
Fade. Capítulo 15.
La libreta. Página 15:
"A veces es difícil recordar que no eres el único que tiene sentimientos"
Lo he perdido. La confianza que Alex me había
dado, las risas que compartimos, el beso, lo he perdido, ahora que él va a saber. Ahora
que voy a dejar que las palabras salgan de mi boca.
Pero antes, tengo que intentar. Tengo que luchar.
--Alex—Suplico, esperando que me de una oportunidad de explicar.
De explicar… ¿Qué? ¿Qué cosa? Tiene todo el derecho. Lo usé.
Lo merezco.
Él aprieta los puños. Su rostro es una mezcla perfecta de confusión y enojo.
--¿Qué está pasando aquí?—Exige.
Miro una vez más a Graham, quién me mira cansado.
--Tiene que saber—Dice—Los dejaré solos para que hablen.
No da ni dos pasos cuando Alex lo detiene.
--¡No, tú no te vas! ¡Los dos van a explicarme qué pasa! ¿Qué debo
saber? ¿Por qué la llamaste Cassidy? ¿Alguien quiere matarte? ¿A las demás?
¿Qué…?
Es como ver a un niño sin su mamá, perdido, llorando, barreando. Mi impulso es
alzar la mano y ponerla en su mejilla, pero no puedo.
Es tarde.
--Alex, yo… No sé dónde puedo empezar.
Él entorna sus ojos hacia mí.
--¿Te refieres a que hay demasiado?
Yo y Graham intercambian una mirada. Es la respuesta de Alex.
--Demonios—Gruñe, retrocediendo unos pasos y dándonos la espalda,
comenzando a caminar en círculos.
Suspiro.
--Creo que debería empezar por decirte quién soy yo.
Él se detiene un poco y me mira.
--¿A qué te refieres?
--Mi nombre, Alex. Mi nombre es Cassidy Blake.
Él frena en seco y se me queda mirando.
--¿Qué coños estás diciendo?
Miro el suelo, tomando aire y valor para continuar hablando.
--Es verdad—Interviene Graham.
Alex repite su pregunta-reclamo.
--Sé que tú conociste a alguien quién dijo ser Cassidy Blake—Continúo—Pero
no lo era.
Hago una pausa para ver su cara en shock y vuelvo a tomar aire. Graham toma mi
mano en señal de apoyo.
--Su nombre era Isabel Blake. Es sólo que tú no sabías.
La vista de Alex viaja de mí rostro hasta las manos de Graham y mías juntas.
Puedo ver las ruedas girando en su cabeza.
--¿Estás diciendo que era tu hermana?
--Mi hermana mayor—Asiento—Es por eso que llegué aquí.
Después de esto, él ya no me mira a mí. Mira a Graham y una mueca de dolor
desgarra su rostro, haciendo que mi corazón se lamente.
--¿Te acuestas con la hermana de tu novia, cerdo imbécil?
Me sorprendo de simplemente tantas maneras. Suelto mi mano y empiezo a negar
con la cabeza, dando pasos hacia él, pero no sirven, porque él retrocede.
--No, no, Alex…
No me quiere escuchar.
--Tú sabes que yo no haría eso—Gruñe Graham—Tú sabes que
yo la quería.
--Bueno, pensé que nosotros éramos amigos, pero ninguna de esas dos
cosas eran verdad.
--Alex…--Intenta razonar con él.
--¡No! ¡Tú le hiciste algo! ¡Tú, imbécil…!
Alex se va contra Graham, pero él ya lo esperaba y lo esquiva. Lo toma por los
hombros y lo empuja hacia la pared.
--¿Quieres saber la verdad, Alex? ¡Entonces escúchanos! ¡Su nombre era
Isabel, y yo la amaba! ¡Yo la amaba y nunca le hubiera hecho nada! ¡Tú y yo
éramos amigos, pero decidiste culparme a mí y no me diste oportunidad! Esta es
la verdad sobre lo que sucedió con Isabel: Fue su decisión.
Graham quita sus manos de él y Alex se tambalea.
--No, no. Ella nunca haría algo así.
--Es lo que yo pensé—Intervengo—Pero era cierto. Alex, lo
siento, pero ella no es la persona que creíamos conocer.
Él me mira y puedo ver la rabia cruzando por su rostro.
--Estás mintiendo. En todo. Ella nunca me dijo que tenía una hermana.
¡Yo la conocía!
--No la conocías tan bien—Escupe Graham con desprecio, alejándose
de él y viniendo en mi dirección—Ella me lo contó todo. Cassidy no
miente.
--¡Era mi mejor amiga!
--¡Era mi novia!
Tengo el impulso de gritar “¡Era mi hermana!”, pero eso estaría muy fuera de la
foto.
--Chicos, dejen de discutir. Alex, ella… Ella te mintió. O no te dijo
toda la verdad, lo siento.
--¿Por qué tendría que creerte? Has mentido en todo. ¿Por qué debería
confiar en ti?
--Alex…
--¿Sabes qué? Tal vez tienes razón. Todo tiene sentido. A pesar de que
no se parecen físicamente, ahora lo puedo ver mejor: ¡Las dos son unas
mentirosas!
Y duele.
¿No sería mejor que me hubiera aventado frente a un camión para que me matase?
--Bastardo…--Oigo decrlir a Graham, dando un paso hacia él para
volver a aventarlo contra la pared, pero pongo una mano en su pecho.
Muy bien. Ya tuve suficiente.
--Si no te gusta lo que oyes, Alex, puedes marcharte. No volveremos a
hablar sobre ello, no te preocupes.
Gruñe un poco más y camina en círculos más rápido.
--¿Cómo pudiste hacerme esto?—Me pregunta, deteniéndose
bruscamente frente a mí—Pensé que te gustaba. Pensé que eras mi amiga.
--Y lo hago, Alex…
--¿Cómo no me dijiste que eras su hermana? ¿Por qué ella no me lo dijo?
--No te lo dije porque pensé… Yo hablé con las chicas, Alex, y ellas me
convencieron de que tú eras el responsable de lo que le pasó a Isabel.
Frunce las cejas.
--¡Eso es estúpido!
--¡Lo siento, lo creí en ese entonces, no te conocía!
Entonces se detiene en seco y mira el suelo fijamente. Luego me mira a mí, como
si hubiera descubierto la cosa más horrible en el mundo.
--Tú me usaste. Cuando me conociste, tú sí que querías algo de mí. Tú me
usaste.
Las palabras resuenan en el lugar y queman en la parte trasera de mi mente.
¿Qué he hecho?
Quiero responderle, negarlo todo. Y no puedo. Y sé que él puede verlo. Sé que
él sabe que es verdad.
Es todo verdad, es todo verdad.
Lo siento tanto.
Sus ojos muestran el daño que he hecho
y yo quiero morir. Me da la espalda y quiero avanzar hacia él y rodearlo con
mis brazos. Quiero gritarle que lo siento. Quiero intentar persuadirlo que me
perdone.
Pero no tiene caso. Este es el final del
camino. Aquí es el segundo exacto en dónde yo me tropiezo con el muro que las
mentiras que he escupido han construido todo este tiempo, impidiéndome seguir
el camino.
Todas ellas, cada minúscula mentira que alguna vez dije me caza y me castiga
con su frío y vacío silencio. Se burlan de mí, me sonríen con sus afilados
dientes, me sostienen en sus crueles manos. Me susurran en el oído que ha sido
mi culpa, me susurran que este es el precio. Me llenan. Ellas son todo lo que
soy.
Son todo lo que poseo.
--Lo siento—Susurro. Lamento. Lloro.
Sus hombros se mueven hacia arriba y
abajo. Miro a Graham, que mira al suelo, intentando darnos un poco de
privacidad.
--¿Qué más hiciste?—Pregunta después de unos momentos,
volteándose, pero evitando el contacto visual conmigo.
Me odia.
Me obligo a tragar saliva.
--Yo… Descubrí que no eras tú el responsable por medio de Graham. Me
dijo que tú nunca estuviste con ella. Fue él. Lo hubieras visto, estaba
arrojándole madera todo el tiempo.
Intento sonreír un poco, pero él no cede. Miro a Graham, con los brazos
cruzados sobre su pecho, y me da una sonrisa de apoyo.
--Así que te dejé fuera de la ecuación—Continúe—Seguí
investigando por mi cuenta y averigüé… cosas… Alex, ¿Sabes si Isabel se
drogaba?
Me mira finalmente, y sus ojos muestran un frío que me congela.
--No. Ella no lo hacía—Responde.
Miro a Graham.
--¿Desde cuándo sabes esto?—Pregunta Alex a él.
--¿Quieres decir lo de Cassidy o lo de Isabel?
--¿A qué te…? Espera. ¿Tú sabía sobre… ella? ¿Isabel? ¿Sabías sobre
quién era ella?
--Claro que lo sabía. Era mi novia.
Él nos mira a los dos, de uno a uno y siento que está imaginando cómo sería
masacrarnos a los dos.
--Tú sabías su nombre real.
--Sí—Contesta Graham tranquilamente, como si no quisiera la cosa.
--Y que tenía una hermana.
--Sí.
--Y no me dijiste nada.
--Exacto.
--Eres un bastardo—Dice con el mismo tono despreocupado de
Graham, pero con una firmeza en su voz.
Graham asiente.
--Ya me lo habías dicho.
Alex me mira.
--Entonces, ¿Estuviste saliendo con él mientras salías conmigo? ¿Es esa
otra de tus mentiras?
--Te hemos dicho que no.
--Oh, bueno. Ya es ganancia, ¿No es cierto?
Sus palabras me queman. Me asfixian.
Intento ignorarlas.
Graham gruñe algo pero le envío una mirada que dice “Cállate” expresamente.
--Descubrí cosas—Digo, intentando no ahogarme con mis propias
palabras—Fui a ver a la señora Roussemount…
Me interrumpe:
--¿Quién?
--… Supongo que Isabel no te contó del accidente.
--¿Qué accidente?
Graham y yo le explicamos la historia, desde el principio, narrado por mí, y el
final, narrado por Graham.
Y al final de aquella historia, Alex pasa una mano por su cara y se sienta en
la enorme mecedora en dónde pasó desapercibido.
--Qué mierda tan más grande.
--Vine aquí para saber lo que pasó. Pero sólo encontré pistas… Mentira;
Sólo encontré dudas. Es curioso que encontré pistas en donde yo vivía. En casa.
Encontré unas pastillas que no eran de nadie. Unas pastillas que aunque eran
familiares para mí, son diferentes. Tienen un olor especial, pero conservan la
misma imagen que las demás pastillas: Redondas y blancas—Suspiro--Poco
después fui a la casa de Vivian… O bien, de la señora Roussemount. Encontré ahí
las mismas pastillas. Es por eso si te pregunté si ella se drogaba.
--No. ¿Pero por qué es tan importante? Si se drogaba o no, ella no está
aquí ahora. Ya no importa.
Graham habla por mí:
--Pensamos que tal vez ella pudo entablar de nuevo su relación con
Vivian. Si ellas tenían las mismas raras pastillas…
Él bufa.
--¿Cómo saben que no es una droga común? ¿Cómo saben que ellas pudieron
consumir por separado? ¿Por qué es tan importante si ellas dos volvieron a ser
amigas?
--Porque Isabel no haría eso—Digo, un poco enojada—Ella no
tenía relaciones con personas, no tendría relaciones con Vivian de nuevo. No,
porque Vivian le recordaba tanto a Cam. No creo que Isabel haya consumido, por
lo que me dices. La señora Roussemount está convencida de que ese no era el
problema de su hija, y le creo. Toma—Alcanzo mi collar y lo abro para
sacar la pastilla redonda y olorosa. Camino hacia él y se la pongo en la mano—Huélela.
Él lo hace y frunce el ceño.
--Nunca me la mostraste a mí—Me reprocha Graham.
--Porque tú confiaste en mí.
Alex me mira por un momento y creo que va a decirme algo, pero en vez de eso
mira hacia la pastilla de nuevo.
--Tienes razón. Pero no encuentro el daño en que ellas volvieran a
juntarse.
--Si ellas volvieron juntas, y no era por las drogas, entonces debe de
haber una razón. Una razón grande—Estiro mi mano para tomar para
pastilla de vuelta—Creo que las pastillas no son la razón, porque según
las personas que la conocían, ellas estaban bien. Creo que es algo que
consiguieron en el camino, estando juntas… ¿Sabes que Vivian fue asesinada?
--¿Y?
--Asesinada. Diferente a muerta. Tal vez… Tal vez la asesinaron por algo
en lo que ellas dos se metieron juntas—Suspiro—Es que algo
hicieron. Si se reunieron de nuevo, es porque había algo. Algo hicieron.
--Tú no lo sabes—Gruñe Alex.
--Es todo lo que tengo. Voy a aferrarme a ello.
Alex exhala fuerte.
--Bien. ¿Algo más, señorita ganadora del Oscar?
Graham y Alex se pelean un rato más por esa línea hasta que yo los detengo de
nuevo.
--De hecho sí—Y me giro hacia Graham—Tú tenías razón.
--¿A qué te refieres?
--Que no era un accidente. Que los osos no se la comieron.
Graham parece entender y cierra la boca, viéndome fijamente.
--¿Qué?—Grita Alex--¿De qué están hablando?
Lo miro.
--¿Isabel? ¿El accidente en el que iba con las chicas? No fue un
accidente.
Alex me grita de qué estoy hablando, Graham se queda blanco.
--Prefería cuando me decías que no era cierto, que yo sólo era un
lunático.
Alex se levanta de la silla.
--Espera, ya. ¿Es de lo que estabas hablando esta mañana?
Asiento al mismo tiempo que Graham me pregunta otra cosa:
--¿Cómo sabes eso?
--Kate. Ella me dijo que las chicas revisaron el auto tiempo después de
salir del hospital y que los frenos estaban cortados. No fue un accidente.
Ellos se miran entre ellos después de mirarme a mí.
--Entonces… Chicos, creo…--Hago una pausa—O ella en verdad
se metió en algo con Vivian, o fue por las chicas. Kate, An y Marina. Ustedes
saben que siempre hubo algo mal en ellas. No pueden rechazar esta posibilidad.
Se miran entre ellos de nuevo. Casi parecen unas caricaturas.
--¿Crees que alguien la mató?—Susurra Alex—Como, ¿A propósito?
Duh.
--Sí.
--¿Por qué alguien haría eso?
--No lo sé. ¿Por qué alguien mataría a Serena?
Una chispa se enciende en los ojos de Alex.
--Hace más sentido—Intento razonar con ellos—Creo que hay
alguien que quiere que ellas tres se queden solas. Por eso han estado cazando.
Creo que por eso las mataron.
Si no lo es, si asesinaron a Isabel por
algo en lo que Vivian estaba involucrada y no por las chicas, entonces no tengo
explicación porqué Serena está muerta, no tengo explicación porqué alguien
estaba intentando quitar el aire de mis pulmones.
Y creo que prefiero esta opción. Y aunque la de Vivian es igual de válida,
prefiero en la sé por qué me quieren matar.
No quiero depender del aire mágico de nuevo.
Secretos, secretos. Preguntas, en todas partes. Me hago la pregunta que me he
hecho muchas veces:
¿Qué has hecho, Isabel?
Una vez más, no obtengo respuestas.
--¿Cómo estás tan segura de que por ellas las mataron?
--Porque ellas dos eran sus amigas, y murieron. ¿En verdad te creíste
que Serena se había suicidado? ¿Qué a Isabel se la comieron los osos? Pff… Tal
vez el responsable tomó el cuerpo de Isabel. ¿Qué pasó con el de Serena?
Me arrepiento inmediatamente cuando veo
la expresión de ambos.
--Oh, maldición. Chicos, lo siento. No era mi intención, yo…
Me quedo en silencio.
Dejamos que se expanda.
--Deberías contarle—Graham rompe el silencio.
--¿Qué cosa?
--Lo de que alguien quiere matarte.
--¿Qué?—Alex explote de nuevo.
--Ah, sí. Alguien quiere matarme.
Alex repite la pregunta- exclamación.
--Intentaron ahogarme en la piscina de la escuela. Y el incendio. No era
un accidente. O al menos eso creo, porque me fui y unos minutos después,
llamas. En mi habitación—Me giro hacia Alex—Tu tía cree que yo lo
causé y que me marché para no resultar dañada por el fuego. Pero yo nunca lo
hice. Así que creo que la opción de las chicas es más válida que la de Vivian,
porque si no, no me explicaría porque alguien quiere matarme…
Ambos están pálidos.
--¿Es todo?—Pregunta Alex.
--Creo que sí.
--Bien. Me marcho. No puedo con más. Me marcho.
Él se levanta y sale sin mirar atrás.
--¿Crees que va a querer saber de nosotros?—Le pregunto a Graham.
No me contesta. Se sienta en la mecedora y pone su cabeza en sus manos.
ﮪ
La directora me asignó a una habitación en el piso de maestros desocupada. Tash
y Cora se fueron con una chica llamada Jo que no tiene compañeras de
habitación, porque A Había sido expulsada y B había cambiado de escuela. Cora
no sonaba contenta con el cambio cuando me dijo hace unos minutos, cuando me
crucé con ellas en el pasillo mientras yo llevaba las cosas que lograron salvar
al piso de maestros y ellas dos se iban con la chica Jo.
Pero al menos ellas no corrían el riesgo
de salir y ver a la profesora de Química en bata y tubos en la cabeza en el
pasillo.
Las habitaciones de los maestros no son muy diferentes de lo de los alumnos (La
diferencia es una sola cama, un armario que no tengo que compartir con nadie y
un escritorio de madera) pero me siento
como si estuviera en la casa de terror. Tal vez tiene que ver porque Terrance
pudo ponerme aquí para mantener un ojo en mí mientras buscan pruebas para
descubrir quién fue el responsable del incendio.
La puerta suena y me levanto intentando
poner mi mejor expresión de inocente para Cassandra Terrance.
Excepto que no es ella.
Es alguien familiarizado. Alguien a quién totalmente no esperé ver otra vez.
No ahora.
Antes de que pueda decir algo, Alex me
interrumpe diciendo:
--Estoy tan enojado contigo. Tan enojado. Quisiera gritarte y odiarte,
pero estoy preocupado. No quiero que nada te pase.
Me quedo unos segundos ahí parada,
mirando su rostro.
--Estoy bien.
Pude haber dicho millones de cosas inteligentes, pero eso fue lo único que pudo
salir de mi boca.
--¿Puedo pasar?
Tardo un segundo, pero al final me aparto para dejarle entrar. Se sienta en la
silla del escritorio de madera oscura. Me mira fijamente, como si estuviera
pensando en qué decirme a continuación.
--Estoy tan furioso—Repite.
--Lo merezco.
--Sí, lo haces.
Ya sé eso, pero… Auch. ¿Sabes? Auch.
--Pero no he dejado de pensar en que alguien quiere matarte—Continúa—Y
no quiero estar lejos de ti.
--…Gracias.
--No. No. No es bueno. Eso no significa que no sigo enojado contigo. Me
mentiste.
--Lo sé. Lo siento.
--Me mentiste y no puedes arreglarlo con un lo siento.
--¿Qué quieres que haga para arreglarlo?
--No puedes.
Nos quedamos ahí dejamos que el silencio se extienda por unos minutos.
--Nunca fue mi intención herirte.
No me contesta.
--Graham me dijo que la razón por la cual Isabel se pintó el pelo y
cambió nuestros nombres es porque fingir ser otra persona era más fácil. No lo
comprendí del todo esa vez. Hasta ahora. Te mentí para no hacerme daño a mí, no
para hacerte daño a ti. Te dije que mi hermana se llamaba Jamie, que era el
nombre que ella siempre usaba en las cuentas de internet. Te dije que estudiaba
en Princeton, que quería ser escritora. Es lo que hubiera pasado si ella… No
fueron del todo mentiras… Era lo que yo quería creer. Pensé que no habría daño.
Lo siento.
Silencio.
--Me doy cuenta de que no conozco a Cass… A Isabel—Se corrige—No
sé quién es. ¿Qué tal si me dices acerca de la persona que tú conociste?
Sonrío y me siento en la cama y le
cuento.
Hablo por mucho tiempo, de todo tipo de cosas. Le cuento que ella solía comerse
mis pasteles en mis cumpleaños, que conoció a sus mejores amigas en un
campamento de verano, le cuento cómo odiaba tener un ojo diferente al otro ya
que todas las personas la miraban como si fuera la cosa más rara del mundo, y
que cuando tenía unos doce años se consiguió unos lentes de contacto que
ocultaban el color verdoso de uno de sus ojos, pero que a veces no se los ponía
porque le molestaban y se limitaba a tener gafas de sol todo el día para evitar
a las personas. Hablo de cuan inteligente era. Primer lugar en cada materia en
cada año. Tomaba clases avanzadas en las cuales también era la primera todo el
tiempo. Hablo acerca de cómo sus maestros les decían a mis padres que ella iba
a lograr mucho en la vida. Le cuento también que a pesar de todo eso, ella
quería ser escritora. Describo las noches en las que yo me despertaba a tomar
agua y la encontraba sentada en su computadora, moviendo los dedos sobre las
teclas como si las palabras fueran dictadas frenéticamente, como si ella
supiera exactamente qué poner. Le digo que las palabras la llamaban y ella no
podía resistirse una vez que escuchaba lo que querían decirle. Ella escribía en
lo que sea, en donde sea. Se perdía en las letras. Las amaba. La llenaban.
Era todo lo que ella alguna vez quiso ser.
--¿Y tú?—Me pregunta--¿Qué es lo que tú quieres ser?
Esta es la pregunta.
Ha habido muchas personas que me lo han preguntado. Y no sé qué contestarles.
Porque, al contrario de Isabel, yo no tengo nada en lo que soy especialmente
buena. No hay nada que me llene. Nada que ame hacer. No hay palabras en el aire
que pueda tomar y transformar como lo hacía Isabel.
--No sé. No lo sé. ¿Qué hay de ti?
--Médico.
--¿Por qué?
--Hay algo especial en ello. Es lo que quiero. Es lo que me mueve.
Siento envidia de personas como ellos. Personas que saben a dónde ir, personas
que nunca están vacíos.
Sonrío un poco y nos quedamos en un cómodo silencio hasta que él lo rompe,
cambiando de tema:
--Ya no quiero secretos… Cassidy. No quiero que me ocultes nada sobre
estas cosas.
Suspiro.
--Supongo que querrías saber que iré a visitar a la señora Rossemount de
nuevo. Ella se siente tan sola.
Inclina la cabeza a un lado, confuso.
--Bueno. ¿Y qué tiene que ver que tengas que visitar a la señora
Roussemount con esto? ¿Vas a buscar más pastillas?
Niego.
--Se me olvidó decirte algo. Humm…
Cuando fui, tiempo atrás… Como que no es la primera vez que intentan matarme. O bueno, la segunda, contando lo de la piscina y el
incendio.
Se pone pálido.
--¿A qué te refieres?
--En ese entonces no sabía qué con la bala. Si era para mí o para la señora
Roussemount. Creo que era para mí.
--¿Te dispararon?—Grita.
--¡Shhh! ¡Baja el sonido! Sí, pero no me dieron. Y no me pasó nada, solo
una cortada por un vidrio.
--¿En dónde?
--En el brazo. ¿Qué…?—Ni si quiera termino mi pregunta. Él alza mis
dos brazos y encuentra la herida, una fina línea rosa. Roza sus dedos sobre
ella, y me hace estremecerme.
--La limpiaron bien—Suspira con alivio, como si no lo pudiera
creer—Vas a estar bien.
--Sí, es lo que he dicho. Estoy bien.
Deja mi mano y me mira serio. Me apunta con un dedo.
--Tú no vuelves a esa casa de nuevo.
--¿Disculpa?
--Me oíste.
--Pero…
--Pero nada. ¿Y si ese tipo sigue ahí? ¿Si está esperando?
--No lo creo. Ya fui una vez más y nadie me recibió con una bala.
El color se va de su cara de nuevo.
--¿Qué? ¿Fuiste de nuevo…? ¿Fuiste…? ¿Le dijiste a Graham?
--Uhh… No. Se me olvidó. Dios. Se va a enojar tanto.
--Me pregunto por qué—Dice sarcástico.
Continuamos ahí, peleando por quién tiene razón, por si voy o no. Al final él
me arrastra con Graham y me hace decirle que fui una vez más con la señora
Roussemount. Es más o menos la reacción que tenía Alex la que aparece en su
rostro. Primero se pone blanco y luego rojo y entonces se pone a decirme que
fui imprudente y que eso fue estúpido y que no puede creer que me haya guardado
eso para mí cuando se suponía que éramos un equipo.
--Así que así están las cosas ahora—Dice Alex, cruzándose de
brazos—No puedes dejarnos de lado. Tienes que contarnos.
--¡Pero lo único que van a hacer es impedírmelo!
--¡Bueno, sí, pero porque nos preocupamos por ti!—Responde Graham.
Doy pasos hacia atrás y hacia adelante y termino caminando en círculos como
Alex lo hacía.
--Pero no me va a pasar nada—Intento.
Pero no son flexibles. Están ahí parados con los brazos cruzados y rostros
serios.
--Oh, vamos, chicos.
--Cassidy, puedes morir—Intenta razonar conmigo Graham.
--Cosa que no vamos a permitir—Agrega Alex.
Y Graham termina:
--Así que acostúmbrate.
Me siento en la mecedora enorme y suspiro.
--Pero en verdad quiero ir a verla.
Ellos se miran.
--Si vamos contigo…--Sugiere Alex.
--¡No! ¡Esto es entre ella y yo!
--Entonces no vas—Graham se encoge de hombros—Decidido.
--Ustedes son… Tan… Tan…
Ellos levantan las cejas, esperando.
--Olvídenlo. Me voy a dormir. Buenas noches.
Me doy la vuelta y camino furiosa hacia mi habitación.
--Es como un gatito enfadado—Les oigo decir a uno de ellos.
Malditos.
--Sthep Stronger.