Taken. Capítulo 8.
Taken. Capítulo 8. "La apuesta"
--¿Dios, viste el capítulo anoche? Te juro que
odio que Ben esté con Riley.
Aisslin mueve sus manos mientas habla. Este es el segundo día que la conozco,
pero me gusta cuando habla; Las palabras salen frenéticas de su boca y hace
muchas muecas mientras mueve las manos a todas partes posibles.
Río.
--¡Lo sé! Danny es quien debería de estar con ella, quiero decir, la ha
amado siempre. ¡Y no me gusta Angela para nada!
Aisslin mueve su cabello detrás de su oreja, como lo ha hecho mil veces hoy.
--¡Ya sé! ¿Es que piensa que puede aparecerse así como así? ¿Quién se
cree? ¡Muero por ver el siguiente capítulo!
--Yo igual. Espero que Ben y Riley rompan.
Compartimos sonrisas y ella abre la boca para decirme algo, pero entonces
alguien invade mi espacio personal. Peor que eso: Me empuja por los hombros
hacia los casilleros. No es el pánico lo que me invade, es la confusión y el
enojo. Quiero decir, ¿Qué demonios?
--¡Oye!—Escucho a Aisslin gritar, pero se corta.
Cuando me separo de los casilleros grises y fríos, me doy la vuelta para
intercambiar unas palabras no tan amables con quién sea que haya sido. Y Tess
me sonríe, deslumbrante en sus apretados pantalones.
--¿Cuál es tu problema, Tess?
--No puedo creer que estés saliendo con ella. ¡Es una perra!
No me malinterpretes, estaba a punto de salvar mi trasero por mi misma, pero
había una vibra entre Aisslin y Tess, un cierto grado de conocimiento que me
hizo quedarme en mi lugar y observarlas.
--¡Tú también!
Tess le frunce el ceño.
--¿Qué no sabes lo que me hizo? ¡Muestra lealtad!
--¡No soy tu estúpido perro, Tess! Ahora da la vuelta y desaparece antes
de que le diga a papá que no eres virgen.
Me quedo boquiabierta.
No me jodas.
Tess se va diciendo cosas sobre lealtad y no sé qué mientras Aisslin se gira,
con una arruga de preocupación en su frente.
--Lo siento tanto, Liv. ¿Te encuentras bien?
--Sí. ¿Es ella…?
--¿Mi hermana?
Asiento.
Suspira y lleva su mano a la correa de su mochila.
--Hermana adoptiva. Tengo otros tres esperando en casa.
Me le quedo mirando.
--¿Son así de encantadores?
Sonríe.
--Oh. Son tan encantadores como yo. No te preocupes.
Resoplo.
--No puedo creer que no haya sabido que la única persona con la que me
haya relacionado es la hermana de la persona que me odia. Es genial.
No ríe.
--No quise decirte por la misma razón por la que tú no me querías decir
que eras Olivia Carrington.
--Pero te enteraste de cualquier manera, ¿No?
Se encoje de hombros.
--Eres una gran noticia—Hace una pausa--¿Entonces estamos
bien?
Respiro hondo.
--Claro. Serás sólo Aisslin, no la hermana de Tess.
Sonríe.
--Y tú Liv. No Olivia Carrington.
ﮪ
El día siguiente es parecido: Algún que otro empujón, murmullos en el pasillo y
la palabra Zorra apareció mágicamente en spray rojo en mi casillero.
Abra-cadavra, obra de Tess en todas partes.
Y luego otra chica llamada Molly, alguien a quién había visto una vez el
día anterior, se unió al clan malévolo de Tess. Según me dijo Nina, Dan acababa
de cortar con ella.
Sentiría lástima por ella sino fuera
una patada en el trasero. Y porque es una tonta por salir con Dan. Sé que es un
buen chico; Me agrada. Pero él piensa que puede tomar chicas y luego tirarlas.
¿Por qué te meterías sentimentalmente
con alguien así?
No tiene sentido.
Pero hay muchas cosas en el mundo que no tiene sentido y pasan de cualquier
manera.
Ahora, cuando me siento en el comedor junto el resto y ellos pasan los trastes
de comida, los observo. No es la primera vez que lo hago. Me gusta mirar cómo
interactúan entre ellos, todas las sonrisas y las risas. La manera en que
Marcus de afloja la corbata y se enrolla las mangas, haciendo que la eterna
arruga de preocupación de su frente desaparezca. Me gusta mirar como a pesar de
que Maggie tiene que lidiar con tres adolescentes todo el tiempo, al final del
día siempre tiene amor. Como Ally nunca deja de ser una listilla y Nina un
encanto. Me gusta verlos ser una familia.
Luego estoy yo.
Sentada en el lado derecho de la mesa todo el tiempo, pinchando mi comida con
el tenedor en silencio.
Y ese es el momento en que Dan cruza la puerta sin tocar y se une a la mesa, a
mi lado. Esta vez, al tenerlo junto a mí, no me pongo nerviosa, pero aun así
soy cautelosa, manteniéndome tan lejos de él como puedo. Río mientras se pone a
pelear con Ally y Maggie les dice que se dejen en paz y se pongan a comer. Me
relajo en mi silla y sonrío, mirándolos.
Dan voltea hacia mí y me sonríe, no de
esa manera coqueta con que sonríe a todas las chicas, sino una sonrisa feliz.
Esta no es una familia a la que tendría que tener miedo. No son personas de las
que debería salir corriendo. Son personas que parecen quererme. Personas en las
que debería contar.
Si tan sólo pudiera decirle eso a mi cuerpo.
ﮪ
--¿Estás lista? Nos vamos en diez—Me dice Maggie.
Asiento a Maggie, quien lava platos con Nina. He intentado hacer algo, pero
Maggie no me deja hacer gran cosa. Lo hago de cualquier manera. Siento que es
una manera de agradecerle por tenerme aquí e intentar que todo sea normal.
--Estoy lista.
--¿A dónde van?—Pregunta Dan, aun comiendo.
Él pude comer todo el día y nunca cansarse.
--No hables con la boca abierta, muchacho. Sé que yo y tu madre te hemos
enseñado mejor.
Él sonríe y da otra mordida al pan tostado.
--Vamos a ver un doctor—Continúa Maggie.
--¿Qué? ¿Hoy? Pensé que teníamos la reunión con Fox—Interviene
Marcus, desde la mesa.
Fox es el abogado. Es el que está haciendo que mi custodia pase de Lauren a
ellos de vuelta.
--Oh, Dios. ¿Es hoy? ¡Nina!
Nina asoma la cabeza a la cocina.
--¿Qué?
--¿Puedes llevar a tu hermana a alguna parte?
--¡Estoy de salida! Tengo una cita, ¿Recuerdas?
Cruzo los brazos.
--Yo la llevo—Se ofrece Dan.
Lo miro.
--No tienes que hacerlo. ¿Qué si se lo pido a Ally?
Todos ríen entonces.
--¿Qué?
--Pídeselo si quieres morir. Nadie la deja conducir por aquí desde que
reprobó el examen de conducir cinco veces. Vamos, yo te llevaré.
Miro a Maggie, pero ella no me mira a mí. Mira con esa mirada de aprecio a Dan
y le toca la mejilla con los dedos.
--Eres un ángel, querido.
Es así como dos minutos después estoy en su auto. Dentro huele a desodorante
masculino y la parte trasera está llena de envases de McDonal.
--¿Te puedo preguntar algo?—Le digo mientras me pongo el
cinturón, ignorando el revoltijo de ansiedad en mi estómago al estar en un
espacio cerrado con una persona.
--Claro.
Se abrocha el cinturón también, pero viéndome.
--¿Metes a tus chicas aquí y hechas tu desodorante para que no huela a
comida rápida?
Le estoy tomando el pelo, pero en verdad estoy curiosa.
Levanta una ceja.
--Lo haces sonar como si estuviera con muchas al mismo tiempo—Me
dice, encendiendo el motor.
--¿No es así?
--No. Tengo novias.
--Que cambian cada semana.
Sonríe.
--De hecho la media es de once días. No me sobrestimes.
Ruedo los ojos.
--¿No eres del tipo que tiene relaciones serias?
--¿Por qué tantas preguntas?
Me encojo de hombros.
--Sólo pensé que no te conocía mucho. Así que… Puedes preguntarme lo que
quieras, si quieres.
Me arrepiento de eso cuando sale de mi boca. Cuando pensé en decirlo pensaba en
cosas como helado favorito o así, pero, ¿En verdad él va a preguntar eso? No.
--¿Lo que sea?
Suspiro.
--Por qué no. Pero puede que no te conteste algunas cosas.
Asiente.
--Entonces puede que yo no te cuente algunas cosas.
--Parece justo.
Sonríe y dobla la esquina.
--No es que me niegue a la idea de tener una relación. Es solo que estoy
demasiado a gusto como estoy—Contesta a mi pregunta—Mi turno. ¿Te
gusta la escuela?
Primero me quedo mirándolo, pensando si va enserio. ¿Qué? ¿Eso es todo? ¿Nada
de secuestros ni habitaciones oscuras?
--Va bien—Respondo vacilante. Luego me recupero—De hecho
una amiga es la hermana de Tess.
Levanta las cejas.
--¿Aisslin?
--Sí.
--Es una muy buena chica.
--¿No saliste con ella?
--¿Por qué estás pegada a la idea de que soy un idiota? No salgo con
hermanas—Me dice, aunque no suena enojado.
--Lo siento. Es que los rumores y todas esas ex novias acosándome en los
pasillos…
Me corto.
Me volteo a ver a la ventana y miro los árboles pasar.
--¿Qué? Espera. ¿Qué? ¿Acosándote?
--¿Qué?
Luce molesto.
--No finjas que no sabes de lo que hablo. ¿Dices que te están acosando?
--No es gran cosa.
--Claro que es gran cosa.
--El semáforo está en verde.
Se mueve, pero diez segundos después se estaciona enfrente de una tienda de comestibles
naturales.
--¿Qué haces?—Le grito.
--No nos vamos a mover hasta que me hables.
--¿Estás bromeando?
--No.
Apaga el motor y saca las llaves. Lo observo un segundo y luego dejo caer mi
cabeza contra el asiento.
--Eres tan terco. No es nada, ¿Sí? Algunas de tus ex novias estaban
molestas y pensaron que era buena idea desquitarse conmigo. Ahora mete las
llaves y vámonos.
No nos vamos.
--El acoso escolar es algo muy grave.
--¡Lo he manejado bien, okey! ¿Quieres ya arrancar? Voy a llegar tarde.
Me mira unos instantes.
--Lo siento. Sólo no las dejes ganar, ¿De acuerdo?
No contesto. No creo si quiera que busque mi respuesta. Mete las llaves en el
contacto y da vuelta. El motor del auto cobra vida y de repente nos estamos
moviendo.
--Eres tan irritante.
Sonríe.
--A Nina y Ally les gusta usar el término Sobreprotector Psicópata.
--¿Y lo eres? ¿Un sobreprotector psicópata?
--Sí.
Lo miro. Me mira.
--No sé cómo te consigues tantas novias. Eres tan malditamente raro, ¿Lo
sabías?
Asiente, ahora mirando el camino.
--Creo que ya habías establecido ese punto antes.
ﮪ
--¿Cómo fue?—Me pregunta cuando salgo, cuarenta minutos después.
Abrocho mi cinturón mientras hablo.
--Bien, supongo. No toqué nada,
sólo me examinó.
--¿Te examinó?—Me pregunta, girando la llave en el contacto.
--Me hizo un perfil psicológico. Creo que todos los psicólogos lo hacen.
Ya sabes, cuando te preguntan cosas y escriben en sus cuadernos.
--Como en las películas.
--Más o menos—Sonrío—Y tenías razón, por cierto.
Sus cejas casi se juntan cuando frunce el ceño.
--¿De qué hablas?
--Cuando dijiste que no tener relaciones con las personas es una mierda.
No poder tocarlas y eso. Tenías razón. No me hagas repetirlo dos veces.
Sonríe ligeramente y me mira, con su mano en la palanca de cambios.
--¿Eso significa que vas a seguir manoseándome?
--Ya quisieras, pervertido.
--¡Pero amo ser manoseado!
Sacudo mi cabeza, riéndome.
--No tienes remedio.
Sonríe incluso más.
--¿Qué vas a hacer mañana por la noche?
Mi sonrisa se vuelve cautelosa.
--No voy a tener una cita contigo.
--No es una cita, tontita. Quiero presentarte a unos amigos, ¿De
acuerdo?
--¿Por qué?
--Porque el acoso es una mierda y quiero que conozcas a personas
geniales. No más geniales que yo, pero ya entiendes.
--No necesito…
Me interrumpe.
--No es lástima. Cállate. No voy a dejar de acosarte hasta que me digas
que sí.
--¿Estás tan seguro que voy a decir que sí?
Se encoje de hombros.
--Puedo ser muy insistente.
--No.
--Vamos a comer pizza.
--Sigue siendo un no.
--Te dejaré tomar una cerveza y no se lo diré a Marcus.
--No.
Como que estoy disfrutando esto un poquito.
Él se quita el sudor imaginario de la frente y dice:
--Chica, me haces sudar. Generalmente recibo un sí antes de terminar la
primera línea.
--Pues esfuérzate.
Me frunce el ceño, fingiendo enojo.
--Es tan injusto.
--Sigue siendo un gran no.
--Te divertirás. No puedes esconderte del mundo para siempre.
--Y tú no puedes ir diciendo que debería hacer.
Hay una pausa, y luego dice:
--Hay que hacer una apuesta. Te apuesto a que no puedes ir a tres
fiestas/reuniones/ cualquier cosa que tenga que ver con los demás seres vivos
en este mes.
Lo considero.
--¿Qué pasa si yo gano y tú pierdes? ¿Qué consigo yo?
Se detiene a pensarlo. Sus cejas van abajo cuando entrecierra los ojos.
--¿Qué quieres?
Lo miro; su pelo negro, su piel bronceada y su brillante sonrisa. Y sonrío.
--Seis meses sin salir con nadie. ¡Oh, carajo! ¡Vas a volverte loco!
Su sonrisa se deforma rápidamente.
--¿Qué? No. ¡No! ¡De ninguna manera! Un mes.
Frunzo el ceño.
--Tres.
--Dos.
--Tres y medio.
--¡Dos!
--Tre… Oh, qué demonios. Dos meses probablemente es lo mejor que voy a
conseguir. Bien, pues.
Sonríe, y luego su sonrisa vuelve a caer. Exhala dramáticamente.--Pero si yo gano… Vas a esforzarte con tu
familia.
--¿Qué? ¿De qué hablas? ¡Yo me esfuerzo!
Bufa.
--¡A penas dejas que se te acerquen!
--¡Pero tú sabes por qué! ¡Ellos saben por qué!
--¡Oh, vamos! ¡Incluso a mí me dejaste tocarte! ¿Por qué no a ellos?
Esa es una muy buena pregunta.
Lo miro.
--Bien. Pero si yo gano, no quiero que ni te acerques. Mejor: ¡Hazles
pensar que eres gay!
--¡No!
Me encojo de hombros.
--Tenía que intentar.
Resopla y dice:
--Voy a ganar de cualquier manera. No estoy seguro de que puedas
hacerlo.
--¿Qué? ¿Por qué?
--Porque eres como esos chihuahuas: Asustadizos.
--¡Yo no…!—Empiezo a negar, pero si hay una palabra en este mundo
que me describa, el universo sabe que Asustadiza da exactamente en el blanco.
Le saco la lengua y se ríe—Debo decir que tampoco estoy segura de que
puedas hacerlo. A ti simplemente te encanta meter mano.
--¡Oye!
--¿No es verdad?
--No tiene nada de malo.
Ruedo los ojos.
--Díselo a tus ex novias psicópatas.
Ésta vez, él me saca la lengua. Y por el resto del día, nos comportamos como
niños de cinco años.
Y es definitivamente lo mejor hasta ahora.
-Sthep Stronger.
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