Reckless. Capítulo 5.
Reckless. Capítulo 5. "Un trato".
--Mierda. Odio actuar como esas amigas cotillas, pero… ¿Qué te dije
sobre ese chico Harry, eh?
Kimera me acorrala cuando estoy
retocando mi maquillaje en el espejo de mi taquilla. Llega tan rápido que casi
me saco un ojo con el delineador de la sorpresa.
--Mierda, Kimera. Casi me saco un ojo. ¿De qué me estás hablando?
Su sonrisa rosa pálida se extiende.
--Vamos, que Max lo ha esparcido por toda la escuela. Incluso mi prima sabe sobre eso… ¡Y ni siquiera va en esta escuela! Enserio, Ridley; ¿Cómo te
las arreglas para ligarte a cualquier imbécil que se te pasa por enfrente? Me da migraña sólo pensarlo.
Aviento el delineador en el casillero y
cierro la puertecilla.
--¿Pero qué carajos dijo Max?
--Le anda diciendo a todo el equipo de fútbol que estás “Teniendo
diversión” con ese Harry y que cuando te aburras irá libremente detrás de ti, y tú de él. Piensa que lo suyo es muy seguro. Tengo que admitir que el niño se esfuerza.
Pateo la casilla con la punta de mis
botas de tacón.
--¡Pero qué lata con él!
Kimera se encoje de hombros.
--¿Entonces estás saliendo con él o no?
--No. Pero no es lo que Max piensa.
Me mira, interrogante.
--Ayer el muy imbécil fue a mi casa. Así que Harry apareció y yo fingí
que estábamos juntos para que me dejara en paz. Pensé que iba a funcionar, como
si yo no lo conociera mejor.
Entrecierra los ojos.
--¿Porqué Harry estaba en tu casa?
--Porque esa vez te pusiste tan borracha que no te diste cuenta de que
él nos llevó a casa y que no se fue en taxi porque es mi vecino.
--Oopsi.
Ruedo los ojos.
--¿Entonces quieres que vayamos y le partamos el trasero? Podríamos
colarnos en los vestuarios de los chicos y robarle la ropa mientras toma la
ducha: Clásico. ¡Mejor! Tomamos las llaves de su coche y lo estrellamos.
Yo sacudo la cabeza.
--Nada de eso. Mi hermano se está dando cuenta de que no soy muy buena
que digamos. No quiero que se preocupe. No quiero hacer nada que lo distraiga,
¿De acuerdo? Me mantendré alejada por un tiempo.
Ella frunce el ceño y recarga la
espalda contra la taquilla a mi lado.
--¿Y qué tiene eso de divertido?
--Sé paciente. Llegará el momento, pero ahora necesito alejarme un rato.
Fue hace sólo un mes cuando el director llamó a Charlie porque me encontró
saltándome clases para fumar. Digamos que él no se puso muy contento.
Yo no bromeo cuando te digo que me
preocupo por la imagen que él tenga de mí: Cuando nos quedamos solos, aunque
viviéramos con la tía Kaya (Porque aunque mi madre le hubiera dado la custodia
a él, Charlie tenía apenas dieciocho años y sabía que tenía que conseguir un
empleo, y mientras tanto necesitaría ayuda), él cuidaba de mí como si el mundo
dependiera de ello. Y no estoy exagerando. Él hacía todo por mí. Como cuando,
dos meses después de que mamá se fue, yo fui invitada a una fiesta y él me
animó a ir. Por ese tiempo mi pelo ondulado era como un afro; estaba demasiado
rizado y yo no podía distinguir una parte de otra cuando tenía que hacerme una
trenza. Sólo mamá podía peinarme. Y la tía Kaya era un desastre para estas
cosas. Me entró el pánico esa vez porque mi madre no estaba para hacerlo y la
depresión me llegó y no fui a la fiesta. Dos semanas después, cuando yo me
alistaba para ir a la escuela, él me obligó a sentarme y me hizo la trenza.
¡Enserio! ¡Lo juro! Me dijo que había comprado
una de esas pelucas y había visto videos en internet para hacerlo.
Fue uno de esos momentos en que no
podía creer que hubiera hecho eso por mí y me derretí de ternura.
Él me sonrío y me hizo jurar que nunca
jamás se lo diría a nadie.
--¡Tierra a Ridley!
Kimera agita las manos enfrente de mi cara.
--Lo siento.
--Te preguntaba si quieres saltarle clases para ir por un café.
--¿Qué no me escuchas? Tengo que ser buena. Al menos por un tiempo.
Frunce el ceño.
--¿Cuánto va a durar esto?
--No lo sé. Cuando las cosas se enfríen. Todavía sigue mirándome como si
me quisiera dar la charla cuando cenamos.
Se estremece.
--¡Nunca dejes que eso pase! Mejor que te la de Kaya.
La tía Kaya nos visita una vez a la
semana, porque ella está trabajando, todo el tiempo. Sobra decir que no tiene
hijos ni esposo. Pero ella se siente feliz así. ¿Quién la culpa?
Sonrío.
Veo a Max pasar y dirigirme una prolongada mirada cuando recuerdo que, aunque
no puedo meterme en problemas, siempre puedo hacerle perder la cabeza.
--Ése imbécil se va a tragar sus palabras.
Kimera levanta una ceja.
--¿Qué tramas?
--¿Sabes que Harry me invitó a un café? Está enamorado de mí.
Se ríe, entendiendo. Abre mi casillero
y saca mi labial rojo sangre.
--Entonces necesitarás esto.
ﻫ
--Aquí estás. Tardé en
encontrarte. Pensé que tenías práctica con los chicos, pero Tommy me dijo que
no había y que tampoco te había visto. ¿Qué haces, perdedor?
Camino entre las gradas de la cancha
de Tennis de la escuela. Es muy impresionante pensar cómo la escuela gasta
tanto dinero en basura.
Harry levanta la mirada de su cuaderno
y deja la pluma caer. Me siento a su lado y le ofrezco el café que compré para
él y tomo un sorbo del mío. Doblo las piernas y espero una respuesta.
--¿Qué Tommy?—Dice mientras sonríe y toma el café—Gracias.
Agito una mano, como diciendo “No hay de qué”.
--El capitán del equipo. Tommy.
--Te refieres a Toby.
Parpadeo.
--Sí. Él. ¿Cuál es la diferencia? Es un chico—Sonrío y alargo el
cuello para ver el cuaderno--¿Qué escribes?
Él cierra el cuaderno y lo guarda en su
mochila.
--Nada. Entonces… ¿Por qué estás aquí?
--¿A qué te refieres?
--A que asumo que tienes cosas malvadas que hacer, pero en cambio estás
hablando conmigo y me comprase un café, en vez de ser al revés, como debería de
ser.
--No me salgas con tus cosas. Además, yo siempre soy amable. ¿Por qué no
pasaría tiempo contigo?
Se lleva el vaso de plástico a la boca
y sonríe burlonamente mientras levanta una ceja.
--Tienes razón; Quiero algo de ti. De otra manera no estuviera aquí,
perdedor.
--Me haces sentir querido—Dice burlonamente.
--Es mi especialidad.
--¿Entonces qué quieres, Bellatrix?
Sonrío ante el apodo.
--Bueno, Potter, quiero una cita.
Levanta una ceja, confundido ahora.
--¿Me estás pidiendo…?
--No te hagas ilusiones, que sigues siendo un pobre desgraciado. Lo que
quiero es librarme de Max. Él se ha entretenido el día de hoy esparciendo unos
rumores sobre mí. A él le encanta hacer eso, parece una niña.
Sonríe.
--¿Qué gano yo con eso?
--¿De qué hablas? Saldrías conmigo, cosa que no haría por mi cuenta.
Esta es la oportunidad que nunca tendrás.
--¿Viniste a pedir ayuda o a insultarme?
--Ambas.
Sacude la cabeza.
--Enserio. ¿Qué gano yo con eso?
Dudo.
--Seré tu amiga. Tampoco es algo que haría por mi misma, si no estuviera
desesperada, claro.
Levanta una ceja.
--¿Es así como esperas que te ayude?
--Vamos, Potter. ¿Qué quieres de mí?
--Sorpréndeme.
--Muy bien. Tendrás mi amistad y te pagaré. Y mi amistad implica que
puedes marcarme a las tres de la mañana si estás borracho y no puedes conducir
y yo iré por ti.
Bebe más de su café.
--Creo que eso sólo te pasa a ti.
Estoy perdiendo la paciencia.
--¿Aceptarás o no? Te dejaré cuando él me deje en paz.
El piensa unos momentos, mirándome.
--Muy bien. Pero tendrás que comprar mi café de ahora en adelante. Es mi
única condición.
--¿Qué?
--Sí.
Parpadeo.
--Mira que eres barato. ¿Entonces es un trato?
--Sí.
--Genial. Ya sabía que aceptarías; Todos lo hacen. Ahora levántate, que
empiezas justo ahora. Hay que ir a sentarnos a las gradas de la cancha de
fútbol para que el cabeza de chorlito nos vea. Esto está muy vacío.
Suspira y toma su mochila.
--Aunque debo estar loco al hacerte caso.
Mientras bajamos por las gradas me apoyo a él para no caer y cuando estamos
abajo le agarro del brazo.
--No estás loco. Es sólo que yo soy muy insistente.
Sonríe.
--Y además sólo hago esto porque soy nuevo y no tengo otros amigos aún—Murmura.
Le doy un empujoncito con el hombro y sonríe más.
--Vamos, que te mueres de la ilusión.
Niega con la cabeza, sonriéndome.
--Eres…
Seguimos caminando mientras él intenta encontrar la palabra.
--¿Súper guapa?—Ayudo.
--Incorregible.
Me encojo de hombros.
--También sirve.
-Sthep Stronger.
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