Capítulo 1. "Corazones".
Tiro el vaso de plástico de café vacío al bote de basura. Hace mucho viento debido al clima de otoño así que me tapo la barbilla con el cuello de tortuga.
Sara sonríe a mi lado y cierra su celular. Ha terminado de hablar con su noviecito.
¡Ja! ¡Envidiosa! ¡Yo! Sí, claro.
La miro y le saco la lengua.
Sara levanta las cejas hacia mí.
Ella se ríe y se atraganta con el café que acaba de tomar.
Yo miro mis botas mientras camino y sonrío.
Ella abre la boca.
Sara sacude su melena rubia.
Sara abre la puerta de su caro y sube dentro. Me abre la puerta del copiloto desde el otro lado.
Sara me mira horrorizada, pero con una cara larga, tratando de ocultar su sonrisa. Sus ojos oscuros me tienen claro que le causa tanta gracia como me causa a mí.
Saco una carcajada. Ella deja por fin el café y pone las llaves en el contácto. El carro hace ese zumbidito tranquilizador y le sonrío de nuevo.
Ella niega con la cabeza y me arranca su café.
No es exactamente que desprecie todo esto. Quiero decir, sí: Es incómodo y me da risa, pero sobre todo, adoro molestarla.
Ella vuelve a sonreír y a negar.
Entonces, me pongo a cantar una canción que conocía desde que era pequeña. Mi voz es tan mala que Sara casi choca contra un carro blanco que parece tan idiota como ella respecto a la concentración. Yo agito mi cabeza hacia ambos lados y al final mi trenza francesa es sólo un montón de pelo rubio desordenado.
Agito mis brazos y entonces Sara da la vuelta por mi calle. Segundos después sigo cantando y Sara se estaciona frente a mi casa. El auto de mamá está estacionado también, indicando que ya ha llegado.
Dejo de cantar y abro la puerta del carro.
Le sonrío y me bajo del auto peinando mis cabellos rubios.
Ella rueda los ojos.
Antes de cerrar la puerta, le digo:
Ella asiente. Mi sonrisa se cae.
Me quejo mientras me balanceo de un lado a otro.
Yo no termino de fruncir el seño cuando le digo:
Ella rueda los ojos.
Ella deja la ventana sacudiendo la cabeza y me vuelve a mirar.
Rueda los ojos de nuevo.
Sarcásmo.
Yo miro instintivamente hacia la ventana de la sala pero no se puede ver nada por los reflejos del escaso sol.
Sara pone una mala cara. Una que me hace reír.
Sonrío.
Pone una mala cara de nuevo.
Ella rueda los ojos.
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Entonces cierrro la puerta y salgo corriendo de ahí hacia la casa riéndome entre dientes. Saco la llave de mi bolsillo y abro la puerta, mirando atrás antes de entrar para verla marcharse. Puedo ver que sigue sonriendo.
Sacudo mi cabeza y entro a la casa. Apenas me doy cuenta que tengo mis manos congeladas.
Las paredes son de un color durazno y hay un par de cuadros colgando de las paredes. La mayoría son Sara y yo.
Mamá llega y me abraza. Su pelo es rubio oscuro, como el de Sara, como el mío.¿Qué puedo decir? Somos una familia de rubias.
Le sonrío y veo a la tía Mel viniendo detrás de ella.
Me inclino hacia ella para plantarle un beso en la mejilla derecha.
Mamá ríe y asiente.
La tía Mel se limíta a sólo sonreír.
Arrugo la frente y me siento con mamá y la tía Mel en la sala.
Mamá niega.
Me encogo de hombros.
La tía Mel sonríe.
Niego con la cabeza.
Pero eso no es verdad. Era más bien que cuando Sara era una adolecente tenía kilos de más por las curvas, y era Mel quién se lo recordaba. Entonces un día se puso en la caminadora y después de unos meses ya habían desaparecido casi completamente. Pero la tía Mel no le trae buenos recuerdos.
La tía Mel asiente.
Mamá se coloca un cabello detrás de la oreja. Tiene esa maña.
Asiento y me levanto.
Ha sido mi rutina durante éste último mes: Caliento la comida, ya que llego a las cuatro y me pongo a ver televisión en la sala de estar mientras como. Me quito las botas y me pongo unas pantunflas rosas. Poco después hago mi tarea y me voy directo a dormir.
Me tapo desde los pies hasta los hombros y me abrazo a mi almohada. Pienso que algún día llegará un vestido que me haga ver bien. Pienso en lo que pasará el día siguiente...
Y entonces ya estoy dormida.
Me encanto!!! con que romántica ¿he?
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