Reckless. Capítulo 23. "Todo lo que necesito".
Aspiro y a continuación toso. Doy un manotazo a la persona que sostiene esa cosaolorosa en mi nariz.
Aunque no a un hombre. Sólo a mi compañero de aquél entonces, y él era un niño flacucho de catorce años que dejaba que yo hiciera todo lo que quería.
Aunque he abierto los ojos un poco, tengo la visión nublada, como si me acabara de despertar. Por eso no veo a las personas alrededor que suspiran de alivio cuando éstas palabras salen de mi boca. No puedo ver a la persona que me tiene acurrucada en sus brazos, rodeándome como si yo fuera una pequeña muñeca.
Alguien ríe suavemente. Harry.
No estoy segura de si estoy bien. Escucho muchos sonidos alrededor, no sabría decir de qué. Me duele todo el cuerpo y ésa cosa que olí sigue atormentándome.
No, espera… ¿Harry?
Abro bien mis ojos, pero aún sigo viendo nubloso. Intento levantarme, apartar estos brazos que me rodean, porque sé que no son los de Harry.
Me libro de los brazos de mi hermano y me siento en algo frío y duro. Me ubico cuando la niebla en mis ojos se esfuma, cuando me adapto a la luz. Mi hermano mayor se acerca hacia a mí. Él está ahí, sentado a mi lado, con una mano rodeando mi brazo.
Miro a Harry, ahí parado enfrente de mí. Tiene las mejillas rojas, el pelo desordenado y la preocupación grabada en sus ojos con una mezcla de alivio. Está muy ocupado respirando y aspirando, mirándome fijamente.
Miro alrededor. Ahora lo entiendo; Todo el sonido. Las personas van y vienen, haciendo su trabajo. Es que aún estoy en la casa de Kimera. No en el interior, claro, en el exterior. Estoy sentada en la parte trasera de una ambulancia, junto con mi hermano, Harry, y un paramédico mirándome, esperando mi respuesta.
El grito histérico de mi madre interrumpe lo que iba a decir y ella sale corriendo entre la multitud de personas con la cara enrojecida y una mueca de dolor. Ella llega hacia mí y me abraza, casi derribándome hacia atrás.
En ese momento un policía interrumpe cortando la escena antes de que pueda cortarla yo.
Qué mierda. Quiero decir, ¿Estoy a punto de morir y me hacen preguntas en vez de traerme unos jodidos chocolates? ¿Enserio?
No es hasta que tengo todas las miradas en mí y una que otra sonrisa intentando esconder que me doy cuenta de que he dicho esto en voz alta.
Mi madre es la única que me mira severa.
Me quedo hipnotizada por el movimiento de sus labios.
Ah, y porque me va a comprar unos chocolates.
“Accidente”. Eso no fue un accidente. Eso fue un tipo loco que me ha querido matar. Ha sido el padre de mi mejor amiga. Oh, mierda.
ﻫ
Mi hermano suspira detrás de mí mientras caminamos por el pasillo. Luego me grita que no corra, porque sigo muy débil. No le hago mucho caso.
La recepcionista busca en la computadora y mi hermano se queja.
Si quiebra su voz en la última parte, lo que me hace detenerme y pensar en sus sentimientos. En lo que debió haber pasado.
Me giro hacia él.
Él me mira fijamente, con la boca entreabierta y con aire asustado y perturbado.
Y luego me abraza.
Nos quedamos así hasta que la recepcionista del hospital se aclara la garganta.
La voz se eleva a mis espaldas.
Cuando me giro de pie hay una señora joven, de treinta y pocos, con cabello castaño y corto hasta los hombros. Me mira fijamente.
Dudo.
Ella extiende la mano y dice:
Ella asiente.
Como soy menor de edad, mi hermano insiste en acompañarme, así que no le digo nada. La policía/psicóloga parece no tener problema con ello.
Asiento.
“Victima”. Aunque sé que es verdad… ¡Están hablando de mi mejor amiga! ¿Por qué no usan palabras más suaves como La Muchacha? Carajo, esto de los sentimientos se les da peor que a mí.
Asiente.
Él hace un asentimiento con la cabeza para saludarnos a mí y mi hermano y luego le entrega una carpeta a la psicóloga.
Vaya. Mentes Criminales y todo.
La psicóloga sigue hablando con él, y yo me giro hacia mi hermano:
Asiento.
Me aclaro la garganta.
A mi hermano le cruza el reconocimiento y asiente.
Asiento.
Y aunque vayan a avisarles, aunque encuentren a Victoria, las cosas aquí no van a mejorar, me doy cuenta.
Ya no hay nadie, ni nada que quede por hacer, que pueda salvar a Kimera.
ﻫ
Me inclino hacia enfrente, sobre Kimera, observando muy bien su rostro.
Está entubada y drogada.
Ella abre los ojos, pero realmente no me ve; Su mirada me traspasa y luego vuelve a cerrar los ojos. Sin embargo, yo sé que ella sabe que estoy aquí; Al igual que yo, Kimera nunca ha sido de besos y abrazos. Sin embargo, todos tenemos un punto donde necesitamos a alguien para que esté ahí apoyándonos. Cuando eso pasaba, Kimera en vez de abrazarme y llorar, ella ponía las yemas de sus dedos sobre las mías, justo como lo hace ahora que ha encontrado mi mano enseguida de la suya.
Suspira, y luego se es arrastrada hacia abajo por el sueño y la inconsciencia.
Cierra los ojos.
Y alguien toca la puerta.
Victoria abre la puerta detrás de mí y me mira. Mira a Kimera, entubada y drogada, y me mira a mí, preocupada y hecha un desmadre.
Ella camina en la habitación y se sienta en la silla enseguida de mí.
La policía ha dejado claro que no. Sin embargo, yo no me hago la idea; ¿Acabarán en un orfanato las dos de ser así?
Mierda.
Suspiro, aliviada.
O sea, un orfanato.
La vida puede ser una perra.
ﻫ
Realmente no recuerdo mucho del resto de esa noche. Recuerdo a mí llegar a casa con Charlie. Recuerdo a mamá gritando preocupada. Algo sobre Harry, pero no sé qué. El leve recuerdo de mi madre hablando con Jordan para una cita para mañana. A mi madre, ayudándome a vestirme para meterme a dormir, a pesar de que yo ya estaba del todo dormida. Dormida, cansada y hecha un desmadre. Recuerdo a mi hermano gesticulando palabras preocupadas antes de que mamá se metiera a mi cama a dormir conmigo.
Y cuando despierto esta mañana, veo a mi hermano tendido sobre el suelo de la habitación, con su cobija y su almohada. Realmente no debería sorprenderme tanto.
De alguna manera, lo estoy.
Me levanto silenciosamente de la cama, descalza, y salgo de la habitación, sin despertarlos. Cuando bajo a tomar algo de desayuno, veo mis cosas en la sala. Tomo mi bolsa y me pregunto si ahí dejé el celular o lo he perdido. No, ahí está; Y tengo una llamada perdida.
Josselyn.
Veo la hora: 9:37. Debe de estar despierta. Así que me siento en uno de los sillones y marco a Josselyn de vuelta.
Oigo su respiración unos momentos antes de que me conteste.
Me levanto del sillón y me paseo por la casa, sintiendo el frío suelo bajo mis pies.
Me paro frente a un espejo en la sala y me miro de pies a cabeza. Mi mamá ha hecho un gran trabajo quitándome todo el maquillaje, sin embargo no ha podido quitar los moretes en mi cuello, unos cuantos rasguños.
Bueno, ahora entiendo más o menos porqué se han vuelto locos.
La escucho tomar aire al otro lado de la línea, aliviada.
Parece que está avergonzada de decirlo en voz alta, pero para mí es un alivio que haya tenido el valor de decirlo. Significa un peso sobre mis hombros menos.
Estoy casi segura de que ahora ella se está preguntando si es sarcasmo, así que continúo:
Exhala al otro lado de la línea.
Ella saca una risita.
Resopla al otro lado de la línea.
ﻫ
Tengo la misma ropa de ayer, pero realmente no me apetece ir escaleras arriba y despertar a alguien. Se merecen horas de sueño. O al menos hasta que Josselyn esté por venir, por ahora, me voy a sentar afuera de la casa, en las escaleras de la entrada.
Realmente es cómodo; La brisa sobre mi rostro, el viento soplando mi cabello, pero no lo suficientemente frío como para hacerme entrar en casa.
Y pienso.
Pienso, acerca de todas las que hice, todas las cosas que pasaron. En mamá, Josselyn, Kimera, Max, Harry. En los lazos que tengo con cada uno de ellos. Los que tengo que cortar, los que tengo que conservar, y los que por lo menos tengo que intentar.
Y en las cosas que me han hecho crecer como persona.
No he notado cuando el chico se para frente a mí, no lo he visto venir. Sin embargo en cuanto escucho su voz algo dentro de mí tamborilea. Y cuando enfoco mi vista en él, tengo ganas de pararme de un salto y tocar su cabello y su cara, sentir sus brazos alrededor de mí, sus labios.
Pero realmente no sé cómo estamos. No sé cómo se maneja lo de tomarse tiempo en esto de las relaciones. Así que simplemente le sonrío amablemente.
Él se sienta a mi lado y me mira.
Asiento.
Levanto una ceja.
No me responde. Harry levanta su mano y con los dedos roza la parte de mi cuello donde hay unos pequeños moretes que desaparecerán con el tiempo.
Le sonrío amablemente.
Él pone una mano en mi hombro y luego baja por mi brazo hacia mi mano, y entrelaza nuestros dedos. Luego me jala suavemente contra él. Y me besa.
Dejo escapar lentamente el aire encerrado en mis pulmones.
Y empezamos a hablar. Acerca de todas las cosas que pasaron y todas las cosas que pueden pasar. Todas aquellas horribles, como el asunto de Kimera, y todas las buenas, como nosotros dos. Él me da apoyo, me dice que siempre que quiera me tendrá y que todo va a estar bien. Besa mi rostro. Y susurra versos bonitos en mi oído.
Y le susurro:
Me susurra de vuelta:
Y por ahora, es todo lo que necesito.
--Sthep Stronger.
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