Taken. Capítulo 13. "Hipócrita".
Es sólo un sueño, me dijo a mí misma. Pero la cosa es que no ha sido un sueño, sino una memoria. Una que no había salido por las noches a cazarme.
Es mi culpa. Yo decidí abrir esa puerta y ahora tengo que enfrentarlo.
Hago de mi cobija una bolita y la abrazo contra mi pecho con un brazo, y con otro limpio el sudor de mi frente. Estoy temblando.
Me levanto y prendo un foco porque no puedo soportar la oscuridad. Me hace sentir asfixiada y aterrorizada. No puedo dormir ahora. Necesito a Lauren para que duerma conmigo, porque cuando lo hacía me hacía sentir que no había forma que los monstruos me tentaran con sus filosas uñas por las noches.
Cruzo el pasillo al baño y mojo mi cara y mi cuello, intentando quitar el sudor. Después de secarme con una toalla, paso por la habitación de Ally para ir a la cocina por café o té (O cualquier cosa que me mantenga despierta). La puerta está entre abierta y me asomo. Ally y Nina están acurrucadas juntas, dormidas. A veces hacen eso, cuando no estoy para intentar maquillarme o ser la pequeña hermana en general, ellas ven películas juntas hasta quedarse dormidas.
Detengo mis pasos.
Y me encuentro a mí misma deslizándome en medio de ellas y metiendo mis pies bajo de las mantas.
Después de unos minutos, mis ojos se cierran.
ﮪ
Reconozco las voces de Marcus y Maggie hablando, pero suena distante. Todavía tengo mucho sueño.
Siento el brazo de alguien sobre mi espalda y un pequeño ronquido. Viene de mi derecha, así que sé que es Ally.
Sé que esto de espiar está mal, pero no quiero abrir los ojos. Quiero escuchar qué tienen para decir.
Sus palabras me hacen sentir avergonzada, pero así es Marcus.. No tiene miedo a las palabras.
Marcus gruñe.
Hay un momento muy largo antes de que él hable de nuevo.
Se oye un golpe seco, como si Maggie le hubiera golpeado el pecho o el brazo.
Puedo imaginarme a Maggie rodando los ojos.
Ella bufa.
Se aleja Maggie por el pasillo.
Es muy lindo, que quieran emparejarnos. Y es cierto que estos últimos cuatro días nos hemos estado echando miradas, pero también es cierto que lo estoy evitando. Porque estoy asustada. Nunca he estado tan cerca de alguien antes en este nivel. He visto el amor cerca de mí antes, pero nunca tan cerca. No de esta manera.
Pero de cualquier manera, no puedo. No sólo por mis miedos, sino que las cosas aquí todavía se tambalean. No puedo lidiar con nuevos amigos y familia, y también con pensamientos sobre chicos en mi mente. No puedo manejarlo.
Así que no escojo a Dan cuando me da razones para escogerlo a él, como cuando me sonríe tan íntimamente, una invitación para sonreírle de la misma manera. O una invitación a alguna parte sólo nosotros dos. O ir a una fiesta a pesar de que tenemos una apuesta. No he estado escogiéndolo a él.
Me estoy escogiendo a mí.
ﮪ
Bufo.
Aisslin ha aprendido que no me gusta hablar de eso, pero cuando lo hacemos, ha aprendido sabiamente a dejar de decir cosas como “Cuando te fuiste”, o “Cuando no estabas”.
Como si hubiera sido mi elección.
Sus cejas se levantan y sonríe.
Mi boca está, literalmente, abierta.
La miro.
Río, aún con cierta incredulidad.
Me encuentro a mí misma sonriendo y asintiendo antes de que me de cuenta de qué demonios hago.
Aisslin se ríe de mí.
Ella se encoje de hombros.
ﮪ
Me lo dice tan abruptamente que me tropiezo un poco cuando voy entrando a casa. Dejo mi mochila en el sofá y voy a la cocina.
Lo miro. Me mira fijamente ahí parado en la cocina, con una expresión seria, y tengo ganas de saltar y pasarle un dedo por la frente para alisar las arrugas de preocupación.
Eso me asusta.
Levanta una ceja.
Cruza los brazos sobre su pecho y me mira.
Nos quedamos ahí un momento, viéndonos a los ojos, y me doy cuenta de que no me va a dejar ir sin una razón válida. Y yo nunca he sido una buena mentirosa, así que decido decir la verdad antes de que empiece a balbucear.
Descruza los brazos.
De repente parece que le han atestado un buen golpe. Me mira, herido, y retrocede unos pasos.
Cuando veo lo que ha pensado, niego fuertemente que mi cuello duele.
Me mira, más enojado. Frustrado es la palabra correcta.
Se queda mirándome un momento y deja salir el aire en sus pulmones. Parece un globo desinflándose.
Parpadeo, confusa.
Inclina la cabeza a un lado, curioso.
Me quedo con la boca entre bierta.
Esta conversación en tan rara.
Se acerca más, y yo retrocedo. Se da cuenta y mira mis pies y después a mí.
Abro la boca.
Lo miro.
Mirando hacia atrás, tiene sentido. Y además el hecho de que nos hemos contado cosas que no les hemos contado a las demás personas. Que confiamos el uno en el otro.
Es oficial. Me he despertado en un mundo paralelo. O a lo mejor estoy muerta y estoy en el cielo donde las cosas imposibles pasan. O estoy en el infierno y él va a terminar sonriendo y diciendo “¡Broma!”. O estoy soñando. He tenido muchas pesadillas últimamente. Que esté soñando tiene sentido.
Avanza otro paso y me quiero morir.
Luce como si le hubieran dado una cachetada. Incluso cierra los ojos y sacude la cabeza.
Mis ojos se llenan de lágrimas no derramadas porque voy a romper su corazón, quizá. Y realmente no quiero hacerlo porque me preocupo por él. Porque no ha sido más que simpático conmigo desde que llegué, y no quiero pagarle así. Pero necesito que sepa. Necesito que sepa y retroceda.
Hubiera sido mejor que le metiera un balazo.
Retrocede, herido, y me pregunto si va a llorar. Luce herido. Luce total y completamente devastado.
Gracias a mí.
Abro la boca, pero no contesto. No hay palabras.
Asiente y se da la vuelta, saliendo de mi vista.
Me siento en el suelo y me pregunto qué he hecho. Es ahí donde mi nueva familia me encuentra después.
ﮪ
Llamo a Jay y le cuento todo entre lágrimas. Juro que voy a hacer un agujero en el pavimento, afuera de la casa de los Carrington.
--Eres muy estúpida.
Eso es lo que me dice.
Más o menos es lo que me imaginé que diría, pero lo imaginé frustrado y enojado. Pero en vez de eso suena triste.
--¿Por qué me dices eso?
--Entiendo que tengas que escogerte, Livie, pero no sólo te escogiste a ti, sino que dañaste a un chico que querías en el camino.
Hablo con Jay hasta que mis lágrimas se secan y cuando cuelgo miro al cielo, imaginando mi vida ahora sin Dan, porque sé que no me va a hablar.
No me había parado a pensar que tan solitaria sería. No me había detenido a pensar en lo mucho que iba a doler.
Cierro los ojos y me siento en la banqueta. Pongo mi cara entre mis rodillas y las abrazo con los dos brazos.
Entonces oigo el sonido de un auto que en un segundo se detiene. El auto de apaga y la puerta se abre de un tirón. Después, un portazo.
No he visto a Dan en un par de horas, y creí que nunca sería capaz de verme de nuevo, pero aquí está él, con una mirada desesperada en la cara y con su pecho subiendo y bajando.
--Estuve pensando y vine para decirte algo: Eres una hipócrita. Te quiero, Olivia Carrington Farley, pero eres una hipócrita. Tú te paras ahí y me dices todas las cosas que están mal conmigo y me haces sentir como mierda, y me dices que es por eso que no puedes elegirme. Pero voy a decirte algo: Tú también tienes defectos. Eres asustadiza como el demonio e insegura. Cuando te abrazo, los huesos de tu cadera me pican porque eres tremendamente delgada y eso no me gusta. Eres bajita. Mantienes a todas las personas que se preocupan por ti fuera. Puedes ser un poco histérica. Y no te esfuerzas lo suficiente para encajar en este lugar, con tu familia, en esta escuela, aunque podrías hacer maravillas aquí si te lo permitieras—Hace una pausa para agarrar aire y toma más, ahora hablando más calmado-- Tienes cosas que no me gustan, Liv, pero también tienes cosas que sí. Cuando me di cuenta de que te quería fue cuando me contaste tu historia, porque amo cómo has pasado por tanta mierda pero aún crees en las personas. Amo cómo no me juzgas, ni a mí, ni nadie. Bueno, sólo cuando me conociste y lo cierto era que tenías razones para hacerlo. Pero ahora no. Tú sólo señalaste un montón de cosas malas sobre mí para hacer un punto e inventarte una excusa porque tienes demasiado miedo de estar con alguien. Pero esta es la cosa acerca de querer a alguien, Liv. Tal vez no amarla, pero quererla. Y quiero señalar ahora que estamos en ello que me encantaría que algún día me dieras la oportunidad de amarte porque eres una persona maravillosa. Bueno, aquí va: La cosa de querer a alguien es que los quieres a pesar de las cosas malas, como su impulsividad o sus caderas picudas. No tienen que ser perfectos para amarlos.
Toma aire rápidamente y mira al cielo, poniendo las manos sobre sus caderas, como si lo que acaba de hacer le hubiera tomado mucho. Luego me mira y asiente:
--Sí. Creo que ya he terminado. Eso es todo.
Nos quedamos en silencio unos momentos que se sienten terriblemente largos.
--No puedo creer que realmente mis caderas estén picudas.
Entonces pasa: Nos echamos a reír los dos y compruebo que somos los más raros.
Él se sienta enseguida de mí cuando la risa ha terminado y la misma tensión aparece, pero todavía luchamos para borrar los rastros de sonrisa.
--Lo que dijiste fue injusto. Y completamente me hizo mierda. Pero te quiero a pesar de tus caderas picudas y tu inseguridad, y quisiera que tú me quisieras a pesar de mi actitud psicópata y mi mala fama de mujeriego.
Nos miramos a los ojos.
Él tiene un punto. Dios, él tiene un punto más grande que el grano que le salió a Ally ayer.
--Tengo mucho miedo—Susurré.
--Ya sé. Yo también.
--¿Tú? ¿Y tú a qué le tienes miedo?
--A que me tomes y cambies de opinión. A que Tess o alguna otra psicópata te haga cambiar de opinión. A que te asustes. A que Marcus me mate.
Me río de él y apoyo mi cabeza sobre su hombro. Se acerca y besa mi cabeza, también riendo entre dientes.
--Y tenía razón en una cosa: No quieres ver al yo celoso. No es bonito.
--¿Eres muy celoso?
--Como el demonio.
Sonrío y miro hacia las estrellas, porque siempre lo hago. Cuando necesito consuelo, cuando no sé qué hacer, cuando necesito un recordatorio que cuan afortunada soy de tener todo lo que tengo hoy.
--Y necesito que sepas otra cosa—Me dice, poniendo un mechón de pelo que se interpone en mi cara detrás de mi oreja. Me gusta la manera en que me toca. Como si fuera demasiado delicada o hecha de cristal—Entiendo que necesites estabilidad en tu vida, que necesitas escogerte a ti. Demonios, yo lo entiendo. Pero necesito hacerte saber que aún puedes escogerme a mí y a ti al mismo tiempo. Puedes escogernos a los dos.
Lo miro a los ojos.
--Ahora lo entiendo. Pero necesito tiempo.
Cierra los ojos. Cuando los vuelve a abrir, no veo otra cosa que comprensión.
--¿Cuánto tiempo?
--No lo sé. Tiempo para saber que está pasando entre nosotros. Tiempo para descubrir exactamente qué siento.
Asiente.
--Está bien. Pero con una condición.
--¿Cuál?
--No me vuelvas a ignorar de la manera en que lo has hecho. Estaba muriendo.
Sus palabras me afectan y eso me afecta (Que me afecte, me refiero. ¿Hace sentido?)
--Está bien. Seguiremos siendo amigos.
Toma mi mano en la suya y la besa. Nuestros dedos se entrelazan y siento mariposas, también conocidas como las ardillas enojadas y hambrientas.
--Voy a esperarte, Liv. Pronto aprenderás que uno de mis atributos es que puedo ser muy paciente. Prometo que voy a esperarte.
Eso es lo que me dice.
Más o menos es lo que me imaginé que diría, pero lo imaginé frustrado y enojado. Pero en vez de eso suena triste.
Hablo con Jay hasta que mis lágrimas se secan y cuando cuelgo miro al cielo, imaginando mi vida ahora sin Dan, porque sé que no me va a hablar.
No me había parado a pensar que tan solitaria sería. No me había detenido a pensar en lo mucho que iba a doler.
Cierro los ojos y me siento en la banqueta. Pongo mi cara entre mis rodillas y las abrazo con los dos brazos.
Entonces oigo el sonido de un auto que en un segundo se detiene. El auto de apaga y la puerta se abre de un tirón. Después, un portazo.
No he visto a Dan en un par de horas, y creí que nunca sería capaz de verme de nuevo, pero aquí está él, con una mirada desesperada en la cara y con su pecho subiendo y bajando.
Toma aire rápidamente y mira al cielo, poniendo las manos sobre sus caderas, como si lo que acaba de hacer le hubiera tomado mucho. Luego me mira y asiente:
Nos quedamos en silencio unos momentos que se sienten terriblemente largos.
Entonces pasa: Nos echamos a reír los dos y compruebo que somos los más raros.
Él se sienta enseguida de mí cuando la risa ha terminado y la misma tensión aparece, pero todavía luchamos para borrar los rastros de sonrisa.
Nos miramos a los ojos.
Él tiene un punto. Dios, él tiene un punto más grande que el grano que le salió a Ally ayer.
Me río de él y apoyo mi cabeza sobre su hombro. Se acerca y besa mi cabeza, también riendo entre dientes.
Sonrío y miro hacia las estrellas, porque siempre lo hago. Cuando necesito consuelo, cuando no sé qué hacer, cuando necesito un recordatorio que cuan afortunada soy de tener todo lo que tengo hoy.
Lo miro a los ojos.
Cierra los ojos. Cuando los vuelve a abrir, no veo otra cosa que comprensión.
Asiente.
Sus palabras me afectan y eso me afecta (Que me afecte, me refiero. ¿Hace sentido?)
Toma mi mano en la suya y la besa. Nuestros dedos se entrelazan y siento mariposas, también conocidas como las ardillas enojadas y hambrientas.
-Sthep Stronger.
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