Broken Dolls. Capítulo 13.
Nate me mira, y sus ojos oscuros tienen una chispa de algo como desesperación y esperanza al mismo tiempo. Sus ojos, que son tan diferentes a los míos.
Los ojos de mi hermano.
¿Pero por qué yo lo creería?
El dolor destella en sus ojos, pero no me deja ir; Al contrario: Me jala más fuerte contra sí.
Pero no lo hago. Y él no empieza a hablar, para que conste, porque Angelo está gritando a Susie, y Dexter tiene cara de querer golpearlo por gritarle. Holly, en otra parte, parece asustada por la confrontación y se aferra al brazo de Charlotte.
Es furia pura, y nunca había visto este lado de Angelo antes. Me asusta, para ser honesta, así que me encojo y Nate me pone detrás de él, pero aún tomando de mi brazo. Mi muñeca, para ser exacta.
Parece que Susie está a punto de explotar.
Nate hace un sonido estrangulado, y su agarre se afloja. El sonido de su pecho es el sonido de un chico roto. Y no puedo soportarlo. Pongo mi mano en su pecho y lo empujo hacia atrás de mí, como si de alguna manera si me pongo enfrente podría crear un escudo de la verdad que su madre está diciendo.
Susie lo mira, con dolor y desesperación en su rostro.
Susie sacude la cabeza.
Nate no constesta. Sus ojos se llenan de lágrimas y algo más... desprecio.
Dexter pone una mano en el hombro de su mujer, como una muestra de apoyo, pero puedo decir que él tampoco lo entiende.
Ella mira a su esposo y luego a nosotros dos. Aspira.
Susie entonces me mira, y sé que lo que dice ya no es para Nate nunca más. Esta vez, es para mí.
Mi corazón se hunde.
Mira a su esposo, quien la mira fijamente. Y el conocimiento atraviesa a Dexter como un rayo.
Su esposo, Dexter Sullivan, abre y cierra la boca. De repente parece que no puede mirarla a los ojos.
Nate me toma del brazo de nuevo. Parece que se pone todo contacto cuando se pone emocional. O tal vez tiene miedo de dejarme ir.
Mi hermano.
Nathan. Ethan.
No necesito voltear y mirarlo para saber que su rostro está sumergido en dolor.
Pero no puedo. Primeramente, porque estoy paralizada. ¿Irme? ¿Ahora? ¡No! ¡No quiero marcharme, me gusta este lugar, me gustan los Sullivan! Miro a Dexter y a Susie. Y sí, a pesar de ellos. O de Susie, más bien. Quiero quedarme.
Y Nate. No puedo marcharme. Yo... Yo no puedo, no ahora. Mucho menos con lo que sé.
Nate me jala y me oculta detrás de él, una vez más, como si yo fuera una niña que necesitase ser protegida.
Susie se acerca y él retrocede, aplastándome contra la pared.
Su voz es tensa, cargada con algo tan crudo que la palabra desprecio ya no puede definirlo.
Odio.
Creo que es entonces cuando Susie se da cuenta de que realmente lo ha perdido. Me pregunto si para siempre.
Me pregunto si alguna vez la había llamado por otra cosa que mamá.
Nate cierra los ojos y sacude la cabeza, pero sé que la información está filtrándose en su cabeza. Lo miro de perfil, y me pregunto cómo hubiera sido: Crecer con él. Definitivamente sería el hermano celoso, y yo la hermanita malcriada, y en el fondo, sé que nos hubieramos querido más que nada.
Pensar en lo que pudo haber sido trae dolor. Y entonces quiero quedarme. Quiero quedarme para averiguar qué podemos ser ahora.
Se sorprenden al escuchar mi voz, y tengo que admitir que yo también, un poco.
Nate frunce el ceño.
Nuestros ojos se encuentran, y puedo ver la preocupación en ellos. La verdad es que el pelo es lo único que más o menos tenemos en común.
Frunce el ceño aún más.
Holly/Lía levanta la mano, vacilante.
Toda la sala se congela. Esta es la parte donde descubre que encontrar a su pequeña hermana perdida no es tan divertido como pensó.
Angelo me mira.
Nate y yo nos miramos a la cara. No sé qué decirle, así que sólo espero a que diga algo.
Suspira en derrota.
Mi corazón se hunde, pero sé que es lo correcto por hacer. No se supone que nos conociéramos; no hay tiempo para nosotros, para crear lazos. No ahora, no nunca.
Estoy a punto de decirle que vayamos afuera a tomar un paseo para contarle sobre mis pesadilas, mi enfermedad, Macey, todo. Y espero que él haga lo mismo. Me da curiosidad qué ha sido de su vida todo este tiempo. Sin mí.
Un movimiento en la esquina del ojo llama mi atención. Viene de la ventana. Está abierta, pero hay cortinas que bailan con el viento. Camino lentamente y las corro.
Ni siquiera sabía que me sabía ese insulto, pero llega bien en el momento correcto: El resto de los Sullivan se amotonan detrás de la ventana, con bocas abiertas y ojos vidriosos.
-Sthep Stronger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario