Silencio.
No hablamos en el camino al yet privado (Déjame repetirte: Jet privado), gracias a uno de los miles favores que Chris cobró. Y ahora, sentados uno frente al otro, ni siquiera podemos vernos a los ojos. El silencio es tan fuerte que hace un zumbido en mis oídos, y me pregunto si él también puede oírlo. Mi consuelo es mirar por la ventana, maravillándome del mundo.
Chris suspira pesadamente, y cuando nuestras miradas se cruzan, algo destella en ellos. Lo siguiente que sé, es que se está moviendo. Tengo la impresión de que se va sentar a mi lado, pero la única razón por la cual se ha levantado es para estirar su brazo y jalar mi mano hacia él.
Razón por la cual termino sentada en su regazo. Mi primer instinto es disculparme, pero al carajo. Esto es cosa de él.
Antes de que pueda preguntarle qué está haciendo, su boca encuentra la mía.
No soy una gran besadora. Besé a algunos chicos cuando era menor y no me había vuelto completamente loca, pero realmente nunca supe muy bien qué estaba haciendo. No pensé mucho en ello porque realmente pensé que nunca tendría que preocuparme. Así que sí, no soy una gran besadora. Y en ese momento… Él lo nota. Sonríe al principio, el muy bastardo, con la mano que no sostiene mi cintura deslizándose debajo de mi blusa y haciéndome temblar. Se detiene un poco, y vuelve a besarme pero esta vez más lento, como… como si…
Me está enseñando a besar.
Y esta vez, soy una gran estudiante.
Sus labios encuentran los míos antes de que suceda al revés. Pero esta vez viajan hasta mi mandíbula, y de ahí más abajo hacia mi cuello. Quita su mano de mi cintura para que vaya a mi hombro, donde jala el tirante hacia abajo, y besa ese lugar también. Luego lame.
Santa. Mierda.
El calor en mi cuerpo se expande mientras sus dedos exploran mi costado hasta llegar a mi estómago. Sus dedos se enrollan en los bordes de mi blusa y jalan hacia arriba. Y yo debería detenerlo. Decirle que es muy rápido, que está mal, que no hago cosas de una noche y que no podría hacer nada duradero tampoco porque estoy loca. Porque no confío en él, y porque él tampoco confía en mí.
Pero lo dejo. Lo dejo porque quiero, porque no puedo resistirme.
Una sonrisa traviesa cuelga de sus labios, y realmente no tengo tiempo para prepárame psicológicamente antes de que empiece a besar mi cuello y el nacimiento de mis pechos.
Alza la cabeza, arqueando una ceja.
Ríe y besa mis labios de nuevo. Esta vez, muerde mi labio inferior y jala ligeramente antes de dejar ir.
Sí, de acuerdo: Estoy temblorosa. Un chico bueno está medio comiéndome, y no soy santa. Demándame.
Sólo hay espacio para que nuestros corazones latan una vez más, luego su camiseta está afuera y nosotros terminamos en el piso, besándonos. Cuando finalmente nos detenemos, nos quedamos a un lado del otro, sin respiración. Él voltea su rostro hacia mí, sus ojos clavándose en los míos, y veo que algo ha cambiado. Puedo apostar que los míos lucen de la misma manera.
Y nos asusta. La diferencia entre él y yo, es que Chris no enloquece. Puedo ver el conocimiento cruzando por sus ojos, pero no hace otra cosa que seguir mirándome. Yo, por el otro lado, ni siquiera puedo mirarlo a la cara.
Está mal. Está mal en tantos niveles.
Los rayos del sol del atardecer cruzan el cristal de la ventana y nos baña. Hubo un tiempo en donde también estaba en un avión, donde miré por la ventana y pensé en Chris, pero eso parece haber sido hace miles de años y a la vez parece que fue ayer. En ese tiempo pensé que él me había traicionado, de la manera en que yo lo hice. Ahora, sin embargo, espero que esta sea la manera en la que él me recuerde: Tirada a su lado, con la luz del sol esparciéndose sobre ambos, cabello rojo y mejillas sonrojadas. No a la chica que huyó, ni la chica que está loca, ni la que no puede contenerse de decir malas palabras.
Espero que esta sea la manera. Cuando me vaya. Cuando todo este termine, cuando tenga que soltar su mano y seguir por un camino diferente.
Y se lo pregunto:
No responde. Busca mi mano y aprieta, porque no parece encontrar las palabras que busca.
ﮪ
Cuando el piloto anuncia que ya vamos a llegar, nos ponemos las camisas de nuevo. Pienso que es el final de esa pequeña aventura, que debería ser el final, pero… No lo es.
Chris toma mi mano y yo intento soltarme, pero él no deja ir. No creo que vaya a dejar ir por un buen tiempo, y de alguna manera eso me asusta.
Lleva mi mano a sus labios y besa mis nudillos.
Suspiro, sin añadir nada. Parece que las palabras me han abandonado.
Nos sentamos cuando el avión empieza a descender, y cuando se abren las puertas para bajar, aún no me suelta. Bajamos del avión en silencio, y creo que nota que estoy a punto de soltarme de nuevo porque su agarre se hace más fuerte.
Ocultamos nuestros rostros de las cámaras y de las personas, y yo me pongo mi peluca rubia. Creo que me estoy desacostumbrando a ella, porque hace mucho calor y pica. Me doy cuenta de que es el momento crucial donde luchamos para que no nos atrapen. Mis manos empiezan a temblar ante el pensamiento.
Respiro cuando estamos en un taxi que recorre las calles para llegar a nuestro destino.
Hasta que nos golpean.
El taxi se estrella contra otro auto cuando otro vehículo del lado contrario nos golpea. Es cuando sé que encontrar a Lauren Farley era uno en un millón, y nosotros somos un chico en busca de alguien que ha desaparecido y una chica loca que quiere una operación que tiene una alta probabilidad de que no funcione. ¿Cómo pudimos pensar que tendríamos suerte?
Chris grita mi nombre, pero mi voz se queda atascada en mi garganta.
Aspiro aire al mismo tiempo que le grito:
Eso fue antes de que abriera la puerta y desapareciera en la multitud que se ha juntado cerca.
Me persiguen. Sé que lo hacen, y lo compruebo cuando brazos se enredan en los míos. Pero yo soy algo así como una ninja, gracias al entrenamiento de Chris. Una no muy buena, pero aun así. O al menos es suficiente para golpearlo y hacer que su nariz se rompa y sangre. Es un hombre, treinta y tantos, que no va a tener éxito.
Y aunque escapo, tengo que seguir corriendo y esta ciudad está llena de personas en todas partes. Me caigo y choco contra cosas todo el tiempo, y creo que algo está sangrando. Quiero meterme a un taxi, pero no sé si me siguen siguiendo, y no sé si debería ir hacia Lauren Farley si lo están. Así que vago por la cuidad. Vago por callejones oscuros y en el fondo de cafeterías desconocidas y oscuras.
Lo que Chris me ha dado es su billetera, y en uno de los compartimientos a dentro,
hay un papel con una dirección, con el nombre de Farley ahí escrito. Sólo que abajo dice “Casa de los Carrington”.
¡Mierda, Chris! ¿No me pudiste explicar cómo está esta cosa antes de dejarme sola? ¿Es la casa de Farley o no?
Suspiro.
Vago hasta las once de la noche, cuando ya es de noche y ha pasado tanto tiempo, para finalmente buscar la dirección, no muy segura de a dónde me va a llevar. Camino hasta ahí porque ahora estoy aterrada de los taxis, y con un par de indicaciones sin mirar a nadie a los ojos, llego a una casa que me recuerda a la casa en dónde solía vivir, antes. Antes de todo esto. Con mis padres y mi pequeña hermana Macey.
Macey.
Recuerdo pensar en la posibilidad de volverla a ver, pero esto está a mundos de distancia de aquí.
Aún hay luces prendidas cuando toco la puerta.
Una chica más o menos de mi edad me abre, con pelo castaño y ojos azules. Me mira de arriba abajo con preocupación en sus ojos, antes de preguntarme qué se me ofrecía.
Bueno, se me ofrecen muchas cosas, pero no puedo obtener todo.
Me siento tan cansada, como si pudiera desmayarme justo ahora.
Asiento, pero mis rodillas fallan y caigo al suelo. Mi cabeza golpea con la esquina de una maceta, y duele como el infierno.
Siento que mi cerebro empieza a palpitar.
Muchas personas se amontonan detrás de la chica. Mujeres, en su mayoría. Y me observan.
Me imagino cómo deben de verme ahora: La chica que luce como si hubiera sido arrastrada por el infierno, sentada en el suelo, con un chichón a punto de salir en mi sien. Las lágrimas se empiezan a acumular en las esquinas de mis ojos.
Menos mal que soy guapa.
Una mujer con tacones de infarto y rostro severo da un paso hacia adelante, mirando hacia abajo, hacia mí.
Sorbo por la nariz un poco. No puedo creer que esté a punto de romperme en público.
Pero de repente no importa mucho.
Frunce el ceño.
Hay una pequeña conmoción. Las personas se tornan severas, casi enojadas, empujando a una chica atrás de ellos, como si yo pudiera de repente saltar y herirla. Pero puedo captar un flechazo de Olivia Carrington antes de que la obliguen a retroceder: Es pequeña, pelo oscuro y lacio. Parece más pequeña que la edad que tiene. Parece… frágil.
Pero también he visto sus ojos. Y es algo que no había visto en mucho tiempo. Una chispa. Una chispa de coraje, una de fortaleza. Y sé que no hay nada ni pequeño ni frágil dentro de aquella chica.
Pero también he notado la felicidad. He notado la vida; El trato que su madre le consiguió para salir. Y por un segundo, puedo imaginarme a mí en su posición: Fuerte, viva. Sin esconderme. Sin alucinaciones, o paredes blancas acolchonadas, o catorce pastillas diarias que hacen que no sienta muy bien mis miembros.
Quiero.
Un chico alto que intentaba meterla dentro de la casa frunce el ceño, con rabia, pero no hacia ella.
Olivia sale de detrás de él, y me mira a los ojos.
Entiendo.
Me levanto del suelo, un poco mareada y tambaleante, pero logro mantenerme en pie. Y la miro directamente a los ojos.
No quise ser tan profunda, pero las palabras salen de mi garganta, como si hubiera pensado en ello mucho. Lo he hecho, en alguna manera.
Espero que se rompa un poco. Pero lo único que puedo ver es el dolor flasheando detrás de sus ojos.
Retrocedo un paso.
La madre (la otra madre) la agarra del brazo, pero ella no se relaja.
Me siento tan cansada.
La pregunta de Olivia me sorprende un poco, debido al tono amenazante detrás de las palabras. Los padres corren a sus otras dos hijas dentro de la casa, pero puedo verlas amontonadas en la ventana, mirando hacia nosotros.
Dudo, pero decido se honesta, al final.
Frunce el ceño.
Olivia mira a su madre adoptiva, confusión brillando en sus ojos.
No. Espera.
Espera un jodido minuto.
Las manos de Olivia Carrington rodean mis brazos, sosteniéndome mientras me rompo.
Olivia niega, intentando decir lo correcto, pero no puede. Mira a Lauren, quien luce destrozada.
Retrocedo un paso antes de que Lauren Farley me tome del brazo, haciendo que vuelva hacia ella.
Tal vez no debería hablarle así a la única persona que podría posiblemente ayudarme, pero las palabras ya están fuera de mi boca, y se sienten bien. Porque es la verdad.
Me suelto de nuevo, no respondiendo y bajando las escaleras del porche.
Me detengo en mis pasos y me vuelvo.
Lauren duda y traga, pero asiente.
Extiende su mano hacia mí, y yo avanzo para tomársela.
-Sthep Stronger.
Me has hecho esperar mucho T.T
ResponderEliminarMi Dan *-*
Y todavía un poco más para terminarla: La escuela no me deja en paz y estoy volviéndome loca :/
ResponderEliminarPara cuando el siguiente? :'(
ResponderEliminarEl martes salgo de la escuela (Se supone que salía hoy, pero nos odian :/) y es cuando comenzaré a escribir, y espero terminarla. :D
Eliminar