Unspoken. Capítulo 4. "Nashville"
Tal vez la razón por la cual estoy entrando en pánico (No literalmente, no exactamente….) es porque, después de horas de conducir como si no quisiera la cosa, estoy a punto de llegar a Nashville. Quiero llorar y reír al mismo tiempo. No estoy segura si el nudo en mi estómago es bueno o malo.
Quiero ver a mamá. Papá. Gracie, Emma, Meg…Tyler.
Me estoy arrepintiendo. Creo que no lo haré; Ir a tocar la puerta de Tyler y esperar a que me reciba con los brazos abiertos y que me dé una segunda oportunidad. Pero recuerdo el sermón del tamaño del mundo entero que le tiré a Mad. No puedo decir algo y no seguir mis propios consejos. Es… Hipócrita.
No sé qué demonios voy a hacer una vez que esté en Nashville. Supongo que en momentos como este, sólo tengo que dejarlo fluir. Como el viento, como el tiempo.
ﻫ
Una hora y treinta y cinco minutos después (No es como si lo estuviera contando) veo el letrero de Nashville. Suspiro de alivio, y de miedo también.
20 después de ver las luces y chicas con vestido y botas vaqueras como yo caminando por la calle, estoy estacionando mi auto en la entrada de la casa. Una casa grande con paredes de granito color café, una casa que ha sido la cosa número dos de mi madre. La primera es su familia. Luego está su bien cuidada y adorada casa. Pero yo siempre sospeché que se preocupaba más por la casa.
Río ante el pensamiento y bajo del auto. Mi trasero está entumido y tengo hambre. Doy dos pasos hacia adelante, pero me detengo al detectar movimiento. Es Gracie, mi hermana pequeña de trece, que ha abierto la puerta y ha corrido hacia mí. Ella me rodea en un abrazo y alza la cabeza hacia mí, sonriendo.
Ella sonríe un poco más, sin dejar de abrazarme. Subo una mano y le cepillo el cabello entre mis dedos.
Ruedo los ojos.
La aparto de mí tomándola de los hombros y la miro de arriba hacia abajo, mientras escucho la puerta de la casa de mi madre abrirse.
Gracie ha crecido mucho. Antes ella llegaba hasta mi ombligo, pero ahora me llega al pecho. Su pelo castaño claro parecido al tono de mi madre cae largo sobre su espalda, y sus ojos están brillantes.
Mi hermana mayor camina hacia mí, y su cabello corto hasta la barbilla se sacude conforme camina. Mis padres caminan detrás de ella.
Cómo los extrañaba.
ﻫ
Lo intento, al día siguiente. Me paro en el porche de su casa, (espero que no se haya mudado) y me dispongo a tocar la puerta, pero… No lo hago.
Algo no está bien acerca de hacerlo.
Me doy un respiro y me digo que lo intentaré más tarde. De cualquier manera, no veo el carro estacionado de Tyler. De seguro está en la universidad… Hoy, viernes, debería volver a casa. Pienso que puede que tal vez se quede el fin de semana en el campus… Pero no es cierto, porque Tyler no es así. No el Tyler que conozco.
Sin embargo, han pasado casi dos años. Un año y siete meses, para ser detallista. Todo puede cambiar.
Entonces, me voy de nuevo hacia mi auto. Ahora que Meg está fuera, que mis padres y mi hermana mayor están trabajando y Gracie estudiando, estoy sola. No me refiero a sentimentalmente (muy bien, en cierto sentido, lo estoy), me refiero a físicamente. ¿Se supone que tengo que quedarme en casa y observar fijamente cómo el reloj marca las horas hasta que considere que es suficiente como para que Tyler esté en casa? Claro que no.
Bluebird Café, ahí voy.
Cuando entro por la puerta y respiro el olor tan familiar, sonrío; Es una de ésas sonrisas reales que no puedes contener en tu cara.
Me sorprendo al saber que la antigua mesera de hace un año y siete meses aún trabaja allí. Ella me sonríe y platica un rato conmigo. Luego me siento en una mesa, completamente sola, viendo el escenario que está extrañamente vacío.
De seguro alguna chica entre en un minuto. Siempre hay una chica que se sienta con una guitarra y canta una canción original. No creo que tarde, porque el lugar tiene una considerable cantidad de público, como es usual.
Siempre es usual.
Me vuelvo y veo unos ojos azules cristalinos, tan cristalinos como el agua…
Me sonríe.
Él sigue igual de cómo lo recuerdo; Alto, con cabello rubio y lacio cayendo sobre sus ojos, con esa sonrisa amable y el pequeño hoyuelo en su mejilla.
La yo adolescente cayó irremediablemente por este chico, pero a la yo de ahora, ya no le interesa tanto. De hecho, nada. O no de ésa manera.
Hago un asentimiento.
Él asiente.
La verdad, es que no hay mucho que contar. He estado en la universidad, estudiando, con un empleo que no me interrumpe la escuela ni toma mi tiempo, amigas decentes, buenas notas, ningún novio, leyendo mucho. En verdad soy un poco aburrida.
Media hora después, estamos hablando con una cerveza en la mano sobre cosas triviales, pero hay un punto donde yo me inclino hacia él y pregunto:
Las preguntas saltan en mis ojos, pero no puedo formularlas. Quiero que me diga lo que sabe sobre la vida aquí de Meg, de Tyler. Sin mí. De todas las cosas de las cuales me perdí.
Y parece captarlo a la perfección. O al menos sobre Tyler.
Me sorprende un poco eso.
Se ríe.
Cosas como esas son a las que me refería.
Me río.
Claro que sí, quiero decir, a Tyler nunca le gustó Jake. Y él no estaba muy feliz cuando yo estaba con Tyler.
Levanto una ceja.
Suspira y se lleva la botella a la boca.
Muy bien, eso estaba fuera de mis límites de conocimiento.
Asiente.
Oh, oh, para el caballo, vaquero.
Parece que él también se ha dado cuenta, porque cierra los ojos fuertemente, con un aspecto de frustración.
¿Cree que lo voy a dejar ir así como así? ¡JA!
Suspira y luego se inclina un poco hacia mí.
Hace una pausa antes de hablar.
Aspiro.
¿La verdad? No sé, como que debí verlo venir.
Quiero decir, él venía a tocar al Bluebird Café, todo el mundo en el Bluebird Café escribe. Es como, una especie de Ley no establecida. Y por supuesto que debí saber que escribiría una canción sobre mí.
Pero de alguna manera, no lo vi venir.
Sonrío sutilmente.
Minutos después me disculpo para ir al baño. Literalmente me quedo parada en el espejo intentando convencerme de que la canción no es nada extremadamente malo… Y, uh, si no… ¿Es demasiado mala que no quiere venderla? ¿Quién desperdiciaría la oportunidad de venderla?
Es estúpido.
No la canción, sino yo; ¿Por qué? ¿Por qué estoy aquí? ¿De qué sirve preguntarme por qué? Ya está. Está dicho y hecho.
Al demonio, hay que enfrentarlo.
Salgo del baño con mi autoestima renovada, pero en cuanto salgo me encuentro con Jake, que está sosteniendo mi bolsa.
Me jala del brazo y me pone frente a él, empujándome a avanzar.
¿Pero qué..?
Ahí, en el escenario.
Él está ahí sentado en una silla en el medio del escenario. Tiene su guitarra cara y acústica que tiene desde hace tantos años, preparándola.
Yo me escondo entre la multitud, no exactamente porque no quiero que me vea, es sólo que es más bien un pequeño impulso. Y observo.
Se presenta, como la noche en que lo vi en el Bluebird Café. Y comienza a rasgar la guitarra y a cantar.
Pero dejo de prestarle atención.
“Ella es una tormenta,
soplando en el valle
Es un tren rápido, que se desliza de tu lado
y no puedes alcanzar
Nunca más
Ella es una tormenta
que ha saboteado todos mis planes
Y luego se ha marchado
Ella vino para hacerme polvo
Y ni siquiera ha mirado atrás
Y me pregunto si lo sabe…
Que es como una tormenta
soplando en el valle
Un tren rápido que se desliza de tu lado
y que ya no puedes alcanzar,
nunca más…”
Jake deja de intentar que yo salga por la puerta. Aspiro lentamente.
“… ¡Oh! Yo no puedo entenderlo
Porqué ella ha hecho esto
Pero ella sonríe y sé que estoy jodido
Pero ella es una tormenta
Es un tren rápido...”
Habla sobre mí.
No es cruel, como me imaginé que sería, no es mala. Es sólo triste. Es sólo un golpe bajo para mí. Solamente la caída más profunda.
No es nada.
Así que me escondo entre la multitud y espero a que la canción esté terminada. A que deje de poner sal en mi herida. Y cuando lo hace, lo veo chocar las manos con unos tipos del café, que supongo que son sus amigos. Se dirige hacia la barra y se sienta, totalmente no esperando que yo me acerque y diga:
Se voltea hacia mí, un tanto alterado. Cuando me ve, se queda quieto, muy quieto. Sólo mirándome, escrutándome con la mirada, serio, un poco impresionado. Incrédulo. Puedo notar como sostiene el aliento.
Nunca he escuchado un silencio tan más grande.
“Aunque me he perdido muchas cosas, ¿Verdad?” Muy bien, Terra. Muy bien. Eso ha salido del todo mal.
Parece que él recupera el aliento y me dirige una sonrisa amable, educada, fría.
Parece que no está muy cómodo hablando conmigo. Y no lo culpo.
Asiente.
Asiente y señala la silla.
Lo miro y abro la boca, pero no sé qué decirle. Él aún me mira como si yo fuera un fantasma. Tal vez lo soy; No me siento del todo real.
Suspiro.
Sus labios se forman en una línea y se encoge de hombros.
Hay unos momentos de silencio, de nuevo.
Sonríe.
En ese momento, juro que el tiempo se congela. Porque es como tiempo atrás. Como cuando yo no lo había arruinado.
Puedo ver en sus ojos que él no va a permitirse volver a ese lugar en este tiempo. Quiero decir, no ahora. No conmigo. Nosotros nunca vamos a volver a ese punto de hace dos años.
Aprieta los labios, deshaciéndose de su sonrisa.
Me siento un poco incómoda, y me remuevo en mi asiento.
Ay, Dios. Ay, Dios. ¿Qué digo ahora?
Levanta una ceja.
Él me mira, estupefacto, incrédulo. Levanta una ceja y entreabre la boca unos centímetros.
No contesto. ¿Qué? ¿Qué pasó, o qué? ¿Qué dije mal?
Ahora está un poco irritado.
Me encojo de hombros.
Se levanta y me da la espalda para marcharse.
No se gira a verme.
¿Qué demonios pasó?
ﻫ
Emma suspira y mete la galleta de animalito dentro de la tasa de café. Después la saca y se la mete a la boca.
Frunzo el ceño.
Frunzo el ceño.
Emma se frota las sienes con los dedos.
Frunzo el ceño, de nuevo.
Tomo un respiro profundo antes de decirlo:
Emma me mira y hace una mueca. Una mueca de compasión.
Ella se encoge de hombros, y habla alto y claro:
-Sthep Stronger.
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