eso estoy aquí. Eres mi sobrina y te quiero y
éste es el final de ésta conversación.
Su pecho sube y baja mientras aprieta los puños en el volante, haciendo que sus nudillos se tornen blancos.
Dejo pasar un minuto.
--Sé que quieres cuidarme. Y lo aprecio. Pero no quiero que te ates
conmigo. Aún eres joven y tienes una vida, en otra parte, no aquí. No quiero
que pierdas eso.
Agita su cabeza.
--Soy adulto, Cassidy. Sé lo que hago.
Después de esto, silencio. No hablamos hasta que ya estamos en casa, cuando él me pregunta si quiero comer y yo acepto. Él se dirige hacia la cocina y se pierde en su propio mundo, haciendo zigzag entre sartenes y el refrigerador.
Y yo miro.
Todo parece igual. Igual a antes que Isabel muriera, incluso. Pensé que tal vez habría un desastre. Que tal vez David había movido muebles y dejado su basura por ahí. No sé, esperaba cajas de pizza vacía y unas latas de cerveza. Pero está impecable. Creo que ese hecho es el que más me sorprende. Porque es lo que esperas; Cuando todo está destruido, cuando todo se ha ido, tú esperas que todo alrededor sea un desastre también. Porque, ¿Cómo puede mantenerse cuando todo ha caído?
Me siento en el sillón, y miro el espejo limpio que mi madre solía enderezar en la pares todo el tiempo. Veo las flores en el jarrón de cristal de la mesita que ella solía cortar del jardín todos los días. Veo todas esas pequeñas cosas.
Y no puedo soportarlo.
Me levanto y me refugio en mi habitación, con paredes color lavanda y libros amontonados en las estanterías en las paredes. La cama de hiero y mi colcha blanca. El escritorio ordenado. Es mi habitación, me siento segura en ella, me siento tranquila. Y pienso que es lo que necesito, pero en vez de quedarme me muevo. Salgo por la puerta y entro en otras. Al estudio de mi padre y a la habitación de mi madre, que están fríamente ordenados. Así que voy al único lugar en dónde sé voy a encontrar desastre. Voy al sótano.
De alguna manera, me siento mejor con ello.
Bajo las escaleras lentamente y enciendo el interruptor en la pared. Veo cajas. Cosas mías y de Isabel: Disfraces de Halloween de años pasados, libros de texto que nunca tiramos, los manteles y globos que nunca usamos de un cumpleaños mío. Una guitarra de Isabel. Solía tocarla, antes del accidente. Casi no lo recordaba.
Me siento en uno de los escalones y miro todo el desastre. Es entonces cuando me doy cuenta de algo tirado en una esquina. Es un bote de pastillas abierto, con algunas en el suelo.
Cuando me levanto y tomo una, instintivamente la pongo en frente de mi nariz para examinarla. No tiene nada especial, es una pastilla gordita y redonda. Justo como millones que yo ya he visto a mi madre ingerir. Nada especial.
Entonces la huelo.
Es un olor casi inexistente, pero está ahí. ¿Las pastillas acaso tienen un olor? Frunzo el ceño.
Es extrañamente familiar.
Me pregunto qué pasaría si me la tomara. ¿Son las de dormir de mamá? Bueno, claro que son de mamá. Duh. Sólo que no entiendo porqué están aquí. Tomo el bote y pongo todas las pastillas de vuelta e intento ver alguna etiqueta. Nada. Sólo un bote blanco.
Miro alrededor para ver si hay otras cosas, pero nada de aquello llama mi atención.
Vuelvo a olerla.
¿No eran éstas las que mi mamá estaba tomando para irse a dormir?
--¿Cassidy?—David llama mi nombre, cerca, y escucho abrirse la
puerta del sótano.
Escondo el bote de pastillas en una de las bolsitas interiores al costado de mi vestido. Creo que puedo usarlas. A veces tengo pesadillas muy malas, y entonces no puedo ir a dormir. Creo que me ayudarán.
--¿Estás aquí?—Pregunta David.
--Sí. Sólo… estaba viendo.
Me dirijo hacia las escaleras y empiezo a subir.
--¿Quieres una ayuda con la comida?
Él sacude la cabeza y sostiene la puerta abierta para que yo pase.
--No. Es que hay un chico al teléfono que dice que es de Ashford.
Frunzo el ceño.
--¿Ashford?
¿Un chico?
Asiente.
--Un tal Alex Bakerfield.
¿Pero qué…? ¿Cómo…?
David levanta una ceja hacia mí.
--¿Es amigo tuyo?
--Ajá. Amigo de la escuela.
Camino hacia el teléfono en la sala y digo:
--¿Hola?
--¿Extrañándome?
--¿Alex? ¿Cómo conseguiste mi número?
--Un mago nunca revela sus secretos.
--No, enserio. Es espeluznante. ¿Cómo conseguiste mi número?
Ríe.
--Mi tía es la directora. Tu expediente aún no estaba del todo hecho,
pero logré tomar tu número.
Trago saliva.
Mi expediente. Dónde está mi nombre.
Se me seca la boca.n
--¿No está hecho?
--No. No te hubiera encontrado si no hubiera visto tu foto. Al parecer
perdieron tu identidad y yo les iba a dar amablemente tu nombre, cuando recordé
que no sabía tu apellido. Hay que remediar eso inmediatamente. Hay que salir a
alguna parte esta noche.
Suspiro con alivio.
--Alex, te dije que yo no…
--Los amigos salen juntos—Me recuerda.
--Pero algo me dice que no es tu intención.
Casi puedo jurar que sonríe del otro lado del teléfono.
--No tienes pruebas. ¿Qué te parece ésta noche?
Dudo unos momentos… Pero, después de todo, ni An ni las demás están aquí, y yo sé lo que estoy haciendo. Sé qué estoy jugando.
Así que sonrío y acepto.
--Dame tu dirección, entonces. ¿Te parece a las seis?
Dudo por segunda vez, porque no estoy segura qué le habrá comentado Isabel a él de su familia, de su casa.
Bufo.
¿Cómo él sabría de mi casa si ni siquiera Isabel se pasaba por aquí?
--De acuerdo.
ﮪ
Eso me gusta.
Cora es la única que lo hace.
Asiento.
Y no lo hago, porque yo sé la verdad.
Al final, lo que An me pidió fue una cosa, una muy simple: La llave del dormitorio. Ella y las chicas hicieron el resto, aunque An fue la de la artillería pesada. La llamada resultó ser un conocido que consumía drogas. Él le debía un favor y ella le pidió que le trajera una bolsa de algo y una jeringuilla con un líquido dentro que estaba segura, no era saludable. Quince minutos después él estaba esperando en el estacionamiento de la escuela. Cinco después, Kate inyectó la cosa en la sangre de Sophie. Seguido An me advirtió que no hiciera nada, ya que podría echarlo a perder. Yo no entendía del todo su plan hasta un minuto después, donde las cuatro tuvimos que cargar a Sophie hasta mi habitación. Sólo dos nos metimos a la habitación porque temían que si había muchas personas dentro Cora podría despertar. Y entonces, An entró sigilosamente y dejó la bolsa de droga debajo de la cama de Sophie.
Iban a inculparla.
Y lo hicieron.
An me dijo que me quedara a dormir en su habitación, con las chicas, ya que Cora sabía que yo iba ir allí. Dormí con Marina, ya que Kate en cuanto llegó cayó dormida abarcando todo el espacio y An me odia hasta la médula. A la mañana siguiente, cuando desperté, fue porque la directora estaba tocando la puerta. Y a su lado estaba Sophie.
Cassandra Terrance nos llevó a la oficina, dónde escuchamos a Sophie contando todo lo que dijimos aquella noche. Yo estaba nerviosa, pensando que éste era el fin, pero las chicas se quedaron tranquilas. Cuando ella hubo terminado, An miró a la directora a los ojos y mintió:
An rodó los ojos.
Sophie chilló más.
Y nosotras mentimos.
Sophie chilló otra vez, indignada.
An es tan buena actriz. Lo comprobé cuando ella irritada se volvió hacia a mí y dijo:
Todas las miradas estaban en mí. Asentí.
Sophie me miró como si yo hubiera matado a un gatito.
Intentó defenderse de nuevo, pero sus palabras se quedaron atrapadas dentro de ella.
Al final, la directora revisó la habitación, dónde había una bolsa de droga que estaba abierta (supongo que fue An) y mandó a Sophie a hacerse estudios. Prueba que salió dando positiva.
Un día después, Sophie había dejado las instalaciones de Ashford. Eso fue ayer.
Vuelvo a asentir, sin realmente decir nada. Alguien llama a Cora y le hace una señal para que vaya, así que ella se gira hacia a mí y dice:
Asiento una vez más y me voy al campus a sentarme en una de las mesas, dónde saco papel y una pluma e intento escribir a mamá. No creo que en la clínica me dejen visitarla después de lo que pasó.
Cuando volteo, Alex.
Me quedo muda, sin saber exactamente qué decir.
Me da una media sonrisa ladeada por la que cualquier chica se moriría. Pero yo estoy pensando en Isabel. Y sobre Serena. Y sobre todas las cosas que las chicas me dijeron.
Sonrío y él se sienta frente a mí.
Miro el intento de carta y dejo que la pluma caiga contra la mesa.
Sonríe de nuevo.
Levanto una ceja.
Levanta las cejas, sorprendido.
Me quedo mirando su rostro.
Le lanzo una última mirada de “No me impresionas” y tomo mi pluma de nuevo, agachando la cabeza hacia la hoja en blanco.
Se aclara la garganta. Sonrío en mi interior.
Levanto la vista, actuando desinteresada.
Dicho esto, vuelvo a mi intento de carta. “Mamá…”
No llego a escribir más porque oigo la voz de Alex llena de incredulidad:
Por su cara, parece que es la primera vez que alguien le dice que no. Parece sorprendido y herido al mismo tiempo.
Se queda en silencio unos segundos, viendo mi cara.
Asiento.
Una sonrisa de lado maliciosa cruza su rostro.
Capto el doble sentido de sus palabras al instante y le tiro con una hoja de papel usada hecha bolita. Se echa a reír.
Lo que no sabe, es que yo ya he comenzado la partida.
Así que sonrío de vuelta, de la misma manera arrogante que él, y esto hace retroceder la suya un poco.
Me apunta con el dedo.
Levanto las cejas.
Él no retrocede.
Asiento. Atrapada.
Sacude la cabeza.
Río.
Me sonríe.
Le sonrío de vuelta.
Cuando veo sus ojos, sé que él piensa que va a ganar. Lo veo en su forma de mirarme. Lo veo escrito en toda su cara.
Pero él no sabe que yo ya no soy ésa chica. Ya no me dejo manipular, no dejo que me hagan tonta. Ahora que se la verdad, he pasado al otro lado. El lado de la vida de mi hermana que yo no sabía, que había ocultado.
He cruzado la línea.
ﮪ
La voz de An suena cerca, y entonces la puertecilla de mi casillero se cierra y la deja a la vista. Se ve enojada.
Cielos.
Ella se cruza de brazos. Miro a su espalda y veo a Kate con Marina en un grupo de personas, hablando, ajenas a nosotras.
Se ve tan enojada que no encuentra las palabras.
Esto hace que algunas personas giren la cabeza hacia nosotras, incluyendo Kate y Marina.
An la mira cómo si quisiera agregar algo, pero cierra los ojos y toma un respiro.
Marina me mira a través de sus pestañas excesivamente cargadas de rímel.
Frunce el ceño.
Me encojo de hombros.
Kate suspira.
An se dirige hacia Kate.
Kate alza una ceja hacia mí.
An señala hacia Marina con una mano.
An levanta las cejas, algo sorprendida.
Cuando ella dice los dos nombres al mismo tiempo, me congelo en mi lugar.
Frunzo el ceño.
Las tres se quedan mirando la cámara y luego a mí con expresiones en blanco, serias. Agito la cámara en frente de sus narices.
An es la primera en reaccionar y toma la cámara. Entorna los ojos hacia mí.
Me encojo de hombros.
Sigue mirándome, clavando su vista en mí, al igual que las demás, sin saber qué pensar sobre esto.
Señalo a An y a Marina.
Me voy antes de que puedan decirme algo más.
ﮪ
El viernes por la tarde, David conduce el auto hacia el estacionamiento y se detiene. Se baja y me ayuda con pequeña maleta, aún cuando puedo yo sola con ella, pero cuando se lo digo, no me hace caso.
Obedezco, y pienso en decírselo, pero él empieza a hablar.
Lo cual no es mentira. Sólo que en un aspecto diferente al que él esperaba.
Asiento, pero una parte de mí me dice que eso es mentira. Papá no se dio cuenta de mi existencia en un tiempo. O tal vez lo hizo, pero se mantuvo alejado.
Pasan unos segundos cargados de un silencio pesado antes de que él hable.
Él desvía sus ojos del camino hacia mí. Y sé que sabe.
Suspira.
David maldice por lo bajo. Él tiene treinta y pocos, pero de pronto se ve más viejo, más apagado.
Me encojo de hombros.
Su pecho sube y baja mientras aprieta los puños en el volante, haciendo que sus nudillos se tornen blancos.
Dejo pasar un minuto.
Agita su cabeza.
Después de esto, silencio. No hablamos hasta que ya estamos en casa, cuando él me pregunta si quiero comer y yo acepto. Él se dirige hacia la cocina y se pierde en su propio mundo, haciendo zigzag entre sartenes y el refrigerador.
Y yo miro.
Todo parece igual. Igual a antes que Isabel muriera, incluso. Pensé que tal vez habría un desastre. Que tal vez David había movido muebles y dejado su basura por ahí. No sé, esperaba cajas de pizza vacía y unas latas de cerveza. Pero está impecable. Creo que ese hecho es el que más me sorprende. Porque es lo que esperas; Cuando todo está destruido, cuando todo se ha ido, tú esperas que todo alrededor sea un desastre también. Porque, ¿Cómo puede mantenerse cuando todo ha caído?
Me siento en el sillón, y miro el espejo limpio que mi madre solía enderezar en la pares todo el tiempo. Veo las flores en el jarrón de cristal de la mesita que ella solía cortar del jardín todos los días. Veo todas esas pequeñas cosas.
Y no puedo soportarlo.
Me levanto y me refugio en mi habitación, con paredes color lavanda y libros amontonados en las estanterías en las paredes. La cama de hiero y mi colcha blanca. El escritorio ordenado. Es mi habitación, me siento segura en ella, me siento tranquila. Y pienso que es lo que necesito, pero en vez de quedarme me muevo. Salgo por la puerta y entro en otras. Al estudio de mi padre y a la habitación de mi madre, que están fríamente ordenados. Así que voy al único lugar en dónde sé voy a encontrar desastre. Voy al sótano.
De alguna manera, me siento mejor con ello.
Bajo las escaleras lentamente y enciendo el interruptor en la pared. Veo cajas. Cosas mías y de Isabel: Disfraces de Halloween de años pasados, libros de texto que nunca tiramos, los manteles y globos que nunca usamos de un cumpleaños mío. Una guitarra de Isabel. Solía tocarla, antes del accidente. Casi no lo recordaba.
Me siento en uno de los escalones y miro todo el desastre. Es entonces cuando me doy cuenta de algo tirado en una esquina. Es un bote de pastillas abierto, con algunas en el suelo.
Cuando me levanto y tomo una, instintivamente la pongo en frente de mi nariz para examinarla. No tiene nada especial, es una pastilla gordita y redonda. Justo como millones que yo ya he visto a mi madre ingerir. Nada especial.
Entonces la huelo.
Es un olor casi inexistente, pero está ahí. ¿Las pastillas acaso tienen un olor? Frunzo el ceño.
Es extrañamente familiar.
Me pregunto qué pasaría si me la tomara. ¿Son las de dormir de mamá? Bueno, claro que son de mamá. Duh. Sólo que no entiendo porqué están aquí. Tomo el bote y pongo todas las pastillas de vuelta e intento ver alguna etiqueta. Nada. Sólo un bote blanco.
Miro alrededor para ver si hay otras cosas, pero nada de aquello llama mi atención.
Vuelvo a olerla.
¿No eran éstas las que mi mamá estaba tomando para irse a dormir?
Escondo el bote de pastillas en una de las bolsitas interiores al costado de mi vestido. Creo que puedo usarlas. A veces tengo pesadillas muy malas, y entonces no puedo ir a dormir. Creo que me ayudarán.
Me dirijo hacia las escaleras y empiezo a subir.
Él sacude la cabeza y sostiene la puerta abierta para que yo pase.
Frunzo el ceño.
¿Un chico?
Asiente.
¿Pero qué…? ¿Cómo…?
David levanta una ceja hacia mí.
Camino hacia el teléfono en la sala y digo:
Ríe.
Trago saliva.
Mi expediente. Dónde está mi nombre.
Se me seca la boca.n
Suspiro con alivio.
Casi puedo jurar que sonríe del otro lado del teléfono.
Dudo unos momentos… Pero, después de todo, ni An ni las demás están aquí, y yo sé lo que estoy haciendo. Sé qué estoy jugando.
Así que sonrío y acepto.
Dudo por segunda vez, porque no estoy segura qué le habrá comentado Isabel a él de su familia, de su casa.
Bufo.
¿Cómo él sabría de mi casa si ni siquiera Isabel se pasaba por aquí?
ﮪ
Él asiente con una sonrisa y deja la taza de café encima.
Sonríe.
Sacudo la cabeza.
Ríe.
Sé que mi tengo que ser agradable con él para tomar su confianza, pero tengo que admitir que al principio empecé a provocarlo para molestarlo y que se cansara de mí y que lo dejara, pero al parecer a él le gusta pelear conmigo… Y tengo que admitir que él puede ser… entretenido. Y divertido.
Sonrío, aunque estoy de pronto preocupada.
Genial.
Me encojo de hombros.
Me quedo callada un momento.
Sacude la cabeza.
Me interrumpe antes de que pueda terminar:
Y volvemos a nuestra pelea en risas y ridiculeses.
Y sé, que mi juego no va a durar mucho, que su confianza está al borde de mis dedos, a punto de tocarla para tomarla y luego romperla.
Pero éste es el problema: Cuando te acercas mucho a una persona, es difícil romper su corazón. Es difícil cuando puedes verlo desde otro punto. Cuando ves el lado agradable de ésa persona.
Ahora no va a ser tan fácil para mi corazón romperlo.
Qué bueno que mi mente pesa más que éste.
--Sthep Stronger.
jueves, 18 de julio de 2013
Reseña: Lo que fue de ella, Gayle Forman.
Reseña: Lo que fue de ella. Gayle Forman. #2 |
El primer libro fue tan especial para mí. Si decido quedarme estaba lleno de angustia pero también de esperanza. Y me enamoré de todos los personajes. Me enamoré de cómo eran ellos juntos tanto como separados. Yo nunca sentí en ningún momento, ni en Si decido quedarme ni en Lo que fue de ella, esa pared de cristal que me dejaba fuera de la foto. No, yo sentía que estaba ahí con ellos y esas cosas me afectaban a mí también. Sentí que estaba ahí. Así que ellos eran mis amigos y yo, yo me preocupaba de ellos. Puede que alguna vez te hayas encontrado con un libro en dónde te pasa lo mismo.
Es por esa misma razón por la cual Lo que fue de ella fue tan triste.
Ésta segunda y última parte es desde el punto de vista de Adam, así que podemos ver su vida. Ahora él es famoso y tiene todo lo que alguna vez quería pero... Tiene una vida solitaria y es infeliz.
"Debería ser feliz. Debería sentirme agradecido"
Me preocupaba por Adam, y cuando él se encuentra por Mia por primera vez, pensé que las cosas iban a ponerse mejor. Yo no lo tenía bien. Porque Adam no es el único que había cambiado, Mia también lo había hecho. Y creo que encontrarme con la nueva Mia fue lo peor: Ella ya no es tímida ni nada de lo que solía ser.
No me malinterpretes: Después de lo que pasó en el primer libro yo esperaba que cambiara. Ambos. Esperaba que fuera triste. Pero no me esperaba esto.
No me esperaba a una Mia que fuera fría, un tanto cruel, y tengo que decir que me ha parecido un poco egoísta.
Todo lo que ellos eran, estaba perdido.
Y era triste. Era angustioso y... Tuve que preguntarme en un punto si valía la pena.
Así estaba yo |
La de Indonesia |
Tuve que preguntarme si valía la pena haber esperado tanto tiempo con tantas ilusiones éste segundo libro. Si valía la pena leerlo, que tal vez hubiera sido feliz dejándo éste segundo libro a la deriva. Quedarme con el final del primer libro. Si valía la pena sentir su dolor.
No estaba segura de la respuesta, pero seguí leyendo.
"Hay demasiadas cosas qué decir. "¿Dónde has estado? ¿Piensas en mí alguna vez? Me has destrozado. ¿Estás bien?
Pero, por supuesto, no puedo formularlas"
Y cuando las respuestas vinieron, la preocupación que sentía por Mia se había desvanecido. Me sentí enojada con ella, por todas las desiciones egoístas que había tomado.
"
Bueno, Mia, querida, hasta dónde yo recuerdo, tú fuiste quién tomó la desición. La cosa, querida, es que tú no puedes decirle a alguien que lo amas más que a la vida misma y luego marcharte como si nada. Porque cuando te preocupas por alguien no lo apuñalas por la espalda. No lo culpas por algo que fue tu decisión.
Yo entendía por lo que ella había pasado, pero no creo en verdad que lo justifique.
Ella fue egoísta y lo peor es que ella sabía y aún así lo dejó ser. Ella simplemente dejó que él viviera tantos años en ese lugar oscuro.
No sabía quién demonios era y estaba triste, frustrada y enojada. ¿Por qué estoy sientiendo todas estas cosas por personajes que no son reales? Diablos. Es que yo en verdad amaba a estos personajes y a la autora y el estilo de escritura.
Pero entonces....
"
Pero antes de eso ella siente la necesidad de hacerte sufrir.
Y Dios, yo amo tanto su trabajo.
Ella tomó mi roto corazón y pegó las piezas de nuevo juntas. Por eso este libro me ha encantado. Porque tiene la misma fuerza que el anterior con un final que, bueno, no fue lo que esperaba. Pero tal vez fue mejor. Porque ellos ciertamente no vuelven a ser los mismos, pero... crecen. Se vuelven más sabios. Aceptan. Creo que se vuelven mejores personas después de toda la experiencia.
Lo que fue de ella ha sido todo un viaje, doloroso y angustioso, sí, pero lleno de esperanza y nuevas oportunidades. Triste y hermoso a la misma vez.
Y simplemente no puedo creer que Forman me haya hecho pasar por tanto ajetreo para que al final le ponga 5 estrellas en Goodreads. No es normal.
Pero es Gayle Forman. No esperen otra cosa de Gayle Forman.
Saludos,
Sthep S.
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