Broken Dolls. Capítulo 7.
Ellos dicen que hogar es donde está el
corazón y esas mierdas, pero están equivocados. Mi corazón está con mi familia
y ellos ya no son mi hogar.
Es este pensamiento lo que me permite darle batalla a Chris en la última lección. De pronto Chris alza la mano y detiene mi golpe, mirándome fijamente a los ojos y deteniéndose completamente.
--Fallon. ¿Quieres hablar de algo? ¿Lo que sea?
Sacudo mi cabeza.
--No. Es sólo que el esto me está matando. Sólo quiero terminar ya.
--Te entiendo.
Suelta mi mano y levanto mi pierna en un golpe, dándole en el costado. Toma mi pie antes de poder separarme y me da la vuelta. Termino boca abajo en el suelo.
--Eres un verdadero asco.
Ríe.
--¿Es esa tu manera de coquetear?
--Claro. Como si estuviera coqueteando contigo—Giro y golpeo su
entrepierna con mi teni.
--Mierda—Susurra mientras cae al suelo a mi lado. Me levanto.
--Sólo estoy muy enojada. El universo es un asco. Quiero regresar con mi
familia, pero no puedo.
--¿Por qué?
Él atrapa mis pies con los suyos y me hace caer. Se coloca a horcajadas encima de mí, impidiéndome moverme.
Alzo las cejas.
--¿Y ahora quién es el que está coqueteando?
Sonríe, mirando nuestra posición comprometedora.
--Lo siento, Barbie, no eres mi tipo.
--Cerdo. Yo soy el tipo de todos. ¿Es que no te has fijado en mi belleza
deslumbrante?
--Tu boca sucia desenfoca.
--Tú amarías esta boca para decirte muchas cosas sucias.
Levanta las cejas sorprendido con cierta diversión.
--Dios, también eres una pervertida.
Sonrío.
Me toma todo lo que tengo, pero me impulso hacia enfrente, empujo su pecho con mis manos, y en un segundo yo estoy arriba de él, con mis piernas a cada lado de su cintura.
--La verdad es que sí. ¿Qué te puedo decir?
--Supongo que sólo sabes decir cosas sucias. ¿Por qué no puedes volver
con tu familia?
Suspiro y ruedo a un lado hasta estar acostada enseguida de él. Él me mira a mí y yo miro el techo.
--Ellos no me quieren de vuelta, perdedor. Casi mato a su hija pequeña.
Casi mato a la bebé de la familia.
--Lo siento. Apesta ser tú.
--Pues sí. Aunque también apesta
ser tú, la verdad.
--Oye, gracias—Dice con sarcasmo-- pero… ¿Por qué?
--Tienes que ir por tu prima inestable con alguien más inestable. Caray,
entiendo por qué estás tan molesto.
--Sólo estaba siendo un imbécil, Fallon.
Asiento y volteo a verlo nuevamente.
--Lo sé. Quiero decir, eres un imbécil el ochenta por cierto del tiempo.
Creo que es de familia.
--Ja, ja. Graciosa.
Sonrío hacia él.
Luego dejamos que el silencio llene el lugar.
--Tal vez no funcione, Chris. La operación.
Suspira y cierra los ojos. Cuando los abre, me dice:
--No le digas a nadie sobre esto, ¿Okey?
Ahora estoy confundida.
--¿Sobre qué?
Chris encuentra mi mano en el espacio entre nosotros y entrelaza nuestros dedos. Aprieta fuerte.
--Todo va a ir bien, Fall. Estamos juntos en esto.
En este momento, con nuestras manos entrelazadas en nuestro último día, con él dándome un sobrenombre real, aparte de Barbie y mimada… Me doy cuenta de que de verdad podríamos ser amigos. Y sé que é también se da cuenta, por el destello de conocimiento en su mirada. Lástima que lo descubrimos hasta ahora.
Esta noche puede simplemente cambiar todo.
ﮪ
--¿Lista?
Miro hacia el umbral de mi puerta y encuentro a Chris, ya con su uniforme de pasante. El miedo corre por mis venas y no puedo respirar.
Voy a volver a St. Gallen. Esta noche.
De repente siento que voy a tener un ataque de pánico. Es uno más de mis problemas y déjame repetirme la palabra con M para describir lo que es.
--Lista.
Chris me mira y me ofrece su brazo. Casi me río de su intento de hacerme sentir mejor, pero lo necesito así que me lo trago. Envuelvo mi mano alrededor de su brazo y dejo que me guíe afuera.
Adiós, aire fresco.
Adiós, comida decente.
Adiós, contacto humano normal.
Adiós, ropa bonita.
Adiós. Adiós a todos, los extrañaré. Juro nunca olvidarlos, aunque sea lo último que haga. Ustedes han sido mi gran amor.
En la sala están esperando: El señor Carmichael, Carter y Lucy. Y sus ojos se fijan directamente en mi mano alrededor de su brazo.
--Todo está listo—Dice Carter—El conductor está esperando,
chicos. Despídanse y eso.
--Tengo que ir al baño—Digo, dejando a Chris y yendo a la puerta
del baño cerca.
Cierro la puerta tras de mí y miro en el espejo. Esta vez, mi reflejo se queda quieto.
Ruego a una fuerza superior que haga esto fácil. Ruego por encontrarla. Ruego por mí.
Y luego salgo para enfrentar lo que no quiero.
--Chris, escúchame—Dice Lucy—Sé que Fallon es una chica
muy guapa, pero hijo… Ella es inestable.
--Mamá. Fallon apenas es mi amiga. ¿De acuerdo?
--Ustedes dos han pasado tanto tiempo juntos y temo que has desarrollado
sentimientos hacia ella, hijo. Tú no puedes…
Mi estómago da vueltas.
--De acuerdo, mamá. Para empezar, yo hago lo que quiera con mis
relaciones. Dos, deja de hablar mierda de ella. Ya lo sé. Y por último, somos
solos amigos.
--Ella es peligrosa.
--Tu madre tiene razón, hijo—Concuerda John Carmichael.
--¿Y quiénes son ustedes para decir todas estas cosas después de lo que
le hicieron? Lo siento, mamá, pero lo que están haciendo es un asco. Siempre
han actuado de mierda.
Cierro la puerta silenciosamente, quedándome dentro. Después la abro ruidosamente y cierro para que los desgraciados sepan que es hora de cerrar la boca.
--Estoy lista—Les digo. Miro a Chris--¿Estás listo?
Asiente, y yo no me acerco a él. Miro hacia Lucy y Carmichael con dureza.
--Bueno, diría que es un placer, pero me están enviando a una misión
suicida, así que se los diré si estoy viva al final.
Sus caras son de roca.
--Oh, vamos. Estoy bromeando. Las bromas nunca son malas.
Chris suspira y pone una mano en la parte baja de mi espalda, dirigiéndome hacia la salida.
--Empecemos con el show.
En el carro, me pongo el cinturón y subo las piernas en el sillón.
--Me gusta aquí afuera—Le susurro.
Suspira.
--Siento lo que te hicieron, Fallon.
--Oh, bueno. Está bien. Quiero decir, me asustaron hasta la mierda, pero
ahora tengo una oportunidad de empezar de nuevo. Así que…
Me mira fijamente a los ojos y sonríe débilmente.
Y de pronto tengo la sensación de que sabe algo que yo no.
--¿Qué?—Interrogo.
Sacude la cabeza, rompiendo el contacto visual.
--Nada. Es sólo que odio que tengas que volver a ese lugar. Odio pensar
que Holly está ahí dentro. Odio pensar en lo que les hacen.
--No todos son tan malos—Intento tranquilizarlo, pero mis
palabras saben raras en mi garganta.
Rompemos contacto visual de nuevo y cada uno miramos por nuestros lados de las ventanas.
“Por favor, universo”, ruego, “No hagas tu mierda. Déjame encontrarla aquí en St. Gallen. Déjame encontrarla”.
Cuando llegamos, Chris me toma del brazo y volteo.
--Espero que vaya bien, demente.
Sonrío. Esto es más lo que conozco.
--Yo también, perdedor.
Me pellizca el brazo y me dice:
--Ahora desaparece, Barbie.
--¡Ay, eres un odioso!
Así nos despedimos antes de que entre de nuevo al infierno, al lugar donde realmente pertenezco.
Es este pensamiento lo que me permite darle batalla a Chris en la última lección. De pronto Chris alza la mano y detiene mi golpe, mirándome fijamente a los ojos y deteniéndose completamente.
Sacudo mi cabeza.
Suelta mi mano y levanto mi pierna en un golpe, dándole en el costado. Toma mi pie antes de poder separarme y me da la vuelta. Termino boca abajo en el suelo.
Ríe.
Él atrapa mis pies con los suyos y me hace caer. Se coloca a horcajadas encima de mí, impidiéndome moverme.
Alzo las cejas.
Sonríe, mirando nuestra posición comprometedora.
Levanta las cejas sorprendido con cierta diversión.
Sonrío.
Me toma todo lo que tengo, pero me impulso hacia enfrente, empujo su pecho con mis manos, y en un segundo yo estoy arriba de él, con mis piernas a cada lado de su cintura.
Suspiro y ruedo a un lado hasta estar acostada enseguida de él. Él me mira a mí y yo miro el techo.
Asiento y volteo a verlo nuevamente.
Sonrío hacia él.
Luego dejamos que el silencio llene el lugar.
Suspira y cierra los ojos. Cuando los abre, me dice:
Ahora estoy confundida.
Chris encuentra mi mano en el espacio entre nosotros y entrelaza nuestros dedos. Aprieta fuerte.
En este momento, con nuestras manos entrelazadas en nuestro último día, con él dándome un sobrenombre real, aparte de Barbie y mimada… Me doy cuenta de que de verdad podríamos ser amigos. Y sé que é también se da cuenta, por el destello de conocimiento en su mirada. Lástima que lo descubrimos hasta ahora.
Esta noche puede simplemente cambiar todo.
ﮪ
Miro hacia el umbral de mi puerta y encuentro a Chris, ya con su uniforme de pasante. El miedo corre por mis venas y no puedo respirar.
Voy a volver a St. Gallen. Esta noche.
De repente siento que voy a tener un ataque de pánico. Es uno más de mis problemas y déjame repetirme la palabra con M para describir lo que es.
Chris me mira y me ofrece su brazo. Casi me río de su intento de hacerme sentir mejor, pero lo necesito así que me lo trago. Envuelvo mi mano alrededor de su brazo y dejo que me guíe afuera.
Adiós, aire fresco.
Adiós, comida decente.
Adiós, contacto humano normal.
Adiós, ropa bonita.
Adiós. Adiós a todos, los extrañaré. Juro nunca olvidarlos, aunque sea lo último que haga. Ustedes han sido mi gran amor.
En la sala están esperando: El señor Carmichael, Carter y Lucy. Y sus ojos se fijan directamente en mi mano alrededor de su brazo.
Cierro la puerta tras de mí y miro en el espejo. Esta vez, mi reflejo se queda quieto.
Ruego a una fuerza superior que haga esto fácil. Ruego por encontrarla. Ruego por mí.
Y luego salgo para enfrentar lo que no quiero.
Mi estómago da vueltas.
Cierro la puerta silenciosamente, quedándome dentro. Después la abro ruidosamente y cierro para que los desgraciados sepan que es hora de cerrar la boca.
Asiente, y yo no me acerco a él. Miro hacia Lucy y Carmichael con dureza.
Sus caras son de roca.
Chris suspira y pone una mano en la parte baja de mi espalda, dirigiéndome hacia la salida.
En el carro, me pongo el cinturón y subo las piernas en el sillón.
Suspira.
Me mira fijamente a los ojos y sonríe débilmente.
Y de pronto tengo la sensación de que sabe algo que yo no.
Sacude la cabeza, rompiendo el contacto visual.
Rompemos contacto visual de nuevo y cada uno miramos por nuestros lados de las ventanas.
“Por favor, universo”, ruego, “No hagas tu mierda. Déjame encontrarla aquí en St. Gallen. Déjame encontrarla”.
Cuando llegamos, Chris me toma del brazo y volteo.
Sonrío. Esto es más lo que conozco.
Me pellizca el brazo y me dice:
Así nos despedimos antes de que entre de nuevo al infierno, al lugar donde realmente pertenezco.
ﮪ
Hago un show cuando entro, de la manera en la que tengo que hacerlo, para que así me puedan meter en el área de los dementes. Cuando los enfermeros falsos que la CIA metió con nosotros me toman de los brazos, grito y me sacudo. Los verdaderos enfermeros vienen corriendo y veo a uno acercándose con una jeringa.
Demonios, ahora sí tengo miedo. Odio las inyecciones.
Lo triste es que esta vez lo digo de verdad. Estas personas no son muy agradables al momento de inyectar. Lo hacen como si te estuvieran apuñalando.
Golpeo a algunas de las personas que me sostienen y consigo correr unos cinco pasos antes de que me atrapen de nuevo. Él la encaja en mi hombro y el mundo se para y se queda quieto por un momento.
Es entonces cuando empiezo a desvanecerme.
ﮪ
Cuando despierto, veo blanco. Pero esta vez no estoy en el hospital del campamento. No, esta vez estoy en St. Gallen, en una de esas pequeñas habitaciones en donde el suelo y las paredes son blancas y acolchonadas.
Había oído hablar de estas habitaciones para locos. Las había visto en libros y series, pero nunca pensé que yo llegaría a estar en una. O al menos esperaba que no.
Al menos no tengo una camiseta de fuerza, pero la ropa normal se ha ido. Tengo el mismo uniforme gris.
He perdido todo de nuevo.
Me hago bolita en mi lugar y me doy la vuelta. Miro hacia esa pared opuesta, y veo que no es completamente de colchón-de-locos. Hay una ventana de cristal tintada de un solo sentido. El tipo que salía en Mentes Criminales cuando interrogaban a los delincuentes.
Me levanto y miro a través de ella. Excepto que no lo hago, porque sólo puedo ver mi reflejo. Como… un espejo.
Me pregunto si me están observando desde el otro lado.
Presiono las manos sobre el vidrio frío.
Ella levanta una ceja.
Asiente, sonriendo, con esa expresión de yo sé algo que tú no.
Y es verdad. No lo hago.
Hace una mueca.
Ladea la cabeza.
Se encoge de hombros y cierro los ojos.
Pero cuando vuelvo a mirarla, ella se ha ido. Sólo estoy yo, luciendo completamente fuera de mi mente.
Entonces la puerta se abre, y un enfermero viene con una maletita donde sé que tienen sus medicamentes y jeringas.
Retrocedo hasta que mi espalda pega contra la pared.
Pero sigue acercándose hacia mí, y yo ya no puedo retroceder más.
Pero no me hace caso. ¿Por qué lo haría? Saca una jeringuilla de su maletín y la llena de un líquido transparente, y camina hacia mí.
Encaja la jeringa en mi brazo, y me sostiene cuando mis rodillas comienzan a debilitarse. Y me mira a los ojos. Asiente.
Y sospecho.
No me siento como para tirarme al suelo y dormirme, pero él me jala hacia el piso y entiendo la indirecta. Dejo que me sostenga mientras voy hacia abajo.
Cierro los ojos, y después de unos minutos, dejo que el sueño me tome.
ﮪ
Cuando despierto, lloro un poco, debo admitir. Es sólo que fue bueno mientras duró y ahora simplemente lo extraño. Me mata pensar que podría estar aquí el resto de mi vida, ahora que he probado algo nuevo.
Ahora que he probado la libertad.
Pero hay una razón por la que estamos aquí. Porque somos peligrosos. Porque no somos estables allá afuera con el resto de la sociedad. Somos una bomba caminante.
Me encojo de una esquina y dejo que mi mente se vacíe. Es mejor que pensar, porque pensar en sólo muy doloroso. Cuando estuve aquí la primera vez que ingresé, fue una pesadilla bien elaborada. Es mejor si sólo… si sólo no sientes nada. Aunque sea por un instante.
No sé en qué momento, pero la puerta se abre y una enfermera mayor con aspecto maniaco viene a llevarme al comedor a comer con el resto. Tiene esa mirada de “Intentas algo y verás cómo te electrocuto”.
Así que no intento nada.
Me conduce a la pequeña habitación gris rodeada de guardias de seguridad y me suelta para que pase por mi bandeja de comida. No se ve apetitoso, pero la tomo de cualquier manera y levanto la vista para ver con qué psicópata asesino voy a sentarme. Escaneo la habitación: El señor que creía que era Dios, el muchacho que oía al demonio en su cabeza, la adolescente (Juro que su nombre empezaba con M) que mató a toda su familia…
Pelirroja.
Mi respiración se atasca en mis pulmones por un instante, mientras veo la espalda de alguna muchacha menuda pelirroja, con pelo corto que parece haber sido cortado a tijerazos. En la foto, tenía el pelo largo, pero esa fue de hace años, porque su padre al parecer no era lo suficientemente cercano para tener fotografías recientes.
Hay de esos padres en el mundo, ¿Sabes? Es muy triste.
Ella se sienta sola, en esa blanca y fría mesa circular. Arrastro mis pies, sintiendo los ojos de los guardias sobre mí, e intento no hacer ningún movimiento brusco que les haga decidir que van a electrocutarme mientras me siento al otro lado de la mesa, frente a Pelirroja. Sin embargo, no puedo ver su rostro, porque su pelo caer sobre su cara y tiene la cara clavada en el plato mientras mueve el tenedor, sin intención de meterse nada a la boca.
Hago mucho sonido con mi bandeja, moviendo hacia mí y golpeando el tenedor de plástico sobre ella. Y así, lentamente, sube el rostro y deja que el pelo caiga.
Sus ojos brillan al escuchar su nombre, pero entonces se detiene en sus vías y me mira fijamente, abriendo mucho los ojos.
Y luego empieza a reír.
Por supuesto, no sé qué está pasando.
Mi corazón tropieza en mi pecho. El aire se queda atascado en mi pecho. Y mi cerebro, bueno, mi cerebro corre a mil por hora.
Lo recordaría porque mi futuro ahora pende de ella.
Sonríe de lado y niega con la cabeza lentamente, chasqueando la lengua.
Y luego se hecha a reír, poniendo sus manos sobre su boca, como una niña de cinco años. Y tengo la impresión de que es con lo que estoy tratando.
--
Holly frunce el ceño.
No respondo, pero ella puede ver la respuesta en mi rostro. Ríe.
Parpadeo un par de veces, casi no creyéndome lo que me está diciendo.
Los guardias corren hacia ella y la toman, arrastrándola hacia la salida. Hay una pequeña conmoción en la sala y las enfermeras intentan calmar al resto de los pacientes, y yo simplemente me quedo viendo la puerta por la que desapareció.
¿Lo que me hicieron hace años? ¿A mis padres? ¿Quién es Ethan?
Hay muchas preguntas en mi cabeza, y mientras voy de regreso a mi celda acolchonada cuando termina el almuerzo, la duda se implanta en mi cabeza. Algo tan pequeño, tan insignificantemente pequeño que puede cambiar absolutamente todo. Así que esa noche, cuando voy a las duchas a darme un baño y Chris se aparece y con un dedo en sus labios, lo miro con nuevos ojos.
Sonríe, y gira el pomo para dejar el agua correr.
“No lo están haciendo por ti. Ellos nunca lo harán por ti. Eres su muñeca rota, Fallon: fácil de jugar.”
Muñeca rota.
Eres su muñeca rota.
Fácil de jugar.
Las palabras se mueven en mi cabeza, y me encuentro agitando la cabeza a Chris y mintiendo mejor que nunca:
Suspira y niega.
Pongo mi mano en su brazo a modo de consuelo.
No puede ver tras mi mentira, y sé que debería ganarme un Oscar. Debería molestarme mentir tan fácilmente a la única persona que a pesar de que no le gusto me apoya, pero ahora es simplemente demasiado tarde.
Muñeca rota.
-Sthep Stronger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario