Fade, capítulo 14.
La libreta: Página 14.
"Los secretos nunca son secretos. No realmente. Porque siempre hay alguien más que sabe, alguien más que lo oculta. Es sólo que tú no lo sabes".
Tomo la mano de Tash y la empujo conmigo hacia la habitación. Cora está ahí, viendo ese capítulo nuevo de Twisted sin mí, la muy desgraciada. Voy a recriminárselo, hasta que escucho sus voces en el pasillo, entonces me dejo caer en el suelo y me arrastro bajo la cama.
Tash y Cora intercambian miradas que bien podrían decir “Hay que hacer la lista de manicomios en la cuidad”
Alguien toca la puerta y me arrastro más bajo la cama.
Primero, silencio.
Y las quiero matar. ¿Por qué no reacciona?
Ya me la puedo imaginar con su habitual manía de poner su cabello rubio detrás de su oreja cuando está nerviosa. Si yo lo descubrí la primera vez que la vi haciéndolo, ¿Por qué no lo haría Marina?
No ayuda que Cora saca una risita y reproduce el capítulo de nuevo.
Demonios.
¿Una…?
Gruño.
La puerta se cierra y espero unos segundos antes de arrastrarme fuera de la cama y pararme, sacudiendo el vestido verde.
Cora ríe mientras nosotras discutimos. Cierro su computadora.
Se encoje de hombros.
Le frunzo el ceño.
Tash levanta las cejas tan alto que casi toca la banda dorada en su cabeza. Hippy.
Suspiro.
No puedo decirles. Pero tal vez puedo contárselo a Graham.
No estoy muy segura de cómo vaya a reaccionar cuando se entere de que las chicas no me dejan sola ni un momento porque se están volviendo locas sobre mi seguridad desde que me intentaron matar hace dos días.
ﮪ
Lo veo sentado en una mecedora de madera, y me sonríe.
Le saco la lengua, ya que ambos sabemos la respuesta.
Reímos juntos.
Él sonríe y asiente.
Me acerco y me dejo caer en ella. Me meso lentamente hacia atrás y enfrente.
Antes de que pueda decir algo más él ha acercado un banquito de madera y se ha sentado enfrente de mí.
Quito mis brazos de la silla y los pongo en mis rodillas, apoyándome e inclinándome hacia el frente.
Frunce las cejas.
Vuelve a fruncir las cejas.
Graham frunce más el ceño.
Es que no quiero preocuparlo. Pero creo que no le haría gracia que no se lo dijera.
La alarma se enciende en su rostro.
Graham está blanco, mirándome fijamente.
Se tarda en contestar.
Graham se levanta y me toma de la mano, obligándome a levantarme también. Me hace una inspección, y cuando ve que no tengo nada roto, me toma los brazos y aprieta.
Él sacude la cabeza.
Dejo sacar el aire contenido de mis pulmones, con mi enojo desvaneciéndose lentamente. Él solo está preocupado.
Nos quedamos en silencio unos segundos y él lentamente suelta mis brazos. Los muevo un poco, dándome cuenta de que los estaba tomando tan fuerte que se me entumieron un poco.
Él pasa unos dedos por su cabello y suspira, cansado.
Me mira a los ojos.
Levanto mis cejas y espero unos segundos, procesando.
Me cubro los ojos con la mano.
Quito mis manos de mi cara y camino en círculos en el garaje.
En verdad luce enojado.
Retrocedo ante su dura postura. Él lo nota y cambia su rostro.
Me quedo en silencio mientras vuelvo a la mecedora.
Graham pone una mano en el aire, directo hacia mí, haciendo una seña que fácilmente se puede leer como “Detente”.
Pero sé que está pensando en mi consejo, porque segundos después de decir eso él me da su espalda y enseguida se vuelve.
ﮪ
Kate suspira, mirando entre An y yo. Ella deja que An diga lo que tenga que decir y se queda de lado, creo que es lo que más me agrada de ella. Ella no presiona.
Yo estoy tan cansada de esta conversación.
Kate suspira y asiente.
Kate sonríe.
Luego se da la vuelta y su pelo largo y castaño golpea a An por accidente, lo cual parece ponerla de peor humor.
Niego.
Me doy la vuelta para dirigirme a mi habitación pero ella me toma del brazo.
Sigue sosteniendo mi brazo, pero ambas hemos dejado de movernos. Nos miramos a los ojos, sopesando las palabras que acaban de salir de su boca.
Su voz se quiebra un poco.
Ella me suelta del brazo y ambas nos movemos de nuevo cuando Kate aparece de nuevo.
Tal vez ella en verdad siempre estuvo ahí y nosotras no nos dimos cuenta.
Ella mira detrás de nosotras, alza las manos y agita. Miramos en su dirección y vemos a Marina caminar hacia nosotras con cara extraña, como si supiera que nada bueno está pasando aquí.
Cosa que es como…, sí, es verdad.
-
Marina asiente y enreda su brazo en el de An y se alejan.
Estar con Kate es relajante para mí. Ella es tranquila, razonable.
Caminamos a mi habitación en silencio.
Kate asiente.
Kate sonríe amablemente.
La miro, alzando una ceja.
No le contesto. Sigo procesando.
Llegamos a la puerta de mi habitación y sonríe.
Trago saliva y recuerdo lo que Graham me dijo: Hay algo mal con esas chicas.
Kate me mira.
Y sé que hay algo más.
Abro mi boca, incrédula.
Graham tenía razón.
Alguien está cazándonos. Alguien que quiere a estas tres chicas solas.
Kate se encoje de hombros.
ni Marina quieren admitir que hay alguien que está detrás de nosotras.
Kate se ve preocupada.
Graham tenía razón: No fue un accidente. No fue nunca un accidente. Este fue su secreto, pero viendo a Kate parada en frene de mí diciéndome esto mismo, me doy cuenta de que nunca fue un secreto.
Y creo, creo que los secretos no existen. No realmente; Siempre hay alguien más que sabe. Es sólo que tú no sabes eso.
Va intentarlo de nuevo. Quién sea que quiso matarme en la piscina aquél día. Va a asegurarse de que salga de la foto, como las demás. Como Serena, como Isabel.
Ésta es la razón por la cual An está realmente alterada:
Soy la siguiente.
ﮪ
Esa noche, no puedo dormir hasta que el reloj marca las 3.57, y cuando finalmente lo hago, tengo pesadillas.
Estoy en esa piscina de nuevo. Pero esta vez es diferente. Cuando esa persona me empuja, yo me hundo como una roca hacia el fondo mientras mi corazón late frenético en mi pecho. Toco el fondo y me impulso hacia arriba por aire. Estoy casi ahí. Tengo los ojos abiertos y puedo ver la luz cortándose en el agua azul cristalina, puedo ver que mi cabeza casi logra salir a la superficie. Y cuando mi barbilla cruza y se encuentra fuera del agua, cuando estoy a punto de sacar mi cabeza y respirar, algo toma mi pie y me empuja hacia abajo. Peleo. Peleo porque es lo único que tengo. Es lo único que me queda por hacer. Estoy tan desesperada viendo la superficie, desesperada por salir que nunca veo abajo. Nunca veo quién sostiene mi pie.
Creo que me ahogo. No puedo recordarlo cuando me levanto, pero tengo la sensación de que nunca llegué a salir.
Esto no me deja dormir hasta las 5.24.
Vuelvo a soñar. Alguien está acariciando mi cabello, pero nunca abro los ojos. Alguien me está cantando, pero no oigo la voz, sólo lo sé. Sé que alguien me canta mientras acaricia mi cabello y luego mi mejilla con sus dedos. Entonces me da un beso en la frente con unos labios realmente fríos.
Abro los ojos y me siento en mi cama. Juro que siento aún sus manos en mi cara.
La cosa más espeluznante.
No puedo dormir el resto del día. A las seis en punto me levanto finalmente y empiezo a vestirme y a peinarme a toda prisa, aunque aún tengo tiempo. No me peino bien. Ni siquiera lo cepillo, sólo lo levanto en una coleta y envuelvo un listón melocotón en él. Cuando me veo en el espejo, me maquillo un poco, sólo intentando cubrir las sombras bajo mis ojos.
Me siento ansiosa por salir de la habitación. Siento que no puedo sentirme segura, hasta que olvide el sueño. Se supone que tú te olvidas de tu sueño quince minutos después de levantarte, y yo sólo espero, pero mientras tanto quiero salir lo más pronto posible de la habitación.
Tomo mis cosas y me marcho sin despertar a mis compañeras de cuarto. Y en cuanto cruzo la puerta, saco mi celular y marco a Graham.
Me contesta después de algunos tonos.
Tamborileo mis dedos nerviosa contra uno de los lados de la falda de mi vestido.
Hay una pausa del otro lado del teléfono.
Hay otra pausa en el teléfono.
Cuelga. Miro mi teléfono: 6.17. El desayuno es a las 6.30. Voy rápido hacia afuera, alegrándome de ver la luz del sol más de lo que nunca estuve.
Estoy completamente perdiendo la chaveta. Y me veo como una, lo compruebo cuando veo mi reflejo desaliñado en una de las puertas, saliendo de las residencias de los dormitorios de las chicas.
Es entonces cuando escucho los gritos.
Miro hacia atrás, hacia dónde viene el sonido. Entonces veo el humo salir de una ventana abierta en el tercer piso. La ventana que Cora siempre olvida cerrar.
Salgo corriendo y subo las escaleras lo más rápido que puedo. Me tropiezo algunas veces, pero me levanto a sigo andando, sintiendo cómo mi corazón parece querer salir de mi pecho. “Quédate ahí”, pienso, “Te necesito ahí”.
Cuando llego, una chica en cortos pijamas se lanza hacia la alarma de incendios, pero se tropieza con sus propios pies y se da un buen golpe. Así que soy yo quién se lanza sobre la alarma. Veo alrededor para ver porqué alguien no lo había hecho antes, pero veo a todas sacando a sus compañeras de las habitaciones.
¿Dónde están mis compañeras?
Demonios, demonios.
La parte inferior de la puerta está en llamas, igual que las plantas enseguida y esas persianas de madera de la ventana enorme enseguida. Hago caso omiso del fuego, a pesar de que siento que me quemo.
Me estrello contra la puerta primero antes de abrirla. Ambas están en el suelo, a unos pasos de la puerta. Tash intenta levantarse, tosiendo y fallando completamente. Cora está en el suelo inconsciente.
Chillo y me lanzo a ayudarlas. Alguna chica que desconozco de un brillante pelo rojo se acerca y me ayuda a levantar a Cora sin una palabra. Silenciosamente, se lo agradezco. Cuando logramos salir, unos maestros en pijamas de cuadros y gatitos están ahí con los extinguidores. Me derrumbo en el suelo cuando logro alejar a mis amigas del fuego.
He inhalado tanto humo.
Llena mis pulmones, los abraza. Es como ahogarse. Es como mi sueño.
Es peor.
ﮪ
Abro los ojos y el maestro que me estaba cargando me deja sentada fuera de la residencia, dónde todos los estudiantes de Ashford se están amontonando, algunos en pijamas, otros con ropa normal.
El maestro de educación física, ejem, natación, toma la cosa que la enfermera le da y le dice que me lo tiene que poner en la nariz y boca para que respire y luego se va para hacerse cargo de otros estudiantes.
Él, un hombre joven, moreno y causa de algunos cotilleos entre las alumnas en todo Ashford, me lo acomoda torpemente y entonces estoy respirando mágicamente.
“Aire, aire, aire. Lléname”.
Estoy tan ocupada aspirando el aire mágico que tardo un rato en distinguir mi nombre entre la multitud de personas yendo y viniendo, intentando dar a otras personas aire mágico y los guardias intentando alejar a los estudiantes para darnos espacio.
Veo a muchas personas. An, Marina, Kate, en sus pijamas, mirando con cara de perturbación hacia todo esto. Sus ojos se cruzan con los míos y puedo ver el “Te lo dije” en sus ojos. Desvío mi vista porque no quiero saber nada, y me cruzo con los de Alex, quién grita mi nombre entre la multitud, qué, oh, está enseguida de Graham, quién no se ve mejor que los demás.
Quiero quitarme el respirador mágico por unos segundos para sonreír y que vean que todo está bien, pero el maestro Sanderon me lo impide.
Le hago caso porque en verdad amo el aire mágico. Espera, ¿Qué herida de brazo? Miro mi brazo y veo una larga cortada roja en él. Supongo que fue cuando me caí. No me sorprende que no lo haya notado, porque incluso respirando el aire mágico me siento desorientada.
Me quedo ahí un rato mientras me siento mejor y los maestros y la directora corren a todos los alumnos.
Miro hacia atrás, sintiéndome más consciente, al edificio con paredes de un color negro. El olor me hace fruncir el ceño y finalmente me quito el aire mágico… Que no es mágico. Es oxígeno. Me levanto y sonrío al señor Sanderson, asegurando que todo está bien. Voy a buscar a Tash y a Cora, pero la directora se aparece en mi camino.
--Señorita Blake, por favor, vaya a mi oficina y espere ahí.
El hecho de que Cassandra Terrance me haya pedido eso me da un mal sabor de boca.
ﮪ
Me quedo un tiempo sola.
Los primeros cinco minutos me quedo sentada afuera de la oficina pacientemente, pero luego me levanto y paso los siguientes diez caminando en círculos en el pequeño pasillo.
Me vuelvo loca. Por simplemente tantos motivos.
Me vuelvo hacia la voz. Es Alex, trotando hacia mí por el pasillo con su pijama, aún: Un pantalón de algodón azul de rayas y una camisa gris.
Sacude la cabeza deteniéndose a un paso de mí.
Y por primera vez en mucho tiempo, no miento. O bien, digo parte de la verdad:
Tash. Cora. Ellas pudieron haber muerto en ese incendio. Por mi culpa.
Por mi culpa.
Mis ojos se empiezan a poner húmedos y Alex abre los ojos de par en par, un poco asustado por eso. Llevo las manos a mi cara para limpiar las lágrimas, porque sé que esto puede ser incómodo para él, pero resulta que no es por eso por lo que se ve asustado. Lo sé cuándo me toma en sus brazos y me estrecha contra él.
Borro mis lágrimas, pero me quedo ahí. Porque simplemente ha pasado tanto tiempo desde que alguien me ha consolado. Ha pasado tanto tiempo sin mi familia, sin las personas que me conocen.
Los extraño. Los extraño tanto.
Y cuando él me abraza, se siente como llegar a casa.
Se siente bien.
Tal vez por eso cuando él se separa un poco y toma mi barbilla, dejo que se acerque. Tal vez es por eso que dejo que me bese. Tal vez es por eso que envuelvo mis brazos en su cuello.
Pero ese tal vez es una mentira. Porque quiero esto. Porque me siento cómoda y se siente correcto al hacerlo. Porque me gustan sus labios y la forma en que me sostiene como si yo fuera hecha de cristal, porque ya no siento el peligro que me rodeaba cuando estaba con él, no siento que quiere derrumbarme, al contrario. Porque su beso sabe casi como a una promesa. Una que dice que no me lastimaría.
Y lo creo.
Oímos pasos así que nos separamos un poco, mirando al pasillo, dónde la directora Terrance va cruzando la esquina en su traje violeta y sus tacones repiqueteando.
Supongo que las directoras no tienen mucho tiempo para dormir.
Alex y yo nos intercambiamos una mirada. Aprieta mi mano y me deja ir.
ﮪ
Salgo de la oficina más alterada. Miro alrededor, pero Alex no está ahí. Supongo que aún sigue ocupado intentando rescatar cosas de mi habitación, así que aprovecho el tiempo y salgo corriendo hacia Graham, al lugar en dónde siempre lo encontraré.
Cuando llegó ahí, él está recargado sobre una mesa de trabajo y mira críticamente a una versión de la mecedora que había visto hace poco, sólo que ridículamente más grande. Levanta la vista hacia mí cuando oye mis pasos y yo me detengo en el umbral del garaje, un poco detrás de la mecedora enorme, jadeando un poco.
Graham mira la mecedora una vez más y luego cierra los ojos. Los abre y me mira, alterado.
¿Qué espere? ¡No!
Él se lleva las manos hacia el rostro, como si yo hubiera cometido un gran error.
¿Qué? ¿Por qué hace esto? ¿No debería decirme algo? ¡Él tenía razón!
Es entonces cuando escucho la voz a un metro de distancia y veo la cabeza de Alex salir de la mecedora gigante.
Lo miro con shock y luego de vuelta a Graham.
Alex se levanta de la silla con una mirada que me hace retroceder. Una mirada que simplemente es tan diferente a la que me mostró hace un rato.
Y hago lo que mejor sé hacer ahora: Miento.
Graham talla sus ojos con cansancio y luego me mira. Entonces, arruina mis posibilidades de seguir mintiendo:
La cara de Alex no tiene precio.
--Sthep Stronger.
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