Broken Dolls. Capítulo 10.
--¿Quién crees que vive ahí?
Miro a Holly, quién se asoma sobre mi hombro para ver por la ventana del taxi.
--Un millonario que engaña a su esposa y tiene esta casa para su amante.
Holly… Lía, se ríe.
--Pues lamento destrozar sus sueños, niñas—Dice Angelo, saliendo
y luego abriendo la puerta para que salgamos—Es la casa de los Sullivan.
--¿Tus amigos?—Pregunta Holly, saliendo detrás de mí.
Angelo asiente y le paga al taxi.
Nuestra nueva casa, la casa de los Stohl, es grande de dos pisos, estilo
rústico. Parece cara. Debí haberlo esperado con lo poco que conozco de Angelo.
Del otro lado, detrás de nuestra barda y de los árboles, está la casa de los
Sullivan que parece de tres pisos.
--¿Por qué dos personas necesitan tanto espacio?
Angelo sonríe.
--¿Dos? Son nueve.
Holly levanta sus cejas en respuesta.
--¿Nueve?
Angelo asiente y camina hacia la entrada de la casa. Se agacha y toma una llave
debajo del tapete.
Por alguna razón, me imaginaba algo
más… imaginativo.
--Son Susie, Dexter y sus hijos adoptivos. Intentaría decirte todos sus
nombres, pero no recuerdo.
Abre la puerta y veo que todo está ya
remodelado. Como si alguien hubiera vivido aquí antes.
--¿Cómo los conoces?—Le pregunto.
--Bueno, Susie y Dexter solían trabajar para John, pero lo dejaron hace
años. Ahora ella tiene restaurantes y él dirige una empresa.
--Me pregunto si tienen hijos lindos—Murmura Holly, dejándose
caer en el sofá color morado con una sonrisa.
--Si van a hacer amigos—Advierte él—Les voy a decir dos
cosas: No se acerquen demasiado, porque en cuestión de meses nos habremos ido.
Y último: Ellos no saben nada acerca de lo que sus padres solían hacer. Así que
nada sobre el tema.
Holly y yo asentimos, y ella zanja el
tema gritando:
--¡Quiero la habitación que da a su casa!
Y sale corriendo por las escaleras.
Me quito los lentes oscuros, el sombrero
de playa y los dejo en el sofá. Luego me zambullo en él. Pongo las manos en mi
peluca, intentando acomodarla para hacerlo mejor. Hace calor.
--Sé que es difícil, Fa… Zara. Pero no es el fin del mundo.
Asiento a Angelo.
--Es sólo que… Supe que tenía otra familia sólo para perderla. No puedo
creer que Macey no es mi hermana. La quiero tanto.
Angelo se mantiene en silencio un momento.
--Tal vez no son hermanas de sangre, pero no significa que deje de ser
tu hermana.
Sonrío al techo.
--Muy sabio.
Nos mantenemos en silencio otro momento.
--Nos invitaron a cenar y dije que sí. ¿Crees que es una buena idea?
Le sonrío.
--Holly estará alegre. ¿Yo? Bueno, supongo que está bien. Pero tengo que
tomarme mis pastillas.
--Claro. Consideré conseguirte más, pero desde que eres tan estable,
pensé que con las que ya tenías bastaba. Pero si necesitas más… Si necesitas
cualquier otra cosa…
--Entiendo. Gracias.
--Sólo quiero que sientas que estoy de tu lado. Estaremos atascados
juntos por un tiempo—Me sonríe.
Y no tengo otra más que devolverle la
sonrisa.
Tocan la puerta. Miro a Angelo y él me mira a mí, y juntos vemos la puerta.
Como si del otro lado estuviera Chris.
Mierda.
Me levanto y me escondo en otra parte de la casa, más al fondo. Me doy cuenta
de que es la cocina. Una cocina muy espaciosa y con aspecto lujoso. Mi madre
simplemente lo hubiera amado.
--¡Susie! ¡Dexter!—Angelo exclama, con felicidad.
¿Susie y Dexter?
Asomo mi cabeza y veo a dos adultos parados junto a Angelo. Ella tiene cabello
largo y negro, y parece diez años menor que Angelo, pero de la misma edad que
su marido. Él tiene el cabello castaño con canas en las sienes, con arrugas
alrededor de sus ojos. Les calculo treinta y algo de edad.
Y… sus ojos me encuentran.
Me recuerdo a mí misma ser normal, así que salgo y sonrío, caminando hacia
ellos.
--Hola. Soy Zara.
--¿Es una de tus niñas?—Le pregunta Susie a Angelo.
Me pregunto si Susie Sullivan sabe que
no soy su hija, desde que su marido fue quien hizo mis documentos falsos.
Entonces se echan a reír.
Claro que saben.
--Sí, lo es.
Susie sonríe.
--Hola, cielo. Soy Susie.
Se acerca y me da un beso en la mejilla, y Dexter Sullivan me tiende la mano y
me sonríe igual.
--Dexter.
Asiento, aún sonriendo.
--Y bien, ¿Dónde está…?—Susie mira a su marido en busca de ayuda.
--Lía—Dice él.
--Claro. Sé que no debería después de tener tantos por mí misma, pero me
va costar a acostumbrarme a nuevos nombres.
Eso despierta mi curiosidad.
--¿Tuvo muchos? ¿Cuándo trabajaba…?
Es como si decir el nombre en voz alta los convocara.
--Veo que alguien te puso al corriente. Bien, tuve unos cuantos, pero
todos eran derivados de mi nombre: Sue, Anne, Roxanne… Fácil. Zara es bonito.
¿Cuál es tu nombre real, cariño?
Abro la boca, porque ellos son de
confianza. Pero… no puedo. Por alguna razón, mi nombre se hace un nudo en mi
garganta.
Me gustaría no ser Fallon en un largo
tiempo. Y decirles parece convocarla.
Y realmente necesito no ser ella ahora mismo. Así que… me encojo de hombros.
Susie y Dexter miran a Angelo, como si
le dijeran que tengo problemas, pero no le pueden decir nada que yo no sé. Se
me ocurre que tal vez no saben que soy una psicópata.
De nuevo, el término es horrible.
--Zara es mi nombre—Digo incómodamente.
--De acuerdo—Dice Susie.
Dexter me mira y me sonríe amablemente. Él debe de saber sobre mi loquera, así
que supongo que le dijo a su esposa.
--¿Entonces están listos para la cena?—Pregunta Dexter.
--¿Puedes ir por Holly?—Me pide Angelo, volviéndose hacia mí.
--Claro.
Subo las escaleras para encontrarme un pasillo con varias puertas. A la
derecha, hay otro pequeño pasillo que da a una estancia, que tiene ya una
televisión. Holly mira a la ventana.
--¿Qué haces?
Holly se vuelve a mírame, y señala la casa de los Sullivan con un gesto.
--Podría acostumbrarme a esta vista. Oye, ¿Crees que alguien vivía aquí?
Todo está amueblado.
--También me dio la impresión. Supongo que tenemos que preguntarle a
Angelo. Hablando de… Susie y Dexter están abajo. Al parecer estamos invitados a
cenar en su casa.
Holly levanta las cejas en sorpresa e
ilusión.
--¿Con sus siete hijos? No creo que haya estado alrededor de tantas
personas cuerdas en un tiempo.
Entonces comprendo por qué está tan
entusiasmada: El aislamiento hiere.
--Tal vez tengan hijos varones de nuestra edad—Me da un codazo—Tal
vez te consigamos un novio.
Nos miramos y nos ponemos a reír. No sé
por qué lo hace ella, pero para mí, suena tan ridículo.
--Claro.
--¡Enserio!
La dejo ganar, pero en mi mente la respuesta sigue siendo no.
--Vamos, vamos a saludar.
--Te estamos esperando a ti, de hecho.
--¿Cómo era esa cita? Una reina nunca llega tarde, en tal caso, los
demás siempre llegan antes.
Ahí estaba yo; Fallon Grace Hastings,
una chica de dieciocho años, parada en una casa desconocida en Italia, frente a
una chica psicópata que citaba al Diario de la Princesa.
Las cosas estaban tan fuera de lugar, y
de alguna manera me gustaba.
ﮪ
Seguimos a Susie y Dexter por el camino
a su casa, rodeando la barda y los árboles que separan su casa de la nuestra.
Ellos y Angelo hablan en el camino, así que me quedo a lado de Holly.
--Mira.
Holly señala con un gesto de cabeza hacia una de las ventanas, donde hay un
chico de pelo negro que nos ve llegar. Se ve lindo.
--Lo aparto—Susurra Holly en mi oreja.
--Te lo puedes quedar.
Holly enreda su brazo en el mío mientras avanzamos, y pienso que parece que
somos amigas. Tal vez lo somos. ¿Qué se yo de amistad?
--Te está mirando—Se pavonea.
--Holly.
--Lía—Corrige, con un tono ligeramente más rudo.
--Lía.
Vuelve a sonreír, radiante.
--Pero enserio, te está mirando. O a nosotras dos. ¿Quién sabe? Somos
jóvenes y calientes. ¡Dejen que miren!
Me río. Dexter mantiene la puerta
abierta cuando llegamos, y le murmuro un gracias mientras que Holly sonríe de
esa manera encantadora suya. Me pregunto a donde fue la Holly amargada y solitaria que encontré a St. Gallen.
¿Su casa? Es enorme. Habitaciones espaciosas, muebles bonitos y alfombras que
me dan miedo pisar. Un sueño. Supongo que tiene sentido que sea tan grande
cuando se tiene siete hijos.
Siento que alguien choca contra mí
desde mi derecha, y volteo para encontrar a una niña pequeña. Es morena con
ojos azules como el agua, más claro que los míos. Le doy unos nueve años. Mi hermana
no debe de estar lejos de su misma edad.
Retrocede, pareciendo tímida.
--Hola—Sonrío.
Se queda mirándome unos instantes y agita su mano izquierda hacia mí antes de
salir corriendo hacia Dexter.
--¿Recuerdas que te dije que íbamos a tener invitados? Di hola, cielo—Le
dice él suavamente.
--Hola.
Susie le acaricia los cabellos antes de mirarnos.
--Ella es Kay, pero nos hemos acostumbrada a llamarla Kiki.
--¿Tienen otra?—Pregunta Angelo sorprendido—Pensé que no habían
adoptado después de Ryan.
Susie se encoje de hombros.
--Nos gustan los niños.
Ocho niños. Qué valor.
--Vengan, niñas—Susie nos hace un gesto con su mano—Les
presentaré a los demás.
Seguimos a Susie hacia un comedor
enorme, del tipo que se ve en las películas antiguas de personas ricas. Tiene
sentido cuando tienes ocho hijos. Y hablando de, algunos de ellos acomodan
manteles y velas decorativas.
--¡Mis niños! Conozcan a sus nuevas vecinas: Lía y Zara. Sé que van a
llevarse bien. No sean perversos, por favor. Luego vienen a saludar a su padre
Gerard.
Susie camina hacia la sala, donde está
Angelo y Dexter. Miro a Holly, pero no parece nerviosa, porque tiene su sonrisa
de marca.
Me gustaría ser tan entusiasta como
ella.
--¡Hey! ¡Yo te conozco!
Confundida, me vuelvo hacia la voz, y me topo con la chica asiática de pelo
increíble del hotel. Tiene un vestido largo de rayas, ajustado con un cinturón
delgado marrón en la cintura, el cual le hace lucir genial, y la verdad es que
me da un poco de envidia.
Oh, bueno. Nadie dijo nunca que ser una
chica iba a ser fácil.
--¿A mí?
Hacerme la tonta parece una mejor opción.
--Sí, en el…
Entonces se calla, porque me doy cuenta de que la he atrapado. Pensé que era
una turista como nosotros (Quiero decir: una china en Italia) pero parece que
la he atrapado en algo que no quiere que el resto de su familia se entere.
--No, creo que me he equivocado—Rectifica—Mi nombre es
Atsuko. Y ellos son Thiago, Rob y Nate.
Ellos nos dan ese saludo típico de
chicos en donde levantan la cabeza en nuestra dirección, como diciendo: “¿Qué
ondas?”. Les sonrío amablemente de regreso, o al menos creo que lo hago. Estoy
cansada y no me gustan los extraños.
Thiago, un chico de estatura media con
pelo negro y chino y ojos oscuros, dice:
--¿Quién es Lía y quién es Zara?—Puedo notar alguna clase de
acento en su voz.
--Yo soy Lía, y ella es Zara con Z.
Le disparo una mirada a Holly, pero ella sigue sonriendo. Se desprende de mi
brazo y se sienta en la silla frente a Thiago, a través de la mesa.
--Bueno, es genial conocerlas por fin, Lía y Zara con Z—Dice con
sorna—Mamá no ha dejado de hablar de su familia desde ayer. ¿Dijo que
eran amigos de trabajo o así? Nuestros padres, me refiero.
--Sólo Zara—Corrijo en un tono suave mientras me siento enseguida
de Holly, porque no quiero parecer ruda—Sí, algo así dijo papá.
También dijo que no saben nada del
pasado de sus padres. Secretos, secretos, secretos. ¿No es cierto que es el
número uno en divorcios?
--¿Es cierto que son ocho?—Holly cambia el tema—Debe ser
genial vivir en una familia grande.
El chico Nate ríe, y responde:
--A veces.
Thiago hace una mueca.
--Uh, hombre. Estoy herido. ¿Dónde está el amor aquí? ¡No lo siento!
Nate le golpea el brazo y ríe. Él es lindo:
Tiene cabello rubio rojizo, de un color fresa, y es alto, mucho más que Thiago.
Todos parecen ser diferentes entre sí: Cuando Atsuko tiene rasgos asiáticos,
Nate parece bastante americano, Thiago parece de algún lugar de Italia o
américa del sur, y Rob parece de esos modelos italianos, con piel oliva y
pestañas super largas. Es todo un hottie.
Me atrevo a decir que es de aquí originariamente. Por otro lado, la niña Kiki,
la verdad es que no sé. ¿Americana, tal vez?
Como si yo hubiera visto mucho del
mundo, de cualquier manera.
--Pensé que eras pelirroja—Me dice Atsuko bajito mientras Holly
lanza su hechizo con los chicos.
Me encojo de hombros.
--Los cambios son buenos.
--¿Tu hermana también es pelirroja?
--Uh… No. No. Me había pintado el pelo, ya sabes, épocas rebeldes, y
decidí regresar a mi cabello natural. Sólo tengo otro estilo.
Debo de ser una gran mentirosa, porque
se lo cree.
--¿Entonces tu hermana lo pintó? No luce muy natural.
Ja. “Las pelucas no lucen natural, se ven mal, blah, blah”. Ja.
--Pensó que el rubio platino es genial. Y, oye, lo es. Me gusta tu
corte, por cierto—Le digo para cambiar de tema, porque esto ya me está
poniendo nerviosa. Y funciona totalmente, porque sonríe.
--¡Gracias por decirlo! Me costó carísimo para que nadie lo notara.
¿Puedes que creer que ninguno de éstos zopencos lo notó cuando lo hice hace un
mes?—Su tono se hace más fuerte y le lanza una mirada a sus hermanos.
--Nosotros no esperamos que juegues videojuegos con nosotros, tú no
esperes que notemos tus cortes de pelo—Le dice Rob, en un acento
perfectamente limpio. Sip, italiano.
Me doy una palmadita imaginaria en la
espalda a mí misma.
--Quiero más hermanas—Declara Atsuko.
--Oh, vamos, tienes suficientes—Nate le dice, finalmente
sentándose con nosotros después de haber puesto la última vela decorativa.
--¿Tienes más hermanas?—Le pregunto.
--¿Conociste a Kiki y a Maddie ya?
--A Kiki. Es algo tímida, ¿Cierto?
Atsuko asiente.
--Como tú—Apunta Thiago, y después de unos segundos me doy cuenta
de que se dirige a mí.
--Yo no soy tímida.
--Claro que sí, apenas nos miras—Se ríe.
--Vamos, Thiago, no seas tan malo con las chicas nuevas. Saldrán
corriendo—Sermonea Nate, pero parece divertido.
Los cuento en murmuros, pero sólo me dan cinco. Seis, con Maddie, pero aún no
la he conocido.
--El siete y ocho están en la cocina—Me dice Rob, entrelazando
sus dedos y poniéndolos detrás de su cabeza, despeinando su cabello negro en el
proceso--Creo.
Me pregunto si tengo qué sentirme avergonzada de alguna manera, pero no lo
siento. Miro a Holly, quién me mira.
Y sonríe.
--Tal vez uno de esos siete y ocho es el que te estaba mirando desde la
ventana cuando veníamos.
No puedo creer que haya dicho eso en
voz alta. La mato.
--Te he dicho que no me estaba mirando. Tal vez te miraba a ti.
Me mira como si no me creyera.
--Se refieren a Luke—Nate ríe—Y probablemente las miraba a
las dos. Quién sabe qué pasa por su pervertida mente.
--Entre nosotros es… El mujeriego—Aclara Atsuko—Lo cual es
hipócrita porque él anda por ahí teniendo royos de una noche con chicas y a mí
me espantan los novios.
Entonces mi tono suave y timidez
aparente desaparece: Exploto en risas, y juro que sorprendo a todos porque me
miran fijamente.
--¿Es enserio? ¿Sólo él o todos tus hermanos? ¿Son como,
sobreprotectores?
--¡Si!—Exclama--¡Todos! Ryan es el único que no lo es porque
tiene tres años. Pero entre estos cuatro, la tengo imposible.
--Es que eres pequeña—Frunce el ceño Thiago.
--No, no lo soy, acabo de cumplir diesiciete.
Yo sigo riendo.
--He leído de hermanos sobreprotectores en libros, y lo encuentro
hilarante—Menciono.
--No es tan divertido—Una voz nueva dice.
Me vuelvo hacia mi izquierda, donde hay una puerta de vidrio en la que
realmente no me había fijado, y sale una chica probablemente de mi edad, alta y
rubia, con acento británico. Tiene un bol de lo que parece que es puré de papas
en las manos.
--Soy Maddie—Sonríe—Y la verdad es que no es divertido.
Deja el bol en la mesa y se sienta enseguida de Rob, quien le jala el pelo.
Maddie le da un manotazo.
--Creo que es dulce—Comenta Holly.
--No lo es—Dicen al mismo tiempo las hermanas.
--Tú tienes quince años—Le dice Nate a Maddie, apuntándola con un
tenedor casi amenazadoramente.
--Wow—Se me escapa. Los ojos de todos se dirigen hacia mí así que
agrego—Es sólo que parecía mayor.
Maddie luce bastante satisfecha con mi
comentario, pero Thiago frunce el ceño.
--Que luzca mayor no le da permiso para tener novio.
--¡Mamá dijo que estaba bien!
--¡Y luego papá dijo que no!
--¡Dijo que cuando cumpliera dieciséis y ya casi los cumplo!
--¡Bueno, pues ya veremos!
Holly y yo intercambiamos miradas,
porque aunque crecimos ambas en familias, nunca nada fue como esto. No creo que
nunca nada sea como esto.
--Perdón que pregunte—Dice Holly—Pero todos ustedes son de
diferentes nacionalidades, ¿Verdad? No pude evitar preguntarme.
--Sip—Atsuko asiente—Me adoptaron en Filipinas, lo cual no
tiene sentido porque busqué en internet y Atsuko es nombre japonés…, a Maddie
en Inglaterra, Rob es originario de Italia… Nate de América, igual Luke…
Thiago, ¿Tú de dónde demonios eras?
--España.
--España, claro. Kiki es de Australia, y el bebé Ryan es de… ¿De dónde
es el bebé?
--Canadá—Dicen al unísono.
Déjenme poner esto más o menos claro: Rob, Nate, Luke, Thiago, Atsuko, Maddie,
Kiki, Ryan. Ocho.
Holly bufa y miente:
--Diecisiete años con ella y no puedo soportarla.
Le saco la lengua y me sonríe.
Tal vez sí seamos amigas, más o menos. O al menos vamos por ahí.
--Yo lo soportaría muy bien—Luke, el chico faltante que nos
miraba por la ventana entra con un bol de ensalada y lo pone en la mesa. Nos
sonríe.
--Oh, vamos, Luke. No en la cena—Le dice Atsuko, aventándole una
servilleta hecha bola.
Él la esquiva y le sonríe de vuelta.
--Chicos, pensé que iban a ayudar a traer la comida, no a quedarse a
amistar con las chicas buenas—Dice.
Holly se sonroja, pero a mí me da risa.
--Yo ayudé con la mesa—Nate se safa. Y Rob le sigue:
--Yo también.
--Yo… Yo soy una chica, aguántate y sé un caballero—Atsuko dice.
--No es excusa, levántate.
Atsuko farfulla y se levanta junto con Maddie, Thiago. Kiki se aparece en la
entrada y mira a sus hermanos y hermanas mayores.
--¿Puedo ayudar?
Puedo notar su acento. Me pregunto cuanto hace la adoptaron.
--¿Ven? Ella es buena. No como ustedes dos, brujas adelantadas—Dice
Thiago a Maddie y Atsuko.
--¡Cuidado con tus palabras, Thiago!—Advierte Maddie dándole un
golpe en la espala.
Thiago ríe y toma a Kiki de la mano, yendo a la cocina.
--¿Tienen hermanos?—Pregunta Rob.
--No, pero…--Me adelanto, y luego corto.
No, pero tengo una hermana menor.
Uno, Macey técnicamente no es mi hermana. Dos, estoy encubierta y se supone
que mi única hermana es Holly. O sea, Lía.
Ahora, ¿Cómo voy a rellenar ese pero?
--Siempre ha querido tener un hermano mayor sobreprotector—Dice
Holly, sacándome del hoyo.
Me mira aun sonriendo, pero se desvanece
lentamente mientras me mira. Pienso primero que luce enojada porque casi lo
arruino, pero luego veo el destello de la preocupación.
La verdad es que sí: Siempre quise un
hermano mayor sobreprotector.
--Atrapada—Me encojo de hombros.
Le miro, queriendo expresar agradecimiento, y esperando a que lo note.
Creo que lo hace.
--Te quedaste atascada conmigo, querida—Me dice, volviendo a su
papel simpático.
Parece que Nate va a decir algo, pero se lo traga cuando sus padres y Angelo
vienen. Al mismo tiempo, el resto de los hermanos atraviesan la puerta con
boles de comida y los dejan en la mano.
Es la señal de que la cena ha empezado.
Atsuko se sienta junto a mí de nuevo, y tengo a Nate delante. Sonríen amables.
Todo el mundo sonríe todo el tiempo, y se siente tan extraño. Quiero decir,
pasé de estar en una prisión con personas que gritaban que Jesús viene a
personas que sonríen y son amables.
Así que yo intento ser lo más amable
que puedo. No quiero parecer desagradecida, ni amargada.
Empiezan a pasar los boles mientras hablan todos a la vez entre ellos, y Holly
me pasa un bol con… ¿Arroz? Sí, arroz, con verdura y camarón.
--Es paella.
Miro a Nate, quién me mira a mí, divertido.
--¿Qué?
--Paella. De España. Thiago lo trajo a la familia. Es bueno, aunque el
camarón siempre se ve asqueroso.
Miro a Atsuko y me pregunto si va a
haber comida asiática. Parece leer mi comentario en mis ojos, y reímos juntas.
Al final pongo un poco de paella en mi plato y lo paso.
Y luego las preguntas comienzan.
--¿Van a quedarse para el verano o se irán?—Pregunta
Maddie.
Miro a Holly y ella me mira a mí, así que miramos a Angelo.
--Tal vez nos quedemos por un tiempo. Quién sabe—Angelo se encoge
de hombros.
--Italia es bonito en el verano. Les gustará—Promete Atsuko a mi
lado.
--Ya lo creo—Holly suelta una risita tonta y me mira—No te
preocupes, te encontraré un italiano lindo este verano.
--Oh, muchas gracias—Sarcasmo--¿Algo más de lo que te
gustaría informarme?
Piensa unos dos segundos al respecto.
--Sip. Elegiré tu vestuario todos los días. Te gustará.
La miro fijamente, mis labios en una
línea fina.
--Tú no vas a elegir mi ropa.
--Pero…
--No.
Atsuko ríe junto los demás en la mesa, y toca mi hombro para llamar mi
atención:
--Si quieres puedo presentarte a unos de los amigos de mi novio, él es…
Se apaga. Igual que la charla en la
mesa.
Juro que todos los hombres de su familia la están mirando con ceño fruncido, y
me echo a reír.
--Oh, dios, te delataste a ti misma.
Río un poco más mientras sus hermanos empiezan a hablar al mismo tiempo. Al
final los ojos de Atsuko se ponen vidriosos y mira a Maddie. Parece que ella
sabe que algo va a pasar, porque abre los ojos y se agarra de los brazos de su
silla.
--Atsuko, no…
--¡Maddie también tiene novio!
Yo no puedo callarme. Me recargo en Holly y limpio mis lágrimas.
--Ay, yo simplemente amo esto—Murmuro, y Holly se ríe de mi
comentario—Es como una película.
Luke
y Rob se ocupan de hablar de amenazar al novio de Atsuko mientras Nate y Thiago
se ocupan de Maddie.
--¡Tienes quince años y…! ¡Papá, dile algo!—Thiago se gira hacia
Dexter, quien se ve tan entretenido como yo.
--Ustedes lo tienen, hijo.
--¿Quién es ese hijo de perra?—Demanda Luke a Atsuko—Es
ese Toby del equipo de lacrosse,
¿Verdad? ¡Vi que te miraba el otro día, ese pequeño puberto! ¡Como si tuviera
una oportunidad!
--¡Voy a salir con quien escoja!
--¿Por qué no puedes escoger a alguien que no sea un pequeño bastardo?
Miro a Angelo, quien los mira con horror, y luego nos ve a mí y a Holly.
--Mierda. Tengo puras niñas.
Eso hace que Holly se destornille de risa.
--¡Mamá!—Protesta Atsuko--¡Haz algo!
--Cielo, he hecho todo lo que puedo, pero tus hermanos no van a dejar de
actuar como hermanos.
Nate es el único que se detiene. Mira a
sus dos hermanas y frunce el ceño.
--No estoy de acuerdo con nada de esto—Declara, cruzándose de
brazos mientras todos siguen peleando, Dexter y Angelo hablan tranquilos
(Probablemente de desventajas de estar a cargo de mujeres) y Susie y Holly sobre
Dios sabe qué.
Los ojos de Nate se clavan sobre mí y se inclina sobre la mesa para hablarme,
así que me inclino también.
--¿Quisieras tener un hermano mayor ahora?
Le sonrío.
--Sí, es adorable, y creo que lo mantendría en su lugar.
--No se puede controlar a alguien que intenta protegerte.
--Claro que sí.
Niega.
--Es lo que pasa con las personas que amas: siempre quieres protegerlas.
Pienso en Macey. Quise protegerla, pero no podía. Y sabía que ir a una clínica
era no verla crecer.
No pude protegerla porque no era lo
suficientemente valiente como para marcharme.
--Supongo.
--Pero tienes a Lía. Pueden protegerse la una a la otra.
La miro, y ella me está mirando, prestando completa atención en la
concentración.
Holly, a quien conozco desde hace unos días.
Holly, quien ni siquiera es mi amiga aún.
Holly, quien desliza su mano a la mía
bajo la mesa y aprieta. Asiente.
Y entiendo. Entiendo que es igual que con Chris: No somos amigas, pero
comprendemos que estamos juntas en esto, y nos respetamos por eso.
Unidad.
Sonrío.
--Claro—Responde Holly por nosotras--¿Dónde está el baño?
--Hay uno en el pasillo de la sala, al fondo. Es una puerta blanca.
Holly se levanta y observo su espalda mientras se aleja.
--¿Son muy unidas?—Pregunta Nate.
--No realmente.
--No parece.
¿Qué puedo decir?
--Bueno, somos… amigas. Y creo que eso es lo importante.
Asiente.
--Claro. ¿No tienen más hermanas?
--No, sólo nosotras dos. ¿Qué hay de ti? ¿Te gusta tener una familia
grande?
Asiente.
--Tiene sus desventajas de vez en cuando, pero amo a todos mis hermanos
y hermanas. Creo que la familia es importante. Yo hay nada que no haría por ellos.
Macey aparece en mi mente, en la última
navidad en que estuve con ella, cuando abría los regalos en el árbol.
Sonrío.
--Yo también.
Maddie, quien ignora categóricamente a sus hermanos con su celular, exclama:
--Diablos.
--¿Qué pasa, pulga?—Pregunta Thiago.
--Espera.
Maddie teclea en su celular, y unos minutos después, dice:
--¿Recuerdan la obra?
--Claro—Contesta Dexter—llevas ensañando toda la semana.
--Sí… No hay fondos y el director va a cortar el programa, a menos que
podamos encontrar los ingresos para el material escenográfico y el vestuario.
Los chicos y yo acordamos vender pastelitos este sábado. ¿Me ayudan? Serían
sólo cincuenta bollitos de mi parte.
--Eh… Desde que quemo el agua, puedo ayudar a venderlos—Dice Rob—Tengo
amigas adictas al azúcar.
El resto asiente, poniéndose de
acuerdo.
--Podríamos hacer más bollitos para aumentar las ganancias y comprar
tela bonita para su obra—Dice Susie—Vi las de la última obra,
cariño, y lamento decir que fue horrible.
--¿Ciento cincuenta bollitos?—Sugiere Atsuko.
--¿Bollitos?—Sonríe Kiki.
--Yo fui a un curso cuando tenía catorce—Dice Holly, casi
insegura—Si quieren, podemos hacer bollitos diferentes, con bonitos
decorados y…
Y mira a Angelo.
Él se encoge de hombros, y Holly recupera su seguridad.
--Supongo que podría ayudar—Le digo—Quiero decir, nunca lo
he intentado, pero si necesitan mi ayuda, podría aprender. O simplemente podría
lavar utensilios. Sólo digo.
Maddie nos mira con esperanza en los
ojos.
--¿Es enserio? ¿Lo harían?
Holly sonríe.
--¿Para qué están los vecinos? Y nunca tuve muchas oportunidades de
cocinar, y esas lecciones tienen que servir para algo.
Maddie da saltitos, rodea la mesa y nos
abraza.
--¡Voy a avisarle al equipo!—Sube las escaleras con el celular en
la mano.
--¡Cielo, la cena!—Grita Susie.
--¡Vuelvo en dos segundos!
Miro a Nate.
--¿Qué no está de vacaciones?
--Escuela de talentos de verano. Le gusta actuar. Oigan, chicas, gracias
por hacer esto.
Susie y Dexter nos agradecen, y
nosotras sonreímos, asegurando que es un placer.
Ahora, tendremos que doblar la dosis de medicamentos si vamos a estar tan cerca
de personas normales.
--Sthep Stronger.
Me encanta lo que escribes
ResponderEliminarTienes un premio en mi blog http://songandsilence348.blogspot.com/2014/08/premio-best-blog.html
Espero que te guste.