Fade. Capítulo 17.
La libreta. Página 17: "Es muy curioso cómo puedes odiar tanto a alguien y aún así seguir amándolo con todo el corazón"
Subo la cobija hacia mi barbilla e ignoro el constante tinltineo de mi celular. Después de unos momentos, tengo que contestarl
o porque me está volviendo loca.
Gruño cuando veo el nombre de Graham ahí.
Alex ríe del otro lado de la línea.
Alex ríe más fuerte.
Suspiro y las palabras se deslizan de mi boca antes de que me entere.
Se quedan en silencio del otro lado de la línea. Escucho la clara voz de Alex preguntar a qué me refiero. Graham no contesta.
Me doy cuenta de que lo he puesto en una situación incómoda así que digo:
Otro momento de silencio. Alex pregunta de nuevo qué pasa.
Pero en verdad no quiero hablar de ello.
ﮪ
Aunque probablemente eso es mentira, porque a donde sea que Alex va, las orejas siempre están de más.
Me paro a unos metros frente a ellos y pongo mis manos en mi cintura, con mi colorido vestido veraniego ondeando por el viento de octubre.
Estoy esperando que ellos me corrijan. Y cuando no lo hacen y veo que Alex ya no me mira de esa manera tan indiferente cuando no estoy muriendo, sino con simpatía, y sé que Graham le contó.
Es vergonzoso que las personas sepan que tus padres te abandonaron.
Y entonces no siento lástima por mí, sino por Alex. Porque él tiene el mismo asunto. Es sólo que peor, porque mis padres en cierta manera no tenían muchas opciones. Fue lo menos doloroso para ellos hacer lo que hicieron. Y lo entiendo. Duele, es una porquería, estoy furiosa, pero lo entiendo. Pero los padres de Alex sí que tuvieron elección. Y no lo eligieron a él.
Que mierda tan más grande.
Voy hacia la mecedora de rosas talladas, mi favorita hasta ahora y los miro.
Me duele y Graham lo sabe, porque le da un golpe en la nuca con su palma.
Alex no nos mira.
Frunzo el ceño.
Graham asiente y Alex finalmente nos mira para formar parte de la conversación.
Quiero decirle “Claro que sí, ¿Qué te crees que…?” Pero luego recuerdo que en verdad no lo hice. Yo sólo vi y las tomé.
Graham se encoje de hombros.
Los dos chicos me miran con algo parecido a la lástima y a la simpatía. Aparto la vista porque odio que me miren de esa manera.
Cierro los ojos.
Abro los ojos y lo miro. Graham le da otro golpe y luego me mira.
Sacudo la cabeza, odiando que Alex tenga razón.
No.
Me mira unos momentos y asiente.
Río.
Graham corrobora con él.
Me sigo carcajeando mientras veo que ellos hacen muecas, recordando que tengo a David.
Ellos empiezan a negar.
Primero, va Graham:
Y luego Alex:
Ellos siguen discutiendo conmigo y yo simplemente dejo que terminen sus ridículas teorías antes de decir:
ﮪ
Está esta ridícula canción con letras aún más ridículas sonando en la radio del auto de David mientras conducimos a casa, y aunque la odio (La odio, la odio, la odio) subo el volumen un poco, porque es mejor que escuchar el incómodo silencio entre nosotros dos.
Veo en su mirada que está intentando tan fuerte conmigo. Pobre David, pero yo no quiero nada de esto.
Le sonrío amablemente y niego.
Parece comprenderlo.
Le digo que me quedo a comer para que no se sienta tan abandonado. ¿No es él quien ha perdido también? ¿No es él quien tiene un hermano desertor, una cuñada loca, una sobrina muerta causante de todas sus desgracias y otra que es desagradable?
Así que me quedo y le sonrío, porque por un instante siento que puedo arreglarlo a él. Si ya he roto todo, si no puedo arreglar mi relación con Alex o cambiar las mentiras que he dicho, tal vez puedo arreglar a David, tan solo por un momento.
“Por favor, Dios, déjame curarlo”.
Tal vez él me ignora como yo lo he estado ignorando a él los últimos dos meses.
Tal vez no lo haga, después de todo, porque hay una chispa en sus ojos y una sonrisa que me dice que está feliz y por un momento me siento tan agradecida.
Pero ahora que estoy sola sin el guardia de seguridad número uno y número dos, quiero ir a visitar a la señora Rossemount, a pesar que de… Bueno, de que es estúpido.
Espero a que el momento de felicidad radiante de David pase para levantarme, darle un beso en la mejilla y decirle que estaré en casa en un rato.
Cuando llego a su casa, estaciono el auto de papá en la entrada y miro a todos lados para asegurarme de que no hay nadie apuntándome.
Toco la puerta de cristal de la señora Rossemount. Después de unos momentos, ella me abre la puerta, con ojos rojos y en pijamas.
Sonrío y ella hace a lado para que pase.
Ella va hacia la cocina y la sigo. Me siento en el taburete después de sacar los tés y ponerlo en la barra. Ella pone el agua en la calentadera y luego se sienta enfrente de mí.
Venía sospechando algo así desde que entré.
Caminamos hasta la habitación de Vivian, dónde están los muebles desnudos. El tocador sin cosas; El armario vacío, los estantes de CD’s vacíos también. Tomo una de las cajas dentro mientras le pregunto cómo está.
Hablamos por un rato, hasta que una pregunta que nunca le había hecho viene a mi mente.
Una que no estoy segura de hacer, pero que hago de cualquier manera.
Su cabeza se levanta de la caja dónde contienen los CD’s de Vivian. Me mira y siento cómo me taladra.
Tarda un minuto en contestar y en ese tiempo deseo haber mantenido mi boca cerrada. Estoy a punto de disculparme, pero ella me lo cuenta antes de eso.
Se ahoga en sus lágrimas y aparta la vista. Me acerco y pongo una mano en su hombro.
¿Por qué alguien lastimaría a Vivian?
¿Por qué alguien mataría a Serena?
¿Por qué alguien cortaría los frenos del auto en el que iba Isabel?
¿Podría estar ligadas?
La señora Rossemount se disculpa y se dirige al baño al final del pasillo. Suspiro y tomo otra caja un poco más pesada y la coloco encima del viejo escritorio. Cuando la abro, discos. Cientos de ellos. Veo los CD’s en la otra caja y me pregunto por qué no están ahí. Cuando tomo uno de los discos en su cajita azul, veo la letra femenina y desordenada de quién yo supongo es Vivian. El disco tiene un título peculiar: “El accidente del espagueti con albóndigas” y abajo hay una fecha. Tomo otro con caja transparente y así puedo ver el título: “Cómo Cam pateó el trasero del equipo contrario en el partido del viernes”, y hay una fecha diferente abajo.
La señora Rossemount aparece por detrás y yo me volteo. Ella ve los discos en mi mano y responde a mis sospechas con una sonrisa:
Miro hacia los diarios de nuevo y luego a ella.
Me siento en el suelo y acomodo cuidadosamente los discos.
Ella niega, limpiándose la mojada nariz con una servilleta.
El silencio pasa y yo acomodo los miles de discos en el cajón en perfectas pilas. Entonces, veo uno con caja transparente con letras delgadas y cursivas: “Cassidy”.
¿Qué?
Miro la fecha. No me suena a nada importante. Yo estaba en la escuela en esas fechas e Isabel tenía como medio año en Ashford… Isabel y Vivian no se hablaban.
¿Por qué Vivian tiene un video diario con mi nombre en él?
Miro disimuladamente a la señora Rossemount, que está dándome la espalda terminando de poner los discos en su lugar. Cuidadosamente deslizo el disco en mi bolsa.
No se ha dado cuenta.
Voy a irme al infierno por esto. Aunque, si lo pensamos bien, iré al infierno por tantas cosas.
ﮪ
Conduzco a casa horas después, mirando nerviosamente mi bolso. Estoy pensando en qué puedo encontrar ahí. Las ansias me están matando.
Quiero llegar a casa ya y poner el disco en la computadora de papá en su estudio, ya que la mía está en Ashford. Tamborileo los dedos sobre el volante con impaciencia. ¿Por qué las calles son tan largas, demonios?
Suelto un bufido desesperado y finalmente me estaciono. Meto el auto en el garaje, cierro la puerta y salgo disparada. Saco las llaves del bolso a toda velocidad y entro. El auto de David no está, ha de ir ya por mamá.
Cierro la puerta a mis espaldas y voy directo al estudio de mi desaparecido padre. Me siento en su silla de cuero marrón y prendo la cosa.
Vamos, vamos.
Cuando está prendida finalmente pongo el disco. Lo reconoce después de casi un minuto. ¡Dios, está cosa no se mueve, es un jodido dinosaurio!
Grito de frustración y espero. Necesito ver esto antes de que mi madre llegue, de otra forma no va ver manera porque seré acosada por ella todo el fin de semana.
Entonces, pasa: El video aparece en mi computadora y yo le doy play.
Primero veo unas paredes en blanco, desnudas. El cuarto de Vivian. Entonces ella aparece en el cuadro. Vivian tiene su pelo castaño recogido en un desordenado moño en lo alto de su cabeza y una blusa de tirantes ajustada. Se ve… descuidada. Desordenada.
Traga saliva antes de hablar.
Pongo daescansar el video porque mis pensamientos son tan fuertes que suenan sobre la voz de Vivian.
Ellas dos en verdad se veían de nuevo. Pero, ¿Por qué lo ocultaron?
Me quedo unos segundos así hasta que pongo play de nuevo.
Pausa.
¿Qué demonios? ¿Pastillas… qué?
Las pastillas.
En verdad, en verdad, eran de Isabel. ¿Las vendía? ¿Por qué? Ni siquiera son drogas, son sólo…. Ni siquiera sé que son. ¿Las vendía a Vivian? ¿Por eso se vieron de nuevo? ¿Por qué Vivian querría comprar eso?
Las preguntas corren salvajes por mi mente y yo me paro, recordando a los chicos preguntarme si en verdad yo había buscado.
No, lo había hecho.
A oscuras (Porque no me molesté en prender las luces cuando llegué) voy al sótano sin aliento y prendo el foco colgando en el techo que juro que uno de estos días se va a desprender. Miro al suelo, en el punto donde encontré las pastillas. Y observo con paciencia. Observo. Y observo de nuevo.
Y no hay nada.
Ni detrás de las cajas con disfraces de Halloween ni en ningún lado.
No hay nada.
Doy un pisotón al suelo con frustración. Es entonces cuando oigo rechinar. Doy otro pisotón. Otro rechinido.
Bingo.
Me tiro al suelo y me apoyo con las manos, haciendo presión. Rechina de nuevo. Meto las uñas largas en la tabla suelta y tiro hacia arriba. Me rompo una uña, pero logro sacarla.
Y cuando me asomo, maldigo a mi hermana una y otra vez.
Hay bolsas con miles de pastillas dentro. Esas pastillas detestables y horribles.
Me quedo ahí un segundo, pensando en el hecho de que mi hermana vendía drogas. Y que se las vendió a su mejor amiga.
¿No se supone que era una chica buena? ¿Qué era tímida, inteligente y dañada? Una perra total.
Tomo una de las bolsas para Graham y Alex y pongo la tabla de nuevo en su lugar. Voy de nuevo al despacho pisoteando y pongo play.
¿Qué? ¿Quién? ¿Quién estaba ahí? ¡Vivian tonta! ¿Por qué no dices nada útil?
Espera. Espera. ¿Qué? ¿Me fue a buscar?
Pongo stop al tiempo en que ella hace una pausa para tragar saliva, porque no puedo escuchar más de esto.
Están hablando de mí, pero es una locura. ¡No recuerdo nada de eso! ¡No es verdad!
¡No es verdad!
Recargo mi cabeza en el mueble y respiro profundo repitiendo las mismas palabras en mi mente.
Yo no estaba ahí. Yo no estaba ahí. No estaba.
Las palabra corren por mi mente y me detengo cuando el sonido de la puerta al abrirse me llama a la realidad.
Dios, estaba tan trastornada que no he oído el auto de David.
Reúno todo de mí para bajar las escaleras con una sonrisa para mi dañada madre. Sólo que abajo no hay nadie. Me doy la vuelta. ¿Dónde están?
Estoy segura de que los oí entrar.
Me dirijo hacia la cocina, dónde la puerta del sótano está abierta. Ni siquiera la cerré. Me acerco y la cierro con un suspiro y me giro.
Y ahí está ella, apoyada contra la isla y comiendo una natilla de vainilla.
El aliento se me atora en la garganta al verla y mis huesos se debilitan.
Su nombre se desliza de mis labios con un toque de incredulidad y las lágrimas se me acumulan en los ojos.
Ella sonríe y baja la cuchara de su boca, poniéndola en la isla, dónde están todas las bolsas de pastillas.
--Sthep Stronger.
Dioooos!
ResponderEliminarSubiras pronto? Pooorfiii
Besitos <3
El martes subo el resto :p :)
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