Broken Dolls. Capítulo 9.
La lluvia golpea sobre el techo mientras conducimos.
--Comenzó cuando tenías tres años—Dice Angelo—Tus padres…
tus padres reales, Eden y Jason Hastings, eran científicos que trabajaban con
mi querido cuñado John—Escupe con sarcasmo—Ellos dos estaban
trabajando en esta… cosa, pero las pruebas en humanos estaban yendo mal y tus
padres se rehusaron a seguir. Dijeron que la humanidad iba a estar bien sin
ello.
--¿Qué era?
--Una operación—Holly dice—Decían que podrían eliminar la psicosis.
Leí el expediente, y tal vez podrían, pero detuvieron los experimentos después
de que la séptima persona murió.
Mierdaaaa.
--¿Qué pasó con mis padres?
--Se enojaron. Se vengaron. Entraron a tu casa un día y abrieron el gas…
Lucy, mi tía, ella no estaba de acuerdo y envió ayuda cuando supo. Tú estabas
yéndote, y ellos te trajeron de vuelta. Por eso estás viva.
--¿Qué pasa con Macey? ¿A ella también la trajeron?
Holly y Angelo intercambian otra breve
mirada por el espejo retrovisor.
--Fallon—Angelo dice suavemente—Macey no es tu hermana.
Me da la impresión de que por un
momento, la lluvia es todo lo que oigo; cayendo al asfalto, afuera, mientras el
carro se mueve a toda velocidad sobre ella. Me da la impresión… de que todo se
detiene. Durante un minuto.
--No es cierto—Murmuro.
Puedo ver en el rostro de Holly que lo siente por mí.
--Lo siento, Fallon.
--Pero, tiene mi mismo cabello… Yo…
--Cuando toda tu familia murió y tú quedaste con vida, ellos te enviaron
a vivir con tus tíos. El hermano de tu madre y su esposa. Macey vino después.
Es tu prima, Fallon.
Me hundo en el asiento y abrazo la
manta sobre mí, sintiéndome más fría que antes.
--Pero, mi madre… Ella tiene ojos azules, como los míos.
--Tu tía. Y también es rubia. El de cabello rojo era tu padre, y por eso
todo este tiempo encajaste—Hay una pausa--¿Quieres que hablemos
de esto más tarde?
--Es mejor que duermas un poco—Dice Angelo—Falta mucho
para el aeropuerto.
Eso despierta mi curiosidad.
--¿A dónde vamos?
--Italia—él contesta—Un lugar hermoso, realmente. ¿Alguna
vez pensaste que visitarías Italia?
No contesto. Me recuesto en el asiento,
pero no puedo dormir.
Ni siquiera es mi hermana.
Y entonces tiene sentido: Por qué me dieron la espalda. Era porque una niña que
no era suya lastimó a la que sí.
Los adultos son un completo asco.
No son mis padres.
No son nada.
Ya no.
--¿Es por qué odias a tu padre?—Le pregunto a Holly en un
susurro, pero no la miro. Miro las gotas de lluvia contra la ventana.
--Entre otras cosas. Yo… Mi mamá se fue cuando era pequeña, y yo quedé
en su cuidado, pero no me crió. Crecí al cuidado de todos y de nadie. La
televisión me educó, y luego vinieron los problemas mentales—La miro y
me sonríe, dándose golpecitos en la cabeza con el dedo índice—y él no me
creyó. Pensaba que quería atención… y una vez estaba conduciendo y choqué con
una familia…
Hace una pausa larga, y deja de
sostener mi mirada, pero luego la encuentra de nuevo.
--Fue cuando se enteró de que estaba loca cuando me envió lejos a un
manicomio. Fue cuando Angelo me encontró, y bueno, ya sabes el resto.
--Él se veía preocupado, Holly… Cuando me mandó por ti-
--Lo hizo porque tenía que hacer algo por ti para recompensarte—Me
interrumpe—Como si realmente pudiera compensártelo.
Quiero defenderlo, pero realmente no
sé si estuvo fingiendo todo este tiempo. Los adultos realmente son un asco.
--Todo esto es mierda.
Asiente.
--Una mierda total.
--Esas bocas niñas—Advierte Angelo.
Intercambiamos sonrisas tristes y luego
apartamos la mirada.
--¿Quién es Ethan?
--Oh, claro. Es tu hermano mayor. Murió con tus padres.
Después, no hago ninguna pregunta por el resto del camino al aeropuerto. Angelo
pone la radio después de unos diez minutos, pero oye más la estática. La deja
de cualquier manera.
Holly toma mi mano y aprieta.
--Todo va a ir bien—Asegura.
Yo ya he oído eso antes. Y no, no va a ir bien. Nada va a ir bien.
--Entonces vamos a Italia… ¿Y qué?
--Nos escondemos—Responde Angelo—Vivimos.
--Ellos van a buscarnos, ¿Verdad?
Holly asiente.
--Pero yo… Quisiera verlos. A… mis tíos y Macey—Las palabras
saben amargas en mi garganta—Desde la distancia, pero quiero verlos.
Angelo me mira por el retrovisor
--Y lo harás. Pero no pronto: Es el primer lugar en donde te buscarán,
así que dejaremos que el tiempo pase. Entonces podremos volver. Con
precauciones, claro, pero volveremos.
--¿No crees que me encontrarán por mi pasaporte? Y no tengo un
pasaporte.
--Es mi aerolínea, así que… Hago lo que quiero.
Pues bueno.
--¿Cómo sabes?—Le susurro a Holly después de un tiempo, antes de
que ella caiga dormida--¿Cómo sabes lo que pasó cuando tenías tres años
también?
--Tenía dos—Me dice—Y no lo supe hasta que tenía trece.
Leí tu expediente. Fue cuando supe con qué clase de monstruos estaba.
Solía pensar que el monstruo era yo.
Ahora, no estoy tan segura.
Afuera, el sol empieza a salir, pero la lluvia no se detiene.
ﮪ
Cuando el avión empieza a despegar y entonces está sobre las nubes, miro por la
ventanilla abajo, y me pregunto si Chris ya se ha dado cuenta de que me he ido.
Tal vez intenta alcanzarme ahora. Pero no podrá. Incluso aunque esté ahora
mismo adentro en el aeropuerto, porque yo ya me he deslizado de sus dedos.
Lo he traicionado.
Pero él también me ha traicionado a mí.
ﮪ
Siempre pensé que algún día visitaría Italia, pero en mi mente era con mi
familia. Con mamá y papá, y Macey. Ahora
todo lo que tengo en una adolescente loca y un adulto desconocido.
Aunque, pensándolo bien, ambos son
desconocidos.
¿Qué estaba pensando? Nunca debí aceptar todo esto desde el principio. Debí
quedarme en St. Gallen. Solía considerar que todo era mejor que St. Gallen,
pero al parecer estaba muy equivocada.
Angelo pone su mano en mi espalda
cuando salimos del aeropuerto y llama a un taxi. Es cuando estamos camino a no
sé dónde cuando presto atención, y me doy cuenta de que Italia es un lugar
hermoso. Es tan… verde. No como las flores que mamá solía plantar en el jardín. Esas parecían plásticas, con
flores que nacerían y se marchitarían en cuestión de unos dos días.
Sin sentido.
Pero Italia no parece sin sentido. Parece lleno de vida, lleno de flores y
agua, y yo…
En este momento no parece tan malo. En este momento.
--¿Cómo te gustaría llamarte?—Me pregunta Angelo, desde el
asiento del copiloto. A mi lado, Holly se estira.
--¿Qué?
--Cambiamos nombres—Me avisa Holly—Es parte de la
diversión. Para ser alguien más.
--Me gusta mi nombre. ¿Tengo que hacerlo?
Mi nombre y mi apariencia es básicamente todo lo que tengo. Me gustaría
conservarlo, gracias.
El taxi se detiene muy rápido, y Angelo
le dice algo en italiano antes de pagarle, bajar, y abrir la puerta para
nosotras.
--Sí. Tienes que hacerlo.
--Me gusta el apellido Stohl. ¿Podemos conservar ese?—Pregunta
Holly, enganchando el brazo de su tío con el suyo.
--Supongo—Dice—Chicas, escondan sus rostros de las
cámaras, por favor. Sean cuidadosas.
El edificio frente nosotros es de esas
construcciones antiguas y bonitas. Oh, hombre, mi padre hubiera amado esto. El interior, bueno, ese departamento va
para mi madre: Bonitas lámparas y un estilo rústico increíble. Es casi
imposible mirar abajo.
Estoy tan distraída que me tropiezo
contra una chica.
--Lo siento—Digo, pero entonces me siento como una completa
imbécil porque no entiende mi idioma.
Excepto que sí lo hace:
--No pasa nada.
La verdad es que se me hace china: Ojos ligeramente rasgados y pelo oscuro, es
un corte hermoso en capas. No funcionaría para mí porque se me esponjaría el
pelo, pero se ve genial en ella.
--Yo… Lo siento.
¿La verdad? No me pueden llamar social. Me alejo de ella y regreso con Holly y
Angelo, quienes están en la recepción.
--Tus habilidades de comunicación no son las mejores, ¿Verdad?—Holly
sonríe.
--Cállate.
Levanta las manos a la altura de sus hombros, en señal de “Lo que sea”.
--¿Has pensado en tu nombre? ¿Y tu pelo? ¡Yo pido ser rubia! Espera… Si
vamos a fingir ser hermanas entonces… ¿No tendríamos que tener el mismo color
de cabello? O similar. O yo podría ponerme lentillas azules…
Mierda. Debí suponerlo.
--No quiero pintarme el cabello, Holly.
--Pero tienes que hacerlo—Dice Angelo—Todos estamos
poniendo de nuestra parte aquí.
--¿No puedo usar una peluca?
--No luciría muy real—Apunta Holly.
--¡A Hannah Montanna le funcionó!
Holly ríe.
--Veremos, entonces. Supongo.
¿Nombre?
Me encojo de hombros.
--¿Y tú?
--Me gusta Lia. Lia Stohl. ¿Qué tan genial suena eso?
Lo hubiera pensado antes. Lia suena
genial.
Pienso unos momentos mientras nos metemos en el elevador. Mantenemos nuestras
caras bajas.
--Zara. Como, Zara con Z.
Holly me mira de reojo.
--Es tu oportunidad y escoges Zara con Z. Como si sonara diferente al
clásico. ¿Segura?
--Me gusta Zara—Le digo en un tono desafiante—Zara Stohl.
--Bien. Estoy en tu equipo, ¿Recuerdas? No tienes que estar tan a la
defensiva.
Recuerdo.
--Lo siento, Holly.
--Lía.
--Lo siento, Lía.
--¿Alguien me va a preguntar a mí cómo me voy a llamar?
--¿Cómo te vas a llamar, tío Angelo?
--Gerard.
Holly… Lía, perdón, le da un codazo con una sonrisa.
--Elegante. Entonces: Gerard, Zara y Lía Stohl. Suena bien. ¿De qué
color pintamos nuestro cabello?
--No voy a pintarme nada—Refunfuña Angelo—Pero ustedes
pueden hacerlo.
--Está bien si me consigues una peluca rubia—Tranquilizo a Holly—No
me importa.
Ella chilla bajito.
--Te juro que no te vas a arrepentir.
El elevador se detiene y las puertas de metal se abren. Aún con las cabezas
bajas, seguimos los pies de Angelo hasta que abre la puerta de una habitación.
Finalmente, levanto la cabeza y siento calambres. Levanto una mano para
masajearla mientras checo la habitación: Dos camas con colcha blanca, con una
mesilla de noche en el medio; una ventana con cortinas blancas; Una televisión;
Un armario y finalmente el baño.
Me tiro en una cama y veo la pequeña
lámpara de cristales de telaraña. Es realmente bonito. Holly se tira a mi lado.
--¿Te puedo preguntar algo?
--Claro—Contesta.
--¿Por qué no estás atacando a personas justo ahora?
Sonríe y me mira.
--¿Es que no crees que estoy bien drogada? Catorce pastillas diarias. Me
mantienen en calma, pero no puedo sentir muy bien mis piernas ni brazos. Siento
que me estoy moviendo en el agua.
--Tiene sentido.
--Sip—Estalla la P.
--Niñas, iré a comprar el tinte y la peluca. No hagan nada que nos
delate—Dice Angelo, dirigiéndose a la puerta.
--¡No!—Grita Holly hacia él—Sólo el tinte. Yo iré a buscar
su peluca.
Ruedo los ojos.
--De acuerdo. ¿Entonces rubio?
--Un rubio bonito. Un rubio genial.
Angelo sonríe y sacude la cabeza, como diciendo : “¿Qué voy a hacer contigo?”
Cuando se va, ambas intentamos ver la televisión, pero todo está en italiano, y
lo que no, son cosas aburridas.
--¿Los extrañas?—Le pregunto, cuando me doy por vencida--¿A
pesar de todo lo que hicieron?
Me mira y después su vista se desvía a
la televisión frente a nosotras.
--A tía Lucy y Carter, y a Chris. Sí. Pero no cambia nada.
--Lucy intentó salvarme. No sabía lo que ellos harían.
--Lucy sabe todo, Fallon. Ella arregla el daño después, como todos los
demás.
--¿Qué hay sobre Chris?
--Yo se lo conté, ¿Sabes? Antes de que me enviaran lejos, después de
leer tu archivo. ¿Sabes qué me dijo? “Debieron tener sus razones”. Como si eso
lo justificara.
Suspiro y atraigo mis rodillas a mi
pecho, con mis brazos rodeándolos.
--Oh, mierda. Tú te enamoraste de Chris.
Me río.
--Difícilmente. Realmente no éramos siquiera amigos, pero estábamos en
esto juntos. Realmente confié en él. Por un segundo.
Me mira y puedo decir que decide que
digo la verdad. Se encoje de hombros.
--Lo siento, Fallon.
--No importa.
Me quiere decir algo, pero se lo traga. Miramos la televisión. Hay una película
de acción en italiano, y cuando busco con subtítulos, aparecen en portugués.
Así que sólo vemos imágenes hasta que
Angelo llega, con una bolsa de diferentes tintes de diferentes rubios, y un
sombrero para él. Él saca de otra bolsa un sombrero enorme playero color crema
y unos lentes de sol, y me los tiende.
--Por si acaso—Dice.
--Gracias.
Me doy cuenta de que está haciendo mucho
por mí, ocultándome. Es todo un riesgo, y no le he visto frunciendo el ceño ni
una vez.
--De nada.
--Enserio, gracias.
Me mira por un segundo y sonríe. Le sonrío de vuelta y me dirijo al espejo, me
pongo los lentes y el sombrero, ocultando mi cabello rojo. La verdad es que me
veo bien.
--Me gusta el platino—Anuncia Holly.
--A mí no. Quiero un tono diferente. Uno que se vea real, por favor,
Holly.
--Claro, claro. Oye, tío Angelo, ¿Qué hay en las otras bolsas?
No las había visto antes, pero están en los pies de la cama.
--Les compré cepillo de dientes, y un cambio para mañana.
Holly saca las cosas de la bolsa y sonríe. Dejo que decida qué me voy a poner,
así pudo salir al pequeño balcón. Cuido
de cubrir mi cara, y veo debajo, a todas las personas caminando.
A estas alturas Chris ya sabe.
Me pregunto qué pasa por su mente. Tal vez piense que me secuestraron. Mierda,
eso es lo que va a pensar.
Van a luchar para encontrarme. A ambas.
--Fallon, ¿Puedes venir adentro?—Llama Angelo—No es
seguro.
Me doy la vuelta y entro a la habitación, cerrando la puerta de vidrio detrás
de mí. Ellos ya se han puesto a discutir sobre los documentos falsos. Angelo
dice que su amigo los tendrá para esta noche, y llegarían en la
mañana.
Así que dormimos (Holly se mueve tanto.
Casi la pateo de la cama) , y a la mañana siguiente cuando despierto, Holly
cepilla su nuevo cabello rubio frente al espejo y Angelo lee el periódico
italiano. A su lado hay un carrito con comida que huele asombroso.
Tengo el presentimiento que voy a
engordar unos diez kilos aquí.
--Mira quién se ha despertado—Sonríe Angelo amablemente.
--Es culpa de Holly. No dejó de moverse toda la noche.
Holly sonríe como una niña pequeña y se encoje de hombros.
--Ya están los documentos.
Angelo me tiende una carpeta y cuando meto la mano, saco un pasaporte y otros
papeles. En la foto del pasaporte, soy yo, pero rubia.
--Ey, ¿Cómo estoy rubia?
--El tipo puede hacer documentos falsos. ¿No crees que es capaz de usar
un buen Photoshop?
Tiene sentido.
--¿Qué horas son?
--Casi la una. Te pedí el desayuno hace media hora, puedo cambiártelo,
si quieres.
--No, tengo demasiada hambre.
Me siento y tomo el plato de fruta que está enseguida del omelet.
--¿Adivina qué?—Sonríe Holly, mirándome en el espejo—Hoy fui
a comprar tu peluca. Está en el baño. ¡Ya puedes empezar a agradecerme!
Lo que me pasa por estar dormida.
Holly se ríe cuando ve mi expresión.
--Oh, vamos, te va a gustar. Lo prometo.
Me levanto al baño y la encuentro en una cabeza de maniquí. Parece muy frágil.
Es color rubio ceniza, parecido al de mi pasaporte falso, pero la diferencia es
que en el pasaporte mi pelo era largo y con esta peluca no me llega hasta los
hombros. Es lacio y tiene un copete, también.
Y no se ve falsa.
Holly aparece en la puerta.
--No es tan mal, ¿Ves? Debiste confiar en mí.
--Lo siento, Holly. Se ve bien.
Sonríe y entra, tomándola del maniquí.
--Te ayudaré a ponértela.
Antes peina mi cabello para deshacer los nudos y me hace una cola alta, luego
pone la peluca.
No parezco yo.
Es por eso que es perfecta.
Cuando salgo del baño y me siento a comer de nuevo, Angelo dice:
--Se ve bien.
Le sonrío en agradecimiento.
--Okey, chicas. Sullivan nos encontró una casa, y si los vecinos
preguntan, Fallon es la mayor, y tiene los ojos de su madre, quien murió cuando
nació Holly. Yo soy el padre soltero.
--¿Quién es Sullivan?—Pregunto.
--Quien nos hizo los documentos. Es un amigo de Angelo—Contesta Holly,
acomodando mi peluca. La dejo, porque, qué demonios. Qué haga lo que quiera.
Tal vez podremos ser amigas en algún
momento.
--De acuerdo.
--¿Y chicas? Cuando salgamos de esta habitación, usaremos nuestros
nombres falsos, a menos que estemos los tres solos en casa.
Asentimos.
Puedo ver que Holly realmente se siente entusiasmada. Me miro a mí misma en el
espejo, y cuando la chica reflejada en él me sonríe de una manera no tan
amable, alejo mi mirada.
Tú
puedes irte al infierno.
Y aunque no la miro, ella me contesta:
Oh, querida. Te arrastraré conmigo.
--Sthep Stronger.